Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XX
LUNES DE LA SEMANA XX
Del común de los santos varones: para los santos
religiosos. Salterio IV.
20 de agosto
SAN BERNARDO, abad y doctor de la Iglesia (MEMORIA)
Nació el año 1090 cerca de Dijon (Francia). Recibió una piadosa
educación, y el año 1111 se unió a los monjes del Cister; poco después, fue
elegido abad del monasterio de Claraval, cargo que desempeñó con gran provecho
para sus monjes. A causa de las divisiones que aquejaban por entonces a la
Iglesia, se vio obligado a viajar por Europa, con el objeto de restablecer la
paz y la unidad. Escribió mucho sobre teología y ascética. Murió el año 1153.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor, abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant. Aclamemos al Señor, en esta fiesta de san Bernardo.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Himno: VOSOTROS SOIS LA LUZ DEL MUNDO.
Vosotros sois la luz del mundo
y ardiente sal de la tierra,
ciudad esbelta en el monte,
fermento en la masa nueva.
Vosotros sois los sarmientos,
y yo la Vid verdadera;
si el Padre poda las ramas,
más fruto llevan las cepas.
Vosotros sois la abundancia
del reino que ya está cerca,
los doce mil señalados
que no caerán en la siega.
Dichosos, porque sois limpios
y ricos en la pobreza,
y es vuestro el reino que sólo
se gana con la violencia. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Por la mañana, sácianos de tu misericordia, Señor.
Salmo 89 - BAJE A NOSOTROS LA BONDAD DEL SEÑOR
Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación.
Antes que naciesen los montes
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios.
Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vigilia nocturna.
Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca.
¡Cómo nos ha consumido tu cólera
y nos ha trastornado tu indignación!
Pusiste nuestras culpas ante ti,
nuestros secretos ante la luz de tu mirada:
y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera,
y nuestros años se acabaron como un suspiro.
Aunque uno viva setenta años,
y el más robusto hasta ochenta,
la mayor parte son fatiga inútil,
porque pasan aprisa y vuelan.
¿Quién conoce la vehemencia de tu ira,
quién ha sentido el peso de tu cólera?
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos;
por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Danos alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas.
Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Por la mañana, sácianos de tu misericordia, Señor.
Ant. 2. Llegue la alabanza del Señor hasta el confín de la tierra.
Cántico: CANTICO NUEVO AL DIOS VENCEDOR Y SALVADOR Is 42, 10-16
Cantad al Señor un cántico nuevo,
llegue su alabanza hasta el confín de la tierra;
muja el mar y lo que contiene,
las islas y sus habitantes;
alégrese el desierto con sus tiendas,
los cercados que habita Cadar;
exulten los habitantes de Petra,
clamen desde la cumbre de las montañas;
den gloria al Señor,
anuncien su alabanza en las islas.
El Señor sale como un héroe,
excita su ardor como un guerrero,
lanza el alarido,
mostrándose valiente frente al enemigo.
«Desde antiguo guardé silencio,
me callaba y aguantaba;
mas ahora grito como la mujer cuando da a luz,
jadeo y resuello.
Agostaré montes y collados,
secaré toda su hierba,
convertiré los ríos en yermo,
desecaré los estanques;
conduciré a los ciegos
por el camino que no conocen,
los guiaré por senderos que ignoran.
Ante ellos convertiré la tiniebla en luz,
lo escabroso en llano.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Llegue la alabanza del Señor hasta el confín de la tierra.
Ant. 3. Alabad el nombre del Señor, los que estáis en la casa del Señor.
Salmo 134 1-12 - HIMNO A DIOS POR SUS MARAVILLAS
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.
Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.
Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.
Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
-en medio de ti, Egipto-
contra el Faraón y sus ministros.
Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos;
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Alabad el nombre del Señor, los que estáis en la casa del Señor.
LECTURA BREVE Rm 12, 1-2
Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.
RESPONSORIO BREVE
V. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V. Y sus pasos no vacilan.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Qohelet 2, 1-3. 12-26
VANIDAD DE LOS PLACERES Y DE LA SABIDURÍA HUMANA
Yo me dije en mi corazón: «¡Adelante! ¡Voy a hacerte probar el placer, a hacer que disfrutes del bienestar!» Pero vi que también esto es vanidad. A la risa la llamé: «¡Locura!»; y del placer dije: «¿Para qué vale?» Traté de regalar mi cuerpo con el vino, mientras guardaba mi corazón en la sabiduría, y entregarme al desvarío hasta ver en qué consistía la felicidad de los humanos, lo que hacen bajo el cielo durante los contados días de su vida.
Dirigí luego mi reflexión sobre la sabiduría, la locura y el desvarío. Porque ¿qué hará el hombre que suceda al rey, sino lo que ya otros hicieron? Yo vi que la sabiduría aventaja al desvarío, como la luz a las tinieblas.
El sabio tiene sus ojos en la cabeza, mas el necio camina en las tinieblas. Pero también yo sé que la misma suerte alcanza a ambos. Entonces me dije: «Como la suerte del necio será la mía. ¿Para qué vale, pues, mi sabiduría?» Y pensé que hasta eso mismo es vanidad. No hay recuerdo duradero ni del sabio ni del necio; al correr de los días, todos son olvidados. Pues el sabio muere igual que el necio.
He detestado la vida, porque me disgusta cuanto se hace bajo el sol, pues todo es vanidad y atrapar vientos. Detesté todos mis fatigosos afanes bajo el sol, y los dejo a mi sucesor. ¿Quién sabe si será sabio o necio? Y, sin embargo, él será dueño de toda mi fatiga, la que realicé con afán y sabiduría bajo el sol. También esto es vanidad. Entregué mi corazón al desaliento por todos mis fatigosos afanes bajo el sol, al considerar cómo algún hombre que se ha afanado con sabiduría, ciencia y destreza deja su bien a otro que en nada se afanó para ello. También esto es vanidad y mal grave. Pues ¿qué le queda a aquel hombre de toda su fatiga y esfuerzo con que se fatigó bajo el sol? ¿De todos sus días de dolor, de penosas ocupaciones, de todas sus noches de insomnio? También esto es vanidad.
No hay mayor felicidad humana que comer y beber y pasarlo bien en medio de los afanes. Yo veo que también esto viene de la mano de Dios, pues quien come y goza lo tiene de Dios. Porque a quien le agrada da él sabiduría, ciencia y alegría; mas al pecador da el trabajo de amontonar y atesorar para dejárselo a quien a él le plazca. También esto es vanidad y atrapar vientos.
RESPONSORIO Qo 2, 26; 1Tm 6, 10
R. Dios da a quien le agrada sabiduría, ciencia y alegría; mas al pecador da el trabajo de amontonar y atesorar para dejárselo a quien a él le plazca. * También esto es vanidad y atrapar vientos.
V. Raíz de todos los males es el afán del dinero; y algunos, por dejarse llevar de él, han quedado sumergidos en un mar de tormentos.
R. También esto es vanidad y atrapar vientos.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Bernardo, abad, sobre el Cantar de los cantares
(Sermón 83, 4-6: Opera omnia, edición cisterciense, 2 [1958], 300-302)
AMO PORQUE AMO, AMO POR AMAR
El amor basta por sí solo, satisface por sí solo y por causa de sí. Su mérito y su premio se identifican con él mismo. El amor no requiere otro motivo fuera de él mismo, ni tampoco ningún provecho; su fruto consiste en su misma práctica. Amo porque amo, amo por amar. Gran cosa es el amor, con tal de que recurra a su principio y origen, con tal de que vuelva siempre a su fuente y sea una continua emanación de la misma. Entre todas las mociones, sentimientos y afectos del alma, el amor es lo único con que la creatura puede corresponder a su Creador, aunque en un grado muy inferior, lo único con que puede restituirle algo semejante a lo que él le da. En efecto, cuando Dios ama, lo único que quiere es ser amado: si él ama, es para que nosotros lo amemos a él, sabiendo que el amor mismo hace felices a los que se aman entre sí.
El amor del Esposo, mejor dicho, el Esposo que es amor, sólo quiere a cambio amor y fidelidad. No se resista, pues, la amada en corresponder a su amor. ¿Puede la esposa dejar de amar, tratándose además de la esposa del Amor en persona? ¿Puede no ser amado el que es el Amor por esencia?
Con razón renuncia a cualquier otro afecto y se entrega de un modo total y exclusivo al amor el alma consciente de que la manera de responder al amor es amar ella a su vez. Porque, aunque se vuelque toda ella en el amor, ¿qué es ello en comparación con el manantial perenne de este amor? No manan con la misma abundancia el que ama y el que es el Amor por esencia, el alma y el Verbo, la esposa y el Esposo, el Creador y la creatura; hay la misma disparidad entre ellos que entre el sediento y la fuente.
Según esto, ¿no tendrá ningún valor ni eficacia el deseo nupcial, el anhelo del que suspira, el ardor del que ama, la seguridad del que confía, por el hecho de que no puede correr a la par con un gigante, de que no puede competir en dulzura con la miel, en mansedumbre con el cordero, en blancura con el lirio, en claridad con el sol, en amor con aquel que es el amor mismo? De ninguna manera. Porque, aunque la creatura, por ser inferior, ama menos, con todo, si ama con todo su ser, nada falta a su amor, porque pone en juego toda su facultad de amar. Por ello, este amor total equivale a las bodas místicas, porque es imposible que el que así ama sea poco amado, y en esta doble correspondencia de amor consiste el auténtico y perfecto matrimonio. Siempre en el caso de que se tenga por cierto que el Verbo es el primero en amar al alma, y que la ama con mayor intensidad.
RESPONSORIO Sal 30, 20; 35, 9
R. ¡Qué bondad tan grande, Señor, * reservas para tus fieles!
V. Se nutren de lo sabroso de tu casa, les das a beber del torrente de tus delicias.
R. Lo reservas para tus fieles.
Del libro del Qohelet 2, 1-3. 12-26
VANIDAD DE LOS PLACERES Y DE LA SABIDURÍA HUMANA
Yo me dije en mi corazón: «¡Adelante! ¡Voy a hacerte probar el placer, a hacer que disfrutes del bienestar!» Pero vi que también esto es vanidad. A la risa la llamé: «¡Locura!»; y del placer dije: «¿Para qué vale?» Traté de regalar mi cuerpo con el vino, mientras guardaba mi corazón en la sabiduría, y entregarme al desvarío hasta ver en qué consistía la felicidad de los humanos, lo que hacen bajo el cielo durante los contados días de su vida.
Dirigí luego mi reflexión sobre la sabiduría, la locura y el desvarío. Porque ¿qué hará el hombre que suceda al rey, sino lo que ya otros hicieron? Yo vi que la sabiduría aventaja al desvarío, como la luz a las tinieblas.
El sabio tiene sus ojos en la cabeza, mas el necio camina en las tinieblas. Pero también yo sé que la misma suerte alcanza a ambos. Entonces me dije: «Como la suerte del necio será la mía. ¿Para qué vale, pues, mi sabiduría?» Y pensé que hasta eso mismo es vanidad. No hay recuerdo duradero ni del sabio ni del necio; al correr de los días, todos son olvidados. Pues el sabio muere igual que el necio.
He detestado la vida, porque me disgusta cuanto se hace bajo el sol, pues todo es vanidad y atrapar vientos. Detesté todos mis fatigosos afanes bajo el sol, y los dejo a mi sucesor. ¿Quién sabe si será sabio o necio? Y, sin embargo, él será dueño de toda mi fatiga, la que realicé con afán y sabiduría bajo el sol. También esto es vanidad. Entregué mi corazón al desaliento por todos mis fatigosos afanes bajo el sol, al considerar cómo algún hombre que se ha afanado con sabiduría, ciencia y destreza deja su bien a otro que en nada se afanó para ello. También esto es vanidad y mal grave. Pues ¿qué le queda a aquel hombre de toda su fatiga y esfuerzo con que se fatigó bajo el sol? ¿De todos sus días de dolor, de penosas ocupaciones, de todas sus noches de insomnio? También esto es vanidad.
No hay mayor felicidad humana que comer y beber y pasarlo bien en medio de los afanes. Yo veo que también esto viene de la mano de Dios, pues quien come y goza lo tiene de Dios. Porque a quien le agrada da él sabiduría, ciencia y alegría; mas al pecador da el trabajo de amontonar y atesorar para dejárselo a quien a él le plazca. También esto es vanidad y atrapar vientos.
RESPONSORIO Qo 2, 26; 1Tm 6, 10
R. Dios da a quien le agrada sabiduría, ciencia y alegría; mas al pecador da el trabajo de amontonar y atesorar para dejárselo a quien a él le plazca. * También esto es vanidad y atrapar vientos.
V. Raíz de todos los males es el afán del dinero; y algunos, por dejarse llevar de él, han quedado sumergidos en un mar de tormentos.
R. También esto es vanidad y atrapar vientos.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Bernardo, abad, sobre el Cantar de los cantares
(Sermón 83, 4-6: Opera omnia, edición cisterciense, 2 [1958], 300-302)
AMO PORQUE AMO, AMO POR AMAR
El amor basta por sí solo, satisface por sí solo y por causa de sí. Su mérito y su premio se identifican con él mismo. El amor no requiere otro motivo fuera de él mismo, ni tampoco ningún provecho; su fruto consiste en su misma práctica. Amo porque amo, amo por amar. Gran cosa es el amor, con tal de que recurra a su principio y origen, con tal de que vuelva siempre a su fuente y sea una continua emanación de la misma. Entre todas las mociones, sentimientos y afectos del alma, el amor es lo único con que la creatura puede corresponder a su Creador, aunque en un grado muy inferior, lo único con que puede restituirle algo semejante a lo que él le da. En efecto, cuando Dios ama, lo único que quiere es ser amado: si él ama, es para que nosotros lo amemos a él, sabiendo que el amor mismo hace felices a los que se aman entre sí.
El amor del Esposo, mejor dicho, el Esposo que es amor, sólo quiere a cambio amor y fidelidad. No se resista, pues, la amada en corresponder a su amor. ¿Puede la esposa dejar de amar, tratándose además de la esposa del Amor en persona? ¿Puede no ser amado el que es el Amor por esencia?
Con razón renuncia a cualquier otro afecto y se entrega de un modo total y exclusivo al amor el alma consciente de que la manera de responder al amor es amar ella a su vez. Porque, aunque se vuelque toda ella en el amor, ¿qué es ello en comparación con el manantial perenne de este amor? No manan con la misma abundancia el que ama y el que es el Amor por esencia, el alma y el Verbo, la esposa y el Esposo, el Creador y la creatura; hay la misma disparidad entre ellos que entre el sediento y la fuente.
Según esto, ¿no tendrá ningún valor ni eficacia el deseo nupcial, el anhelo del que suspira, el ardor del que ama, la seguridad del que confía, por el hecho de que no puede correr a la par con un gigante, de que no puede competir en dulzura con la miel, en mansedumbre con el cordero, en blancura con el lirio, en claridad con el sol, en amor con aquel que es el amor mismo? De ninguna manera. Porque, aunque la creatura, por ser inferior, ama menos, con todo, si ama con todo su ser, nada falta a su amor, porque pone en juego toda su facultad de amar. Por ello, este amor total equivale a las bodas místicas, porque es imposible que el que así ama sea poco amado, y en esta doble correspondencia de amor consiste el auténtico y perfecto matrimonio. Siempre en el caso de que se tenga por cierto que el Verbo es el primero en amar al alma, y que la ama con mayor intensidad.
RESPONSORIO Sal 30, 20; 35, 9
R. ¡Qué bondad tan grande, Señor, * reservas para tus fieles!
V. Se nutren de lo sabroso de tu casa, les das a beber del torrente de tus delicias.
R. Lo reservas para tus fieles.
Martes, 20
de agosto de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (19,23-30):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.»
Entonces le dijo Pedro: «Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?»
Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.»
Entonces le dijo Pedro: «Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?»
Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El bienaventurado Bernardo, cuyo espíritu fue admirablemente iluminado por el resplandor del Verbo eterno, iluminó a su vez con su fe y enseñanzas a toda la Iglesia.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. El bienaventurado Bernardo, cuyo espíritu fue admirablemente iluminado por el resplandor del Verbo eterno, iluminó a su vez con su fe y enseñanzas a toda la Iglesia.
PRECES
Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémosle diciendo:
Tú solo eres santo, Señor.
Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado,
compadécete de nuestras debilidades.
Señor Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor,
danos el progresar por caminos de santidad.
Señor Jesús, que nos quieres sal de la tierra y luz del mundo,
ilumina nuestras vidas con tu propia luz.
Señor Jesús, que viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir,
haz que sepamos servir con humildad a ti y a nuestros hermanos.
Señor Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,
haz que un día podamos contemplar la claridad de tu gloria.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Oremos ahora al Padre, como nos enseñó el mismo Jesús:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Dios nuestro, que hiciste que el abad san Bernardo, encendido en el celo de tu casa, no sólo ardiera en tu amor, sino que resplandeciera en tu Iglesia para iluminarla, concédenos, por su intercesión, que, animados de ese mismo espíritu, vivamos siempre como hijos de la luz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
San
Bernardo, Abad y Doctor de la Iglesia
20 de Agosto
20 de Agosto
Nace en Borgoña, Francia (cerca de Suiza) en el año 1090. Sus
padres tuvieron siete hijos y a todos los formaron estrictamente haciéndoles
aprender el latín, la literatura y, muy bien aprendida, la religión.
La familia que se fue con Cristo
Esta familia ha sido un caso único en la historia. Cuando Bernardo
se fue de religioso, se llevó consigo a sus 4 hermanos varones, y un tío,
dejando a su hermana a que cuidará al papá (la mamá ya había muerto) y el
hermanito menor para que administrara las posesiones que tenían. Dicen que
cuando llamaron al menor para anuanciarle que ellos se iban de religiosos, el
muchacho les respondió: "¡Ajá! ¿Conque ustedes se van a ganarse el cielo,
y a mí me dejan aquí unicamente en la tierra? Esto no lo puedo aceptar". Y
un tiempo después, también él se fue de religioso. Y más tarde llegaron además
al convento el papá y el esposo de la hermana (y ella también se fué de monja).
Casos como este son más únicos que raros.
La personalidad de Bernardo
Pocos individuos han tenido una personalidad tan impactante y
atrayente, como San Bernardo. El poseía todas las ventajas y cualidades que
pueden hacer amable y simpático a un joven. Inteligencia viva y brillante.
Temperamento bondadoso y alegre, se ganaba la simpatía de cuantos trataban con
él. Esto y su físico lleno de vigor y lozanía era ocasión de graves peligros
para su castidad y santidad. Por eso durante algún tiempo se enfrió en su
fervor y empezó a inclinarse hacia lo mundano y lo sensual. Pero todo esto lo
llenaba de desilusiones. Las amistades mundanas por más atractivas y brillantes
que fueran lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se sentía
más y más desilusionado del mundo y de sus placeres.
A mal grave, remedio terrible
Como sus pasiones sexuales lo atacaban violentamente, una noche se
revolcó entre el hielo hasta quedar casi congelado. Y el tremendo remedio le
trajo mucha paz.
Una visión cambia su rumbo: una noche de Navidad, mientras
celebraban las ceremonias religiosas en el templo se quedó dormido y le pareció
ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa Madre le ofrecía
al Niñito Santo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás. Desde
este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado.
Un hombre que arrastra con todo lo que encuentra
Bernardo se fue al convento de monjes benedictinos llamado Cister,
y pidió ser admitido. El superior, San Esteban, lo aceptó con gran alegría
pues, en aquel convento, hacía 15 años que no llegaban religiosos nuevos.
Bernardo volvió a su familia a contar la noticia y todos se
opusieron. Los amigos le decían que esto era desperdiciar una gran personalidad
para irse a sepultarse vivo en un convento. La familia no aceptaba de ninguna
manera.
Pero aquí sí que apareció el poder tan sorprendente que este
hombre tenía para convencer a los demás e influir en ellos y ganarse su
voluntad. Empezó a hablar tan maravillosamente de las ventajas y cualidades que
tiene la vida religiosa, que logró llevarse al convento a sus cuatro hermanos
mayores, a su tío y casi a todos los jóvenes de los alrededores, y junto con 31
compañeros llegó al convento de los Cistercienses a pedir ser admitidos de
religiosos. Pero antes en su finca los había preparado a todos por varias
semanas, entrenándolos acerca del modo como debían comportarse para ser unos
fervorosos religiosos. En el año 1112, a la edad de 22 años, se fue de
religioso al convento.
El papá, el hermano Nirvardo, el cuñado y la hermana, ya
irán llegando uno por uno a pedir ser recibidos como religiosos.
Formidable poder de atracción. En toda la historia de la
Iglesia es difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado por Dios de un
poder de atracción tan grande para llevar gentes a las comunidades religiosas,
como el que recibió Bernardo. Las muchachas tenían terror de que su novio
hablara con el santo, porque lo mas probable era que se iría de religioso. En
las universidades, en los pueblos, en los campos, los jóvenes al oírle hablar
de las excelencias y ventajas de la vida en un convento, se iban en numerosos grupos
a que él los instruyera y los formara como religiosos. Durante su vida fundó
más de 300 conventos para hombres, e hizo llegar a gran santidad a muchos de
sus discípulos. Lo llamaban "el cazador de almas y vocaciones". Con
su apostolado consiguió que 900 monjes hicieran profesión religiosa.
Fundador de Claraval
En el convento del Císter demostró tales cualidades de líder y de
santo, que a los 25 años (con sólo tres de religioso) fue enviado como superior
a fundar un nuevo convento. Escogió un sitio sumamente árido y lleno de bosques
donde sus monjes tuvieran que derramar el sudor de su frente para poder
cosechar algo, y le puso el nombre de Claraval, que significa valle muy claro,
ya que allí el sol ilumina fuerte todo el día.
Supo infundir del tal manera fervor y entusiasmo a sus religiosos
de Claraval, que habiendo comenzado con sólo 20 compañeros a los pocos años
tenía 130 religiosos; de este convento de Claraval salieron monjes a fundar
otros 63 conventos.
La oratoria de santo. Después de San Juan Crisóstomo y de San
Agustín, es difícil encontrar otro orador católico que haya obtenido tantos
éxitos en su predicación como San Bernardo. Lo llamaban "El Doctor boca de
miel" (doctor melífluo) porque sus palabras en la predicación eran una
verdadera golosina llena de sabrosura, para los que la escuchaban. Su inmenso
amor a Dios y a la Virgen Santísima y su deseo de salvar almas lo llevaban a
estudiar por horas y horas cada sermón que iba a pronunciar, y luego como sus
palabras iban precedidas de mucha oración y de grandes penitencias, el efecto
era fulminante en los oyentes. Escuchar a San Bernardo era ya sentir un impulso
fortísimo a volverse mejor.
Su amor a la Virgen Santísima
Los que quieren progresar en su amor a la Madre de Dios,
necesariamente tienen que leer los escritos de San Bernardo, porque entre todos
los predicadores católicos quizás ninguno ha hablado con más cariño y emoción
acerca de la Virgen Santísima que este gran santo. Él fue quien compuso
aquellas últimas palabras de la Salve: "Oh clemente, oh piadosa, oh dulce
Virgen María". Y repetía la bella oración que dice: "Acuérdate oh
Madre Santa, que jamás se oyó decir, que alguno a Ti haya acudido, sin tu
auxilio recibir".
El pueblo vibraba de emoción cuando le oía clamar desde el púlpito
con su voz sonora e impresionante. "Si se levantan las tempestades de tus
pasiones, mira a la Estrella, invoca a María. Si la sensualidad de tus sentidos
quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los ojos de la fe, mira a la
Estrella, invoca a María. Si el recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte
al abismo de la desesperación, lánzale una mirada a la Estrella del cielo y
rézale a la Madre de Dios. Siguiéndola, no te perderás en el camino.
Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás seguramente al
Puerto Celestial". Sus bellísimos sermones son leídos hoy, después de
varios siglos, con verdadera satisfacción y gran provecho.
Viaje incansable
El más profundo deseo de San Bernardo era permanecer en su
convento dedicado a la oración y a la meditación. Pero el Sumo Pontífice, los
obispos, los pueblos y los gobernantes le pedían continuamente que fuera a
ayudarles, y él estaba siempre pronto a prestar su ayuda donde quiera que
pudiera ser útil. Con una salud sumamente débil (porque los primeros años de
religioso, por imprudente, se dedicó a hacer demasiadas penitencias y se le
daño la digestión) recorrió toda Europa poniendo la paz donde había guerras,
deteniendo fuertemente las herejías, corrigiendo errores, animando desanimados
y hasta reuniendo ejércitos para defender la santa religión católica. Era el
árbitro aceptado por todos.
Exclamaba: A veces no me dejan tiempo durante el día ni siquiera
para dedicarme a meditar. Pero estas gentes están tan necesitadas y sienten
tanta paz cuando se les habla, que es necesario atenderlas (ya en las noches
pararía luego sus horas dedicado a la oración y a la meditación).
De Carbonero a Pontífice
Un hombre muy bien preparado le pidió que lo recibiera en su
monasterio de Claraval. Para probar su virtud lo dedicó las primeras semanas a
transportar carbón, y el otro lo hizo de muy buena voluntad. Después llegó a
ser un excelente monje, y más tarde fue nombrado Sumo Pontífice: Eugenio III.
El santo le escribió un famoso libro llamado "De consideratione", en
el cual propone una serie de consejos importantísimos para que los que están en
puestos elevados no vayan a cometer el gravísimo error de dedicarse solamente a
actividades exteriores descuidando la oración y la meditación. Y llegó a
decirle: "Malditas serán dichas ocupaciones, si no dejan dedicar el debido
tiempo a la oración y a la meditación".
Despedida Gozosa
Después de haber llegado a ser el hombre más famoso de Europa en
su tiempo y de haber conseguido varios milagros (como por ej. Hacer hablar a un
mudo, el cual confesó muchos pecados que tenía sin perdonar) y después de haber
llenado varios países de monasterios con religiosos fervorosos, ante la
petición de sus discípulos para que pidiera a Dios la gracia de seguir viviendo
otros años más, exclamaba: "Mi gran deseo es ir a ver a Dios y a estar
junto a Él. Pero el amor hacia mis discípulos me mueve a querer seguir
ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que a Él mejor le parezca". Y a
Dios le pareció que ya había sufrido y trabajado bastante y que se merecía el
descanso eterno y el premio preparado para los discípulos fieles, y se lo llevó
a sus eternidad feliz el 20 de agosto del año 1153. Solamente tenía 63 años
pero había trabajado como si tuviera más de cien. El sumo pontífice lo declaró
Doctor de la Iglesia.
"Debemos amar a Dios porque Él es Dios,
y la medida de nuestro amor debe ser amarlo sin medida."
"Al conocer lo que Dios nos ha dado,
encontraremos muchísimas cosas por las que dar gracias continuamente". San
Bernardo
...sobre la necesidad de acudir a la Stma. Virgen:
-Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si
caes en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la Estrella del Mar:
invoca a María!.
Si te golpean las olas de la soberbia, de la
maledicencia, de la envidia, mira a la estella, invoca a María!
Si la cólera, la avaricia, la sensualidad de tus
sentidos quieren hundir la barca de tu espíritu, que tus ojos vayan a esa
estrella: invoca a María!
Si ante el recuerdo desconsolador de tus muchos
pecados y de la severidad de Dios, te sientes ir hacia el abismo del desaliento
o de la desesperación, lánzale una mirada a la estrella, e invoca a la Madre de
Dios.
En medio de tus peligros, de tus angustia, de tus
dudas, piensa en María, invoca a María!
El pensar en Ella y el invocarla, sean dos cosas
que no se parten nunca ni de tu corazón ni de tus labios. Y para estar más
seguro de su protección no te olvides de imitar sus ejemplos. Siguiéndola no te
pierdes en el camino!
¡Implorándola no te desesperarás! ¡Pensando
en Ella no te descarriarás!
Si Ella te tiene de la mano no te puedes hundir.
Bajo su manto nada hay que temer.
¡Bajo su guía no habrá cansancio, y con su favor
llegarás felizmente al Puerto de la Patria Celestial!