Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXIII
De la Feria. Salterio III
MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXIII
De la Feria. Salterio III
11 de setiembre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: DETENTE, AURORA DE ESTE NUEVO DÍA.
¡Detente, aurora de este nuevo día,
refleja en mis pupilas tu paisaje!
Mensajera de amor, es tu equipaje
la hermosura hecha luz y profecía.
¡Detente, aurora, dulce epifanía,
rostro de Dios, qué bello es tu mensaje!
Queme tu amor mi amor que va de viaje
en lucha, y en trabajo y alegría.
Avanzamos, corremos fatigados,
mañana tras mañana enfebrecidos
por la carga de todos los pecados.
Arrópanos, Señor, con la esperanza;
endereza, Señor, los pies perdidos,
y recibe esta aurora de alabanza. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
Salmo 85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina tu oído, Señor; escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
Ant 2. Dichoso el hombre que procede con justicia y habla con rectitud.
Cántico: DIOS JUZGARÁ CON JUSTICIA Is 33,13-16
Los lejanos, escuchad lo que he hecho;
los cercanos, reconoced mi fuerza.
Temen en Sión los pecadores,
y un temblor se apodera de los perversos:
«¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador,
quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?».
El que procede con justicia y habla con rectitud
y rehúsa el lucro de la opresión;
el que sacude la mano rechazando el soborno
y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad:
ése habitará en lo alto,
tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
con abasto de pan y provisión de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el hombre que procede con justicia y habla con rectitud.
Ant 3. Aclamad al Rey y Señor.
Salmo 97 - EL SEÑOR, JUEZ VENCEDOR
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad:
tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas
aclamad al Rey y Señor.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes
al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamad al Rey y Señor.
LECTURA BREVE Jb 1, 21; 2, 10b
Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor. Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?
RESPONSORIO BREVE
V. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
V. Dame vida con tu palabra.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: DETENTE, AURORA DE ESTE NUEVO DÍA.
¡Detente, aurora de este nuevo día,
refleja en mis pupilas tu paisaje!
Mensajera de amor, es tu equipaje
la hermosura hecha luz y profecía.
¡Detente, aurora, dulce epifanía,
rostro de Dios, qué bello es tu mensaje!
Queme tu amor mi amor que va de viaje
en lucha, y en trabajo y alegría.
Avanzamos, corremos fatigados,
mañana tras mañana enfebrecidos
por la carga de todos los pecados.
Arrópanos, Señor, con la esperanza;
endereza, Señor, los pies perdidos,
y recibe esta aurora de alabanza. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
Salmo 85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina tu oído, Señor; escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
Ant 2. Dichoso el hombre que procede con justicia y habla con rectitud.
Cántico: DIOS JUZGARÁ CON JUSTICIA Is 33,13-16
Los lejanos, escuchad lo que he hecho;
los cercanos, reconoced mi fuerza.
Temen en Sión los pecadores,
y un temblor se apodera de los perversos:
«¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador,
quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?».
El que procede con justicia y habla con rectitud
y rehúsa el lucro de la opresión;
el que sacude la mano rechazando el soborno
y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad:
ése habitará en lo alto,
tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
con abasto de pan y provisión de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el hombre que procede con justicia y habla con rectitud.
Ant 3. Aclamad al Rey y Señor.
Salmo 97 - EL SEÑOR, JUEZ VENCEDOR
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad:
tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas
aclamad al Rey y Señor.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes
al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamad al Rey y Señor.
LECTURA BREVE Jb 1, 21; 2, 10b
Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor. Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?
RESPONSORIO BREVE
V. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
V. Dame vida con tu palabra.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
PRIMERA LECTURA
Comienza el libro del profeta Oseas 1, 1-9; 3, 1-5
EL PROFETA OSEAS, SÍMBOLO DEL AMOR DE DIOS HACIA SU PUEBLO
Palabra del Señor que recibió Oseas, hijo de Beerí, durante los reinados de Ozías, Yotán, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá, y de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel.
Comienzan las palabras del Señor a Oseas: Dijo el Señor a Oseas:
«Anda, toma una mujer prostituta, y engendra hijos de prostitución; porque toda la tierra se ha prostituido, apartándose del Señor.»
El fue y tomó a Gomer, hija de Dibláyim, la cual concibió y le parió un hijo. El Señor le dijo:
«Llámalo Yizreel, porque muy pronto tomaré cuentas de la sangre de Yizreel a la casa de Jehú y pondré fin al reino de Israel. Aquel día romperé el arco de Israel en el valle de Yizreel.»
Ella volvió a concebir y parió una hija. El Señor le dijo:
«Llámala "No-compadecida" porque ya no me compadeceré de la casa de Israel. Pero de la casa de Judá me compadeceré y la salvaré por el Señor su Dios: No los salvaré con arcos ni espadas ni batallas ni caballos ni jinetes.»
Gomer destetó a «No-compadecida», y concibió y parió un hijo. Dijo el Señor:
«Llámalo "No-es-mi-pueblo", porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré para vosotros "El-que-soy".»
Volvió a decirme el Señor:
«Anda, ama a una mujer amante de otro y adúltera: así ama el Señor a los israelitas, y ellos se entregan a dioses ajenos y les gustan las tortas de uvas.»
Yo me la compré por quince monedas de plata y fanega y media de cebada, y le dije:
«Por incontables días vivirás conmigo: no adulterarás ni serás de otro y yo seré tuyo.»
Porque por incontables días vivirán los israelitas sin rey ni príncipe, sin sacrificios ni altares, sin ornamentos ni imágenes. Después volverán los israelitas buscando al Señor, su Dios, y a David, su rey, y adorarán al Señor, su bien, al fin de los tiempos.
RESPONSORIO 1Pe 2, 9. 10; Rm 9, 26
R. Vosotros sois linaje escogido, sacerdocio regio. * Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo sois ahora pueblo de Dios.
V. Ahí donde se dijo: «No sois mi pueblo», serán llamados «hijos del Dios vivo».
R. Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo sois ahora pueblo de Dios.
SEGUNDA LECTURA
De los Tratados de san Agustín, obispo, sobre el evangelio de san Juan
(Tratado 26, 4-6: CCL 36, 261-263)
YO SALVARÉ A MI PUEBLO
Nadie puede venir a mí, si no es atraído por el Padre. No vayas a creer que eres atraído contra tu voluntad; el alma es atraída también por el amor. Ni debemos temer el reproche que, en razón de estas palabras evangélicas de la Escritura, pudieran hacernos algunos hombres, los cuales, fijándose sólo en la materialidad de las palabras, están muy ajenos al verdadero sentido de las cosas divinas. En efecto, tal vez nos dirán: «¿Cómo puedo creer libremente si soy atraído?» Y yo les respondo «Me parece poco decir que somos atraídos libremente; hay que decir que somos atraídos incluso con placer.»
¿Qué significa ser atraídos con placer? Sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón. Existe un apetito en el alma al que este pan del cielo le sabe dulcísimo. Por otra parte, si el poeta pudo decir: «Cada cual va en pos de su apetito», no por necesidad, sino por placer, no por obligación, sino por gusto, ¿no podremos decir nosotros, con mayor razón, que el hombre se siente atraído por Cristo, si sabemos que el deleite del hombre es la verdad, la justicia, la vida sin fin, y todo esto es Cristo?
¿Acaso tendrán los sentidos sus deleites y dejará de tenerlos el alma? Si el alma no tuviera sus deleites, ¿cómo podría decirse: Los humanos se acogen a la sombra de tus alas; se nutren de lo sabroso de tu casa, les das a beber del torrente de tus delicias, porque en ti está la fuente viva y tu luz nos hace ver la luz?
Preséntame un corazón amante y comprenderá lo que digo. Preséntame un corazón inflamado en deseos, un corazón hambriento, un corazón que, sintiéndose solo y desterrado en este mundo, esté sediento y suspire por las fuentes de la patria eterna, preséntame un tal corazón y asentirá en lo que digo. Si, por el contrario, hablo a un corazón frío, éste nada sabe, nada comprende de lo que estoy diciendo.
Muestra una rama verde a una oveja y verás cómo atraes a la oveja; enséñale nueces a un niño y verás cómo lo atraes también y viene corriendo hacia el lugar a donde es atraído; es atraído por el amor, es atraído sin que se violente su cuerpo, es atraído por aquello que desea. Si, pues, estos objetos, que no son más que deleites y aficiones terrenas, atraen, por su simple contemplación, a los que tales cosas aman, porque es cierto que «cada cual va en pos de su apetito», ¿no va a atraernos Cristo revelado por el Padre? ¿Qué otra cosa desea nuestra alma con más vehemencia que la verdad? ¿De qué otra cosa el hombre está más hambriento? Y ¿para que desea tener sano el paladar de la inteligencia sino para descubrir y juzgar lo que es verdadero, para comer y beber la sabiduría, la justicia, la verdad y la eternidad?
Dichosos, por tanto, dice, los que tienen hambre y sed de ser justos -entiende, aquí en la tierra-, porque -allí, en el cielo- ellos quedarán saciados. Les doy ya lo que aman, les doy ya lo que desean; después verán aquello en lo que creyeron aun sin haberlo visto; comerán y se saciarán de aquellos bienes de los que estuvieron hambrientos y sedientos. ¿Dónde? En la resurrección de los muertos, porque yo los resucitaré en el último día.
RESPONSORIO Jn 6, 44-45
R. Nadie puede venir a mí, si no es atraído por el Padre, que me ha enviado. * Todo el que escucha al Padre y se deja instruir por él viene a mí.
V. Está escrito en los profetas: «Todos tendrán por maestro al mismo Dios.»
R. Todo el que escucha al Padre y se deja instruir por él viene a mí.
Comienza el libro del profeta Oseas 1, 1-9; 3, 1-5
EL PROFETA OSEAS, SÍMBOLO DEL AMOR DE DIOS HACIA SU PUEBLO
Palabra del Señor que recibió Oseas, hijo de Beerí, durante los reinados de Ozías, Yotán, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá, y de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel.
Comienzan las palabras del Señor a Oseas: Dijo el Señor a Oseas:
«Anda, toma una mujer prostituta, y engendra hijos de prostitución; porque toda la tierra se ha prostituido, apartándose del Señor.»
El fue y tomó a Gomer, hija de Dibláyim, la cual concibió y le parió un hijo. El Señor le dijo:
«Llámalo Yizreel, porque muy pronto tomaré cuentas de la sangre de Yizreel a la casa de Jehú y pondré fin al reino de Israel. Aquel día romperé el arco de Israel en el valle de Yizreel.»
Ella volvió a concebir y parió una hija. El Señor le dijo:
«Llámala "No-compadecida" porque ya no me compadeceré de la casa de Israel. Pero de la casa de Judá me compadeceré y la salvaré por el Señor su Dios: No los salvaré con arcos ni espadas ni batallas ni caballos ni jinetes.»
Gomer destetó a «No-compadecida», y concibió y parió un hijo. Dijo el Señor:
«Llámalo "No-es-mi-pueblo", porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré para vosotros "El-que-soy".»
Volvió a decirme el Señor:
«Anda, ama a una mujer amante de otro y adúltera: así ama el Señor a los israelitas, y ellos se entregan a dioses ajenos y les gustan las tortas de uvas.»
Yo me la compré por quince monedas de plata y fanega y media de cebada, y le dije:
«Por incontables días vivirás conmigo: no adulterarás ni serás de otro y yo seré tuyo.»
Porque por incontables días vivirán los israelitas sin rey ni príncipe, sin sacrificios ni altares, sin ornamentos ni imágenes. Después volverán los israelitas buscando al Señor, su Dios, y a David, su rey, y adorarán al Señor, su bien, al fin de los tiempos.
RESPONSORIO 1Pe 2, 9. 10; Rm 9, 26
R. Vosotros sois linaje escogido, sacerdocio regio. * Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo sois ahora pueblo de Dios.
V. Ahí donde se dijo: «No sois mi pueblo», serán llamados «hijos del Dios vivo».
R. Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo sois ahora pueblo de Dios.
SEGUNDA LECTURA
De los Tratados de san Agustín, obispo, sobre el evangelio de san Juan
(Tratado 26, 4-6: CCL 36, 261-263)
YO SALVARÉ A MI PUEBLO
Nadie puede venir a mí, si no es atraído por el Padre. No vayas a creer que eres atraído contra tu voluntad; el alma es atraída también por el amor. Ni debemos temer el reproche que, en razón de estas palabras evangélicas de la Escritura, pudieran hacernos algunos hombres, los cuales, fijándose sólo en la materialidad de las palabras, están muy ajenos al verdadero sentido de las cosas divinas. En efecto, tal vez nos dirán: «¿Cómo puedo creer libremente si soy atraído?» Y yo les respondo «Me parece poco decir que somos atraídos libremente; hay que decir que somos atraídos incluso con placer.»
¿Qué significa ser atraídos con placer? Sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón. Existe un apetito en el alma al que este pan del cielo le sabe dulcísimo. Por otra parte, si el poeta pudo decir: «Cada cual va en pos de su apetito», no por necesidad, sino por placer, no por obligación, sino por gusto, ¿no podremos decir nosotros, con mayor razón, que el hombre se siente atraído por Cristo, si sabemos que el deleite del hombre es la verdad, la justicia, la vida sin fin, y todo esto es Cristo?
¿Acaso tendrán los sentidos sus deleites y dejará de tenerlos el alma? Si el alma no tuviera sus deleites, ¿cómo podría decirse: Los humanos se acogen a la sombra de tus alas; se nutren de lo sabroso de tu casa, les das a beber del torrente de tus delicias, porque en ti está la fuente viva y tu luz nos hace ver la luz?
Preséntame un corazón amante y comprenderá lo que digo. Preséntame un corazón inflamado en deseos, un corazón hambriento, un corazón que, sintiéndose solo y desterrado en este mundo, esté sediento y suspire por las fuentes de la patria eterna, preséntame un tal corazón y asentirá en lo que digo. Si, por el contrario, hablo a un corazón frío, éste nada sabe, nada comprende de lo que estoy diciendo.
Muestra una rama verde a una oveja y verás cómo atraes a la oveja; enséñale nueces a un niño y verás cómo lo atraes también y viene corriendo hacia el lugar a donde es atraído; es atraído por el amor, es atraído sin que se violente su cuerpo, es atraído por aquello que desea. Si, pues, estos objetos, que no son más que deleites y aficiones terrenas, atraen, por su simple contemplación, a los que tales cosas aman, porque es cierto que «cada cual va en pos de su apetito», ¿no va a atraernos Cristo revelado por el Padre? ¿Qué otra cosa desea nuestra alma con más vehemencia que la verdad? ¿De qué otra cosa el hombre está más hambriento? Y ¿para que desea tener sano el paladar de la inteligencia sino para descubrir y juzgar lo que es verdadero, para comer y beber la sabiduría, la justicia, la verdad y la eternidad?
Dichosos, por tanto, dice, los que tienen hambre y sed de ser justos -entiende, aquí en la tierra-, porque -allí, en el cielo- ellos quedarán saciados. Les doy ya lo que aman, les doy ya lo que desean; después verán aquello en lo que creyeron aun sin haberlo visto; comerán y se saciarán de aquellos bienes de los que estuvieron hambrientos y sedientos. ¿Dónde? En la resurrección de los muertos, porque yo los resucitaré en el último día.
RESPONSORIO Jn 6, 44-45
R. Nadie puede venir a mí, si no es atraído por el Padre, que me ha enviado. * Todo el que escucha al Padre y se deja instruir por él viene a mí.
V. Está escrito en los profetas: «Todos tendrán por maestro al mismo Dios.»
R. Todo el que escucha al Padre y se deja instruir por él viene a mí.
Miércoles,
11 de septiembre de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,20-26):
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Realiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa alianza.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Realiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa alianza.
PRECES
Invoquemos a Cristo, que se entregó a sí mismo por la Iglesia, y le da alimento y calor, diciendo:
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.
Bendito seas, Señor, Pastor de la Iglesia, que nos vuelves a dar hoy la luz y la vida;
haz que sepamos agradecerte este magnífico don.
Mira con amor a tu grey, que has congregado en tu nombre;
haz que no se pierda ni uno solo de los que el Padre te ha dado.
Guía a tu Iglesia por el camino de tus mandatos,
y haz que el Espíritu Santo la conserve en la fidelidad.
Que tus fieles, Señor, cobren nueva vida participando en la mesa de tu pan y de tu palabra,
para que, con la fuerza de este alimento, te sigan con alegría.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos nuestra oración diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro Maestro:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que nos has creado con tu sabiduría y nos gobiernas con tu providencia, infunde en nuestras almas la claridad de tu luz, y haz que nuestra vida y nuestras acciones estén del todo consagradas a ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Santo español, nacido en el año 473 en Berceo (La Rioja). Hijo de
una familia campesina de origen hispanorromano, siendo en su juventud pastor de
ovejas. Decidió dedicarse a la vida contemplativa, por lo que pasó a ser uno de
los discípulos del monje Félix, retirado en los montes de Bilibio, cerca de
Haro, donde llevó una vida solitaria y penitente. Sujetó a la disciplina
monacal, pero encontrándola demasiado holgada, se retiró a la soledad durante
cuarenta y cuatro años en los montes Distercio, soportando allí las
inclemencias del tiempo y la dureza de condiciones del lugar.
Su fama de santidad se extendió de tal manera que todos los que
estaban en dificultades espirituales acudían a él y fue llamado por el obispo
de Tarazona, Dídimo, quien no consintió que tanta virtud se perdiese en la
soledad del monte, le ordenó sacerdote y le puso al cargo de la parroquia de
Santa Eulalia, en su pueblo natal Berceo.
El paso por la parroquia resultó un estruendoso fracaso ya que las
tareas administrativas no parecían encajar con su carácter y entregaba todas
las donaciones propiedad de la parroquia a los necesitados por lo que fue
acusado de malversación del dinero parroquial por sus hermanos sacerdotes y
reprendido por el obispo, quien lo destituyó del cargo.
Decide volver a su soledad y se retira al valle de Suso o de
arriba, cercano a su pueblo, donde transcurre la última etapa de su vida. En
torno al santo va formándose una comunidad de hermanos y hermanas que formarán
un oratorio primitivo, sus nombres son: Aselo, Geroncio, Citonato, Sofronio,
Oria y Potamia.
San Millán es visitado, consultado y venerado. Salió al parecer
muy poco de su eremitorio. La última salida que hace es para anunciar la
destrucción de algunas ciudades de Cantabria. La tradición le atribuye numerosos
milagros tanto en vida como después de su muerte, acaecida el 12 de noviembre
del 574, con ciento un años, fue enterrado en el suelo del oratorio. Los monjes
eligieron otro abad y permanecieron como ermitaños alrededor del sepulcro de
San Millán, formando después de la muerte de San Millán el gran Monasterio de
San Millán de la Cogolla, en la actualidad declarado Patrimonio de la Humanidad
por la UNESCO.
No dejó nada escrito, y fue hacia el 650 cuando el obispo de
Zaragoza, San Braulio escribió Vita Sancti Emiliani, primera biografía de San
Millán basándose en los relatos que había escuchado de su hermano Fronimiano,
monje en la Cogolla y más tardíamente Gonzalo de Berceo escribió la Historia
del Señor San Millán.
San
Patiens, Obispo de Lyon
11 de Setiembre
11 de Setiembre
En la serie de calamidades que azotaron a las Galias durante un
período que abarcó buena parte del siglo V, Dios favoreció a sus servidores al
enviarles a este santo prelado que les sirvió de consuelo y de apoyo. Alrededor
del año 450, fue elevado a la sede episcopal de Lyon.
La devastadora incursión de los Godos en Borgoña provocó una época
de hambre, durante la cual, San Patiens, por cuenta propia, alimentó a
millares, gracias a la providencia, que siembre le daba ciento por uno,
multiplicando sus caudales maravillosamente a fin de que siempre hubiera lo
suficiente con qué construir iglesias, repararlas y socorrer a los pobres,
"en cualquier rincón de las Galias que estuvieran".
El santo era calificado como un hombre virtuoso y justo, activo,
ascético y misericordioso y era muy admirado por su celo apostólico y su gran
caridad hacia los pobres. Gracias a su solicitud pastoral y a sus sermones,
numerosos herejes se convirtieron, sobre todo amos y señores de Lyon que por
aquel entonces, favorecían decididamente la herejía de los arrianos y aún había
algunos obispos en las diócesis que no estaban libres de aquellos errores.
Cuando la diócesis de Chalon-sur-Saòne quedó envuelta en la
confusión y la discordia por la muerte de su Obispo, San Eufronio de Autun
invitó a San Patiens para que le ayudase en la pacificación de la comarca y en
la terminación del escándalo. Por orden de San Patiens, uno de los sacerdotes
de su clero, llamado Constancio, escribió la "Vida de San Germano de
Auxerre", la que el autor dedicó a su obispo. Se desconoce la fecha exacta
de su deceso pero al parecer, ocurrió alrededor del año 480.