Musica Para el Alma

jueves, 6 de junio de 2019

LAUDES VIERNES 7 ORACIÓN PARA INICIAR EL DÍA


Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén

TIEMPO PASCUAL
VIERNES DE SEMANA VII
Propio del Tiempo. Salterio III

7 de junio

LAUDES
(Oración de la mañana)

INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)


V. 
Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Ant. A Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya. 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. A Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.

Himno: EMPRENDA LA ESPERANZA RAUDO VUELO

Emprenda la esperanza raudo vuelo
siguiendo los caminos de nuestro Salvador,
y libre de nostalgias, camino de los cielos,
alegre el corazón.

Dijeron que te fuiste a las alturas
juntándote a los coros del «Gloria» de Belén,
acaban hoy su canto en melodías puras
con un solemne «Amén».

Jamás te irás, Señor, porque eres nuestro,
serás Hijo del hombre sin fin de eternidad;
los hombres, por tu nombre, de Dios hijos dilectos,
hermanos te serán.

Asciende victorioso del combate,
derrama sobre el mundo tu Espíritu de amor,
retorna jubiloso al seno de tu Padre,
tú volverás Señor. Amén.

SALMODIA

Ant 1. 
Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado. Aleluya.

Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO

Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado. Aleluya.

Ant 2. Cristo, cargado con nuestros pecados, subió al leño. Aleluya.

Cántico: LAMENTACIÓN DEL PUEBLO EN TIEMPO DE HAMBRE Y DE GUERRA - Jr 14,17-21

Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.

Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.

¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por que nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.

Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.

No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Cristo, cargado con nuestros pecados, subió al leño. Aleluya.

Ant 3. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones. Aleluya.

Salmo 99 - ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones. Aleluya.

LECTURA BREVE   Hch 5, 30-32

El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole de un madero. La diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión, el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.

RESPONSORIO BREVE

V. 
El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.

V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.

V. Gloria al Padre,y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.

PRIMERA LECTURA

Segunda carta del apóstol san Juan

EL QUE PERMANECE EN LA DOCTRINA DE CRISTO POSEE AL PADRE Y AL HIJO

Yo, el Presbítero, a la Señora Elegida y a sus hijos, a quienes amo en la verdad (y no solamente yo, sino también todos los que han conocido la verdad). Yo os amo por esa misma verdad que mora en nosotros y que en nosotros permanecerá eternamente. La gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, Hijo del Padre, estarán con nosotros en la verdad y en el amor.

Mucho me he alegrado de encontrar a tus hijos caminando en la verdad, conforme al mandato que hemos recibido del Padre. Ahora, Señora, te ruego no como quien te envía un mandamiento nuevo, sino el mandato que teníamos desde un principio, que nos amemos unos a otros. Y en esto consiste el amor: en que vivamos conforme a sus mandatos. Y este mandamiento, según habéis oído desde un principio, consiste en vivir en el amor.

Se han levantado en el mundo muchos seductores que niegan que Jesucristo ha venido en carne. Ése es el seductor y el anticristo. Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestros trabajos y para que recibáis una abundante recompensa. Quien sale de los justos límites y no permanece en la doctrina de Cristo no posee a Dios. Quien persevera en su doctrina posee al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa ni lo saludéis, pues el que lo saluda se hace solidario de sus malas obras.

Tengo muchas cosas que escribiros, pero prefiero no confiarlas al papel y a la tinta. Espero ir a veros y hablar con vosotros de viva voz, a fin de que nuestro gozo sea completo. Te saludan los hijos de tu hermana Electa.

RESPONSORIO    Cf. 2Jn 4. 5. 3; Dt 5, 33

R. Éste es el mandamiento que hemos recibido del Padre, el cual no es ya un mandamiento nuevo, sino que lo tenemos desde un principio: * Vivid en la verdad y en el amor. Aleluya.
V. Seguid el camino que os marcó el Señor, vuestro Dios, y viviréis.
R. Vivid en la verdad y en el amor. Aleluya.

SEGUNDA LECTURA

Del Tratado de san Hilario, obispo, Sobre la Santísima Trinidad
(Libro 2, 1, 33. 35: PL 10, 50-51. 73-75)

EL DON DEL PADRE EN CRISTO

El Señor mandó bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, esto es, en la profesión de fe en el Creador, en el Hijo único y en el que es llamado Don.

Uno solo es el Creador de todo, ya que uno solo es Dios Padre, de quien procede todo; y uno solo el Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, por quien ha sido hecho todo; y uno solo el Espíritu, que a todos nos ha sido dado.

Todo, pues, se halla ordenado según la propia virtud y operación: un Poder del cual procede todo, un Hijo por quien existe todo, un Don que es garantía de nuestra esperanza consumada. Ninguna falta se halla en semejante perfección; dentro de ella, en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, se halla lo infinito en lo eterno, la figura en la imagen, la fruición en el don.

Escuchemos las palabras del Señor en persona, que nos describe cuál es la acción específica del Espíritu en nosotros; dice, en efecto: Tendría aún muchas cosas que deciros, pero no estáis ahora en disposición de entenderlas. Os conviene, por tanto, que yo me vaya, porque, si me voy, os enviaré el Abogado.

Y también: Yo rogaré al Padre y él os dará otro Abogado que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de verdad. Él os conducirá a la verdad completa, porque no hablará por cuenta propia, sino que os dirá cuanto se le comunique y os anunciará las cosas futuras. Él me glorificará, porque tomará de lo que es mío.

Esta pluralidad de afirmaciones tiene por objeto darnos una mayor comprensión, ya que en ellas se nos explica cuál sea la voluntad del que nos otorga su Don, y cuál la naturaleza de este mismo Don: pues, ya que la debilidad de nuestra razón nos hace incapaces de conocer al Padre y al Hijo y nos dificulta el creer en la encarnación de Dios, el Don que es el Espíritu Santo, con su luz, nos ayuda a penetrar en estas verdades.

Al recibirlo, pues, se nos da un conocimiento más profundo. Porque, del mismo modo que nuestro cuerpo natural, cuando se ve privado de los estímulos adecuados, permanece inactivo (por ejemplo, los ojos, privados de luz, los oídos, cuando falta el sonido, y el olfato, cuando no hay ningún olor, no ejercen su función propia, no porque dejen de existir por la falta de estímulo, sino porque necesitan este estímulo para actuar), así también nuestra alma, si no recibe por la fe el Don que es el Espíritu, tendrá ciertamente una naturaleza capaz de entender a Dios, pero le faltará la luz para llegar a ese conocimiento. El Don de Cristo está todo entero a nuestra disposición y se halla en todas partes, pero se da a proporción del deseo y de los méritos de cada uno. Este Don está con nosotros hasta el fin del mundo; él es nuestro solaz en este tiempo de expectación; él, con su actuación en nosotros, es la garantía de nuestra esperanza futura; él es la luz de nuestra mente, el resplandor de nuestro espíritu.

RESPONSORIO    Cf. Jn 14, 1; 17, 9; 16, 7

R. Ya es tiempo de que yo vuelva al que me envió -dice el Señor-; no os entristezcáis ni dejéis que se aflija vuestro corazón; * ruego al Padre por vosotros para que él os cuide. Aleluya.
V. Si no me voy, el Abogado no vendrá a vosotros; pero, si me voy, os lo enviaré.
R. Ruego al Padre por vosotros para que él os cuide. Aleluya.


Viernes, 7 de junio de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (21,15-19):

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?»
Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.»
Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Él le dice: «Pastorea mis ovejas.»
Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.»  Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.  Dicho esto, añadió: «Sígueme.»

Palabra del Señor


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. 
Cristo Jesús murió y resucitó, y está ahora a la diestra de Dios; él vive para siempre para interceder por nosotros. Aleluya.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Cristo Jesús murió y resucitó, y está ahora a la diestra de Dios; él vive para siempre para interceder por nosotros. Aleluya.

PRECES

Oremos a Dios Padre, a quien pertenece el honor y la gloria por los siglos de los siglos, y pidámosle nos conceda ir creciendo en la esperanza por la acción del Espíritu Santo; digámosle:

Ven, Señor, en nuestra ayuda y sálvanos.

Padre todopoderoso, envía tu Espíritu para que interceda por nosotros,
porque no sabemos pedir lo que nos conviene.

Envíanos tu Espíritu, luz esplendorosa,
y haz que penetre hasta lo más íntimo de nuestro ser.

No nos abandones, Señor, en el abismo en que nos sumergen nuestros pecados,
porque somos obra de tus manos.

Concédenos comprensión para asistir a los débiles y frágiles en la fe,
no con impaciencia y resentimiento, sino con auténtica caridad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Dirijamos ahora al Padre nuestra oración con las mismas palabras que Cristo nos enseñó:

Padre nuestro...

ORACION

Dios nuestro, que nos has abierto las puertas de la eternidad con la glorificación de tu Hijo Jesucristo y con la venida del Espíritu Santo, concédenos que, por la recepción de dones tan grandes, nuestra fe vaya más y más en aumento y nuestra entrega a ti sea cada día más completa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. 
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Ana García Manzanas nace el 1 de octubre de 1549, sexta de siete hermanos, e hija de Alonso Sánchez y María Sánchez. De su infancia sabemos que dedicaba largos ratos a la penitencia y la oración y que tuvo la gracia de ser acompañada frecuentemente por el Niño Jesús, que según ella crecía, se iba mostrando de su edad. A los diez años habían muerto sus padres y fue enviada como pastora por sus hermanos. A los 13 años la quieren casar, pero ella desecha a todos los pretendientes y suplica a Dios la libre de matrimonio alguno si no es con Él mismo. Tiene una revelación de una orden nueva: carmelitas que viven la regla primitiva, y con ellas quiere entrar. Rechaza a las jerónimas, que la invitan a profesar con ellas. Los hermanos le dicen que de carmelitas fundadas por "una loca llamada Teresa"; nada, que si quiere, a las jerónimas. Uno llega a acuchillarle. Finalmente su tío intercede por ella y la llevan a Ávila, donde le dilatan la entrada y mientras, los hermanos le hacen la vida imposible, cargándola de trabajos todo el día. Al fin, el 2 de noviembre de 1570 entra al monasterio como hermana lega, siendo la primera de la descalcez.

 Sin Teresa Enterrada la Santa en Alba, quiso Ana quedarse a la vera de su cuerpo, pero fue enviada a Ávila, su verdadero convento. Fue testigo entre 1583 y 1588 de las desastrosas e indignas traslaciones del cuerpo de Santa Teresa, de Alba a Ávila y viceversa. Tuvo, como otras religiosas, apariciones de la santa, ya fuera bendiciendo a la priora, en el coro sentada entre las demás monjas, o sintiendo el mismo olor que expedía su cuerpo incorrupto en varias estancias del convento de Ávila.
En 1591 María de San Jerónimo es nombrada priora del convento de Madrid para atajar un atisbo de separación de las monjas de dicho convento, y llevó consigo a nuestra beata a dicha ciudad. En 1595 la llevaría consigo a la fundación de Ocaña, donde permaneció hasta 1598 y se fraguó la tercera y definitiva parte de su vida. Ella lo cuenta: 
"Estando en esta fundación de Ocaña, la noche de Navidad, después de los Maitines, me quedé recogida y en sueños me mostraron la venida que había de hacer a la Francia. Entráronme en un mar muy oscuro que me daba temor y me enviaron con unas compañeras que no eran mis conocidas, sino una conocí después en este recogimiento. Me hallé forzada mi espíritu antes de esta vista en un vivo deseo de ser mártir, y aunque algunas veces se me han apretado estos deseos, no tan perfectos como esta vez, que me hallaba con una conformidad y gozo, tomándolo por Dios con el más encendido amor que en esta parte he tenido (...) Se me mostró Nuestro Señor como cuando andaba por el mundo, mas con grandísima hermosura y Majestad, pero por otra parte afligido, dándome a entender la mucha pena que tenía y tocándome en el hombro, me dijo: “Hija, ayúdame. Mira las almas que se me pierden en Francia”. Y fuéme mostrando todo el reino y estas tierras de por acá cómo se están abrasando en herejías y grandes pecados. Y de aquel tocarme en el hombro me parece descargó su pena y me la dio a mí tan grande y sentí tan gran dolor que me parece me moría. Los efectos con que quedé de este arrobamiento y visión fue un amor tan abrasado con aquellas almas y las de todos mis prójimos que me parece me iba secando". 
Con Teresa En 1571, siendo novicia aún, conoce a la Santa Madre Teresa de Jesús (15 de octubre y 26 de agosto), que al verla, dice: "Aunque sea novicia, llévenla a mi celda, que quiero que sea mi compañera". Siendo priora la santa en la Encarnación le dará permiso para la profesión, que ocurrió el 15 de agosto de 1572. Fue tornera y enfermera. Jamás estaba ociosa y aún de priora, si iba al locutorio, hilaba, cosía, escribía o rezaba el rosario.
En 1574 enferma de cuidado, por lo que la Santa no puede llevarla consigo, como quería, a las fundaciones de Beas de Segura y Sevilla. Vuelta la santa de Sevilla, encuentra gran pobreza en el monasterio, y varias enfermas por el hambre que pasaban. Pone a Ana de enfermera y esta, por obediencia, arrastrando su enfermedad, consuela a las otras y mejora su salud. Desde ese momento, comienza a atender a la Santa y no se separará de ella hasta ayudarla a morir en sus brazos. Juntas vivieron los caminos calurosos o fríos, secos o húmedos; los desplantes de Burgos y las alegrías de Palencia. Juntas por esos mundos: 
Valladolid, Salamanca, Villanueva de la Jara. Juntas padeciendo, riendo, enfermando y sanando. Juntas temieron la persecución de los "calzados", la angustia por la prisión del Santo Padre, los ataques a Gracián y el casi derrumbe de la obra teresiana. Juntas agradecieron a Dios por el Capítulo de Alcalá de Henares. Juntas, en fin, llegaron a Alba de Tormes el 20 de septiembre de 1582, para morir la santa el 4 de octubre del mismo año, sostenida por Ana de San Bartolomé.
A Francia, o sea, al Calvario La fundación en Francia, procurada por Madame Acarie y su primo Pedro Berulle, había pasado por varios contratiempos que podéis leer en el artículo dedicado a esta santa mujer en este blog. En 1604 Berulle fue a España a buscar las religiosas necesarias, pero halló que la religiosa que más lo había procurado, la Gran María de San José, había fallecido. Berulle la sustituyó con Ana de San Bartolomé, cosa que no gustó ni al Nuncio ni a las demás monjas (Ana de Jesús Lobera, Leonor de San Bernardo, Isabel de los Ángeles, Isabel de San Pablo y Beatriz de la Concepción), pues Ana de San Bartolomé era una lega sin instrucción. Entraron en Francia el 29 de agosto de 1604, y llegaron a París el 15 de octubre. El 18 se fundaría el convento de la Encarnación, nombrando a Ana de Jesús como priora.
A los dos meses los superiores determinaron darle el velo negro de corista a Ana, que se negó rotundamente. Era necesario, para que fuera fundadora y priora, dada la posibilidad de hacer otras fundaciones. La Venerable Ana de Jesús se opuso fuertemente, diciendo que iba contra la Santa, que la había querido de velo blanco, que jamás se había visto que una lega cambiase al velo negro, y menos para ser priora y fundadora. Dice la Beata su autobiografía: 
"La prelada [Ana de Jesús] no quería. Yo estaba sola y ella me tenía a veces en una celda una hora entera, diciéndome cosas de harta temeridad, que no los creyese, que me condenaría y que por mí se perdería y relajaría la Orden en Francia y en España".
Finalmente Berulle y los superiores harían su voluntad, y el 11 de enero de 1065 tomaría el velo negro. Dos días después sería encomendada como fundadora y priora de Pontoise. El 15 de enero llegó a la ciudad. No le fue fácil; estaba acostumbrada a obedecer, no a mandar. No podía enseñar a rezar el breviario a las cuatro novicias que entraron, pues no sabía leer latín. Ninguna hablaba español, ni ella hablaba francés. Finalmente, por un milagro, pues Ana de San Bartolomé tenía don de lenguas, lograron entenderse. Mientras, en París, la tensión entre Berulle y Ana de Jesús crecía, puesto que este, pretendía mantener a perpetuidad la autoridad sobre las carmelitas, en contra de lo acordado, que era que sólo sería hasta que los carmelitas descalzos entraran en Francia. Como no se preveía aún dicha fundación, Berulle maquinaba, y, todo sea dicho, los descalzos desentendidos de sus monjas. Pronto entendió Ana de San Bertolomé las verdaderas intenciones de Berulle de hacerla monja de coro: manipularla e influir en las monjas para imponer su propia visión de la vida religiosa reformada, valiéndose de una figura tan cercana a la Santa Madre como Ana de San Bartolomé. Pero no contaba con el temple de una hija de Santa Teresa como era la Beata.
Ana de Jesús dejó París, y fue de fundadora a Dijon, por lo que Ana de San Bartolomé fue mandada de priora a París, y para que las monjas de Pontoise no protestaran, la sacaron disfrazada de hombre. Toda una locura e improvisación por parte de Berulle y compañía. Milagros casi eran necesarios para que todo aquello prosperase. El primer año le fue bien, pero al cabo, las tensiones de Berulle con las monjas se acentuaron y Ana de San Bartolomé las padeció. La acusaron de pretender introducir a los frailes (¡como si ese no fuese el "convenio"!) para librarse de su obediencia. Comenzaron a sembrar cizaña entre las monjas francesas contra la beata, diciéndoles (según cuenta Ana en su autobiografía): 
"No tratéis con la Madre vuestras almas, que su espíritu no es para vosotras. Ella es extranjera, y más, española. No os fiéis de ella, que si quiere a los frailes, os darán una vida muy cruel. Son recios; no es para vosotras su término".
Menuda cara dura, cuando el rigorismo del Carmelo francés fue obra suya y no de los frailes ni monjas españolas. Más aún, Berulle gobernaba el monasterio, aceptando o echando monjas, cambiando oficios a su antojo, o poniendo o quitando prácticas de devoción o penitencias, sin contar con la priora para nada. O más, diciéndole "que no tengo que tener pena ni cuidado, que ellos lo tendrán". La vigilaba, le ponía una monja espía de tornera o de compañera, prohibía a las monjas y a ella misma elegir confesor, a las monjas que le hablaran cualquier cosa de espíritu, siendo esto contra la regla y constituciones teresianas.
En 1608 logró salir de allí, para fundar en Tours, donde le tocó otra persecución era ciudad casi totalmente protestantizada, y las calumnias llovieron sobre ella y las monjas: que si vivían con sacerdotes, que si una prostituta era monja allí, que si tenían hijos a escondidas. Y tampoco tuvo paz: la supriora era afín a Berulle y le informaba de cada paso que daba la beata. Llegaron a interceptarle las cartas que enviaba y recibía de España. En 1611 quiso volver a París, ya que, al fin, los descalzos estaban a punto de fundar. Berulle aceptó, pero le prohibió pidiese la obediencia a los descalzos, pues "ellas eran suyas" (!). Pero el General envió una orden a Ana para que fundase en Flandes, lo que enfureció a Berulle que quiso hacerla negarse y que le prestara obediencia. Ella, claro está, se negó rotundamente y fue castigada. Pero no osó Berulle contradecir al General y en octubre de 1611 partió Ana de San Bartolomé hacia Flandes. Y dice:
"Salí antes del amanecer fuera del lugar adonde me llevaron, que estaban allí los religiosos aguardando. Dios me dio tan grande consuelo de verme vuelta a la Orden que me parecía estaba como cuando echan una piedra en un pozo y se va al centro y allí reposa como en su gloria y paraíso".
Flandes, la nueva y definitiva morada Y a Flandes llegó. Tenía 62 años, que no son pocos para el siglo XVI, siendo ella también una "inquieta y andariega". Llegada a Flandes, estuvo un año con las carmelitas de esta ciudad, hasta el 17 de octubre de 1611, que partió como fundadora a Amberes. Esta fundación le infundía algunos temores, pero Jesucristo se le reveló consolándola y diciéndole:“No temas, que esta fundación resplandecerá con el tiempo como una antorcha que da mucha luz".

El 26 de octubre llegarían a Amberes. Revisó los últimos retoques de la casa provisional y alquilada, y el 6 de noviembre se hizo el traslado solemne y se inaugura la clausura, em una probreza teresiana al cien porciento: 
"Vinimos aquí en tanta pobreza que no teníamos sino 50 florines prestados, y los padres jesuitas nos dieron recaudo para decir la primera misa, que no teníamos cosa, y los del Magistrado no nos querían; querían tornarnos a enviar, y Dios lo ha todo allanado de tal manera que de toda la villa está este monasterio estimado y, en tres años que ha estamos aquí, está más proveído que otros de diez años. Hemos comprado el mejor sitio del lugar… La santa es la Priora, que lo más ordinario me imagino que la ando sirviendo como lo hacía cuando era viva, y que lo demás ella lo hace. Y sin ser muchas veces imaginación, actualmente la he sentido conmigo y que lo hace todo. Dios me ha dado en esto tanta paz y consuelo que nadie lo podrá creer". (Autobiografía)
El 21 de noviembre profesaría la primera novicia, y muy pronto se reencontraría con el P. Gracián, ya expulsado de la descalcez y en esos momentos "calzado", que visitaba la ciudad para predicar a los soldados y a unas religiosas con motivo del Adviento. El 11 de abril de 1619 profesaba en sus manos Sor Clara de la Cruz, antigua dama de la Infanta Isabel Clara Eugenia, a la que la Beata había profetizado años antes que sería monja. No solo acertó, sino que fue su secretaria, su apoyo y amiga hasta la muerte de la Beata.

El 1 de mayo de 1619 se funda otro Carmelo de jóvenes inglesas, que pronto abandonarían la obediencia a la Orden, con pena y disgusto de Ana de San Bartolomé, que llegaría a escribir a Isabel Clara Eugenia, para que les llamara al orden, o las expulsara del país incluso. El 15 de agosto se inaugura la casa definitiva de las carmelitas, trasladadas de la primera casa. En 1618 será año de gran alegría para Ana de San Bartolomé: sus queridos descalzos fundan en Amberes, aportándole consuelo y seguridad. En 1623 las carmelitas de Borges huyen de Berulle, la Beata las acoge y con la misma comunidad funda el monasterio de Jeper. 1614 le llena de gran alegría, por la beatificación de la Santa Madre, el 24 de abril. Inmediatamente cambia el nombre a su monasterio de Amberes por el de "Beata Teresa y San José", siendo el primero en llevar el nombre de su amada Madre. Alegría completa en 1622, cuando Gregorio XV canoniza a Santa Teresa de Jesús. Nuestra Beata escribe:
"Me consolé el día de su canonización… Yo quedé en paz y gozo, que lo he tenido de ver esta santa honrada como lo merece de Dios y de su santa Iglesia. Bendigamos día y noche al Señor que la escogió para poner en ella tantas gracias, que es de su gloria mostrarlas en sus amigos".
Un alma mística Varios dones místicos tuvo Ana de San Bartolomé, como la bilocación: Sabiendo que su confesor, el P. Juan de San Cirilo estaba para morir, oró por él, se sintió arrebata y se vio a su lado, recomendándole un remedio al enfermero. A los pocos días el antes enfermo fue al monasterio a darle las gracias. Tuvo muchos éxtasis, mediante los cuales contemplaba y comprendía misterios de la fe, como la Santísima Trinidad, o la presencia de Cristo en el Sacramento. Tuvo don de conocimiento de las almas, y lo usaba para orar por los demás, y para aconsejar a religiosas y seglares, sin que estos le contasen sus problemas, o antes que lo hicieran, si iban a visitarla. Varios milagros realizó en vida, como multiplicar el dinero de un mercader que les había dado a guardar una suma, sanar a hermanas de melancolía, fiebres, dolores de muelas o de cabeza. Y todo con sencillez, discreción y naturalidad, sin alterar sus oficios, ni pavonearse por ello.
Sufrió ataques y tentaciones del demonio, al que llegó a ver en forma de perro gigante en la cocina de Ávila. Se le enfrentó diciéndole que no le temía, y que más prefería tener a siete demonios en el monasterio que a un solo hombre, con lo que el diablo se esfumó por la chimenea. Otro ataque del demonio lo venció con la oración, y como premio vio como San Juan Evangelista, San José, Santiago Apóstol y San Bartolomé bendecían la casa derramando agua bendita. Como no podía ser menos en una carmelita, fue hija amantísima de la Virgen María. Escribe en su autobiografía: 
"Estando una vez en la fiesta de Navidad haciendo mi oración, adoraba las llagas de los pies de Jesucristo y vínome a la memoria: “Ahora, Señor, venís niño, y Vos en la cruz. ¿Qué haré de veros siempre así, oh Niño?”. Y en ese momento se le apareció la Virgen con el Niño en sus brazos mostrándomelo desnudo y pequeñito como lo tenía en sus sagradas entrañas y tenía en sus pequeñitos pies señaladas las llagas como llagas con unas gotas de sangre, que parecía le habían caído como señalados los clavos que había de tener"
De su devoción y trato frecuente con los santos, dice, igualmente en su Vida:
"Tuve devoción (desde niña) con los gloriosos San José, San Juan Bautista, San Francisco, San Bernardo y el arcángel San Gabriel, y a cada uno rezaba un padrenuestro y un avemaría cada día, y tres a las once mil vírgenes a quienes rogaba guardasen mi castidad (...) Una vez, el día de San José, habiéndome levantado, me puse en oración diciendo que como estaba mala me pesaba de no poder solemnizar su fiesta como yo quisiera. Entonces el glorioso San José me representó todas las mercedes que Dios le había hecho desde su niñez; de que quedé tan consolada y elevada que, si no me hubiera ido a la mano, me hubiera hecho mucho daño. Y cuando empezaron los cantores a cantar la misa, estaba fuera de mí".
Tal vez la revelación más conocida, y representada en los ambientes carmelitanos, por su trascendencia es aquella donde vio a Nuestro Padre San Elías (20 de julio; 12 de enero, en la Iglesia Oriental, la ascensión al Paraíso; y 20 de junio, traslación de reliquias a la iglesia de los Santos Apóstoles en Constantinopla) bendecir el importante Capítulo de Valladolid de los descalzos:
"Una vez, estando nuestros padres en capítulo en Valladolid, habiéndose juntado de toda la provincia para definir cosas de la Orden y hacer prelados, acabando de comulgar que era cuando querían entrar en el Capítulo, yo los estaba encomendando a Dios. Y mostróme el Señor al santo padre nuestro Elías, que estaba sobre el convento donde estaban juntos, en una manera de nube como fuego, tendida su capa y abiertos los brazos sobre ellos, mostrando darles su espíritu. Y acabado el Capítulo vino el provincial a nuestro convento de Ávila, que era el padre fray Nicolás [Doria], un santo varón, y dijo a la Priora que había tenido un Capítulo de cielo que, entrando los frailes en él, se hallaron tan suspensos y recogidos que ninguno discrepó de otro en cuantas cosas se ordenaban. Y todos tenían un mismo espíritu sin hablarse los unas con los otros. Y dividían entonces las provincias y todos a una voz dijeron: 'llamemos ésta de San Elías' [provincia de Castilla], que parece en esto que sentían su espíritu. Y así lo dijo el provincial: 'Este Capítulo ha sido de Dios y de su Santo Espíritu por los efectos que todos me han confesado y lo que yo he sentido'".
Y muchos más dones y virtudes podríamos relatar, pero necesitaríamos mucho más espacio y tiempo.