LUNES 20 DE LA TERCERA SEMANA DE CUARESMA
2017:
Tiempo de Cuaresma.
PRIMERA LECTURA DE LA MISA
Muchos leprosos había en Israel, sin
embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio
Lectura del segundo libro de los Reyes 5, 1-15a
En aquellos días, Naamán, general del ejército del rey sirio, era
un hombre que gozaba de la estima
y del favor de su señor, pues por su medio el Señor había dado la victoria a Siria. Era un hombre muy valiente, pero
estaba enfermo de lepra. En una
incursión, una banda de sirios llevó de Israel a una muchacha, que quedó como criada de la mujer de Naamán, y
dijo a su señora: —«Ojalá mi
señor fuera a ver al profeta de Samaria: él lo libraría de su enfermedad.» Naamán fue a informar a su señor: —«La muchacha israelita ha dicho esto
y esto.» El rey de Siria le dijo:
—«Ven, que te doy una carta para el rey de Israel.» Naamán se puso en camino, llevando tres quintales de plata, seis mil monedas de
oro y diez trajes. Presentó al rey de Israel la carta, que decía así:
—«Cuando recibas esta carta, verás que te envío a mi ministro Naamán para que lo libres de su enfermedad.» Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras, exclamando: —«¿Soy yo un dios capaz de dar muerte o vida, para que éste me encargue de librar a un hombre de su enfermedad? Fijaos bien, y veréis cómo está buscando un pretexto contra mí.» El profeta Eliseo se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras y le envió este recado: —«¿Por qué te has rasgado las vestiduras? Que venga a mí y verá que hay un profeta en Israel.» Naamán llegó con sus caballos y su carroza y se detuvo ante la puerta de Eliseo. Eliseo le mandó uno a decirle: —«Ve a bañarte siete veces en el Jordán, y tu carne quedará limpia.» Naamán se enfadó y decidió irse, comentando: —«Yo me imaginaba que saldría en persona a verme, y que, puesto en pie,
invocaría al Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me libraría de mi enfermedad. ¿Es que los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar, no valen más que toda el agua de Israel? ¿No puedo bañarme en ellos y quedar limpio?» Dio media vuelta y se marchaba furioso. Pero sus siervos se le acercaron y le dijeron: —«Señor, si el profeta te hubiera prescrito algo difícil, lo harías. Cuanto más si lo
que te prescribe para quedar limpio es simplemente que te bañes.»
Entonces Naamán bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta, y su carne quedó limpia como la de un niño. Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo: —«Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel.»
—«Ven, que te doy una carta para el rey de Israel.» Naamán se puso en camino, llevando tres quintales de plata, seis mil monedas de
oro y diez trajes. Presentó al rey de Israel la carta, que decía así:
—«Cuando recibas esta carta, verás que te envío a mi ministro Naamán para que lo libres de su enfermedad.» Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras, exclamando: —«¿Soy yo un dios capaz de dar muerte o vida, para que éste me encargue de librar a un hombre de su enfermedad? Fijaos bien, y veréis cómo está buscando un pretexto contra mí.» El profeta Eliseo se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras y le envió este recado: —«¿Por qué te has rasgado las vestiduras? Que venga a mí y verá que hay un profeta en Israel.» Naamán llegó con sus caballos y su carroza y se detuvo ante la puerta de Eliseo. Eliseo le mandó uno a decirle: —«Ve a bañarte siete veces en el Jordán, y tu carne quedará limpia.» Naamán se enfadó y decidió irse, comentando: —«Yo me imaginaba que saldría en persona a verme, y que, puesto en pie,
invocaría al Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me libraría de mi enfermedad. ¿Es que los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar, no valen más que toda el agua de Israel? ¿No puedo bañarme en ellos y quedar limpio?» Dio media vuelta y se marchaba furioso. Pero sus siervos se le acercaron y le dijeron: —«Señor, si el profeta te hubiera prescrito algo difícil, lo harías. Cuanto más si lo
que te prescribe para quedar limpio es simplemente que te bañes.»
Entonces Naamán bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta, y su carne quedó limpia como la de un niño. Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo: —«Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel.»
Palabra de Dios
Lunes, 20 de marzo de 2017
SALMO RESPONSORIAL
Salmo responsorial Sal 41, 2. 3;42, 3. 4 (R/.: cf. 41, 3)
R/. Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo veré el rostro de
Dios?
Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. R.
Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. R.
Tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R.
Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. R/.
Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría;que te dé gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío. R/.
Versículo antes del evangelio Sal 129, 5. 7
Espero en el Señor, espero en su palabra. porque de él viene la misericordia, la
redención copiosa.
EVANGELIO Lunes, 20 de marzo de 2017
Jesús, igual que Elías y Eliseo, no ha
sido enviado únicamente a los judíos
Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 24-30
En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en la sinagoga de Nazaret:
—«Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en
Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres
años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país;sin embargo, a ninguna
de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón.
Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo;sin embargo,
ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.»
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron
fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con
intención de despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.
—«Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en
Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres
años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país;sin embargo, a ninguna
de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón.
Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo;sin embargo,
ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.»
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron
fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con
intención de despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.
Palabra del Señor