Musica Para el Alma

domingo, 17 de septiembre de 2017

LECTURAS LARGAS

PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Oseas 9, 1-14
PREDICCIÓN DEL EXILIO Y DE LA ESTERILIDAD
No te alegres, Israel, no te regocijes como otros pueblos, porque te has prostituido abandonando a tu Dios. Vendiste tu amor por salario en todas las eras de trigo; la era y el lagar no los alimentarán, el vino les fallará. No habitarán en la tierra del Señor: Efraím volverá a Egipto, en Asiria comerán manjares profanos. No harán libaciones de vino al Señor, no le ofrecerán sacrificios. Comerán el pan del duelo, manjar impuro. Su pan les quitará el hambre, pero no entrará en la casa del Señor. ¿Qué haréis el día de la solemnidad, el día de la fiesta del Señor? Pues si escapan de la catástrofe, Egipto los congregará, Menfis los sepultará; su plata codiciada será ortigas, los cardos crecerán en sus tiendas.

Llegan los días de la cuenta, llegan los días de la retribución; que lo sepa Israel. Necio es el profeta, ridículo el hombre de espíritu; por la muchedumbre de tus iniquidades, por la abundancia de tus rebeliones. El profeta de mi pueblo vigila sobre Efraím; es red extendida en su camino, rebelión en el templo de su Dios. Se han corrompido profundamente, como en los días de Gabá: pero el Señor recordará sus iniquidades, castigará su pecado.

Como uvas en el desierto encontré a Israel, como breva en la higuera descubrí a vuestros padres. Pero ellos fueron a Baal-Fegor, se consagraron a la ignominia y se hicieron abominables como el que amaban. La gloria de Efraím emigra como un pájaro, desde el nacimiento, desde el vientre, desde la concepción; aunque se multipliquen sus hijos, los dejaré sin herederos. ¡Ay de ellos, cuando de ellos me aparte! Yo he visto a Efraím plantado en el prado, Efraím, para entregar al verdugo a sus hijos. Dales, Señor; y ¿qué les darás? Dales vientres estériles y pechos áridos.
RESPONSORIO    Os 9, 1; 14, 2; 13, 9
R. No te alegres, Israel, no te regocijes como otros pueblos, porque te has prostituido abandonando a tu Dios. * Conviértete al Señor tu Dios, pues por tu pecado has sucumbido.
V. Te matan, Israel, porque sólo en mí está tu auxilio.
R. Conviértete al Señor tu Dios, pues por tu pecado has sucumbido.
SEGUNDA LECTURA
Del Sermón de san Agustín, obispo, Sobre los pastores
(Sermón 46, 3-4: CCL 41, 530-531)
LOS PASTORES QUE SE APACIENTAN A SÍ MISMOS
Veamos, pues, lo que dice a los pastores que se apacientan a sí mismos la palabra divina que a nadie adula: Os bebéis su leche, os vestís con su lana; y matáis a las mejor alimentadas, pero no apacentáis las ovejas. No fortalecéis a las débiles, ni curáis a las enfermas, ni vendáis a las heridas; no recogéis las descarriadas ni buscáis a las perdidas, y las habéis dominado con crueldad y violencia. Al no tener pastor, se desperdigaron mis ovejas.

De estos pastores que se apacientan a sí mismos y no a las ovejas se dice aquí lo que buscan y lo que, por el contrario, olvidan. ¿Qué es lo que buscan? Os bebéis su leche, os vestís con su lana. Sobre ello dice el Apóstol: ¿Quién planta una viña y no come de su fruto? ¿Quién apacienta un rebaño y no se aprovecha de la leche? Los bienes, por tanto, que el pueblo ofrece para el sustento de la vida corporal de sus prelados son como la leche del rebaño. Pues de esto precisamente hablaba el Apóstol en el lugar que os he recordado.

Si bien el Apóstol eligió para sí trabajar con sus propias manos, con el fin de no tener que buscar ni tan sólo la leche de sus ovejas, afirmó, con todo, que tenía derecho a recibir esta leche, como lo había establecido el Señor al decir que quienes anuncian el Evangelio vivan del Evangelio; y en otro lugar afirma también que otros coapóstoles suyos usaron de este derecho que les había sido dado y que no habían usurpado. Al renunciar él a este su derecho fue más allá de su obligación, pero no exigió que los otros hicieran lo mismo. Quizá se refiera también a esto mismo aquello que se nos dice del buen samaritano que condujo al que había encontrado herido a la posada y dijo al posadero: Si gastas algo más, ya te lo abonaré a mi vuelta.

¿Qué más debemos añadir sobre estos pastores que no andan tras la leche de sus rebaños? Sin duda debemos afirmar que son más misericordiosos o, mejor dicho, que realizan con más largueza su deber de mostrar misericordia. Pueden obrar así y, según esta posibilidad que tienen, así obran. Alabemos a los que actúan de esta manera, pero no condenemos a los que se comportan de otro modo. Ya que el mismo Apóstol, aunque no buscaba los bienes que se le ofrecían, deseaba, sin embargo, que las ovejas dieran su fruto y no las quería estériles ni sin leche.
RESPONSORIO    Ez 34, 15-16
R. Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear -dice el Señor-. * Buscaré las ovejas perdidas, recogeré las descarriadas.
V. Curaré a las enfermas y cuidaré de las fuertes y robustas.
R. Buscaré las ovejas perdidas, recogeré las descarriadas.

ORACIÓN.
OREMOS,
Señor Dios, creador y soberano de todas las cosas, vuelve a nosotros tus ojos de bondad y haz que te sirvamos con todo el corazón, para que experimentemos los efectos de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.