Musica Para el Alma

miércoles, 22 de noviembre de 2017

LECTURAS LARGAS

PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Ezequiel 24, 15-27
LA VIDA DE EZEQUIEL IMAGEN VIVIENTE DE LA FUTURA SUERTE DEL PUEBLO
En aquellos días, el Señor me dirigió la palabra y me dijo:

«Hijo de hombre, voy a arrebatarte repentinamente el encanto de tus ojos; no llores ni hagas duelo ni derrames lágrimas; aflígete en silencio sin hacer luto; líate el turbante y cálzate las sandalias; no te emboces la cara ni comas el pan del duelo.»

Por la mañana yo hablaba a la gente, por la tarde se murió mi mujer, y a la mañana siguiente hice lo que se me había mandado. Entonces me dijo la gente:

«¿Quieres explicarnos qué nos anuncia lo que estás haciendo?»

Les respondí:

«Me vino esta palabra del Señor: "Dile a la casa de Israel: Esto dice el Señor: Mira, voy a profanar mi santuario, vuestro soberbio baluarte, el encanto de vuestros ojos, el tesoro de vuestras almas. Los hijos e hijas que dejasteis caerán a espada. Entonces haréis lo que yo he hecho: no os embozaréis la cara ni comeréis el pan del duelo; seguiréis con el turbante en la cabeza y las sandalias en los pies, no lloraréis ni haréis luto; os consumiréis por vuestra culpa y os lamentaréis unos con otros. Ezequiel os servirá de señal: haréis lo mismo que él ha hecho. Y cuando suceda sabréis que yo soy el Señor.

Y tú, hijo de hombre, el día que yo les arrebate su baluarte, su espléndida alegría, el encanto de sus ojos, el ansia de sus almas, ese día se te presentará un evadido para comunicarte una noticia. Ese día se te abrirá la boca para hablar con el fugitivo; podrás hablar, y no volverás a quedar mudo. Les servirás de señal y sabrán que yo soy el Señor."»
RESPONSORIO    Ez 24, 24; Jl 2, 13
R. Ezequiel os servirá de señal: haréis lo mismo que él ha hecho, * y sabréis que yo soy el Señor.
V. Rasgad vuestros corazones y no vuestras vestiduras, y convertíos al Señor, vuestro Dios.
R. Y sabréis que yo soy el Señor.
SEGUNDA LECTURA
Del Comentario de san Gregorio de Nisa, obispo, sobre el Cantar de los cantares
(Cap. 2: PG 44, 802)
ORACIÓN AL BUEN PASTOR
¿Dónde pastoreas, pastor bueno, tú que cargas sobre tus hombros a toda la grey?; (toda la humanidad, que cargaste sobre tus hombros, es, en efecto, como una sola oveja). Muéstrame el lugar de reposo, guíame hasta el pasto nutritivo, llámame por mi nombre para que yo, oveja tuya, escuche tu voz, y tu voz me dé la vida eterna: Avísame, amor de mi alma, dónde pastoreas.

Te nombro de este modo, porque tu nombre supera cualquier otro nombre y cualquier inteligencia, de tal manera que ningún ser racional es capaz de pronunciarlo o de comprenderlo. Este nombre, expresión de tu bondad, expresa el amor de mi alma hacia ti. ¿Cómo puedo dejar de amarte, a ti que de tal manera me has amado, a pesar de mi negrura, que has entregado tu vida por las ovejas de tu rebaño? No puede imaginarse un amor superior a éste, el de dar tu vida a trueque de mi salvación.

Enséñame, pues -dice el texto sagrado-, dónde pastoreas, para que pueda hallar los pastos saludables y saciarme del alimento celestial, que es necesario comer para entrar en la vida eterna; para que pueda asimismo acudir a la fuente y aplicar mis labios a la bebida divina que tú, como de una fuente, proporcionas a los sedientos con el agua que brota de tu costado, venero de agua abierto por la lanza, que se convierte para todos los que de ella beben en manantial, cuyas aguas brotan para comunicar vida eterna.

Si de tal modo me pastoreas, me harás recostar al mediodía, sestearé en paz y descansaré bajo la luz sin mezcla de sombra; durante el mediodía, en efecto, no hay sombra alguna, ya que el sol está en su vértice; bajo esta luz meridiana haces recostar a los que has pastoreado, cuando haces entrar contigo en tu refugio a tus ayudantes. Nadie es considerado digno de este reposo meridiano si no es hijo de la luz y del día. Pero el que se aparta de las tinieblas, tanto de las vespertinas como de las matutinas, que significan el comienzo y el fin del mal, es colocado por el sol de justicia en la luz del mediodía, para que se recueste bajo ella.

Enséñame, pues, cómo tengo que recostarme y pacer, y cuál sea el camino del reposo meridiano, no sea que por ignorancia me sustraiga de tu dirección y me junte a un rebaño que no sea el tuyo.

Esto dice (la esposa del Cantar), solícita por la belleza que le viene de Dios y con el deseo de saber cómo alcanzar la felicidad eterna.
RESPONSORIO    Sal 26, 13. 4; Flp 1, 21
R. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. * Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida.
V. Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia.
R. Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida.

ORACIÓN.
OREMOS,
Señor, Dios nuestro, concédenos alegrarnos siempre en tu servicio, porque la profunda y verdadera alegría está en ser fiel a ti, autor de todo bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.