PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 37, 21-35
VATICINIOS CONTRA EL REY DE LOS ASIRIOS
En aquellos días, Isaías, hijo de Amós, mandó decir a Ezequías:
«Así dice el Señor, Dios de Israel: He oído lo que me pides acerca de Senaquerib, rey de Asiria: Ésta es la palabra que el Señor pronuncia contra él: "Te desprecia y hace burla de ti la virgen hija de Sión: menea la cabeza a tu espalda la ciudad de Jerusalén. ¿A quién has ultrajado e insultado, contra quién has alzado la voz y levantado tus ojos altaneros? ¡Contra el Santo de Israel! Por medio de tus criados has ultrajado al Señor, y dices: 'Con mis numerosos carros yo he subido a las cimas de los montes, a las cumbres del Líbano; he talado sus cedros altísimos y sus mejores cipreses; llegué hasta la última cumbre y entré hasta lo más dentro de su bosque. Yo alumbré y bebí aguas extranjeras; sequé bajo la planta de mis pies todos los canales de Egipto.'
¿No lo has oído? Desde antiguo lo tengo planeado, en tiempos remotos lo preparé, y ahora lo realizo: por eso tú reduces las plazas fuertes a montones de escombros. Sus habitantes, faltos de fuerza, con la vergüenza de la derrota, fueron como plantas del campo, como hierba verde de los prados, como grama de las azoteas, como pasto quemado antes de crecer. Conozco cuando te sientas y te levantas, cuando entras y sales. Por haberte envalentonado contra mí, pues tu arrogancia ha subido a mis oídos, voy a ponerte mi argolla en tu nariz y mi freno en tu boca; y te haré volver por el camino por donde has venido."
Esto servirá de señal: Este año comeréis el grano abandonado; el año que viene, lo que brote sin sembrar; el año tercero sembraréis y segaréis, plantaréis viñas y comeréis frutos. De nuevo el resto de la casa de Judá que sobreviva echará raíces en tierra y dará fruto en sus ramas: pues de Jerusalén saldrá un resto, y un grupo de supervivientes, del monte Sión: el celo del Señor de los ejércitos lo cumplirá.
Por eso, así dice el Señor acerca del rey de Asiria: "No entrará en esta ciudad, no disparará contra ella sus flechas, no se acercará con escudo ni levantará contra ella empalizada: por el camino por donde vino se volverá, no entrará en esta ciudad -oráculo del Señor-. Yo escudaré a esta ciudad para salvarla, por mi honor y el de David, mi siervo."»
RESPONSORIO Is 52, 9-10
R. El Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; * y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.
V. El Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones.
R. Y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.
SEGUNDA LECTURA
De la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los Filadelfios
(Cap. 1, 1--2, 1; 3, 2--5: Funk 1, 226-229)
UN SOLO OBISPO CON LOS PRESBITEROS Y DIÁCONOS
Ignacio, por sobrenombre Teóforo, es decir, Portador de Dios, a la Iglesia de Dios Padre y del Señor Jesucristo que habita en Filadelfia del Asia, que ha alcanzado la misericordia y está firmemente asentada en aquella concordia que proviene de Dios, y tiene su gozo en la pasión de nuestro Señor y la plena certidumbre de la misericordia que Dios ha manifestado en la resurrección de Jesucristo: mi saludo en la sangre del Señor Jesús.
Tú, Iglesia de Filadelfia, eres mi gozo permanente y durable, sobre todo cuando te contemplo unida a tu obispo con los presbíteros y diáconos, designados según la palabra de Cristo, y confirmados establemente por su Santo Espíritu, conforme a la propia voluntad del Señor.
Sé muy bien que vuestro obispo no ha recibido el ministerio de servir a la comunidad ni por propia arrogancia ni de parte de los hombres ni por vana ambición, sino por el amor de Dios Padre y del Señor Jesucristo. Su modestia me ha maravillado en gran manera: este hombre es más eficaz con su silencio que otros muchos con vanos discursos. Y su vida está tan en consonancia con los preceptos divinos como lo puedan estar las cuerdas con la lira; por eso me atrevo a decir que su alma es santa y su espíritu feliz; conozco bien sus virtudes y su gran santidad: sus modales, su paz y su mansedumbre son como un reflejo de la misma bondad del Dios vivo.
Vosotros, que sois hijos de la luz y de la verdad, huid de toda división y de toda doctrina perversa; adonde va el pastor allí deben seguirlo las ovejas.
Todos los que son de Dios y de Jesucristo viven unidos al obispo; y los que, arrepentidos, vuelven a la unidad de la Iglesia también serán porción de Dios y vivirán según Jesucristo. No os engañéis, hermanos míos. Si alguno de vosotros sigue a alguien que fomenta los cismas no poseerá el reino de Dios; el que camina con un sentir distinto al de la Iglesia no tiene parte en la pasión del Señor.
Procurad, pues, participar de la única eucaristía, porque una sola es la carne de nuestro Señor Jesucristo y uno solo el cáliz que nos une a su sangre; uno solo el altar y uno solo el obispo con el presbiterio y los diáconos, consiervos míos; mirad, pues, de hacerlo todo según Dios. Hermanos míos, desbordo de amor por vosotros y, lleno de alegría, intento fortaleceros; pero no soy yo quien os fortifica, sino Jesucristo, por cuya gracia estoy encadenado, pero cada vez temo más porque todavía no soy perfecto; sin embargo, confío que vuestra oración me ayudará a perfeccionarme y así podré obtener aquella herencia que Dios me tiene preparada en su misericordia; a mí, que me he refugiado en el Evangelio, como si en él estuviera corporalmente presente el mismo Cristo, y me he fundamentado en los apóstoles, como si se tratara del presbiterio de la Iglesia.
RESPONSORIO Ef 2, 20. 22. 21
R. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular; * por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios por el Espíritu.
V. Por Cristo todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor.
R. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios por el Espíritu
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, que con la magnificencia de tu amor sobrepasas los méritos y aun los deseos de los que te suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia, para que libres nuestra conciencia de toda inquietud y nos concedas aun aquello que no nos atrevemos a pedir. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.