*LAS LAUDES
Y LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
*Santo
Tomás de Aquino, presbítero y doctor* de la
Iglesia, memoria obligatoria
Común de
doctores de la Iglesia
Salterio:
viernes de la tercera semana
Nació
alrededor del año 1225, de la familia de los condes de Aquino. Estudió primero
en el monasterio de Montecasino, luego en Nápoles; más tarde ingresó en la
Orden de Predicadores, y completó sus estudios en París y en Colonia, donde
tuvo por maestro a san Alberto Magno. Escribió muchas obras llenas de erudición
y ejerció también el profesorado, contribuyendo en gran manera al incremento de
la filosofía y de la teología. Murió cerca de Terracina el día 7 de marzo de
1274. Su memoria se celebra el día 28 de enero, por razón de que en esa fecha
tuvo lugar, el año 1369, el traslado de su cuerpo a Tolosa del Languedoc.
Laudes
Inicio
†
(se hace la
señal de la cruz sobre los labios mientras se dice:)
V/. -Señor,
Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
Salmo
94: Invitación a la alabanza divina
Ant: Venid,
adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Venid,
adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Himno
Experiencia
de Dios fue vuestra ciencia,
su Espíritu veraz os dio a beberla
en la revelación, que es su presencia
en velos de palabra siempre nueva.
Abristeis el camino para hallarla
a todo el que de Dios hambre tenía,
palabra del Señor que, al contemplarla,
enciende nuestras luces que iluminan.
Saber de Dios en vida convertido
es la virtud del justo, que, a su tiempo,
si Dios le dio la luz, fue lo debido
que fuera su verdad, su pensamiento.
En nuestro corazón de criaturas,
no se encendió la luz para esconderla,
que poco puede andar quien anda a oscuras
por sendas de verdad sin poder verla.
Demos gracias a Dios humildemente
y al Hijo, su Verdad que a todos guía,
dejemos que su Luz, faro esplendente,
nos guíe por el mar de nuestra vida. Amén.
Primer
Salmo
Salmo
50: Misericordia, Dios mío
Ant: Contra
ti, contra ti solo pequé, Señor, ten misericordia de mí.
Renovaos
en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana (Ef
4,23-24)
Misericordia,
Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
¡Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Contra
ti, contra ti solo pequé, Señor, ten misericordia de mí.
Cántico
AT
Jeremías
14,17-21: Lamentación del pueblo en tiempo de hambre y de guerra
Ant: Reconocemos,
Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.
Está
cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio (Mc 1,15)
Mis ojos
se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la Doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.
Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.
¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿Tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por qué nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.
Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Reconocemos,
Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.
Segundo
Salmo
Salmo
99: Alegría de los que entran en el templo
Si se ha rezado este salmo en el invitatorio, se reemplaza por el
Salmo 94
que se transcribe a continuación de éste.
Ant: El Señor
es Dios, y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño
El Señor
manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)
Aclama al
Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
Sabed que el Señor es Dios:
que Él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
94: Invitación a la alabanza divina
Sólo se reza en reemplazo del anterior.
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Señor
es Dios, y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño
Lectura
Bíblica
Sb 7,13-14
Aprendí la sabiduría sin malicia, la reparto sin envidia y no me
guardo sus riquezas. Porque es un tesoro inagotable para los hombres: los que
la adquieren se atraen la amistad de Dios, porque el don de su enseñanza los
recomienda.
V/. Que todos los pueblos proclamen la sabiduría de los santos.
R/. Que todos los pueblos proclamen la sabiduría de los santos.
V/. Y que la asamblea pregone su alabanza.
R/. La sabiduría de los santos.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Que todos los pueblos proclamen la sabiduría de los santos.
Lectura
Bíblica
V/. El Señor nos instruirá en sus
caminos.
R/. Y marcharemos por sus sendas.
Últimas palabras
de Moisés
Dt
31,1-15.12
En aquellos días, cuando Moisés terminó de
decir estas palabras a los israelitas, añadió:
«He cumplido ya ciento diez años, y me
encuentro impedido; además, el Señor me ha dicho: "No pasarás ese
Jordán." El Señor, tu Dios, pasará delante de ti. Él destruirá delante de
ti esos pueblos, para que te apoderes de ellos. Josué pasará delante de ti,
como ha dicho el Señor. El Señor los tratará como a los reyes amorreos Sijón y
Og, y como a sus tierras, que arrasó. Cuando el Señor os los entregue, haréis
con ellos lo que yo os he ordenado. ¡Sed fuertes y valientes, no temáis, no os
acobardéis ante ellos!, que el Señor, tu Dios, avanza a tu lado, no te dejará
ni te abandonará.»
Después Moisés llamó a Josué, y le dijo en
presencia de todo Israel:
«Sé fuerte y valiente, porque tú has de
introducir a este pueblo en la tierra que el Señor, tu Dios, prometió dar a tus
padres; y tú les repartirás la heredad. El Señor avanzará ante ti. Él estará
contigo; no te dejará ni te abandonará. No temas ni te acobardes.»
Moisés escribió esta ley y la consignó a los
sacerdotes levitas que llevan el arca de la alianza del Señor, y a todos los
concejales de Israel, y les mandó:
«Cada siete años, el año de la Remisión, por
la fiesta de las Chozas, cuando todo Israel acuda a presentarse ante el Señor,
tu Dios, en el lugar que él elija, se proclamará esta ley frente a todo el
pueblo. Congregad al pueblo, hombres, mujeres y niños, y al emigrante que viva
en tu vecindad, para que oigan y aprendan a respetar al Señor, vuestro Dios, y
pongan por obra todos los artículos de esta ley, mientras os dure la vida en la
tierra que vais a tomar en posesión, cruzando el Jordán. Hasta sus hijos,
aunque no tengan uso de razón, han de escuchar la ley, para que vayan aprendiendo
a respetar al Señor, vuestro Dios.»
El Señor dijo a Moisés:
«Está cerca el día de tu muerte. Llama a
Josué, presentaos en la tienda del Encuentro, y yo le daré mis órdenes.»
Moisés y Josué fueron a presentarse a la
tienda del Encuentro. El Señor se les apareció en la tienda, en una columna de
nubes, que fue a colocarse a la entrada de la tienda. El Señor ordenó a Josué:
«Sé fuerte y valiente, que tú has de
introducir a los israelitas en la tierra que he prometido. Yo estaré contigo.»
R/. Sé fuerte y valiente; porque el
Señor, tu Dios, avanza a tu lado y estará contigo; no temas.
V/. El Señor se pondrá a tu lado y
guardará tu pie de la trampa.
R/. Avanza a tu lado y estará
contigo; no temas.
En la cruz
hallamos el ejemplo de todas las virtudes
Santo Tomás de Aquino, presbítero
De las
Conferencias (Conferencia 6 sobre el Credo)
¿Era necesario que el Hijo de Dios padeciera
por nosotros? Lo era, ciertamente, y por dos razones fáciles de deducir: la
una, para remediar nuestros pecados; la otra, para darnos ejemplo de cómo hemos
de obrar.
Para remediar nuestros pecados, en efecto,
porque en la pasión de Cristo encontramos el remedio contra todos los males que
nos sobrevienen a causa del pecado.
La segunda razón tiene también su importancia,
ya que la pasión de Cristo basta para servir de guía y modelo a toda nuestra
vida. Pues todo aquel que quiera llevar una vida perfecta no necesita hacer
otra cosa que despreciar lo que Cristo despreció en la cruz y apetecer lo que
Cristo apeteció. En la cruz hallamos el ejemplo de todas las virtudes.
Si buscas un ejemplo de amor: Nadie
tiene más amor que el que da la vida por sus amigos. Esto es lo hizo
Cristo en la cruz. Y, por esto, si él entregó su vida por nosotros, no debemos
considerar gravoso cualquier mal que tengamos que sufrir por él.
Si buscas un ejemplo de paciencia,
encontrarás el mejor de ellos en la cruz. Dos cosas son las que nos dan la
medida de la paciencia: sufrir pacientemente grandes males, o sufrir, sin
rehuirlos, unos males que podrían evitarse. Ahora bien, Cristo, en la cruz,
sufrió grandes males y los soportó pacientemente, ya que en su pasión
no profería amenazas; como cordero llevado al matadero, enmudecía y no abría la
boca. Grande fue la paciencia de Cristo en la cruz: Corramos
en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y
completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la
cruz, despreciando la ignominia.
Si buscas un ejemplo de humildad, mira al
crucificado: él, que era Dios, quiso ser juzgado bajo el poder de Poncio Pilato
y morir.
Si buscas un ejemplo de obediencia, imita a
aquel que se hizo obediente al Padre hasta la muerte: Si por la
desobediencia de uno - es decir, de Adán- todos se
convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno todos se convertirán en
justos.
Si buscas un ejemplo de desprecio de las
cosas terrenales, imita a aquel que es Rey de reyes y Señor de señores,
en quien están encerrados todos los tesoros del saber y el conocer, desnudo
en la cruz, burlado, escupido, flagelado, coronado de espinas, a quien
finalmente, dieron a beber hiel y vinagre.
No te aficiones a los vestidos y riquezas, ya
que se repartieron mis ropas; ni a los honores, ya que él
experimentó las burlas y azotes; ni a las dignidades, ya que le
pusieron una corona de espinas, que habían trenzado; ni a los
placeres, ya que para mi sed me dieron vinagre.
R/. Supliqué, y se me concedió la
prudencia; invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y
tronos, y, en su comparación, tuve en nada la riqueza.
V/. ¿Quién conocerá tu designio,
Señor, si tú no le das la sabiduría, enviando tu Santo Espíritu desde el cielo?
R/. La preferí a cetros y tronos, y,
en su comparación, tuve en nada la riqueza.
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,26-34)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de Dios se
parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se
levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La
tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la
espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque
ha llegado la siega.»
Dijo también: «¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos?
Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña,
pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan
grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.»
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su
entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo
explicaba todo en privado.
Palabra del Señor
Cántico
Evangélico
Ant: Bendito
sea el Señor, por cuyo amor santo Tomás estudió, oró asiduamente y trabajó.
†
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Bendito
sea el Señor, por cuyo amor santo Tomás estudió, oró asiduamente y trabajó.
Preces
Demos gracias a Cristo, el buen
Pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle, diciendo:
Apacienta a tu pueblo, Señor
·
- Señor Jesucristo, que en los santos pastores nos has revelado tu
misericordia y tu amor,
haz que por ellos continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.
·
- Señor Jesucristo, que a través de los santos pastores sigues
siendo el único pastor de tu pueblo,
no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
·
- Señor Jesucristo, que por medio de los santos pastores eres el
médico de los cuerpos y de las almas,
haz que nunca falten a tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas
de una vida santa.
·
- Señor Jesucristo que has adoctrinado a la Iglesia con la
prudencia y el amor de los santos,
haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.
Se pueden
añadir algunas intenciones libres.
Llenos
del Espíritu de Jesucristo, acudamos a nuestro Padre común, diciendo:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea
tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Oh Dios, que hiciste de santo Tomás de Aquino un varón preclaro
por su anhelo de santidad y por su dedicación a las ciencias sagradas,
concédenos entender lo que él enseñó e imitar el ejemplo que nos dejó en su
vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo
individual:
†
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
Vísperas
Inicio
†
(se hace la
señal de la cruz mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
Verbo de
Dios, eterna luz divina,
fuente eternal de toda verdad pura,
gloria de Dios que el cosmos ilumina,
antorcha toda luz en noche oscura.
Palabra eternamente pronunciada
en la mente del Padre sin principio,
que en el tiempo a los hombres nos fue dada,
de la Virgen María, hecha Hijo.
Las tinieblas de muerte y de pecado
en que yacía el hombre, así vencido,
su verdad y su luz han disipado,
con su vida y su muerte ha redimido.
No dejéis de brillar, faros divinos,
con destellos de luz que Dios envía,
proclamad la verdad en los caminos
de los hombres y pueblos, sed su guía. Amén.
Primer
Salmo
Salmo
134-I: Himno a Dios, realizador de maravillas
Ant: El Señor
es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
Vosotros
sois... un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os
llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa (1P 2,9)
Alabad el
nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.
Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.
Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta los vientos de sus silos.
Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
-en medio de ti, Egipto-
contra el Faraón y sus ministros.
Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos,
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Señor
es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
Segundo
Salmo
Salmo
134-II:
Ant: Casa de
Israel, bendecid al Señor; tañed para su nombre, que es amable
Señor, tu
nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.
Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,
tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendecid al Señor.
Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Casa de
Israel, bendecid al Señor; tañed para su nombre, que es amable
Cántico
NT
Apocalipsis
15, 3-4: Himno de adoración
Ant: Vendrán
todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.
Grandes y
maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Vendrán
todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.
Lectura
Bíblica
St 3,17-18
La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura, y, además, es
amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras,
constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto
es la justicia.
V/. En la asamblea le da la palabra.
R/. En la asamblea le da la palabra.
V/. Lo llena de espíritu, sabiduría e inteligencia,
R/. Le da la palabra.
V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. En la asamblea le da la palabra.
Cántico
Evangélico
Ant: Dios le
concedió una sabiduría extraordinaria; él la aprendió sin malicia y la repartió
sin envidia.
†
(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Dios le
concedió una sabiduría extraordinaria; él la aprendió sin malicia y la repartió
sin envidia.
Preces
Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice a favor de los
hombres, en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente, diciendo:
Salva a tu pueblo, Señor
·
- Tú que por medio de pastores santos y eximios, has hecho
resplandecer de modo admirable a tu Iglesia,
haz que los cristianos se alegren siempre de ese resplandor
·
- Tú que, cuando los santos pastores te suplicaban, como Moisés,
perdonaste los pecados del pueblo,
santifica por su intercesión a tu Iglesia con una purificación continua
·
- Tú que en medio de los fieles consagraste a los santos pastores
y por tu Espíritu los dirigiste,
llena del Espíritu Santo a todos los que rigen a tu pueblo
·
- Tú que fuiste el lote y la heredad de los santos pastores,
no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre esté
alejado de ti
·
- Tú que, por medio de los pastores de la Iglesia, das la vida
eterna a tus ovejas para que nadie las arrebate de tu mano,
salva a los difuntos por quienes entregaste tu vida.
Se pueden
añadir algunas intenciones libres.
Reconociendo
que nuestra fuerza para no caer en la tentación se halla en Dios, digamos
confiadamente:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea
tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Oh Dios, que hiciste de santo Tomás de Aquino un varón preclaro
por su anhelo de santidad y por su dedicación a las ciencias sagradas,
concédenos entender lo que él enseñó e imitar el ejemplo que nos dejó en su
vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo
individual:
†
(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.