Musica Para el Alma

martes, 7 de febrero de 2017

lectura larga

De la primera carta a los Corintios 3, 1-23
MISIÓN DE LOS MINISTROS DE LA IGLESIA
Por lo que a mí respecta, hermanos, no pude hablaros como a hombres penetrados del espíritu, sino como a influenciados por la carne, como a niños en Cristo.

Os di a beber leche; no os ofrecí manjar sólido, porque aún no lo admitíais. Y ni siquiera ahora lo admitís, porque todavía sois endebles en la fe. Desde el momento que dais lugar entre vosotros a envidias y contiendas, ¿no es verdad que os dejáis llevar por la carne, que os movéis por principios puramente humanos?

Siempre que uno dice: «Yo soy de Pablo», y otro: «Yo soy de Apolo», ¿no es verdad que procedéis por miras puramente humanas? Porque, vamos a ver: ¿Quién es Apolo?, y ¿quién es Pablo? Servidores, cada uno según la gracia que le dio el Señor; y por medio de los cuales llegasteis a abrazar la fe. Yo planté; Apolo regó; pero Dios hacía crecer.

Por lo tanto, ni el que planta ni el que riega son algo, sino Dios que da el crecimiento. El que planta y el que riega desempeñan un mismo oficio, bien que cada cual recibirá su remuneración, conforme a su trabajo, pues somos cooperadores de Dios. Vosotros sois campo de Dios, edificación de Dios.

Conforme a la gracia que Dios me dio, yo, como buen arquitecto, puse los cimientos; otro va edificando encima. Cada uno mire cómo edifica; pues, en cuanto al cimiento, nadie puede poner otro sino el que ya está puesto: Jesucristo. Y, según edifique uno sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno o paja, se pondrá en evidencia su obra: el día del juicio la dará a conocer, porque se manifiesta en fuego; y el fuego hará ver de qué cualidad es la obra de cada cual.

Aquel constructor cuya obra resista recibirá su remuneración. Pero aquel cuya obra sea reducida a cenizas se verá defraudado. Él, sin embargo, se salvará, pero a duras penas, como quien pasa por el fuego. ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.

Nadie se engañe. El que crea ser sabio entre vosotros, según los principios de este mundo, hágase necio, para llegar a ser sabio; pues la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios. Dice a este propósito la Escritura: «Yo cazaré a los sabios en su astucia.» Y también: «Sabe el Señor que son vanas las razones de los sabios.»

Así que nadie ponga su gloria en los hombres. Que todo os pertenece: Ya sea Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro: todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.
RESPONSORIO    Ef 2, 19b-20; cf. 1Co 3, 16
R. Sois ciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de Dios; estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, * y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular.
V. Sois templo de Dios y el Espíritu de Dios habita en vosotros.
R. Y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular.