Musica Para el Alma

viernes, 19 de enero de 2018

LECTURAS LARGAS

PRIMERA LECTURA
Del libro del Génesis 17, 1-27
LA CIRCUNCISIÓN, SEÑAL DEL PACTO ENTRE DIOS Y ABRAHAM
Cuando Abram tenía noventa y nueve años, se le apareció el Señor y le dijo:

«Yo soy el Dios Todopoderoso. Camina en mi presencia con lealtad. Estableceré mi alianza contigo y te multiplicaré en modo extraordinariamente grande.»

Abram cayó de bruces, y Dios le dijo:

«Mira, éste es mi pacto contigo: Serás padre de muchedumbre de pueblos; ya no te llamarás Abram, sino Abraham, porque te hago padre de muchedumbre de pueblos. Te haré crecer sin medida, sacando pueblos de ti, y reyes nacerán de ti. Cumpliré mi pacto contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como pacto perpetuo. Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros. Os daré a ti y a tu descendencia futura la tierra en que peregrinas (la tierra de Canaán), como posesión perpetua; y seré su Dios.»

El Señor añadió a Abraham:

«Tú guarda mi pacto, que hago contigo y tus descendientes por generaciones. Éste es el pacto que hago con vosotros y con tus descendientes, y que habéis de guardar: circuncidad a todos vuestros varones; circuncidaréis la carne del prepucio, y será una señal de mi pacto con vosotros. A los ocho días de nacer, todos vuestros varones, de cada generación, serán circuncidados; también los esclavos nacidos en casa o comprados a extranjeros que no sean de vuestra raza. Circuncidad a los esclavos nacidos en casa o comprados. Así llevaréis en la carne mi pacto como pacto perpetuo. Todo varón incircunciso, que no ha circuncidado la carne de su prepucio, será apartado de su pueblo, por haber quebrantado mi pacto.»

El Señor dijo a Abraham:

«Saray, tu mujer, ya no se llamará Saray, sino que se llamará Sara. La bendeciré, y te dará un hijo, y lo bendeciré; de ella nacerán pueblos y reyes de naciones.»
Abraham cayó rostro en tierra y se dijo, sonriendo: «¿Un centenario va a tener un hijo, y Sara va a dar a luz a los noventa?»

Y Abraham dijo a Dios:

«Me contento con que conserves sano a Ismael en tu presencia.»

Dios replicó:

«No; es Sara quien te va a dar un hijo; lo llamarás Isaac; con él estableceré mi pacto y con sus descendientes, un pacto perpetuo. En cuanto a Ismael, escucho tu petición: lo bendeciré, lo haré fecundo, lo haré crecer en extremo, engendrará doce príncipes y se hará un pueblo numeroso. Pero mi pacto lo establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara, el año que viene por estas fechas.»

Cuando el Señor terminó de hablar con Abraham, se retiró. Entonces, Abraham tomó a su hijo Ismael, a los esclavos nacidos en casa o comprados, a todos los varones de la casa de Abraham, y les circuncidó la carne del prepucio aquel mismo día, como se lo había mandado Dios.

Abraham tenía noventa y nueve años cuando circuncidó la carne de su prepucio; Ismael tenía trece años cuando se circuncidó la carne de su prepucio. Aquel mismo día, se circuncidaron Abraham y su hijo Ismael. Y todos los varones de casa, nacidos en casa o comprados a extranjeros, se circuncidaron con él.
RESPONSORIO    Gn 17, 16. 19; cf. Lc 1, 32. 33
R. La bendeciré, y te dará un hijo, y lo bendeciré; * con él estableceré mi pacto, un pacto perpetuo.
V. Será grande, se llamará hijo del Altísimo y reinará para siempre.
R. Con él estableceré mi pacto, un pacto perpetuo.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Ireneo, obispo, Contra las herejías
(Libro 4, 18, 1-2. 4. 5: SC 100, 596-598. 606. 610-612)
LA OBLACIÓN PURA DE LA IGLESIA
El sacrificio puro y acepto a Dios es la oblación de la Iglesia, que el Señor mandó que se ofreciera en todo el mundo, no porque Dios necesite nuestro sacrificio, sino porque el que ofrece es glorificado él mismo en lo que ofrece, con tal de que sea aceptada su ofrenda. La ofrenda que hacemos al rey es una muestra de honor y de afecto; y el Señor nos recordó que debemos ofrecer nuestras ofrendas con toda sinceridad e inocencia, cuando dijo: Si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, y ve primero a reconciliarte con tu hermano; vuelve luego y presenta tu ofrenda. Hay que ofrecer a Dios las primicias de su creación, como dice Moisés: No te presentarás al Señor tu Dios con las manos vacías; de este modo el hombre, hallado grato en aquellas mismas cosas que a él le son gratas, es honrado por parte de Dios.

Y no hemos de pensar que haya sido abolida toda clase de oblación, pues las oblaciones continúan en vigor ahora como antes: el antiguo pueblo de Dios ofrecía sacrificios y la Iglesia los ofrece también. Lo que ha cambiado es la forma de la oblación, puesto que los que ofrecen no son ya siervos, sino hombres libres. El Señor es uno y el mismo, pero es distinto el carácter de la oblación, según sea ofrecida por siervos o por hombres libres; así la oblación demuestra el grado de libertad. Por lo que se refiere a Dios nada hay sin sentido, nada que no tenga su significado y su razón de ser. Y por esto los antiguos hombres debían consagrarle los diezmos de sus bienes; pero nosotros, que ya hemos alcanzado la libertad, ponemos al servicio del Señor la totalidad de nuestros bienes, dándolos con libertad y alegría, aun los de más valor, pues lo que esperamos vale más que todos ellos; echamos en el cepillo de Dios todo nuestro sustento, imitando así el desprendimiento de aquella viuda pobre del evangelio.

Es necesario, por tanto, que presentemos nuestra ofrenda a Dios y que le seamos gratos en todo, ofreciéndole con mente sincera, con fe sin mezcla de engaño, con firme esperanza, con amor ferviente, las primicias de su creación. Esta oblación pura sólo la Iglesia puede ofrecerla a su Hacedor, ofreciéndole con acción de gracias del fruto de su creación.

Le ofrecemos, en efecto, lo que es suyo, significando con nuestra ofrenda nuestra unión y mutua comunión, y proclamando nuestra fe en la resurrección de la carne y del espíritu. Pues del mismo modo que el pan, fruto de la tierra, cuando recibe la invocación divina, deja de ser pan común y corriente y se convierte en eucaristía, compuesta de dos realidades, terrena y celestial, así también nuestros cuerpos, cuando reciben la eucaristía, dejan ya de ser corruptibles, pues tienen la esperanza de la resurrección.
RESPONSORIO    Hb 10, 1. 14; Ef 5, 2
R. La ley contiene sólo una sombra, no la realidad misma de las cosas; por eso, mediante unos mismos sacrificios que se ofrecen sin cesar, no puede de ninguna manera dar la perfección a quienes buscan acercarse a Dios. Cristo, en cambio, * con una sola oblación, ha llevado para siempre a la perfección a los que ha santificado.
V. Él nos amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación de suave fragancia.
R. Con una sola oblación, ha llevado para siempre a la perfección a los que ha santificado.

ORACIÓN.
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escucha paternalmente las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida transcurran en tu paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.