*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*TIEMPO ORDINARIO*
MIÉRCOLES
DE LA SEMANA VIII
De la Feria.
Salterio IV
29 de mayo
*LAUDES*
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría.
Himno: AL RETORNAR ESTE DÍA.
Al retornar este día,
con voz alegre y canora,
celebrando al Redentor,
cantemos de Dios la gloria.
Por Cristo, el Creador inmenso
hizo la noche y la aurora,
con inmóvil ley fijando
la sucesión de las horas.
La luz eterna eres tú,
la antigua ley perfeccionas,
y no conoces crepúsculo,
y no te apagan las sombras.
Concédenos, Padre eterno,
que vivamos hoy con loa,
con que agrademos a Cristo,
si tu Espíritu nos colma. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.
Salmo 107 - ALABANZA AL SEÑOR Y PETICIÓN DE AUXILIO.
Dios mío, mi corazón está firme,
para tí cantaré y tocaré, gloria mía.
Despertad, cítara y arpa,
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor,
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria;
para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda.
Dios habló en su santuario:
«Triunfante ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot;
mío es Galaad, mío Manasés,
Efraín es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro;
Moab, una jofaina para lavarme,
sobre Edom echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria.»
Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edom,
si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas?
Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil;
con Dios haremos proezas,
El pisoteará a nuestros enemigos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi corazón está firme, Dios mío, mi
corazón está firme.
Ant 2. El Señor me ha revestido de
justicia y santidad.
Cántico: ALEGRIA DEL PROFETA ANTE LA NUEVA JERUSALÉN Is 61, 10—62, 5
Desbordo de gozo en el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como a un novio que se pone la corona,
o a una novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos, ante todos los pueblos.
Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que despunte la aurora de su justicia
y su salvación llamee como antorcha.
Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes, tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán «Abandonada»;
ni a tu tierra, «Devastada»;
a ti te llamarán «Mi favorita»,
y a tu tierra, «Desposada»,
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá marido.
Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa,
la encontrará tu Dios contigo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor me ha revestido de
justicia y santidad.
Ant 3. Alabaré al Señor mientras viva.
Salmo 145 - FELICIDAD DE LOS QUE ESPERAN EN DIOS.
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.
No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos;
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabaré al Señor mientras viva.
LECTURA BREVE Dt 4, 39-40a
Has de reconocer hoy y recordar que el Señor es Dios, en lo alto del cielo y
abajo en la tierra, y que no hay otro. Guarda los mandatos y preceptos que te
voy a dar hoy.
RESPONSORIO BREVE
V. Bendigo al Señor en todo momento.
R. Bendigo al Señor en todo momento.
V. Su alabanza está siempre en mi boca.
R. En todo momento.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Bendigo al Señor en todo momento.
V. Ábreme,
Señor, los ojos.
R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad.
PRIMERA LECTURA
De la segunda carta a los Corintios 10, 1-11, 6
APOLOGÍA DEL APÓSTOL
Hermanos: Yo mismo, Pablo, en persona, os suplico
por la mansedumbre y bondad de Cristo; yo, que «cara a cara soy humilde con
vosotros, pero estando ausente soy tan osado»; yo os lo suplico: no me
obliguéis a que, cuando esté entre vosotros, actúe con la osadía con que pienso
intervenir resueltamente contra algunos, los cuales se figuran que procedemos
con miras humanas e interesadas. Aunque vivimos en la carne, no combatimos según
la vida de la carne. Las armas de nuestro combate no son armas de fragilidad
humana, sino de potencia divina, capaces de arrasar fortalezas. Vamos
desbaratando ardides y demoliendo toda altanería que se yergue contra la
ciencia de Dios; vamos sometiendo todo entendimiento a la obediencia de Cristo,
y estamos dispuestos a castigar toda desobediencia, una vez que hayamos
completado vuestra sumisión.
Rendíos a la evidencia. Si alguno está convencido que es de Cristo, piense
también en esto: que lo mismo que él es de Cristo, lo somos también nosotros.
Y, aunque yo me haya excedido algo en gloriarme del pleno poder que el Señor
nos dio para edificación vuestra, no para destrucción, no me voy a arrepentir
de ello; así no parecerá que lo que busco es amedrentaros con mis cartas.
Porque algunos dicen: «Las cartas son duras y fuertes, pero él es de poca
presencia y un pobre orador.» Piensen esos individuos que tal como somos de
palabra en nuestras cartas lo seremos también de obra cuando nos presentemos
ahí.
Ciertamente que nosotros no tenemos el atrevimiento de igualarnos ni de
compararnos con ésos que proclaman tan alto sus propios méritos, pues en verdad
que, al medirse a sí mismos y compararse consigo mismos, obran como unos
necios. Nosotros, en cambio, no vamos a gloriarnos desmedidamente, sino según
la medida que Dios mismo nos asignó, la cual se extiende incluso hasta
vosotros. Y así, no estamos extendiéndonos más allá de nuestros límites, como
sería el caso si no hubiéramos llegado hasta vosotros. En realidad, fuimos los
primeros en llegar a Corinto en la predicación del Evangelio de Jesucristo. Así
pues, al decir esto, no estamos gloriándonos indebidamente, a costa de frutos
producidos por trabajos ajenos; y no sólo eso, sino que aun tenemos la
esperanza de que, según vaya creciendo vuestra fe, acrecentaremos más nuestra
medida entre vosotros, hasta extender el Evangelio en regiones que están más
allá de las vuestras, en lugar de venir a gloriarnos de los trabajos ya
realizados en campo ajeno.
El que se gloría, que se gloríe en el Señor. Porque no queda acreditado como
bueno aquel que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba.
Ojalá que ahora tuvieseis un poco de paciencia para soportar mis desatinos.
¡Aguantadme, por favor! Sabed que estoy celoso de vosotros, pero con los mismos
celos de Dios. Yo he hecho lo posible por desposaros con un solo Esposo, y por
llevaros a Cristo con la pureza propia de una doncella inocente.
Pero temo que, así como la serpiente engañó a Eva con su astucia, pervierta también
vuestras mentes, apartándolas de la sinceridad con Cristo. Porque si viene
alguno y os predica otro Cristo distinto del que os hemos predicado, o hace que
recibáis un espíritu diverso del que habéis recibido, o un evangelio diferente
del que habéis abrazado, lo aceptáis de buena gana. Con todo, creo que en nada
soy inferior a esos «superapóstoles», pues si carezco de elocuencia, no carezco
de la ciencia de Dios; que en todo y bajo todos los aspectos lo hemos
demostrado ante vosotros.
RESPONSORIO 2Co 10, 3-4; Ef 6,
16. 17
R. Aunque
vivimos en la carne, no combatimos según la vida de la carne, * pues
las armas de nuestro combate no son las propias de esta vida carnal.
V. Embrazad el escudo de la fe y la espada del
espíritu, que es la palabra de Dios.
R. Pues las armas de nuestro combate no son las
propias de esta vida carnal.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Ambrosio, obispo, Sobre los
misterios.
(Núms. 19-21. 24. 26-28: SC 25 bis, 164-170)
EL AGUA NO PURIFICA SIN LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU
SANTO
Antes se te ha advertido que no te limites a creer
lo que ves, para que no seas tú también de éstos que dicen: «¿Éste es aquel
gran misterio que ni el ojo vio, ni el oído oyó, -ni vino a la mente del
hombre? Veo la misma agua de siempre, ¿ésta es la que me ha de purificar, si es
la misma en la que tantas veces me he sumergido sin haber quedado nunca puro?»
De ahí has de deducir que el agua no purifica sin la acción del Espíritu.
Por esto has leído que en el bautismo los tres testigos se reducen a uno solo:
el agua, la sangre y el Espíritu, porque si prescindes de uno de ellos ya no
hay sacramento del bautismo. ¿Qué es, en efecto, el agua sin la cruz de Cristo,
sino un elemento común, sin ninguna eficacia sacramental? Pero tampoco hay
misterio de regeneración sin el agua, porque el que no nazca de agua y de
Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. También el catecúmeno cree en la
cruz del Señor Jesús, con la que ha sido marcado, pero si no fuere bautizado en
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, no puede recibir el perdón
de los pecados ni el don de la gracia espiritual. Por eso el sirio Naamán, en
la ley antigua, se bañó siete veces, pero tú has sido bautizado en el nombre de
la Trinidad. Has profesado -no lo olvides- tu fe en el Padre, en el Hijo, en el
Espíritu Santo. Vive conforme a lo que has hecho. Por esta fe has muerto para
el mundo y has resucitado para Dios y, al ser como sepultado en aquel elemento
del mundo, has muerto al pecado y has sido resucitado a la vida eterna. Cree,
por tanto, en la eficacia de estas aguas.
Finalmente, aquel paralítico (el de la piscina Probática) esperaba un hombre
que lo ayudase. ¿A qué hombre, sino al Señor Jesús nacido de una virgen, a cuya
venida ya no era la sombra la que había de salvar a uno por uno, sino la
realidad la que había de salvar a todos? Él era, pues, al que esperaban que
bajase, acerca del cual dijo el Padre a Juan Bautista: Sobre quien veas
descender el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu
Santo. Y Juan dio testimonio de él diciendo: Vi al Espíritu bajar del cielo
como una paloma y posarse sobre él. Y si el Espíritu descendió como paloma fue
para que tú vieses y entendieses en aquella paloma que el justo Noé soltó desde
el arca una imagen de esta paloma y reconocieses en ello una figura del
sacramento.
¿Te queda aún lugar a duda? Recuerda cómo en el Evangelio el Padre te proclama
con toda claridad: Éste es mi Hijo, en quien tengo mis complacencias, cómo
proclama lo mismo el Hijo, sobre el cual se mostró el Espíritu Santo como una
paloma, cómo lo proclama el Espíritu Santo, que descendió como una paloma, cómo
lo proclama el salmista: La voz del Señor sobre las aguas, el Dios de la gloria
hace oír su trueno, el Señor sobre las aguas torrenciales, cómo la Escritura te
atestigua que, a ruegos de Yerubbaal, bajó fuego del cielo, y cómo también, por
la oración de Elías, fue enviado un fuego que consagró el sacrificio. En los
sacerdotes, no consideres sus méritos personales, sino su ministerio. Y si
quieres atender a los méritos, considéralos como a Elías, considera también en
ellos los méritos de Pedro y Pablo, que nos han confiado este misterio que
ellos recibieron del Señor Jesús. Aquel fuego visible era enviado para que
creyesen; en nosotros, que ya creemos, actúa un fuego invisible; para ellos,
era una figura, para nosotros, una advertencia. Cree, pues, que está presente
el Señor Jesús, cuando es invocado por la plegaria del sacerdote, ya que dijo:
Donde dos o tres están reunidos, allí estoy yo también. Cuánto más se dignará
estar presente donde está la Iglesia, donde se realizan los sagrados misterios.
Descendiste, pues, a la piscina bautismal. Recuerda tu profesión de fe en el
Padre, en el Hijo, en el Espíritu Santo. No significa esto que creas en uno que
es el más grande, en otro que es menor, en otro que es el último, sino que el
mismo tenor de tu profesión de fe te induce a que creas en el Hijo igual que en
el Padre, en el Espíritu igual que en el Hijo, con la sola excepción de que
profesas que tu fe en la cruz se refiere únicamente a la persona del Señor
Jesús.
RESPONSORIO Mt 3, 11; Is 1, 16.
17. 18
R. El que
viene después de mí es más poderoso que yo; yo no soy digno ni siquiera de
llevarle las sandalias. * El os
bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.
V. «Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien»,
dice el Señor.
R. Él os bautizará con el Espíritu Santo y con
fuego.
Miércoles, 29
de mayo de 2024
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Marcos (10,32-45)*
En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se
les adelantaba; los discípulos se extrañaban, y los que seguían iban asustados.
Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a
suceder: «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser
entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo
entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo
matarán; y a los tres días resucitará.»
Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro,
queremos que hagas lo que te vamos a pedir.»
Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?»
Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu
izquierda.»
Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo
he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?»
Contestaron: «Lo somos.»
Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con
el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi
izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.»
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes
de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de
eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser
primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le
sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sirvamos al Señor con santidad todos nuestros días.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sirvamos al Señor con santidad
todos nuestros días.
PRECES
Cristo, reflejo de la gloria del Padre, nos ilumina con su
palabra; acudamos pues a él diciendo:
Rey de la gloria, escúchanos.
Te bendecimos, Señor, autor y consumador de nuestra fe,
porque de las tinieblas nos has trasladado a tu luz admirable.
Tú que abriste los ojos de los ciegos y diste oído a los sordos,
aumenta nuestra fe.
Haz, Señor, que permanezcamos siempre en tu amor,
y que este amor nos guarde fraternalmente unidos.
Ayúdanos para que resistamos a la tentación, aguantemos en la tribulación
y te demos gracias en la prosperidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dejemos que el espíritu de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones,
se una a nuestro espíritu, para clamar:
Padre nuestro...
ORACION
Recuerda, Señor, tu santa alianza consagrada con el nuevo
sacramento de la sangre del Cordero, para que tu pueblo obtenga el perdón de
sus pecados, y un aumento constante de salvación. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: TE BENDECIMOS, CRISTO, EN ESTA NOCHE.
Te bendecimos, Cristo, en esta noche:
Verbo de Dios y Luz de Luz eterna,
emisor del Espíritu Paráclito;
te bendecimos porque nos revelas
la triple luz de una indivisa gloria
y libras nuestras almas de tinieblas.
A la noche y al día has ordenado
que se releven siempre en paz fraterna;
la noche compasiva pone término
a nuestras aflicciones y tareas,
y, para comenzar el nuevo surco,
el día alegremente nos despierta.
Da un sueño muy ligero a nuestros párpados,
para que nuestra voz no permanezca
muda por mucho tiempo en tu alabanza;
mientras dormimos se mantenga en vela
toda tu creación, cantando salmos
en compañía de la turba angélica.
Y, mientras duerme nuestro humilde cuerpo,
nuestro espíritu cante a su manera:
«Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu,
en el día sin noche donde reinan;
al Uno y Trino, honor, poder, victoria,
por edades y edades sempiternas.» Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, tu saber me sobrepasa.
Salmo 138, 1-18. 23-24 - I TODO ESTÁ PRESENTE A
LOS OJOS DE DIOS.
Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me envuelves por doquier,
me cubres con tu mano.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.
¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;
si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
tu diestra llegará hasta mí.
Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí»,
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, tu saber me sobrepasa.
Ant 2. Yo, el Señor, penetro el corazón,
sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.
Salmo 138 II
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has formado portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro,
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.
¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.
Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo, el Señor, penetro el corazón,
sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.
Ant 3. Todo fue creado por él y para él.
Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA
CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todo fue creado por él y para él.
LECTURA BREVE 1Jn 2, 3-6
Sabemos que hemos llegado a conocer a Cristo si
guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus
mandamientos, miente; y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra
posee el perfecto amor de Dios. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice
que está siempre en él debe andar de continuo como él anduvo.
RESPONSORIO BREVE
V. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
R. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
V. A las sombras de tus alas escóndenos.
R. Como a las niñas de tus ojos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Guárdanos, Señor, como a las niñas de tus ojos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Haz, Señor, proezas con tu brazo, dispersa a los soberbios y
enaltece a los humildes.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Haz, Señor, proezas con tu brazo,
dispersa a los soberbios y enaltece a los humildes.
PRECES
Invoquemos a Dios, cuya bondad para con su pueblo es más grande
que los cielos, y digámosle:
Que se alegren los que se acogen a ti, Señor.
Acuérdate, Señor, que enviaste a tu Hijo al mundo, no para condenarlo, sino
para salvarlo;
haz que su muerte gloriosa nos traiga la salvación.
Tú que constituiste a tus sacerdotes servidores de Cristo y administradores de
tus misterios,
concédeles un corazón fiel, ciencia abundante y caridad intensa.
Tú que desde el principio creaste hombre y mujer,
guarda a todas las familias unidas en el verdadero amor.
Haz que los que has llamado a la castidad perfecta por el reino de los cielos,
sigan con fidelidad a tu Hijo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que enviaste a Jesucristo al mundo para salvar a los pecadores,
Concede a todos los difuntos el perdón de sus faltas.
Movidos por el Espíritu Santo y llenos de su amor, dirijamos al Padre nuestra
oración:
Padre nuestro...
ORACION
Acuérdate, Señor, de tu misericordia, y, ya que a los hambrientos
los colmas de bienes, socorre nuestra indigencia con la abundancia de tus
riquezas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.