De la carta a los Hebreos 9, 1-10
LA ANTIGUA ALIANZA ES INSUFICIENTE
Hermanos: La primera alianza tenía también su ceremonial litúrgico y su santuario, que era terrestre. Había un primer compartimiento, construido en el tabernáculo; en él estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición: se llama «el Santo». Más al interior, después del segundo velo, había otro compartimiento llamado «el Santo de los Santos»; aquí estaban el altar de oro de los perfumes y el arca de la alianza, completamente cubierta de oro, y en ella se encontraban una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón, que había florecido, y las tablas de la alianza. Encima del arca estaban los querubines de la gloria, que cubrían el propiciatorio. No hay por qué detenemos ahora en más detalles.
Dispuestas así las cosas, los sacerdotes, cuando desempeñan sus ministerios, entran continuamente en el primer compartimiento. Pero en el segundo entra sólo el sumo sacerdote una vez al año y provisto siempre de sangre, que ofrece por sus pecados y por los de todo el pueblo. Quiere con esto significar el Espíritu Santo que, mientras subsista el primer compartimiento, no está aún abierto el camino al Santo de los Santos.
Es ésta una figura que vale para nuestros tiempos; porque allí se ofrecen dones y sacrificios, pero son tales que no tienen valor alguno para hacer perfecto al oferente en lo que se refiere a su conciencia. Sólo hay disposiciones sobre alimentos, sobre bebidas, sobre las diversas abluciones: normas todas referentes a un orden puramente externo, impuestas hasta el tiempo de la renovación.
RESPONSORIO Hb 9, 14; Is 59, 19b-20a
R. La sangre de Cristo, que por medio del Espíritu eterno se ofreció inmaculado a Dios, * purificará nuestra conciencia de las obras muertas, pata dar culto al Dios vivo.
V. Vendrá como torrente encajonado, empujado por el Espíritu del Señor; a Sión vendrá el Redentor.
R. Purificará nuestra conciencia de las obras muertas, para dar culto al Dios vivo.