*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*1 DE ENERO DOMINGO DE LA OCTAVA DE NAVIDAD SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA
MADRE DE DIOS*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Celebremos la maternidad de santa María Virgen y adoremos a su Hijo
Jesucristo, el Señor.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis
obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Celebremos la maternidad de santa María Virgen y adoremos a su Hijo
Jesucristo, el Señor.
Himno: LUCERO DEL ALBA
Lucero del alba,
aurora estremecida,
luz de mi alma,
Santa María.
Hija del Padre,
doncella en gracia concebida,
virgen y madre,
Santa María.
Flor del Espíritu,
ave, blancura, caricia,
madre del Hijo,
Santa María.
Llena de ternura,
bendita entre las benditas,
madre de todos los hombres,
Santa María. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Ha brotado un renuevo del tronco de Jesé, ha salido una estrella de
la casa de Jacob: la Virgen ha dado a luz al Salvador; te alabamos, Dios
nuestro.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ha brotado un renuevo del tronco de Jesé,
ha salido una estrella de la casa de Jacob: la Virgen ha dado a luz al
Salvador; te alabamos, Dios nuestro.
Ant 2. Mirad, María nos ha engendrado al
Salvador, ante quien Juan exclamó: «Éste es el Cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn
3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al
Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al
Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al
Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los
siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Mirad, María nos ha engendrado al
Salvador, ante quien Juan exclamó: «Éste es el Cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo.» Aleluya.
Ant 3. La Madre ha dado a luz al Rey, cuyo
nombre es eterno, y la que lo ha engendrado tiene, al mismo tiempo, el gozo de
la maternidad y la gloria de la virginidad: un prodigio tal no se ha visto
nunca ni se verá de nuevo jamás. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los
fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La Madre ha dado a luz al Rey, cuyo nombre
es eterno, y la que lo ha engendrado tiene, al mismo tiempo, el gozo de la
maternidad y la gloria de la virginidad: un prodigio tal no se ha visto nunca
ni se verá de nuevo jamás. Aleluya.
LECTURA BREVE Mi 5, 3. 4. 5a
El jefe de Israel los abandonará hasta el
tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus
hermanos volverá a los hijos de Israel. Él se alzará y pastoreará el rebaño con
el poder del Señor, con la majestad del nombre del Señor su Dios; y él será
nuestra paz.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor revela su salvación. Aleluya,
aleluya.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya,
aleluya.
V. Los confines de la tierra la han
contemplado.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya,
aleluya.
V. La Palabra se hizo carne. Aleluya.
R. y puso su morada entre nosotros. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Hebreos 2, 9-17
CRISTO ES SEMEJANTE EN TODO A SUS HERMANOS
Hermanos: A Jesús, a quien Dios puso
momentáneamente bajo los ángeles, lo vemos ahora coronado de gloria y de honor
por haber padecido la muerte. Así, por amorosa dignación de Dios, gustó la
muerte en beneficio de todos.
Pues como quisiese Dios, por quien y para
quien son todas las cosas, llevar un gran número de hijos a la gloria, convenía
ciertamente que perfeccionase por medio del sufrimiento al que iba a guiarlos a
la salvación, ya que tanto el que santifica como los que son santificados
tienen un mismo origen. Por esta razón no se avergüenza de llamarlos hermanos,
cuando dice: «Anunciaré tu nombre a mis hermanos; cantaré en la asamblea tus
loores.» Y también: «Pondré en él mi confianza.» Y en otro lugar: «Aquí estoy
con mis hijos, los hijos que Dios me ha dado.»
Así pues, como los hijos participan de la
carne y de la sangre, también él entró a participar de las mismas, para reducir
a la impotencia, por su muerte, al que retenía el imperio de la muerte, es
decir, al demonio, y librar a los que por temor a la muerte vivían toda su vida
sometidos a esclavitud. Él no vino, ciertamente, en auxilio de los ángeles,
sino en auxilio de la descendencia de Abraham. Por eso debía ser semejante en
todo a sus hermanos, para poderse apiadar de ellos y ser fiel pontífice ante
Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo.
RESPONSORIO Lc 1, 28
R. Dichosa eres, Virgen María, que llevaste
en tu seno al Creador del universo. * Engendraste al que te creó y permaneces
virgen para siempre.
V. Alégrate, María, llena de gracia, el
Señor está contigo.
R. Engendraste al que te creó y permaneces
virgen para siempre.
SEGUNDA LECTURA
De las Cartas de san Atanasio, obispo
(Carta a Epicteto, 5-9: PG 26, 1058. 1062-1066)
EL VERBO TOMÓ DE MARÍA UN CUERPO SEMEJANTE AL NUESTRO
El Verbo de Dios tomó la descendencia de
Abraham, como dice el Apóstol; por eso debía ser semejante en todo a sus
hermanos, asumiendo un cuerpo semejante al nuestro. Por eso María está
verdaderamente presente en este misterio, porque de ella el Verbo asumió como
propio aquel cuerpo que ofreció por nosotros. La Escritura recuerda este nacimiento,
diciendo: Lo envolvió en pañales; alaba los pechos que amamantaron al Señor y
habla también del sacrificio ofrecido por el nacimiento de este primogénito.
Gabriel había ya predicho esta concepción con palabras muy precisas; no dijo en
efecto: «Lo que nacerá en ti», como si se tratara de algo extrínseco, sino de
ti, para indicar que el fruto de esta concepción procedía de María.
El Verbo, al recibir nuestra condición
humana y al ofrecerla en sacrificio, la asumió en su totalidad, y luego nos revistió
a nosotros de lo que era propio de su persona, como lo indica el Apóstol: Esto
corruptible tiene que vestirse de incorrupción, y esto mortal tiene que
vestirse de inmortalidad.
Estas cosas no se realizaron de manera
ficticia, como algunos pensaron -lo que es inadmisible-, sino que hay que decir
que el Salvador se hizo verdaderamente hombre y así consiguió la salvación del
hombre íntegro; pues esta nuestra salvación en modo alguno fue algo ficticio ni
se limitó a solo el cuerpo, sino que en el Verbo de Dios se realizó la
salvación del hombre íntegro, es decir, del cuerpo y del alma.
Por lo tanto, el cuerpo que el Señor asumió
de María era un verdadero cuerpo humano, conforme lo atestiguan las Escrituras;
verdadero, digo, porque fue un cuerpo igual al nuestro. Pues María es nuestra
hermana, ya que como todos nosotros es hija de Adán.
Lo que dice Juan: La Palabra se hizo carne,
tiene un sentido parecido a lo que se encuentra en una expresión similar de
Pablo, que dice: Cristo se hizo maldición por nosotros. Pues de la unión íntima
y estrecha del Verbo con el cuerpo humano se siguió un inmenso bien para el
cuerpo de los hombres, porque de mortal que era llegó a ser inmortal, de animal
se convirtió en espiritual y, a pesar de que había sido plasmado de tierra,
llegó a traspasar las puertas del cielo.
Pero hay que afirmar que la Trinidad, aun
después de que el Verbo tomó cuerpo de María, continuó siendo siempre la
Trinidad, sin admitir aumento ni disminución; ella continúa siendo siempre
perfecta y debe confesarse como un solo Dios en Trinidad, como lo confiesa la
Iglesia al proclamar al Dios único, Padre del Verbo.
RESPONSORIO
R. No hay alabanza digna de ti, virginidad
inmaculada y santa. * Porque en tu seno has llevado al que ni el cielo puede contener.
V. Bendita tú entre las mujeres y bendito
el fruto de tu vientre.
R. Porque en tu seno has llevado al que ni
el cielo puede contener.
*Lecturas de Santa María
Madre de Dios*
Domingo, 1
de enero de 2023
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Lucas
(2,16-21)*
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a
María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se
les había dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores.
María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que
habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por
nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Hoy se nos ha manifestado un misterio
admirable: en Cristo se han unido dos naturalezas, Dios se ha hecho hombre y,
sin dejar de ser lo que era, ha asumido lo que no era, sin sufrir mezcla ni
división.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros
enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo
con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre
Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del
Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro
Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por
los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hoy se nos ha manifestado un misterio
admirable: en Cristo se han unido dos naturalezas, Dios se ha hecho hombre y,
sin dejar de ser lo que era, ha asumido lo que no era, sin sufrir mezcla ni
división.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, que ha nacido de
María Virgen por obra del Espíritu Santo, y supliquémosle, diciendo:
Hijo de la Virgen María, ten piedad de nosotros.
Oh Cristo, hijo admirable y príncipe de la
paz, nacido de María Virgen, concede al mundo entero una paz estable.
Rey y Dios nuestro, que al venir al mundo
has dignificado al hombre, haz que te honremos todos los días de nuestra vida con
nuestra fe y nuestra conducta.
Tú que te has hecho semejante a nosotros, concédenos ser semejantes a ti.
Tú que has querido ser ciudadano de nuestro
mundo, concédenos ser ciudadanos de tu reino.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Ya que somos la familia de Dios, digamos
con grande confianza a nuestro Padre del cielo:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que por la maternidad virginal
de María has dado a los hombres los tesoros de la salvación, haz que sintamos
la intercesión de la Virgen Madre, de quien hemos recibido al autor de la vida,
Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. Él, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
HORA NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.
Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mis ojos han visto a tu Salvador, a
quien has presentado ante todos los pueblos.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA
NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 130 - COMO UN NIÑO, ISRAEL SE
ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL
JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mis ojos han visto a tu Salvador, a
quien has presentado ante todos los pueblos.
LECTURA BREVE Ba 5, 3-4
Dios mostrará tu esplendor, Jerusalén, a
todo lo que hay bajo el cielo. Dios te dará para siempre este nombre: «Paz de
la justicia» y «Gloria de la piedad.»
V. La misericordia y la fidelidad se
encuentran. Aleluya.
R. La justicia y la paz se besan. Aleluya.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor Dios, que por la maternidad virginal
de María has dado a los hombres los tesoros de la salvación, haz que sintamos
la intercesión de la Virgen Madre, de quien hemos recibido al autor de la vida,
Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. Él, que vive y reina por los siglos de
los siglos.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
II VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: REINA DEL LIBRO DE LA VIEJA ALIANZA
Reina del libro de la vieja alianza:
tu nombre es el versículo primero
de consuelo, promesa y esperanza.
Doncella que en tu vientre a Dios tendrías:
se estremece de júbilo tu nombre
en los labios quemados de Isaías.
Reina del libro nuevo de la vida:
reinas desde el silencio en cada página,
oh reina silenciosa y escondida,
y es tu presencia la del tallo leve
que, al reventar el lirio, se recata
debajo de los pétalos de nieve.
Reina del claro mes de los renuevos,
de la infancia del mundo y de la tierra,
y de la luz y de los nidos nuevos,
y Reina nuestra; Reina de las manos,
con sangre y con estrellas, de tu Hijo,
con flores y dolor, de sus hermanos.
Los ángeles te aclaman soberana,
pero mil veces más eres, Señora,
sangre y dolor de nuestra raza humana. Amén.
SALMODIA
Ant 1. ¡Qué admirable intercambio! El
Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una Virgen y, hecho
hombre sin concurso de varón, nos hace participar de su divinidad.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Qué admirable intercambio! El Creador
del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una Virgen y, hecho hombre
sin concurso de varón, nos hace participar de su divinidad.
Ant 2. Cuando naciste inefablemente de la
Virgen se cumplieron las Escrituras: descendiste como el rocío sobre el vellón,
para salvar a los hombres; te alabamos, Dios nuestro.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL
SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cuando naciste inefablemente de la
Virgen se cumplieron las Escrituras: descendiste como el rocío sobre el vellón,
para salvar a los hombres; te alabamos, Dios nuestro.
Ant 3. En la zarza que Moisés vio arder sin
consumirse, reconocemos tu virginidad admirablemente conservada; Madre de Dios,
intercede por nosotros.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef
1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de
Cristo
con toda clase de bienes espirituales y
celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de
Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y
prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su
voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo
por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En la zarza que Moisés vio arder sin
consumirse, reconocemos tu virginidad admirablemente conservada; Madre de Dios,
intercede por nosotros.
LECTURA BREVE Ga 4, 4-5
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a
su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que
estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
RESPONSORIO BREVE
V. La Palabra se hizo carne. Aleluya,
aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya,
aleluya.
V. Y puso su morada entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya,
aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dichoso el seno que te llevó, oh
Cristo, y el pecho que te alimentó, oh Señor y Salvador del mundo. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL
SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su
esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las
generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes
por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por
siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el seno que te llevó, oh
Cristo, y el pecho que te alimentó, oh Señor y Salvador del mundo. Aleluya.
PRECES
Bendigamos a Cristo, el «Dios-con-nosotros»
a quien María concibió y dio a luz, y supliquémosle, diciendo:
Hijo de la Virgen María, escúchanos.
Tú que diste a María el gozo de la maternidad,
concede a todos los padres y madres de
familia poder alegrarse en sus hijos.
Rey pacífico, cuyo reino es justicia y paz,
haz que busquemos siempre lo que lleve a la
paz.
Tú que viniste para hacer del género humano
el pueblo de Dios,
haz que todas las naciones alcancen la
concordia mutua y vivan como una sola familia.
Tú que al nacer en una familia fortaleciste
los vínculos familiares,
haz que las familias vean crecer su unidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que quisiste nacer en el tiempo,
concede a los difuntos nacer a tu
eternidad.
Con el deseo de que la luz de Cristo
ilumine a todos los hombres y que su amor se extienda por toda la tierra,
pidamos al Padre que su reino venga a nosotros:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que por la maternidad virginal
de María has dado a los hombres los tesoros de la salvación, haz que sintamos
la intercesión de la Virgen Madre, de quien hemos recibido al autor de la vida,
Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. Él, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta
jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran
culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre
Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros,
hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro
Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia
de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.
Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Al amparo del Altísimo no temo el
espanto nocturno.
Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.»
Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.
No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las
tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.
Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.
Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;
te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el
espanto nocturno.
LECTURA BREVE Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su
nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni
de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos
de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi
espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi
espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi
espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos,
protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc
2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los
pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos,
protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después
de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin
temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para
cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una
noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Madre del Redentor, Virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.