Musica Para el Alma

sábado, 18 de noviembre de 2017

LECTURAS LARGAS

PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Ezequiel 16, 3. 5b-7a. 8-15. 37a. 40-43. 59-63
JERUSALÉN, ESPOSA INFIEL DE DIOS
Esto dice el Señor:

«¡Jerusalén, eres cananea de casta y de cuna! Tu padre era amorreo y tu madre era hitita. Te arrojaron a campo abierto, asqueados de ti, el día en que naciste.

Yo pasé junto a ti y te vi agitándote en tu propia sangre, y te dije mientras yacías en tu sangre: "Sigue viviendo y crece como la hierba de los campos." Creciste y te desarrollaste, y llegaste a la flor de la juventud.

Yo pasé de nuevo a tu lado y te vi. Estabas ya en la edad del amor. Extendí sobre ti mi manto para cubrir tu desnudez; me comprometí contigo en juramento, me uní en alianza contigo -oráculo del Señor- y fuiste mía. Te bañé en el agua, te lavé la sangre y te ungí con aceite. Te vestí con vestidos recamados, te calcé con piel fina, te ceñí de lino y te cubrí de seda. Te engalané con joyas: te puse pulseras en los brazos y un collar al cuello. Coloqué pendientes en tus oídos y una diadema espléndida en tu cabeza. Brillabas así de oro y plata, cubierta de lino, seda y bordados; comías flor de harina, miel y aceite; te hiciste cada día más hermosa y adquiriste el esplendor de una reina. Cundió entre los pueblos la fama de tu belleza, por la magnificencia de que yo te había revestido -oráculo del Señor-.

Entonces te sentiste segura de tu belleza, y amparada en tu fama fornicaste y te prostituiste con el primero que pasaba.

Por eso, aquí me tienes: voy a reunir a todos tus amantes a los que complaciste. Traerán un tropel contra ti que te apedreará y te descuartizará a cuchilladas. Prenderán fuego a tus casas, y ejecutarán en ti la sentencia en presencia de muchas mujeres; así dejarás de prostituirte y no volverás a pagar el salario de prostituta. Desahogaré mi ira contra ti y apartaré luego de ti mi cólera; me serenaré y no volveré a irritarme. Por no haberte acordado de tu juventud, por haberme provocado con todas estas cosas, también yo te pagaré según tu conducta -oráculo del Señor-. ¿No has añadido la infamia a todas tus abominaciones?

Así dice el Señor: Actuaré contigo conforme a tus acciones, pues menospreciaste el juramento y quebrantaste la alianza. Pero yo me acordaré de la alianza que hice contigo en los días de tu adolescencia, y haré contigo una alianza eterna. Tú te acordarás de tu conducta y te sonrojarás, al acoger a tus hermanas, las mayores y las más pequeñas; pues yo te las daré como hijas, mas no en virtud de tu alianza. Yo mismo haré alianza contigo y sabrás que yo soy el Señor, para que te acuerdes y te sonrojes y no vuelvas a abrir la boca de vergüenza, cuando yo te perdone todo lo que hiciste -oráculo del Señor-.»
RESPONSORIO    Cf. Is 54, 6. 8; Ez 16, 60
R. Como a mujer abandonada te he vuelto a llamar; en un arranque de ira te escondí mi rostro; * pero te amo con amor eterno, lo dice el Señor, tu redentor.
V. Me acordaré de la alianza que hice contigo en los días de tu adolescencia, y haré contigo una alianza eterna.
R. Pero te amo con amor eterno, lo dice el Señor, tu redentor.
SEGUNDA LECTURA
De los Comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos
(Salmo 95, 14. 15: CCL 39, 1351-1353)
NO PONGAMOS RESISTENCIA A SU PRIMERA VENIDA, Y NO TEMEREMOS LA SEGUNDA
Aclamen los árboles del bosque, delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra. Vino una primera vez, pero vendrá de nuevo. En su primera venida pronunció estas palabras que leemos en el Evangelio: Después de esto veréis al Hijo del hombre venir sobre las nubes. ¿Qué significa: Después de esto? ¿Acaso no ha de venir más tarde el Señor, cuando prorrumpirán en llanto todos los pueblos de la tierra? Primero vino en la persona de sus predicadores, y llenó todo el orbe de la tierra. No pongamos resistencia a su primera venida, y no temeremos la segunda.

¿Qué debe hacer el cristiano, por tanto? Servirse de este mundo, no servirlo a él. ¿Qué quiere decir esto? Que los que tienen han de vivir como si no tuvieran, según las palabras del Apóstol: Os digo esto, hermanos: el momento es apremiante. Queda como solución: que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la presentación de este mundo se termina. Quiero que os ahorréis preocupaciones. El que se ve libre de preocupaciones espera seguro la venida de su Señor. En efecto, ¿qué clase de amor a Cristo es el de aquel que teme su venida? ¿No nos da vergüenza, hermanos? Lo amamos y, sin embargo, tememos su venida. ¿De verdad lo amamos? ¿No será más bien que amamos nuestros pecados? Odiemos el pecado, y amemos al que ha de venir a castigar el pecado. Él vendrá, lo queramos o no; el hecho de que no venga ahora no significa que no haya de venir más tarde. Vendrá, y no sabemos cuándo; pero, si nos halla preparados, en nada nos perjudica esta ignorancia.

Aclamen los árboles del bosque. Vino la primera vez y vendrá de nuevo a juzgar a la tierra; hallará aclamándolo con gozo, porque ya llega, a los que creyeron en su primera venida.

Regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. ¿Qué significan esta justicia y esta fidelidad? En el momento de juzgar reunirá junto a sí a sus elegidos y apartará de sí a los demás, ya que pondrá a unos a la derecha y a otros a la izquierda. ¿Qué más justo y equitativo que no esperen misericordia del juez aquellos que no quisieron practicar la misericordia antes de la venida del juez? En cambio, los que se esforzaron en practicar la misericordia serán juzgados con misericordia. Dirá, en efecto, a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, a tomar posesión del reino que está preparado para vosotros desde la creación del mundo. Y les tendrá en cuenta sus obras de misericordia: Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, y lo que sigue.

Y a los de su izquierda ¿qué es lo que les tendrá en cuenta? Que no quisieron practicar la misericordia. ¿Y a dónde irán? Id al fuego eterno. Esta mala noticia provocará en ellos grandes gemidos. Pero, ¿qué dice otro salmo? El recuerdo del justo será perpetuo. No temerá las malas noticias. ¿Cuál es la mala noticia? Id al fuego eterno que está preparado para el demonio y sus ángeles. Los que se alegrarán por la buena noticia no temerán la mala. Ésta es la justicia y la fidelidad de que habla el salmo.

¿Acaso, porque tú eres injusto, el juez no será justo? O, ¿porque tú eres mendaz, no será veraz el que es la verdad en persona? Pero, si quieres alcanzar misericordia, sé tú misericordioso antes de que venga: perdona los agravios recibidos, da de lo que te sobra. Lo que das ¿de quién es sino de él? Si dieras de lo tuyo sería generosidad, pero porque das de lo suyo es devolución. ¿Qué tienes que no hayas recibido? Éstas son las víctimas agradables a Dios: la misericordia, la humildad, la alabanza, la paz, la caridad. Si se las presentamos, entonces podremos esperar seguros la venida del juez que regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.
RESPONSORIO    Mt 16, 27; Sal 95, 13
R. El Hijo del hombre vendrá revestido de la gloria de su Padre y escoltado por sus ángeles; * y entonces pagará a cada uno según su conducta.
V. Regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.
R. Y entonces pagará a cada uno según su conducta.

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado. 


ORACIÓN.
OREMOS,
Señor, Dios nuestro, concédenos alegrarnos siempre en tu servicio, porque la profunda y verdadera alegría está en ser fiel a ti, autor de todo bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.