Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
DOMINGO DE LA SEMANA XXVIII
De la Feria. Salterio IV
13 de octubre
DOMINGO DE LA SEMANA XXVIII
De la Feria. Salterio IV
13 de octubre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Himno: ES LA PASCUA REAL, NO YA LA SOMBRA.
Es la Pascua real, no ya la sombra,
la verdadera pascua del Señor;
la sangre del pasado es solo un signo,
la mera imagen de la gran unción.
En verdad, tú, Jesús, nos protegiste
con tus sangrientas manos paternales;
envolviendo en tus alas nuestras almas,
la verdadera alianza tú sellaste.
Y, en tu triunfo, llevaste a nuestra carne
reconciliada con tu Padre eterno;
y, desde arriba, vienes a llevarnos
a la danza festiva de tu cielo.
Oh gozo universal, Dios se hizo hombre
para unir a los hombres con su Dios;
se rompen las cadenas del infierno,
y en los labios renace la canción.
Cristo, Rey eterno, te pedimos
que guardes con tus manos a tu Iglesia,
que protejas y ayudes a tu pueblo
y que venzas con él a las tinieblas. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Dad gracias al Señor porque es eterna su misericordia. Aleluya.
Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dad gracias al Señor porque es eterna su misericordia. Aleluya.
Ant 2. Aleluya. Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor. Aleluya.
Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya. Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor. Aleluya.
Ant 3. Todo ser que alienta, alabe al Señor. Aleluya.
Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR.
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su augusto firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta, alabe al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todo ser que alienta, alabe al Señor. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Tm 2, 8. 11-13
Acuérdate de Cristo Jesús, del linaje de David, que vive resucitado de entre los muertos. Verdadera es la sentencia que dice: Si hemos muerto con él, viviremos también con él. Si tenemos constancia en el sufrir, reinaremos también con él; si rehusamos reconocerle, también él nos rechazará; si le somos infieles, él permanece fiel; no puede él desmentirse a sí mismo.
RESPONSORIO BREVE
V. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
V. Pregonando tus maravillas.
R. Invocando tu nombre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Himno: ES LA PASCUA REAL, NO YA LA SOMBRA.
Es la Pascua real, no ya la sombra,
la verdadera pascua del Señor;
la sangre del pasado es solo un signo,
la mera imagen de la gran unción.
En verdad, tú, Jesús, nos protegiste
con tus sangrientas manos paternales;
envolviendo en tus alas nuestras almas,
la verdadera alianza tú sellaste.
Y, en tu triunfo, llevaste a nuestra carne
reconciliada con tu Padre eterno;
y, desde arriba, vienes a llevarnos
a la danza festiva de tu cielo.
Oh gozo universal, Dios se hizo hombre
para unir a los hombres con su Dios;
se rompen las cadenas del infierno,
y en los labios renace la canción.
Cristo, Rey eterno, te pedimos
que guardes con tus manos a tu Iglesia,
que protejas y ayudes a tu pueblo
y que venzas con él a las tinieblas. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Dad gracias al Señor porque es eterna su misericordia. Aleluya.
Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dad gracias al Señor porque es eterna su misericordia. Aleluya.
Ant 2. Aleluya. Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor. Aleluya.
Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya. Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor. Aleluya.
Ant 3. Todo ser que alienta, alabe al Señor. Aleluya.
Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR.
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su augusto firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta, alabe al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todo ser que alienta, alabe al Señor. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Tm 2, 8. 11-13
Acuérdate de Cristo Jesús, del linaje de David, que vive resucitado de entre los muertos. Verdadera es la sentencia que dice: Si hemos muerto con él, viviremos también con él. Si tenemos constancia en el sufrir, reinaremos también con él; si rehusamos reconocerle, también él nos rechazará; si le somos infieles, él permanece fiel; no puede él desmentirse a sí mismo.
RESPONSORIO BREVE
V. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
V. Pregonando tus maravillas.
R. Invocando tu nombre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
PRIMERA
LECTURA
Del libro del profeta Sofonías 3, 8-20
CONVERSIÓN DE TODOS LOS PUEBLOS Y EXALTACIÓN DE ISRAEL
Esto dice el Señor:
«Esperadme el día en que me levantaré como testigo, pues he decidido reunir a los pueblos, congregar a las naciones, para derramar sobre ellos mi cólera, el incendio de mi ira; pues en el fuego de mi celo se consumirá la tierra entera.
Entonces daré a los pueblos labios puros, para que invoquen todos el nombre del Señor, para que le sirvan unánimes. Desde más allá de los ríos de Etiopía, mis fieles dispersos me traerán ofrendas.
Aquel día no tendrás ya que avergonzarte de las obras con que me ofendiste, porque arrancaré de en medio de ti a tus soberbios fanfarrones, y no volverás a engreírte sobre mi monte santo. Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde, que confiará en el nombre del Señor. El resto de Israel no cometerá maldades, ni dirá mentiras, ni se hallará en su boca una lengua embustera: pastarán y reposarán sin sobresaltos.
Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás ningún mal. Aquel día dirán a Jerusalén: "No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un poderoso salvador. Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo, danza por ti con gritos de alegría, como en los días de fiesta."
Yo apartaré de tu lado la desgracia, el oprobio que pesa sobre ti. Entonces destruiré a tus enemigos, salvaré a los inválidos, reuniré a los dispersos; les daré fama y renombre en todos los países donde fueron despreciados. Entonces os traeré y os congregaré. Os haré renombrados y famosos entre todos los pueblos de la tierra, cuando cambie vuestra suerte ante sus ojos. -Lo ha dicho el Señor-.»
RESPONSORIO So 3, 12. 13. 9
R. Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde, * y este resto de Israel confiará en el Señor.
V. Entonces daré a los pueblos labios puros, para que invoquen todos el nombre del Señor.
R. Y este resto de Israel confiará en el Señor.
SEGUNDA LECTURA
De la carta de san Agustín, obispo, a Proba
(Carta 130, 8, 15. 17-9, 18: CSEL 44, 56-57. 59-60)
QUE NUESTRO DESEO DE LA VIDA ETERNA SE EJERCITE EN LA ORACIÓN
¿Por qué en la oración nos preocupamos de tantas cosas y nos preguntamos cómo hemos de orar, temiendo que nuestras plegarias no procedan con rectitud, en lugar de limitarnos a decir con el salmo: Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor contemplando su templo? En aquella morada, los días no consisten en el empezar y en el pasar uno después de otro ni el comienzo de un día significa el fin del anterior; todos los días se dan simultáneamente y ninguno se termina allí donde ni la vida ni sus días tienen fin.
Para que lográramos esta vida dichosa, la misma Vida verdadera y dichosa nos enseñó a orar; pero no quiso que lo hiciéramos con muchas palabras, como si nos escuchara mejor cuanto más locuaces nos mostráramos, pues, como el mismo Señor dijo, oramos a aquel que conoce nuestras necesidades aun antes de que se las expongamos.
Puede resultar extraño que nos exhorte a orar aquel que conoce nuestras necesidades antes de que se las expongamos, si no comprendemos que nuestro Dios y Señor no pretende que le descubramos nuestros deseos, pues él ciertamente no puede desconocerlos, sino que pretende que, por la oración, se acreciente nuestra capacidad de desear, para que así nos hagamos más capaces de recibir los dones que nos prepara. Sus dones, en efecto, son muy grandes y nuestra capacidad de recibir es pequeña e insignificante. Por eso, se nos dice: Dilatad vuestro corazón.
Cuanto más fielmente creemos, más firmemente esperamos y más ardientemente deseamos este don, más capaces somos de recibirlo; se trata de un don realmente inmenso, tanto, que ni el ojo vio, pues no se trata de un color; ni el oído oyó, pues no es ningún sonido; ni vino a la mente del hombre, ya que es la mente del hombre la que debe ir a aquel don para alcanzarlo.
Así pues, constantemente oramos por medio de la fe, de la esperanza y de la caridad, con un deseo ininterrumpido. Pero, además, en determinados días y horas, oramos a Dios también con palabras, para que, amonestándonos a nosotros mismos por medio de estos signos externos, vayamos tomando conciencia de cómo progresamos en nuestro deseo y, de este modo, nos animemos a proseguir en él. Porque, sin duda alguna, el efecto será tanto mayor, cuanto más intenso haya sido el afecto que lo hubiera precedido. Por tanto, aquello que nos dice el Apóstol: Orad sin cesar, ¿qué otra cosa puede significar sino que debemos desear incesantemente la vida dichosa, que es la vida eterna, la cual nos ha de venir del único que la puede dar?
RESPONSORIO Jr 29, 13. 12. 11
R. Me buscaréis y me encontraréis si me buscáis de todo corazón. * Me invocaréis y yo os escucharé.
V. Yo tengo designios de paz y no de aflicción, para daros un porvenir y una esperanza.
R. Me invocaréis y yo os escucharé.
Del libro del profeta Sofonías 3, 8-20
CONVERSIÓN DE TODOS LOS PUEBLOS Y EXALTACIÓN DE ISRAEL
Esto dice el Señor:
«Esperadme el día en que me levantaré como testigo, pues he decidido reunir a los pueblos, congregar a las naciones, para derramar sobre ellos mi cólera, el incendio de mi ira; pues en el fuego de mi celo se consumirá la tierra entera.
Entonces daré a los pueblos labios puros, para que invoquen todos el nombre del Señor, para que le sirvan unánimes. Desde más allá de los ríos de Etiopía, mis fieles dispersos me traerán ofrendas.
Aquel día no tendrás ya que avergonzarte de las obras con que me ofendiste, porque arrancaré de en medio de ti a tus soberbios fanfarrones, y no volverás a engreírte sobre mi monte santo. Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde, que confiará en el nombre del Señor. El resto de Israel no cometerá maldades, ni dirá mentiras, ni se hallará en su boca una lengua embustera: pastarán y reposarán sin sobresaltos.
Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás ningún mal. Aquel día dirán a Jerusalén: "No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un poderoso salvador. Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo, danza por ti con gritos de alegría, como en los días de fiesta."
Yo apartaré de tu lado la desgracia, el oprobio que pesa sobre ti. Entonces destruiré a tus enemigos, salvaré a los inválidos, reuniré a los dispersos; les daré fama y renombre en todos los países donde fueron despreciados. Entonces os traeré y os congregaré. Os haré renombrados y famosos entre todos los pueblos de la tierra, cuando cambie vuestra suerte ante sus ojos. -Lo ha dicho el Señor-.»
RESPONSORIO So 3, 12. 13. 9
R. Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde, * y este resto de Israel confiará en el Señor.
V. Entonces daré a los pueblos labios puros, para que invoquen todos el nombre del Señor.
R. Y este resto de Israel confiará en el Señor.
SEGUNDA LECTURA
De la carta de san Agustín, obispo, a Proba
(Carta 130, 8, 15. 17-9, 18: CSEL 44, 56-57. 59-60)
QUE NUESTRO DESEO DE LA VIDA ETERNA SE EJERCITE EN LA ORACIÓN
¿Por qué en la oración nos preocupamos de tantas cosas y nos preguntamos cómo hemos de orar, temiendo que nuestras plegarias no procedan con rectitud, en lugar de limitarnos a decir con el salmo: Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor contemplando su templo? En aquella morada, los días no consisten en el empezar y en el pasar uno después de otro ni el comienzo de un día significa el fin del anterior; todos los días se dan simultáneamente y ninguno se termina allí donde ni la vida ni sus días tienen fin.
Para que lográramos esta vida dichosa, la misma Vida verdadera y dichosa nos enseñó a orar; pero no quiso que lo hiciéramos con muchas palabras, como si nos escuchara mejor cuanto más locuaces nos mostráramos, pues, como el mismo Señor dijo, oramos a aquel que conoce nuestras necesidades aun antes de que se las expongamos.
Puede resultar extraño que nos exhorte a orar aquel que conoce nuestras necesidades antes de que se las expongamos, si no comprendemos que nuestro Dios y Señor no pretende que le descubramos nuestros deseos, pues él ciertamente no puede desconocerlos, sino que pretende que, por la oración, se acreciente nuestra capacidad de desear, para que así nos hagamos más capaces de recibir los dones que nos prepara. Sus dones, en efecto, son muy grandes y nuestra capacidad de recibir es pequeña e insignificante. Por eso, se nos dice: Dilatad vuestro corazón.
Cuanto más fielmente creemos, más firmemente esperamos y más ardientemente deseamos este don, más capaces somos de recibirlo; se trata de un don realmente inmenso, tanto, que ni el ojo vio, pues no se trata de un color; ni el oído oyó, pues no es ningún sonido; ni vino a la mente del hombre, ya que es la mente del hombre la que debe ir a aquel don para alcanzarlo.
Así pues, constantemente oramos por medio de la fe, de la esperanza y de la caridad, con un deseo ininterrumpido. Pero, además, en determinados días y horas, oramos a Dios también con palabras, para que, amonestándonos a nosotros mismos por medio de estos signos externos, vayamos tomando conciencia de cómo progresamos en nuestro deseo y, de este modo, nos animemos a proseguir en él. Porque, sin duda alguna, el efecto será tanto mayor, cuanto más intenso haya sido el afecto que lo hubiera precedido. Por tanto, aquello que nos dice el Apóstol: Orad sin cesar, ¿qué otra cosa puede significar sino que debemos desear incesantemente la vida dichosa, que es la vida eterna, la cual nos ha de venir del único que la puede dar?
RESPONSORIO Jr 29, 13. 12. 11
R. Me buscaréis y me encontraréis si me buscáis de todo corazón. * Me invocaréis y yo os escucharé.
V. Yo tengo designios de paz y no de aflicción, para daros un porvenir y una esperanza.
R. Me invocaréis y yo os escucharé.
Domingo, 13
de octubre de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,11-19):
Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo:
«Id a presentaros a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias.
Este era un samaritano.
Jesús, tomó la palabra y dijo:
«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».
Y le dijo:
«Levántate, vete; tu fe te ha salvado».
Palabra del Señor
Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo:
«Id a presentaros a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias.
Este era un samaritano.
Jesús, tomó la palabra y dijo:
«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».
Y le dijo:
«Levántate, vete; tu fe te ha salvado».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Si tenemos constancia en el sufrir, reinaremos con Cristo; si le somos infieles, él permanece fiel.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Si tenemos constancia en el sufrir, reinaremos con Cristo; si le somos infieles, él permanece fiel.
PRECES
Dios nos ama y sabe lo que nos hace falta; invoquémosle, pues, diciendo:
Te bendecimos y en ti confiamos, Señor.
Te alabamos, Dios todopoderoso, Rey del universo, porque a nosotros, injustos y pecadores, nos has llamado al conocimiento de la verdad;
haz que te sirvamos con santidad y justicia.
Vuélvete hacia nosotros, Señor, tú que has querido abrirnos la puerta de tu misericordia,
y haz que nunca nos apartemos del camino que lleva a la vida.
Ya que hoy celebramos la resurrección del Hijo de tu amor,
haz que este día transcurra lleno de gozo espiritual.
Da, Señor, a tus fieles el espíritu de oración y de alabanza,
para que en toda ocasión te demos gracias.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Movidos ahora todos por el mismo Espíritu que nos da Cristo resucitado acudamos a Dios, de quien somos verdaderos hijos, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Te pedimos, Señor, que tu gracia continuamente nos preceda y acompañe, de manera que estemos dispuestos a obrar siempre el bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Después del abandono, las luchas y la opresión
durante el reinado de los dos soberanos daneses, Harold Harefoot y Artacanuto,
el pueblo inglés acogió con júbilo al representante de la antigua dinastía
inglesa, San Eduardo el Confesor. Las cualidades que merecieron a Eduardo ser
venerado como santo, se referían más bien a su persona que a su administración
como soberano pues era un hombre piadoso, amable y amante de la paz.
Eduardo era hijo de Eteredo y de la normanda Ema.
Durante la época de la supremacía danesa, fue enviado a Normandía cuando tenía
10 años y regresó a su patria en 1042 cuando fue elegido rey. A la edad de 42
años contrajo matrimonio con Edith, la hija del Conde Godwino, la mayor amenaza
para su reino. La tradición sostiene que San Eduardo y su esposa guardaron
perpetua continencia por amor a Dios y como un medio pra alcanzar la
perfección.
La administración justa y equitativa de San Eduardo
le hizo muy popular entre sus súbitos. La perfecta armonía que reinaba entre él
y sus consejeros se convitió más tarde en el sueño dorado ya que durante el
reinado de Eudardo, los barones normandos y los representantes del pueblo
inglés ejercieron una profunda influencia en la legislación y el gobierno. Uno
de los actos más populares del reinado de San Eduardo fue la supresión del
impuesto para el ejército; los impuestos recaudados de casa en casa en la época
del santo fueron repartidos entre los pobres.
Durante el destierro en Normandía, San Eduardo
había prometido ir en peregrinación al sepulcro de San Pedro en Roma, si Dios
se dignaba poner término a las desventuras de su familia. Después de su ascenso
al trono, convocó un concilio y manifestó públicamente la promesa con que se
había ligado. Sin embargo, la Asamblea le manifestó que con su partida se
abriría el camino a las disensiones en el interior del país y los ataques de
las potencias extranjeras. El rey decidió someter el asunto a juicio del Papa
San León IX, quien le sugirió repartir el dinero que habría gastado en el viaje
entre los pobres, y construir un monasterio en honor a San Pedro.
El último año de vida del santo se vio turbado por
la tensión entre el Conde Tostig Godwinsson de Nortumbría y sus súbitos;
finalmente el monarca tuvo que desterrar al conde. Falleció en 1065. La
canonización de San Eduardo tuvo lugar en 1161, y dos años después de que su
cuerpo se mantenía incorrupto, fue trasladado por Santo Tomás Becket a una
capilla del coro de la abadía de Westminster, de la cual San Eduardo fue su
promotor, el 13 de octubre, fecha en que se celebra actualmente su fiesta.
·
Glorioso San Eduardo, tú que nos mostraste tu devoción a Dios
con paciencia, gentileza y generosidad. Pide a Dios la Gracia para que podamos
servirlo fortaleciendo el Reino de Dios a través de la oración paciente y
ayuda a nuestros hermanos necesitados.
·
Enséñanos a ver en el mundo presente la preparación del otro que
no tendrá fin, a juzgar los acontecimientos humanos con vistas a sus resultados
eternos.
·
¡Ayúdanos Oh Señor Jesús! Somos tus discípulos. Ayúdanos
a ser usados por ti para edificar a tu pueblo santo, ¡la Iglesia! Ayúdanos a
vivir con una fe fuerte en ti, para vivir así un testimonio de obras
espirituales y caridad en tu nombre.
·
“Al único Dios que es nuestro Salvador, la Gloria, la majestad, la
soberanía y el poder por medio de nuestro Señor Jesucristo, desde antes de
todos los tiempos, ahora y por todos los siglos.
·
Amén