TIEMPO DE CUARESMA
LUNES DE LA SEMANA I
Propio del Tiempo. Salterio I
LUNES DE LA SEMANA I
Propio del Tiempo. Salterio I
11 de marzo
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Himno: CUÁNTAS VECES, SEÑOR, ME HABÉIS LLAMADO
¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado,
y cuántas con vergüenza he respondido,
desnudo como Adán, aunque vestido
de las hojas del árbol del pecado!
Seguí mil veces vuestro pie sagrado,
fácil de asir, en una cruz asido,
y atrás volví otras tantas atrevido,
al mismo precio que me habéis comprado.
Besos de paz os di para ofenderos,
pero si fugitivos de su dueño
yerran cuando los hallan los esclavos,
hoy que vuelvo con lágrimas a veros,
clavadme vos a vos en vuestro leño
y tendréisme seguro con tres clavos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.
Salmo 5, 2-10. 12-13 - ORACIÓN DE LA MAÑANA DE UN JUSTO PERSEGUIDO
Señor, escucha mis palabras,
atiende a mis gemidos,
haz caso de mis gritos de auxilio,
Rey mío y Dios mío.
A ti te suplico, Señor;
por la mañana escucharás mi voz,
por la mañana te expongo mi causa,
y me quedo aguardando.
Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huésped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia.
Detestas a los malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor.
Pero yo, por tu gran bondad,
entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo santo
con toda reverencia.
Señor, guíame con tu justicia,
porque tengo enemigos;
alláname tu camino.
En su boca no hay sinceridad,
su corazón es perverso;
su garganta es un sepulcro abierto,
mientras halagan con la lengua.
Que se alegren los que se acogen a ti,
con júbilo eterno;
protégelos, para que se llenen de gozo
los que aman tu nombre.
Porque tú, Señor, bendices al justo,
y como un escudo lo rodea tu favor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.
Ant 2. Alabamos, Dios nuestro, tu nombre glorioso.
Cantico: SÓLO A DIOS HONOR Y GLORIA 1Cro 29, 10-13
Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra,
tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria,
tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos.
Por eso, Dios nuestro,
nosotros te damos gracias,
alabando tu nombre glorioso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabamos, Dios nuestro, tu nombre glorioso.
Ant 3. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
Salmo 28 - MANIFESTACIÓN DE DIOS EN LA TEMPESTAD.
Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
La voz del Señor sobre las aguas,
el Dios de la gloria hace oír su trueno,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica,
la voz del Señor descuaja los cedros,
el Señor descuaja los cedros del Líbano.
Hace brincar al Líbano como a un novillo,
al Sarión como a una cría de búfalo.
La voz del Señor lanza llamas de fuego,
la voz del Señor sacude el desierto,
el Señor sacude el desierto de Cadés.
La voz del Señor retuerce los robles,
el Señor descorteza las selvas.
En su templo un grito unánime: ¡Gloria!
El trono del Señor está encima de la tempestad,
el Señor se sienta como rey eterno.
El Señor da fuerza a su pueblo,
el Señor bendice a su pueblo con la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
LECTURA BREVE Ex 19, 4-6a
Vosotros habéis visto cómo os saqué sobre alas de águila y os traje hacia mí; ahora pues, si queréis obedecerme y guardar mi alianza, seréis mi especial propiedad entre todos los pueblos, pues mía es toda la tierra. Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Deuteronomio 7, 6-14; 8, 1-6
ISRAEL, EL PUEBLO ELEGIDO
En aquellos días, dijo Moisés al pueblo estas palabras:
«Tú eres un pueblo santo para el Señor, tu Dios: él te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Si el Señor os amó a vosotros y os eligió, no fue porque seáis el pueblo más numeroso, pues sois el pueblo más pequeño; sino sólo por el amor que os tiene y por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto.
Así conocerás que el Señor, tu Dios, es el Dios verdadero, el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor por mil generaciones, con los que lo aman y guardan sus preceptos; pero castiga en su propia persona a quien lo aborrece, acabando con él. No se hace esperar de quien lo aborrece, en su misma persona le da su merecido. Pon por obra estos preceptos y los mandatos y decretos que hoy te mando.
Si escuchas estos decretos y los mantienes poniéndolos por obra, también el Señor, tu Dios, te mantendrá la alianza y el favor que prometió a tus padres: Te amará, te bendecirá y te hará crecer. Bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tus tierras, tu trigo, tu mosto y tu aceite, las crías de tus reses y el parto de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres darte. Serás bendito entre todos los pueblos; no habrá entre los tuyos ni en tus ganados macho ni hembra estéril.
Poned por obra los preceptos que yo os mando hoy: así viviréis, os multiplicaréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor prometió con juramento a vuestros padres.
Recuerda el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto; para afligirte y ponerte a prueba, y conocer así las intenciones de tu corazón: si guardabas o no sus preceptos. Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná -que tú no conocías ni conocieron tus padres-, para enseñarte que no sólo se vive de pan, sino que se vive de cuanto sale de la boca de Dios. Tus vestidos no se han gastado ni se te han hinchado los pies durante estos cuarenta años; reconoce, pues, que el Señor, tu Dios, te ha educado, como un padre educa a su hijo; para que guardes los preceptos del Señor, tu Dios, sigas sus caminos y lo temas.»
RESPONSORIO 1Jn 4, 10. 16; cf. Is 63, 8. 9
R. Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados; * y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.
V. El Señor fue nuestro salvador, con su amor y su clemencia nos rescató.
R. y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.
Del libro del Deuteronomio 7, 6-14; 8, 1-6
ISRAEL, EL PUEBLO ELEGIDO
En aquellos días, dijo Moisés al pueblo estas palabras:
«Tú eres un pueblo santo para el Señor, tu Dios: él te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Si el Señor os amó a vosotros y os eligió, no fue porque seáis el pueblo más numeroso, pues sois el pueblo más pequeño; sino sólo por el amor que os tiene y por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto.
Así conocerás que el Señor, tu Dios, es el Dios verdadero, el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor por mil generaciones, con los que lo aman y guardan sus preceptos; pero castiga en su propia persona a quien lo aborrece, acabando con él. No se hace esperar de quien lo aborrece, en su misma persona le da su merecido. Pon por obra estos preceptos y los mandatos y decretos que hoy te mando.
Si escuchas estos decretos y los mantienes poniéndolos por obra, también el Señor, tu Dios, te mantendrá la alianza y el favor que prometió a tus padres: Te amará, te bendecirá y te hará crecer. Bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tus tierras, tu trigo, tu mosto y tu aceite, las crías de tus reses y el parto de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres darte. Serás bendito entre todos los pueblos; no habrá entre los tuyos ni en tus ganados macho ni hembra estéril.
Poned por obra los preceptos que yo os mando hoy: así viviréis, os multiplicaréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor prometió con juramento a vuestros padres.
Recuerda el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto; para afligirte y ponerte a prueba, y conocer así las intenciones de tu corazón: si guardabas o no sus preceptos. Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná -que tú no conocías ni conocieron tus padres-, para enseñarte que no sólo se vive de pan, sino que se vive de cuanto sale de la boca de Dios. Tus vestidos no se han gastado ni se te han hinchado los pies durante estos cuarenta años; reconoce, pues, que el Señor, tu Dios, te ha educado, como un padre educa a su hijo; para que guardes los preceptos del Señor, tu Dios, sigas sus caminos y lo temas.»
RESPONSORIO 1Jn 4, 10. 16; cf. Is 63, 8. 9
R. Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados; * y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.
V. El Señor fue nuestro salvador, con su amor y su clemencia nos rescató.
R. y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.
SEGUNDA LECTURA
De las Disertaciones de san Gregorio de Nacianzo, obispo
(Disertación 14, Sobre el amor a los pobres, 23-25: PG 35, 887-890 )
IMITEMOS LA BENIGNIDAD DE DIOS
Reconoce de dónde te viene la existencia, el aliento, la inteligencia y el saber, y, lo que es más aún, el conocimiento de Dios, la esperanza del reino de los cielos, la contemplación de la gloria (ahora, es verdad, como en un espejo y confusamente, pero después de un modo pleno y perfecto), el ser hijo de Dios, el ser coheredero de Cristo y, para decirlo con toda audacia, el haber sido incluso hecho dios. ¿De dónde y de quién te viene todo esto?
Y, para enumerar también estas cosas menos importantes y que están a la vista, ¿por gracia de quién contemplas la hermosura del cielo, el recorrido del sol, la órbita de la luna, la multitud de las estrellas y el orden y concierto que en todo esto brilla, como en las cuerdas de una lira? ¿Quién te ha dado la lluvia, el cultivo de los campos, la comida, las diversas artes, el lugar para habitar, las leyes, la vida social, una vida llevadera y civilizada, la amistad y la familiaridad con los que están unidos a ti por vínculos de parentesco?
¿De dónde te viene que, entre los animales, unos te sean mansos y dóciles, y otros estén destinados a servirte de alimento?
¿Quién te ha constituido amo y rey de todo lo que hay sobre la tierra?
¿Quién, para no recordar una por una todas las cosas, te ha dado todo aquello que te hace superior a los demás seres animados?
¿No es verdad que todo esto procede de Dios, el cual te pide ahora, en justa retribución, tu benignidad, por encima de todo y en favor de todo? ¿Es que no nos avergonzaremos, después que de él hemos recibido y esperamos recibir tanto, de negarle incluso esto: la benignidad? Él, aun siendo Dios y Señor, no se avergüenza de llamarse Padre nuestro, y nosotros ¿nos cerraremos a los que son de nuestra misma condición?
No, hermanos y amigos míos, no seamos malos administradores de los bienes que Dios nos ha regalado, no nos hagamos acreedores a la reprensión de Pedro: Avergonzaos, los que retenéis lo ajeno, esforzaos en imitar la equidad de Dios, y así nadie será pobre.
No pongamos nuestro afán en reunir y conservar riquezas, mientras otros padecen necesidad, no sea que nos alcancen las duras y amenazadoras palabras del profeta Amós, cuando dice: Escuchad, los que decís: «¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el grano?»
Imitemos aquella suprema y primera ley de Dios, según la cual hace llover sobre justos y pecadores, y hace salir el sol igualmente para todos; que pone la tierra, las fuentes, los ríos y los bosques a plena disposición de los animales terrestres, el aire a disposición de las aves, el agua a disposición de los animales acuáticos; y que ha dado a todos con abundancia lo que necesitan para subsistir, sin estar en esto sujetos al dominio de nadie, sin ninguna ley que ponga limitaciones, sin límites ni fronteras; sino que lo ha puesto todo en común, con amplitud y abundancia, sin que por ello falte nunca de nada. Y esto lo hizo para hacer resaltar, con la igualdad del don, la igual dignidad de toda la naturaleza y para manifestar las riquezas de su benignidad.
RESPONSORIO Lc 6, 35; Mt 5, 45; Lc 6, 36
R. Amad a vuestros enemigos; haced el bien y prestad sin esperar nada a cambio; así seréis hijos de vuestro Padre celestial, * que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos y pecadores.
V. Sed misericordiosos, como es misericordioso vuestro Padre.
R. Que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos y pecadores.
Lunes, 11 de marzo de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,31-46):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
“Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a yerme”.
Entonces los justos le contestarán:
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”.
Y el rey les dirá:
“En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.
Entonces dirá a los de su izquierda:
“Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”.
Entonces también estos contestarán:
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”.
Él les replicará:
“En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”.
Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».
Palabra del Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
“Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a yerme”.
Entonces los justos le contestarán:
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”.
Y el rey les dirá:
“En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.
Entonces dirá a los de su izquierda:
“Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”.
Entonces también estos contestarán:
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”.
Él les replicará:
“En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”.
Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Venid, benditos de mi Padre, a tomar posesión del reino que está preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, benditos de mi Padre, a tomar posesión del reino que está preparado para vosotros desde la creación del mundo.
PRECES
Bendigamos a Jesús, nuestro Salvador, que por su muerte nos ha abierto el camino de salvación, y digámosle confiados:
Danos caminar por tus senderos, Señor.
Señor de misericordia, que en el bautismo nos diste una vida nueva,
te pedimos que nos hagas cada día más conformes a ti.
Danos caminar por tus senderos, Señor
Enséñanos, Señor, a ser hoy alegría para los que sufren
y haz que sepamos servirte en cada uno de los necesitados.
Danos caminar por tus senderos, Señor
Que procuremos, Señor, hacer lo bueno, lo recto y lo verdadero ante ti
y que busquemos tu rostro con sinceridad de corazón.
Danos caminar por tus senderos, Señor
Perdona, Señor, las faltas que hemos cometido contra la unidad de tu familia
y haz que tengamos un solo corazón y un solo espíritu.
Danos caminar por tus senderos, Señor
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijámonos a Dios con la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Conviértenos a ti, Dios salvador nuestro, y ayúdanos a progresar en el conocimiento de tu palabra, para que así la celebración de esta Cuaresma dé en nosotros fruto abundante. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.