Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XVII
Del Común de santas mujeres - Salterio I
LUNES DE LA SEMANA XVII
Del Común de santas mujeres - Salterio I
29 de julio
SANTA MARTA. (MEMORIA)
Era hermana de María y de Lázaro; cuando hospedó al Señor en su
casa de Betania se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus
oraciones impetró la resurrección de su hermano.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor, abre mis
labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant. Aclamemos al Señor, en esta fiesta de santa Marta.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Himno: FINÍSIMO FUE EL LINO CON QUE ELLA.
Finísimo fue el lino con que ella
fue tejiendo, a lo largo de su vida,
esa historia de amor que la hace bella
a los ojos de Dios y bendecida.
Supo trenzar con tino los amores
del cielo y de la tierra, y santamente
hizo altar del telar de sus labores,
oración desgranada lentamente.
Flor virgen, florecida en amor santo,
llenó el hogar de paz y joven vida,
su dulce fortaleza fue su encanto,
la fuerza de su amor la fe vivida.
Una escuela de fe fue su regazo,
todos fueron dichosos a su vera,
su muerte en el Señor fue un tierno abrazo,
su vida será eterna primavera. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.
Salmo 5 - ORACIÓN DE LA MAÑANA DE UN JUSTO PERSEGUIDO
Señor, escucha mis palabras,
atiende a mis gemidos,
haz caso de mis gritos de auxilio,
Rey mío y Dios mío.
A ti te suplico, Señor;
por la mañana escucharás mi voz,
por la mañana te expongo mi causa,
y me quedo aguardando.
Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huésped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia.
Detestas a los malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor.
Pero yo, por tu gran bondad,
entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo santo
con toda reverencia.
Señor, guíame con tu justicia,
porque tengo enemigos;
alláname tu camino.
En su boca no hay sinceridad,
su corazón es perverso;
su garganta es un sepulcro abierto,
mientras halagan con la lengua.
Que se alegren los que se acogen a ti,
con júbilo eterno;
protégelos, para que se llenen de gozo
los que aman tu nombre.
Porque tú, Señor, bendices al justo,
y como un escudo lo rodea tu favor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.
Ant. 2. Alabamos, Dios nuestro, tu nombre glorioso.
Cantico: SOLO A DIOS HONOR Y GLORIA 1Cro 29,10-13
Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra,
tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria,
tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos.
Por eso, Dios nuestro,
nosotros te damos gracias,
alabando tu nombre glorioso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Alabamos, Dios nuestro, tu nombre glorioso.
Ant. 3. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
Salmo 28 - MANIFESTACIÓN DE DIOS EN LA TEMPESTAD.
Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
La voz del Señor sobre las aguas,
el Dios de la gloria hace oír su trueno,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica,
la voz del Señor descuaja los cedros,
el Señor descuaja los cedros del Líbano.
Hace brincar al Líbano como a un novillo,
al Sarión como a una cría de búfalo.
La voz del Señor lanza llamas de fuego,
la voz del Señor sacude el desierto,
el Señor sacude el desierto de Cadés.
La voz del Señor retuerce los robles,
el Señor descorteza las selvas.
En su templo un grito unánime: ¡Gloria!
El trono del Señor está encima de la tempestad,
el Señor se sienta como rey eterno.
El Señor da fuerza a su pueblo,
el Señor bendice a su pueblo con la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
LECTURA BREVE Rm 12, 1-2
Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.
RESPONSORIO BREVE
V. Dios la socorre al despuntar la aurora.
R. Dios la socorre al despuntar la aurora.
V. Teniendo a Dios en medio no vacila.
R. Al despuntar la aurora.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Dios la socorre al despuntar la aurora.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
INVITATORIO
Ant. Aclamemos al Señor, en esta fiesta de santa Marta.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Himno: FINÍSIMO FUE EL LINO CON QUE ELLA.
Finísimo fue el lino con que ella
fue tejiendo, a lo largo de su vida,
esa historia de amor que la hace bella
a los ojos de Dios y bendecida.
Supo trenzar con tino los amores
del cielo y de la tierra, y santamente
hizo altar del telar de sus labores,
oración desgranada lentamente.
Flor virgen, florecida en amor santo,
llenó el hogar de paz y joven vida,
su dulce fortaleza fue su encanto,
la fuerza de su amor la fe vivida.
Una escuela de fe fue su regazo,
todos fueron dichosos a su vera,
su muerte en el Señor fue un tierno abrazo,
su vida será eterna primavera. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.
Salmo 5 - ORACIÓN DE LA MAÑANA DE UN JUSTO PERSEGUIDO
Señor, escucha mis palabras,
atiende a mis gemidos,
haz caso de mis gritos de auxilio,
Rey mío y Dios mío.
A ti te suplico, Señor;
por la mañana escucharás mi voz,
por la mañana te expongo mi causa,
y me quedo aguardando.
Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huésped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia.
Detestas a los malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor.
Pero yo, por tu gran bondad,
entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo santo
con toda reverencia.
Señor, guíame con tu justicia,
porque tengo enemigos;
alláname tu camino.
En su boca no hay sinceridad,
su corazón es perverso;
su garganta es un sepulcro abierto,
mientras halagan con la lengua.
Que se alegren los que se acogen a ti,
con júbilo eterno;
protégelos, para que se llenen de gozo
los que aman tu nombre.
Porque tú, Señor, bendices al justo,
y como un escudo lo rodea tu favor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.
Ant. 2. Alabamos, Dios nuestro, tu nombre glorioso.
Cantico: SOLO A DIOS HONOR Y GLORIA 1Cro 29,10-13
Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra,
tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria,
tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos.
Por eso, Dios nuestro,
nosotros te damos gracias,
alabando tu nombre glorioso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Alabamos, Dios nuestro, tu nombre glorioso.
Ant. 3. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
Salmo 28 - MANIFESTACIÓN DE DIOS EN LA TEMPESTAD.
Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
La voz del Señor sobre las aguas,
el Dios de la gloria hace oír su trueno,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica,
la voz del Señor descuaja los cedros,
el Señor descuaja los cedros del Líbano.
Hace brincar al Líbano como a un novillo,
al Sarión como a una cría de búfalo.
La voz del Señor lanza llamas de fuego,
la voz del Señor sacude el desierto,
el Señor sacude el desierto de Cadés.
La voz del Señor retuerce los robles,
el Señor descorteza las selvas.
En su templo un grito unánime: ¡Gloria!
El trono del Señor está encima de la tempestad,
el Señor se sienta como rey eterno.
El Señor da fuerza a su pueblo,
el Señor bendice a su pueblo con la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
LECTURA BREVE Rm 12, 1-2
Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.
RESPONSORIO BREVE
V. Dios la socorre al despuntar la aurora.
R. Dios la socorre al despuntar la aurora.
V. Teniendo a Dios en medio no vacila.
R. Al despuntar la aurora.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Dios la socorre al despuntar la aurora.
PRIMERA LECTURA
Del primer libro de los Reyes 10, 1-13
GLORIA DE SALOMÓN ANTE LA REINA DE SABA
En aquellos días, la reina de Saba oyó la fama de Salomón y fue a desafiarle con enigmas. Llegó a Jerusalén con una gran caravana de camellos cargados de perfumes y oro en gran cantidad y piedras preciosas. Entró en el palacio de Salomón y le propuso todo lo que pensaba. Salomón resolvió todas sus consultas; no hubo una cuestión tan oscura que el rey no pudiera resolver.
Cuando la reina de Saba vio la sabiduría de Salomón, la casa que había construido, los manjares de su mesa, toda la corte sentada a la mesa, los camareros con sus uniformes sirviendo, las bebidas, los holocaustos que ofrecía en el templo del Señor, se quedó asombrada y dijo al rey:
«¡Es verdad lo que me contaron en mi país de ti y tu sabiduría! Yo no quería creerlo; pero, ahora que he venido y lo veo con mis propios ojos, resulta que no me habían dicho ni la mitad. En sabiduría y riquezas superas todo lo que yo había oído. ¡Dichosa tu gente, dichosos los cortesanos que están siempre en tu presencia aprendiendo de tu sabiduría! ¡Bendito sea el Señor, tu Dios, que, por el amor eterno que tiene a Israel, te ha elegido para colocarte en el trono de Israel y te ha nombrado rey para que gobiernes con justicia!»
La reina regaló al rey cuatro mil kilos de oro, gran cantidad de perfumes y piedras preciosas. Nunca llegaron tantos perfumes como los que la reina de Saba regaló al rey Salomón.
Por su parte, el rey Salomón regaló a la reina de Saba todo lo que a ella se le antojó, aparte de lo que el mismo rey Salomón, con su esplendidez, le regaló. Después, ella y su séquito emprendieron el viaje de vuelta a su país.
La flota de Jirán, que transportaba el oro de Ofir, trajo también madera de sándalo en gran cantidad y piedras preciosas. Con la madera de sándalo el rey hizo balaustradas para el templo del Señor y el palacio real, y cítaras y arpas para los cantores. Nunca llegó madera de sándalo como aquélla, ni se ha vuelto a ver hasta hoy.
RESPONSORIO Lc 11, 31; 1R 10, 4. 5
R. La reina del sur resucitará en el día del juicio con los hombres de esta raza, y hará que Dios los condene, porque ella vino de un extremo del mundo para escuchar la sabiduría de Salomón; * mientras que en vuestro caso hay uno que es superior a Salomón.
V. Cuando la reina de Saba vio la sabiduría de Salomón, se quedó asombrada.
R. Mientras que en vuestro caso hay uno que es superior a Salomón.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 103, 1-2. 6: PL 38, 613. 615)
DICHOSOS LOS QUE PUDIERON HOSPEDAR AL SEÑOR EN SU PROPIA CASA
Las palabras del Señor nos advierten que, en medio de la multiplicidad de ocupaciones de este mundo, hay una sola cosa a la que debemos tender. Tender, porque somos todavía peregrinos, no residentes; estamos aún en camino, no en la patria definitiva; hacia ella tiende nuestro deseo, pero no disfrutamos aún de su posesión. Sin embargo, no cejemos en nuestro esfuerzo, no dejemos de tender hacia ella, porque sólo así podremos un día llegar a término.
Marta y María eran dos hermanas, unidas no sólo por su parentesco de sangre, sino también por sus sentimientos de piedad; ambas estaban estrechamente unidas al Señor, ambas le servían durante su vida mortal con idéntico fervor. Marta lo hospedó, como se acostumbra a hospedar a un peregrino cualquiera. Pero, en este caso, era una sirvienta que hospedaba a su Señor, una enferma al Salvador, una creatura al Creador. Le dio hospedaje para alimentar corporalmente a aquel que la había de alimentar con su Espíritu. Porque el Señor quiso tomar la condición de esclavo para así ser alimentado por los esclavos, y ello no por necesidad, sino por condescendencia, ya que fue realmente una condescendencia el permitir ser alimentado. Su condición humana lo hacía capaz de sentir hambre y sed.
Así, pues, el Señor fue recibido en calidad de huésped, él, que vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a cuantos lo recibieron dio poder de llegar a ser hijos de Dios, adoptando a los siervos y convirtiéndolos en hermanos, redimiendo a los cautivos y convirtiéndolos en coherederos. Pero que nadie de vosotros diga: «Dichosos los que pudieron hospedar al Señor en su propia casa.» No te sepa mal, no te quejes por haber nacido en un tiempo en que ya no puedes ver al Señor en carne y hueso; esto no te priva de aquel honor, ya que el mismo Señor afirma: Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.
Por lo demás, tú, Marta -dicho sea con tu venia, y bendita seas por tus buenos servicios-, buscas el descanso como recompensa de tu trabajo. Ahora estás ocupada en los mil detalles de tu servicio, quieres alimentar unos cuerpos que son mortales, aunque ciertamente son de santos; pero ¿por ventura, cuando llegues a la patria celestial, hallarás peregrinos a quienes hospedar, hambrientos con quienes partir tu pan, sedientos a quienes dar de beber, enfermos a quienes visitar, litigantes a quienes poner en paz, muertos a quienes enterrar?
Todo esto allí ya no existirá; allí sólo habrá lo que María ha elegido: allí seremos nosotros alimentados, no tendremos que alimentar a los demás. Por esto, allí alcanzará su plenitud y perfección lo que aquí ha elegido María, la que recogía las migajas de la mesa opulenta de la palabra del Señor. ¿Quieres saber lo que allí ocurrirá? Dice el mismo Señor, refiriéndose a sus siervos: Os aseguro que se pondrá de faena, los hará sentar a la mesa y se prestará a servirlos.
RESPONSORIO Cf. Jn 12, 1-3
R. Después de que Jesús resucitó a Lázaro, le ofrecieron un banquete en Betania, * y Marta servía la mesa.
V. María tomó una libra de ungüento precioso y ungió los pies de Jesús.
R. Y Marta servía la mesa.
Del primer libro de los Reyes 10, 1-13
GLORIA DE SALOMÓN ANTE LA REINA DE SABA
En aquellos días, la reina de Saba oyó la fama de Salomón y fue a desafiarle con enigmas. Llegó a Jerusalén con una gran caravana de camellos cargados de perfumes y oro en gran cantidad y piedras preciosas. Entró en el palacio de Salomón y le propuso todo lo que pensaba. Salomón resolvió todas sus consultas; no hubo una cuestión tan oscura que el rey no pudiera resolver.
Cuando la reina de Saba vio la sabiduría de Salomón, la casa que había construido, los manjares de su mesa, toda la corte sentada a la mesa, los camareros con sus uniformes sirviendo, las bebidas, los holocaustos que ofrecía en el templo del Señor, se quedó asombrada y dijo al rey:
«¡Es verdad lo que me contaron en mi país de ti y tu sabiduría! Yo no quería creerlo; pero, ahora que he venido y lo veo con mis propios ojos, resulta que no me habían dicho ni la mitad. En sabiduría y riquezas superas todo lo que yo había oído. ¡Dichosa tu gente, dichosos los cortesanos que están siempre en tu presencia aprendiendo de tu sabiduría! ¡Bendito sea el Señor, tu Dios, que, por el amor eterno que tiene a Israel, te ha elegido para colocarte en el trono de Israel y te ha nombrado rey para que gobiernes con justicia!»
La reina regaló al rey cuatro mil kilos de oro, gran cantidad de perfumes y piedras preciosas. Nunca llegaron tantos perfumes como los que la reina de Saba regaló al rey Salomón.
Por su parte, el rey Salomón regaló a la reina de Saba todo lo que a ella se le antojó, aparte de lo que el mismo rey Salomón, con su esplendidez, le regaló. Después, ella y su séquito emprendieron el viaje de vuelta a su país.
La flota de Jirán, que transportaba el oro de Ofir, trajo también madera de sándalo en gran cantidad y piedras preciosas. Con la madera de sándalo el rey hizo balaustradas para el templo del Señor y el palacio real, y cítaras y arpas para los cantores. Nunca llegó madera de sándalo como aquélla, ni se ha vuelto a ver hasta hoy.
RESPONSORIO Lc 11, 31; 1R 10, 4. 5
R. La reina del sur resucitará en el día del juicio con los hombres de esta raza, y hará que Dios los condene, porque ella vino de un extremo del mundo para escuchar la sabiduría de Salomón; * mientras que en vuestro caso hay uno que es superior a Salomón.
V. Cuando la reina de Saba vio la sabiduría de Salomón, se quedó asombrada.
R. Mientras que en vuestro caso hay uno que es superior a Salomón.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 103, 1-2. 6: PL 38, 613. 615)
DICHOSOS LOS QUE PUDIERON HOSPEDAR AL SEÑOR EN SU PROPIA CASA
Las palabras del Señor nos advierten que, en medio de la multiplicidad de ocupaciones de este mundo, hay una sola cosa a la que debemos tender. Tender, porque somos todavía peregrinos, no residentes; estamos aún en camino, no en la patria definitiva; hacia ella tiende nuestro deseo, pero no disfrutamos aún de su posesión. Sin embargo, no cejemos en nuestro esfuerzo, no dejemos de tender hacia ella, porque sólo así podremos un día llegar a término.
Marta y María eran dos hermanas, unidas no sólo por su parentesco de sangre, sino también por sus sentimientos de piedad; ambas estaban estrechamente unidas al Señor, ambas le servían durante su vida mortal con idéntico fervor. Marta lo hospedó, como se acostumbra a hospedar a un peregrino cualquiera. Pero, en este caso, era una sirvienta que hospedaba a su Señor, una enferma al Salvador, una creatura al Creador. Le dio hospedaje para alimentar corporalmente a aquel que la había de alimentar con su Espíritu. Porque el Señor quiso tomar la condición de esclavo para así ser alimentado por los esclavos, y ello no por necesidad, sino por condescendencia, ya que fue realmente una condescendencia el permitir ser alimentado. Su condición humana lo hacía capaz de sentir hambre y sed.
Así, pues, el Señor fue recibido en calidad de huésped, él, que vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a cuantos lo recibieron dio poder de llegar a ser hijos de Dios, adoptando a los siervos y convirtiéndolos en hermanos, redimiendo a los cautivos y convirtiéndolos en coherederos. Pero que nadie de vosotros diga: «Dichosos los que pudieron hospedar al Señor en su propia casa.» No te sepa mal, no te quejes por haber nacido en un tiempo en que ya no puedes ver al Señor en carne y hueso; esto no te priva de aquel honor, ya que el mismo Señor afirma: Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.
Por lo demás, tú, Marta -dicho sea con tu venia, y bendita seas por tus buenos servicios-, buscas el descanso como recompensa de tu trabajo. Ahora estás ocupada en los mil detalles de tu servicio, quieres alimentar unos cuerpos que son mortales, aunque ciertamente son de santos; pero ¿por ventura, cuando llegues a la patria celestial, hallarás peregrinos a quienes hospedar, hambrientos con quienes partir tu pan, sedientos a quienes dar de beber, enfermos a quienes visitar, litigantes a quienes poner en paz, muertos a quienes enterrar?
Todo esto allí ya no existirá; allí sólo habrá lo que María ha elegido: allí seremos nosotros alimentados, no tendremos que alimentar a los demás. Por esto, allí alcanzará su plenitud y perfección lo que aquí ha elegido María, la que recogía las migajas de la mesa opulenta de la palabra del Señor. ¿Quieres saber lo que allí ocurrirá? Dice el mismo Señor, refiriéndose a sus siervos: Os aseguro que se pondrá de faena, los hará sentar a la mesa y se prestará a servirlos.
RESPONSORIO Cf. Jn 12, 1-3
R. Después de que Jesús resucitó a Lázaro, le ofrecieron un banquete en Betania, * y Marta servía la mesa.
V. María tomó una libra de ungüento precioso y ungió los pies de Jesús.
R. Y Marta servía la mesa.
Lunes, 29
de julio de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (11,19-27):
En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»
Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»
Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dijo Marta a Jesús: «Yo creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que viene al mundo.»
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
Ant. Dijo Marta a Jesús: «Yo creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que viene al mundo.»
PRECES
Unidos, hermanos, a las mujeres santas, aclamemos a Jesús, nuestro Salvador, y supliquémosle diciendo:
Ven, Señor Jesús.
Señor Jesús, que perdonaste a la mujer pecadora sus muchos pecados porque tenía mucho amor,
perdónanos también a nosotros porque hemos pecado mucho.
Señor Jesús, que fuiste asistido en tu misión evangélica por mujeres piadosas,
haz que también nosotros seamos fieles en nuestra misión apostólica.
Señor Jesús, a quien María escuchaba y Marta servía,
concédenos servirte siempre con fe y amor.
Señor Jesús, que llamaste hermano, hermana y madre a todos los que cumplen tu voluntad,
haz que todos nosotros la cumplamos siempre de palabra y de obra.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Fieles a la recomendación del Salvador, digamos al Padre común:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, cuyo Hijo quiso aceptar la hospitalidad que santa Marta le ofreció en su casa, haz que nosotros, por intercesión de esta santa, estemos siempre dispuestos a servirte en cada uno de nuestros hermanos y así merezcamos ser recibidos por ti en las moradas eternas, al final de nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Santa Marta, Virgen
29 de Julio
29 de Julio
Marta significa: "señora; jefe de hogar".
En Betania, un pueblecito cercano a Jerusalén,
vivía una familia de la cual dice el Evangelio un elegio hermosísimo:
"Jesús amaba a Marta, a María y a su hermano Lázaro". Difícil
encontrar un detalle más simpático acerca de alguna familia: eran muy amados
por Jesús.
Los dos primeros años de su apostolado, Jesús
estuvo la mayor parte del tiempo en la provincia de Galilea, al norte de su
país. Pero en el tercer año se trasladó a Judea, en el sur, y con él sus
discípulos. En Jerusalén era bastante peligroso el quedarse por las noches
porque los enemigos le habían jurado guerra a muerte y buscaban cualquier ocasión
propicia para matar al Redentor. Pero allí, a cuatro kilómetros de Jerusalén,
había un pueblecito tranquilo y amable y en él un hogar donde Jesús se sentía
bien. Era el hogar de Marta, María y Lázaro. En esta casa siempre había una
habitación lista y bien arreglada para recibir al Divino Maestro, cualquier día
a la hora en que llegara. Y tres corazones verdaderamente amigos de Jesús, le
esperaban con afecto fraternal. Allí Jesús se sentía como en su casa. (S. Marta
es la patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien). Con razón dice
el Evangelio que Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro. Que bueno fuera que
de cada uno de nuestros hogares se pudiera decir lo que la Biblia afirma del
hogar de estas tres afortunadas personas.
Famosa se ha hecho la escena que sucedió un día en
que Jesús llegó a Betania con sus 12 apóstoles y las santas mujeres (mamás de
algunos apóstoles, etc). Marta corría de allá para acá preparando los
alimentos, arreglando las habitaciones, llevando refrescos para los sedientos
viajeros. Jesús como siempre, aprovechando aquellos instantes de descanso, se
dedicó a dar sabias instrucciones a sus discípulos. Oír a Cristo es lo más
hermoso que pueda existir. El estaba sentado en un sillón y los demás,
atentísimos, sentados en el suelo escuchando. Y allí, en medio de todos ellos,
sentada también en el suelo estaba María, la hermana de Marta, extasiada,oyendo
tan formidables enseñanzas.
De pronto Marta se detiene un poco en sus faenas y
acercándose a Jesús le dice con toda confianza: "Señor, ¿cómo te parece
que mi hermana me haya dejado a mí sola con todo el oficio de la casa? Por qué
no le dices que me ayude un poco en esta tarea?".
Y Jesús con una suave sonrisa y tono bondadoso le
responde: "Marta, Marta, te afanas y te preocupas por muchas cosas. Sólo
una cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, la que no le será
quitada". Marta entendió la lección y arremangándose el delantal, se sentó
también allí en el suelo para escuchar las divinas instrucciones del Salvador.
Ahora sabía que todos los afanes materiales no valen tanto como escuchar las
enseñanzas que vienen del cielo y aprender a conseguir la eterna salvación.
Narra San Juan en el capítulo 11 "Sucedió que
un día Lázaro se enfermó, se agravó y empezó a dar señales muy graves de que se
iba a morir. Y Jesús estaba lejos. Las dos hermanas le enviaron un empleado con
este sencillo mensaje: Señor aquel que tú amas, está enfermo. Que bello modo de
comunicarle la noticia. Sabemos que lo amas, y si lo amas lo vas a ayudar.
Pero Jesús (que estaba al otro lado del Jordán) no
se movió de donde estaba. Un nuevo mensajero y Jesús no viene. A los apóstoles
les dice: "Esta enfermedad será para gloria de Dios". Y luego les
añade: "Lázaro nuestro amigo ha muerto. Y me alegro de que esto haya
sucedido sin que yo hubiera estado allí, proque ahora váis a creer".
A los cuatro días de muerto Lázaro, dispuso Jesús
dirigirse hacia Betania, la casa estaba llena de amigos y conocidos que habían
llegado a dar el pésame a las dos hermanas. Tan pronto Marta supo que Jesús
venía, salió a su encuentro y le dijo: Oh Señor, si hubieras estado aquí no
habría muerto mi hermano; pero aún ahora yo sé que cuánto pidas a Dios te lo
concederá.
Jesús le dice: "Tu hermano resucitará".
Marta le contesta: Ya sé que resucitará el último
día en la resurrección de los muertos.
Jesús añadió: Yo soy la resurreción y la vida. Todo
el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá ¿Crees esto?
Marta respondió: Sí Señor; yo creo que Tú eres el
Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.
Maravillosa profesión de fe hecha por esta santa
mujer. Dichosa Marta que hizo decir a Jesús verdades tan formidables.
Jesús dijo: "¿Dónde lo han colocado?" Y
viendo llorar a Marta y a sus acompañantes, Jesús también empezó a llorar. Y
las gentes comentaban: "Mirad cómo lo amaba".
Y fue al sepulcro que era una cueva con una piedra
en la entrada. Dijo Jesús: "Quiten la piedra". Le responde Marta:
"Señor ya huele mal porque hace cuatro días que está enterrado". Le
dice Jesús "¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?".
Quitaron la piedra y Jesús dijo en voz alta: "Lázaro ven afuera". Y
el muerto salió, llevando el suadrio y las vendas de sus manos.
San Olaf de Noruega
29 de Julio
29 de Julio
Mártir y rey de Noruega (1015-1030), nació en el
año 995 y murió en el 1030. Fue hijo del rey Harald Grenske de Noruega. De
acuerdo a Snorre, fue bautizado en el 998 en Noruega, pero probablemente lo fue
por el 1010 en Rouen, Francia, por el Arzobispo Robert. Durante su juventud fue
a Inglaterra como vikingo, donde tomó parte en muchas batallas y se volvió
seriamente interesado por el cristianismo. Luego de muchas dificultades fue
elegido rey de Noruega y cumplió su objetivo de extirpar el gentilismo y hacer
a la religión Cristiana la base de su reino. Él es el gran legislador noruego
para la Iglesia y como su ancestro (Olaf Trygvesson), lanzó frecuentemente severos
ataques a la fe antigua y a las costumbres, demoliendo los templos y
construyendo iglesias cristianas en esos lugares.
Trajo a muchos obispos y sacerdotes de Inglaterra, como el rey San Cnut lo hiciera después en Dinamarca. Algunos de ellos son conocidos por nombre (Grimkel, Sigfrid, Rudolf, Bernhard). Pareciera que hubo tomado las condiciones anglo-sajonas como modelo para la organización eclesiástica de su reino. Pero al final, la exasperación contra él se tornó tan fuerte que los clanes se rebelaron contra él y acudieron al rey Cnut de Dinamarca e Inglaterra por ayuda. Esta fue gustosamente dada, así que Olaf fue expulsado y Cnut elegido rey de Noruega. Se debe recordar que el resentimiento contra Olaf era debido no sólo contra su ser cristiano, sino también en un alto grado a su valerosa lucha contra la vieja constitución del condado y por la unión de Noruega. Él, es de este modo mirado por los noruegos de nuestros días como un gran campeón de la independencia nacional, y católicos y protestantes cercanos pueden encontrar en San Olaf a un gran modelo.
Después de dos años de exilio retornó a Noruega con un ejército y se encontró con los que se le rebelaron en Stiklestad, donde la celebrada batalla se llevó a cabo el 29 de Julio de 1030. Ni el rey Cnut ni los daneses tomaron parte de esta batalla. El rey Olaf luchó con gran coraje y valor, pero fue mortalmente herido y cayó en el campo de batalla, rezando "Dios ayúdame". Muchos hechos milagrosos son relatados en relación con su muerte y su exhumación un año más tarde, luego que la creencia en su santidad se había expandido a gran distancia. Sus amigos, el Obispo Grimkel and Einar Tambeskjelver, pusieron su cuerpo en el ataúd y lo ubicaron en el altar mayor de la iglesia de San Clemente, en Nidaros (ahora Trondhjem). Desde ahí, Olaf ha sido tomado como un santo no sólo por la gente de Noruega sino también por la gente de Roma. Su culto se expandió anchamente en la edad media, no solo en Noruega sino también en Dinamarca y Suecia, incluso en Londres hay en Hart Street una iglesia de San Olaf, dedicada al canonizado rey de Noruega. En 1856 una gran iglesia de San Olaf fue construida en Christiania, capital de Noruega, donde una gran reliquia de San Olaf (donación del museo royal danés) es preservada y venerada. El escudo de armas de Noruega es un león con el hacha de armas de San Olaf en la pata delantera.
Trajo a muchos obispos y sacerdotes de Inglaterra, como el rey San Cnut lo hiciera después en Dinamarca. Algunos de ellos son conocidos por nombre (Grimkel, Sigfrid, Rudolf, Bernhard). Pareciera que hubo tomado las condiciones anglo-sajonas como modelo para la organización eclesiástica de su reino. Pero al final, la exasperación contra él se tornó tan fuerte que los clanes se rebelaron contra él y acudieron al rey Cnut de Dinamarca e Inglaterra por ayuda. Esta fue gustosamente dada, así que Olaf fue expulsado y Cnut elegido rey de Noruega. Se debe recordar que el resentimiento contra Olaf era debido no sólo contra su ser cristiano, sino también en un alto grado a su valerosa lucha contra la vieja constitución del condado y por la unión de Noruega. Él, es de este modo mirado por los noruegos de nuestros días como un gran campeón de la independencia nacional, y católicos y protestantes cercanos pueden encontrar en San Olaf a un gran modelo.
Después de dos años de exilio retornó a Noruega con un ejército y se encontró con los que se le rebelaron en Stiklestad, donde la celebrada batalla se llevó a cabo el 29 de Julio de 1030. Ni el rey Cnut ni los daneses tomaron parte de esta batalla. El rey Olaf luchó con gran coraje y valor, pero fue mortalmente herido y cayó en el campo de batalla, rezando "Dios ayúdame". Muchos hechos milagrosos son relatados en relación con su muerte y su exhumación un año más tarde, luego que la creencia en su santidad se había expandido a gran distancia. Sus amigos, el Obispo Grimkel and Einar Tambeskjelver, pusieron su cuerpo en el ataúd y lo ubicaron en el altar mayor de la iglesia de San Clemente, en Nidaros (ahora Trondhjem). Desde ahí, Olaf ha sido tomado como un santo no sólo por la gente de Noruega sino también por la gente de Roma. Su culto se expandió anchamente en la edad media, no solo en Noruega sino también en Dinamarca y Suecia, incluso en Londres hay en Hart Street una iglesia de San Olaf, dedicada al canonizado rey de Noruega. En 1856 una gran iglesia de San Olaf fue construida en Christiania, capital de Noruega, donde una gran reliquia de San Olaf (donación del museo royal danés) es preservada y venerada. El escudo de armas de Noruega es un león con el hacha de armas de San Olaf en la pata delantera.