*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
TIEMPO DE
NAVIDAD
LA SEMANA II
Del propio del Tiempo. Salterio II
7 de
enero
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y
mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. A Cristo, que se nos ha manifestado,
venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: ESTRELLA NUNCA VISTA SE APARECE
Estrella nunca vista se aparece
a los remotos magos orientales,
y, al juzgar de los fuegos celestiales,
otra lumbre mayor los esclarece.
Nacido sacro Rey se les ofrece,
con nuevas maravillas y señales,
para que reverentes y leales
la obediencia le den como merece.
Parten llevados de la luz y el fuego,
del fuego de su amor; luz que los guía
con claridad ardiente y soberana.
Subió al trono de Dios el pío ruego,
y, llenos de firmísima alegría,
vieron la luz de Dios por nube humana.
Gloria y loores por la eternidad
tribútense a la Santa Trinidad. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
Salmo 42 - DESEO DEL TEMPLO.
Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.
Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Señor, Dios mío.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Envíame,
Señor, tu luz y tu verdad.
Ant 2. Protégenos,
Señor, todos los días de nuestra vida.
Cántico: ANGUSTIA DE UN MORIBUNDO Y
ALEGRÍA DE LA CURACIÓN Is 38, 10-14. 17-20
Yo pensé: «En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años.»
Yo pensé: «Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.
Levantan y enrollan mi vida
como una tienda de pastores.
Como un tejedor devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama.»
Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estas acabando.
Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!
Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.
El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.
Los vivos, los vivos son quienes te alaban:
como yo ahora.
El Padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Protégenos,
Señor, todos los días de nuestra vida.
Ant 3. ¡Oh
Dios!, tu mereces un himno en Sión.
Salmo 64 - SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS.
¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión,
y a ti se te cumplen los votos,
porque tú escuchas las súplicas.
A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas.
Dichoso el que tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.
Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;
Tú que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.
Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y a las puertas de la aurora y del ocaso
las llenas de júbilo.
Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;
riegas los surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
las rodadas de tu carro rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría;
las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Oh
Dios!, tu mereces un himno en Sión.
LECTURA BREVE Is 9,6
Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva sobre sus hombros el
señorío y será llamado: «Consejero admirable», «Dios poderoso», «Padre
sempiterno» y «Príncipe de la paz».
RESPONSORIO BREVE
V. Se postrarán ante él todos los reyes.
R. Se
postrarán ante él todos los reyes.
V. Todos
los pueblos le servirán.
R. Y
todos los reyes.
V. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Se
postrarán ante él todos los reyes.
PRIMERA
LECTURA
Del libro del profeta Isaías 54, 1-17
ALEGRÍA Y HERMOSURA DE LA NUEVA CIUDAD
Alégrate, la estéril, que no dabas a luz; rompe a cantar de júbilo, la que no
tenías dolores: porque la abandonada tendrá más hijos que la casada -dice el
Señor-. Ensancha el espacio de tu tienda, despliega sin miedo tus lonas, alarga
tus cuerdas, hinca bien tus estacas: porque te extenderás a derecha e
izquierda. Tu estirpe heredará las naciones y poblará ciudades desiertas.
No temas, no tendrás que avergonzarte; no te sonrojes, que no te afrentarán.
Olvidarás la vergüenza de tu soltería, ya no recordarás la afrenta de tu
viudez. El que te hizo te tomará por esposa: su nombre es el Señor de los
ejércitos. Tu redentor es el Santo de Israel, se llama Dios de toda la tierra.
Como a mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor; como a esposa de
juventud, repudiada -dice tu Dios-. Por un instante te abandoné, pero con gran
cariño te reuniré. En un arrebato de ira te escondí un instante mi rostro, pero
con misericordia eterna te quiero -dice el Señor, tu Redentor-.
Me sucede como en tiempo de Noé: Juré que las aguas del diluvio no volverían a
cubrir la tierra; así juro no airarme contra ti ni amenazarte. Aunque se
retiren los montes y vacilen las colinas, no se retirará de ti mi misericordia
ni mi alianza de paz vacilará -dice el Señor, que te quiere-. ¡Oh afligida,
zarandeada, desconsolada! Mira, yo mismo coloco tus piedras sobre azabaches,
tus cimientos sobre zafiros; te pondré almenas de rubí, y puertas de esmeralda,
y muralla de piedras preciosas. Tus hijos serán discípulos del Señor, tendrán
gran paz tus hijos. Tendrás firme asiento en la justicia. Estarás lejos de la
opresión, y no tendrás que temer; y lejos del terror, que no se acercará.
Si alguien te ataca, no será de parte mía; cualquiera que te ataque, contra ti
se estrellará. Yo he creado al herrero, que sopla en las brasas y saca una
herramienta; y yo he creado al devastador funesto: ninguna arma foro jada
contra ti tendrá éxito, ninguna lengua que te acuse en juicio logrará
condenarte. Esta es la herencia de los siervos del Señor, esta es la victoria
que yo les doy -oráculo del Señor-.
RESPONSORIO Cf. Is 54, 8. 10; 43, 11
R. Con
misericordia eterna te quiero -dice el Señor, tu Redentor-; * no se retirará de
ti mi misericordia ni mi alianza de paz vacilará.
V. Yo
soy el Señor; fuera de mí no hay salvador.
R. No
se retirará de ti mi misericordia ni mi alianza de paz vacilará.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Pedro Crisólogo,
obispo
(Sermón 160: PL 52, 620-622)
AQUEL QUE QUISO NACER PARA NOSOTROS NO
QUISO SER IGNORADO POR NOSOTROS
Aunque en el misterio mismo de la encarnación del Señor no faltaron claros
indicios de su divinidad, la solemnidad que hoy celebramos nos descubre y
revela de diversas maneras que Dios tomó naturaleza humana, para que nuestra
condición mortal, siempre envuelta por las tinieblas de la ignorancia, no
pierda por ignorancia lo que ha alcanzado tener y poseer sólo por gracia.
Pues aquel que quiso nacer para nosotros no quiso ser ignorado por nosotros, y
por eso se nos revela, para que este gran misterio de amor no se convierta en
ocasión de gran error.
Hoy los magos encuentran llorando en la cuna al que buscaban resplandeciente en
las estrellas. Hoy los magos contemplan claramente entre pañales al que larga y
re· signadamente buscaban en los astros, en la oscuridad de las señales.
Hoy los magos revuelven en su mente con profundo estupor lo que allí han visto:
el cielo en la tierra, la tierra en el cielo, el hombre en Dios, Dios en el
hombre, y a aquel a quien no puede contener el universo encerrado en un pequeño
cuerpecillo. Y, al verlo, lo aceptan sin discusión, como lo demuestran sus
dones simbólicos: el incienso, con el que profesan su divinidad; el oro,
expresión de la fe en su realeza; la mirra, como signo de su condición mortal.
Así los gentiles, que eran los últimos, llegan a ser los primeros, ya que la fe
de los magos inaugura la creencia de toda la gentilidad.
Hoy entra Cristo en las aguas del Jordán, para lavar los pecados del mundo: así
lo atestigua Juan con aquellas palabras: Éste es el Cordero de Dios, que quita
el pecado del mundo. Hoy el siervo prevalece sobre el Señor, el hombre sobre
Dios, Juan sobre Cristo; pero prevalece en vista a obtener el perdón, no a
darlo.
Hoy, como dice el salmista, la voz del Señor sobre las aguas. ¿Qué voz? Éste es
mi Hijo amado, en quien tengo mis complacencias.
Hoy el Espíritu Santo se cierne sobre las aguas en forma de paloma, para que así
como aquella otra paloma anunció a Noé que el diluvio había cesado en el mundo,
así ahora ésta fuera el indicio por el que los hombres conocieran que había
terminado el naufragio del mundo; y no lleva, como aquélla, una pequeña rama
del viejo olivo, sino que derrama sobre la cabeza del nuevo progenitor la
plenitud del crisma, para que se cumpla lo profetizado en el salmo: Por eso el
Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.
Hoy Cristo comienza la serie de sus signos celestiales al convertir el agua en
vino. Más tarde, el agua se convertirá en el sacramento de su sangre, con lo
que Cristo dará, a los que beban del vaso de su cuerpo, la auténtica bebida,
dando así cumplimiento a las palabras del salmista: Y mi copa rebosa.
RESPONSORIO
R. Tres
fueron los dones preciosos que los magos ofrecieron al Señor en aquel día, y
que encerraban en sí tres divinos misterios: * el oro, que lo reconocía como
rey poderoso; el incienso, que lo proclamaba como sumo sacerdote; y la mirra,
que profetizaba su muerte y sepultura.
V. Los
magos adoraron en la cuna al autor de nuestra salvación y de sus tesoros, le
ofrecieron presentes, llenos de un místico simbolismo.
R. El
oro, que lo reconocía como rey poderoso; el incienso, que lo proclamaba como
sumo sacerdote; y la mirra, que profetizaba su muerte y sepultura.
ORACIÓN.
OREMOS,
Te pedimos, Señor, que ilumines nuestros corazones con el esplendor de tu
divinidad, para que podamos pasar a través de las tinieblas de este mundo y
llegar a la patria de la eterna claridad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos.
Amén
Evangelio
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (4,12-17.23-25):
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a
Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el
territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta
Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del
Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una
luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les
brilló.»
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el
reino de los cielos.»
Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio
del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo. Su fama se extendió
por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de
enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curaba.
Y le seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y
Trasjordania.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Desde oriente vinieron unos magos a
Belén para adorar al Señor, y, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro,
como a rey soberano; incienso, como a Dios verdadero; y mirra, como a hombre
mortal. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Desde
oriente vinieron unos magos a Belén para adorar al Señor, y, abriendo sus
cofres, le ofrecieron regalos: oro, como a rey soberano; incienso, como a Dios
verdadero; y mirra, como a hombre mortal. Aleluya.
PRECES
Aclamemos a Cristo, salvador enviado por
Dios, a quien han contemplado los confines de la tierra, y digámosle:
Gloria a ti, Señor Jesús.
Redentor de todos los pueblos, que al venir al mundo destruiste el muro que
separaba a Israel de las naciones paganas,
haz que desaparezcan del mundo todas las discriminaciones que atentan contra la
dignidad humana.
Tú que por tu encarnación y tu nacimiento quisiste habitar entre nosotros,
enséñanos a descubrir tu presencia en la Iglesia y en todos los hombres.
Tú que nos has dado el pleno conocimiento de Dios, nuestro Padre,
ayúdanos a vivir plenamente de tu palabra por nuestra fe y por nuestras obras.
Tú que eres el «Dios-con-nosotros» que has renovado maravillosamente la
creación entera,
haz que en nosotros todo se renueve también: el corazón, las palabras y las
obras.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
A pesar de que en el mundo existe el odio y la division, oremos a aquel que nos
ha hermanado en Jesucristo diciento:
Padre nuestro...
ORACION
Te pedimos, Señor, que ilumines nuestros
corazones con el esplendor de tu divinidad, para que podamos pasar a través de
las tinieblas de este mundo y llegar a la patria de la eterna claridad. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Vísperas
†
(se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
Confiada
mira la luz dorada
que a ti hoy llega, Jerusalén:
de tu Mesías ve la alborada
sobre Belén.
El mundo todo ve hoy gozoso
la luz divina sobre Israel;
la estrella muestra al prodigioso
rey Emmanuel.
Ya los tres magos, desde el Oriente,
la estrella viendo, van de ella en pos;
dan sus primicias de amor ferviente
al niño Dios.
Ofrenda de oro que es Rey declara,
incienso ofrece a Dios su olor,
predice mirra muerte preclara,
pasión, dolor.
La voz del Padre, Cristo, te llama
su predilecto, sobre el Jordán.
Dios en los hombres hoy te proclama
valiente Juan.
Virtud divina resplandecía
del que del agua vino sacó,
cuando el anuncio de Eucaristía
Caná bebió.
A darte gloria, Señor, invita
la luz que al hombre viniste a dar,
luz que nos trae gloria infinita
de amor sin par. Amén.
Primer Salmo
Salmo 114: Acción de gracias
Ant: Arranca,
Señor, mi alma de la muerte, mis pies de la caída.
Hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios (Hch 14,22)
Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó.
Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Arranca,
Señor, mi alma de la muerte, mis pies de la caída.
Segundo Salmo
Salmo 120: El guardián del pueblo
Ant: El
auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el
bochorno (Ap 7,16)
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
Él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El
auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Cántico NT
Apocalipsis 15, 3-4: Himno de
adoración
Ant: Justos y
verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Grandes y maravillosas son tus
obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Justos y
verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Lectura Bíblica
2P 1,3-4 (cfr.)
Cristo,
por su divino poder, nos ha concedido todo lo que conduce a la vida y a la
piedad, dándonos a conocer al que nos ha llamado con su propia gloria y
potencia. Con eso, nos ha dado los inapreciables y extraordinarios bienes
prometidos, con los cuales podéis escapar de la corrupción que reina en el
mundo por la ambición, y participar del mismo ser de Dios.
V/. Será la
bendición de todos los pueblos
R/. Será la
bendición de todos los pueblos
V/. Lo
proclamarán dichoso todas las razas de la tierra.
R/. Todos los
pueblos
V/. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Será la
bendición de todos los pueblos
Cántico Evangélico
Ant: Al ver la
estrella los magos se llenaron de inmensa alegría; y, entrando en la casa,
ofrecieron al Señor oro, incienso y mirra.
†
(se hace la señal de la cruz
mientras se comienza a recitar)
Proclama mi alma la grandeza del
Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Al ver la
estrella los magos se llenaron de inmensa alegría; y, entrando en la casa,
ofrecieron al Señor oro, incienso y mirra.
Preces
Bendito sea el Señor Jesucristo, que ha visitado a los que vivían
en tinieblas y en sombras de muerte a fin de iluminarlos; supliquémosle,
diciendo:
Oh
Cristo, sol que naces de lo alto, ilumínanos con tu luz
·
- Señor Jesucristo, que al venir al mundo diste nacimiento a la
Iglesia, tu cuerpo,
haz que esta Iglesia crezca y se construya en la caridad.
· - Tú que
con tu poder gobiernas el cielo y la tierra,
haz que los pueblos y sus gobernantes reconozcan y confiesen tu soberanía
divina.
· - Tú que,
al hacerte hombre, has sido constituido sacerdote eterno,
haz que todos los sacerdotes sean ministros idóneos de tu redención.
· - Tú que,
en el seno de María Virgen, desposaste místicamente la humanidad con la
divinidad,
bendice a las vírgenes que se han consagrado a ti para ser tus esposas.
· - Tú que,
al unirte a nuestra naturaleza mortal, destruiste la muerte introducida por el
pecado,
transforma en vida eterna la muerte de nuestros difuntos.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres.
Como hijos que somos de Dios,
dirijámonos a nuestro Padre con la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a
nosotros tu reino;
hágase tu
voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos
dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Final
Te
pedimos, Señor, que tu divina luz ilumine nuestros corazones; con ella
avanzaremos a través de las tinieblas del mundo, hasta llegar a la patria donde
todo es eterna claridad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos.
Amén.
Si el que preside no es un
ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.