*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*San Luis Beltrán,
Patrono de Colombia*
9 de Octubre
SABADO SEMANA III
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: CANTEMOS AL SEÑOR CON INDECIBLE GOZO.
Cantemos al Señor con indecible gozo,
él guarde la esperanza de nuestro corazón,
dejemos la inquietud posar entre sus manos,
abramos nuestro espíritu a su infinito amor.
Dichoso será aquel que siempre en él confía
en horas angustiosas de lucha y de aflicción,
confiad en el Señor si andáis atribulados,
abramos nuestro espíritu a su infinito amor.
Los justos saben bien que Dios siempre nos ama,
en penas y alegrías su paz fue su bastión,
la fuerza del Señor fue gloria en sus batallas,
abramos nuestro espíritu a su infinito amor.
Envíanos, Señor, tu luz esplendorosa
si el alma se acongoja en noche y turbación,
qué luz, qué dulce paz en Dios el hombre encuentra;
abramos nuestro espíritu a su infinito amor.
Recibe, Padre santo, el ruego y la alabanza,
que a ti, por Jesucristo y por el Consolador,
dirige en comunión tu amada y santa Iglesia;
abramos nuestro espíritu a su infinito amor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables.
Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables.
Ant 2. Mándame tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos.
Cántico: DAME SEÑOR, LA SABIDURÍA Sb 9, 1-6. 9-11
Dios de los padres y Señor de la misericordia,
que con tu palabra hiciste todas las cosas,
y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus creaturas,
y para que rigiese el mundo con santidad y justicia
y lo gobernase con rectitud de corazón.
Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.
Pues aunque uno sea perfecto
entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.
Contigo está la sabiduría conocedora de tus obras,
que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.
Mándala de tus santos cielos
y de tu trono de gloria envíala
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.
Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mándame tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos.
Ant 3. La fidelidad del Señor dura por siempre.
Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La fidelidad del Señor dura por siempre.
LECTURA BREVE Flp 2, 14-15
Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones, a fin de que seáis
irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha, en medio de esta
generación mala y perversa, entre la cual aparecéis como antorchas en el mundo.
RESPONSORIO BREVE
V. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
V. Mi heredad en el país de la vida.
R. Tú eres mi refugio.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
PRIMERA LECTURA
Comienza el libro del
profeta Sofonías 1, 2-7. 14--2, 3
JUICIO DEL SEÑOR CONTRA
JUDÁ
Palabra del Señor que fue dirigida a Sofonías, hijo de Cusí, en tiempo de
Josías, hijo de Amón, rey de Judá:
«Arrebataré todo de la superficie de la tierra, arrebataré hombres y animales,
arrebataré aves del cielo y peces del mar; haré caer a los idólatras;
exterminaré a los hombres de la superficie de la tierra -oráculo del Señor-.
Tenderé mi mano contra Judá, contra los habitantes de Jerusalén, exterminaré de
este lugar el resto de los Baales, el nombre de sus sacerdotes y adivinos; a
los que adoran sobre las terrazas al ejército de los astros, a los que adoran
al Señor y juran por su nombre, y al mismo tiempo juran por Milcom; a los que
apostatan del Señor, a los que no lo buscan ni consultan.
¡Silencio delante del Señor!, que se acerca el día del Señor: el Señor ha
preparado un sacrificio y ha santificado a sus invitados. Se acerca el día
grande del Señor, se acerca con gran rapidez: el día del Señor es más ligero
que un fugitivo, más rápido que un soldado. Será un día de cólera, día de
angustia y aflicción, día de turbación y espanto, día de oscuridad y tinieblas,
día de nublado y sombra, día de trompetas y alaridos, contra las ciudades
fortificadas, contra las altas almenas.
Aterraré a los hombres para que caminen como ciegos, porque pecaron contra el
Señor; su sangre será arrojada como polvo, sus entrañas como excremento. Ni su
plata ni su oro podrán salvarlos en el día de la cólera del Señor; la tierra
entera será consumida en el fuego de su venganza, porque llega la destrucción
aterradora para todos los habitantes de la tierra.
Agrupaos, congregaos, pueblo despreciable, antes de que seáis arrebatados como
el tamo que se disipa en un día. Antes de que os alcance el incendio de la ira
del Señor, antes de que os alcance el día de su ira, buscad al Señor, vosotros,
los humildes que cumplís sus mandamientos; buscad la justicia, buscad la
humildad, quizá podáis quedar seguros el día de la ira del Señor.»
RESPONSORIO
So 2, 3; Lc 6, 20
R. Buscad al Señor, vosotros, los
humildes que cumplís sus mandamientos; * buscad la justicia, buscad la
mansedumbre.
V. Dichosos vosotros, los pobres,
porque vuestro es el reino de Dios.
R. Buscad la justicia, buscad la
mansedumbre.
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de san
Gregorio Magno, papa, sobre los Evangelios
(Homilía 17, 3. 14: PL 76, 1139-1140. 1146)
NUESTRO MINISTERIO
PASTORAL
Escuchemos lo que dice el Señor a los predicadores que envía a sus campos: La
mies es mucha, pero los operarios son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies
que envíe trabajadores a su mies. Por tanto para una mies abundante son pocos
los trabajadores; al escuchar esto, no podemos dejar de sentir una gran
tristeza, porque hay que reconocer que, si bien hay personas que desean
escuchar cosas buenas, faltan, en cambio, quienes se dediquen a anunciarlas.
Mirad cómo el mundo está lleno de sacerdotes, y, sin embargo, es muy difícil
encontrar un trabajador para la mies del Señor; porque hemos recibido el
ministerio sacerdotal, pero no cumplimos con los deberes de este ministerio.
Pensad, pues, amados hermanos, pensad bien en lo que dice el Evangelio: Rogad
al Señor de la mies que envíe trabajadores a su mies. Rogad también por
nosotros, para que nuestro trabajo en bien vuestro sea fructuoso y para que
nuestra voz no deje nunca de exhortaros, no sea que, después de haber recibido
el ministerio de la predicación, seamos acusados ante el justo Juez por nuestro
silencio. Porque unas veces los predicadores no dejan oír su voz a causa de su
propia maldad, otras, en cambio, son los súbditos quienes impiden que la
palabra de los que presiden nuestras asambleas llegue al pueblo.
Efectivamente, muchas veces es la propia maldad la que impide a los
predicadores levantar su voz, como lo afirma el salmista: Dios dice al pecador:
«¿Por qué recitas mis preceptos?» Otras veces, en cambio, son los súbditos
quienes impiden que se oiga la voz de los predicadores, como dice el Señor a
Ezequiel: Te pegaré la lengua al paladar, te quedarás mudo y no podrás ser su
acusador; pues son Casa Rebelde. Como si claramente dijera: «No quiero que
prediques, porque este pueblo, con sus obras, me irrita hasta tal punto que se
ha hecho indigno de oír la exhortación para convertirse a la verdad.» Es
difícil averiguar por culpa de quién deja de llegar al pueblo la palabra del
predicador, pero, en cambio, fácilmente se ve cómo el silencio del predicador
perjudica siempre al pueblo y, algunas veces, incluso al mismo predicador.
Y hay aún, amados hermanos, otra cosa, en la vida de los pastores, que me
aflige sobremanera; pero, a fin de que lo que voy a decir no parezca injurioso
para algunos, empiezo por acusarme yo mismo de que, aun sin desearlo, he caído
en este defecto, arrastrado sin duda por el ambiente de este calamitoso tiempo
en que vivimos.
Me refiero a que nos vemos como arrastrados a vivir de una manera mundana, buscando
el honor del ministerio episcopal y abandonando, en cambio, las obligaciones de
este ministerio. Descuidamos, en efecto, fácilmente el ministerio de la
predicación y, para vergüenza nuestra, nos continuamos llamando obispos; nos
place el prestigio que da este nombre, pero, en cambio, no poseemos la virtud
que este nombre exige. Así, contemplamos plácidamente cómo los que están bajo
nuestro cuidado abandonan a Dios, y nosotros no decimos nada; se hunden en el
pecado, y nosotros nada hacemos para darles la mano y sacarlos del abismo.
Pero, ¿cómo podríamos corregir a nuestros hermanos, nosotros, que descuidamos
incluso nuestra propia vida? Entregados a las cosas de este mundo, nos vamos
volviendo tanto más insensibles a las realidades del espíritu, cuanto mayor
empeño ponemos en interesarnos por las cosas visibles.
Por eso dice muy bien la Iglesia, refiriéndose a sus miembros enfermos: Me
pusieron a guardar sus viñas; y mi viña, la mía, no la supe guardar. Elegidos
como guardas de las viñas, no custodiamos ni tan sólo nuestra propia viña, sino
que, entregándonos a cosas ajenas a nuestro oficio, descuidamos los deberes de
nuestro ministerio.
RESPONSORIO
Lc 10, 2; Sal 61, 9
R. La mies es mucha, pero los
operarios son pocos; * rogad al Señor que envíe trabajadores a su mies.
V. Pueblo suyo, confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón.
R. Rogad al Señor que envíe
trabajadores a su mies.
*Lecturas del Sábado de la 27ª semana del Tiempo Ordinario*
Sábado, 9 de octubre de 2021
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas (11,27-28):
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer del pueblo
gritando, le dijo: «¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te
amamantaron!»
Pero Jesús le respondió: «Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de
Dios y la ponen en práctica».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
PRECES
Invoquemos a Dios por intercesión de María, a quien el Señor
colocó por encima de todas las creaturas celestiales y terrenas, diciendo:
Contempla, Señor, a la Madre de tu Hijo y escúchanos.
Padre de misericordia, te damos gracias porque nos has dado a María como madre
y ejemplo;
santifícanos por su intercesión.
Tú que hiciste que María meditara tus palabras, guardándolas en su corazón, y
fuera siempre fidelísima hija tuya,
por su intercesión haz que también nosotros seamos de verdad hijos tuyos y
discípulos de tu Hijo.
Tú que quisiste que María concibiera por obra del Espíritu Santo,
por intercesión de María otórganos los frutos de este mismo Espíritu.
Tú que diste fuerza a María para permanecer junto a la cruz y la llenaste de
alegría con la resurrección de tu Hijo,
por intercesión de María confórtanos en la tribulación y reanima nuestra
esperanza.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos nuestras súplicas con la oración que el mismo Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Dios misericordioso, fuente y origen de nuestra salvación, haz
que, mientras dure nuestra vida aquí en la tierra, te alabemos constantemente y
podamos así participar un día en la alabanza eterna del cielo. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*San Luis Beltrán, Patrono de Colombia*
Nació en Valencia, España, en 1526. Desde muy niño se caracterizó
por su humildad y obediencia. A los 18 años ingresó a la Orden de Santo Domingo
y en 1547 fue ordenado sacerdote por Santo Tomás de Villanueva.
Cinco años después fue nombrado maestro de los novicios. Como
profesor San Luis era muy estricto y severo, y se preocupaba porque sus alumnos
renunciaran sinceramente al mundo y se unieran perfectamente a Dios.
En 1562, San Luis Beltrán fue enviado a predicar el Evangelio a
los indígenas de América y llegó al puerto de Cartagena, Colombia. Sólo hablaba
español pero Dios le concedió el don de lenguas, profecía y milagros.
También trabajó en Tubera, Paluato, Cipacoa y Portavento. Durante
su trabajo en América convirtió a miles de indígenas, desde el istmo de Panamá
hasta en las islas del Caribe. Varios años después, en 1569, regresó a España
donde se dedicó a la formación de los nuevos misioneros encargados de continuar
su tarea evangelizadora en América.
Tras una dolorosa enfermedad San Luis Beltrán, patrono de
Colombia, murió el 9 de octubre de 1581 y fue canonizado en 1671.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: HOY ROMPE LA CLAUSURA
Hoy rompe la clausura
del surco empedernido
el grano en él hundido
por nuestra mano dura;
y hoy da su flor primera
la rama sin pecado
del árbol mutilado
por nuestra mano fiera.
Hoy triunfa el buen Cordero
que, en esta tierra impía,
se dio con alegría
por el rebaño entero;
y hoy junta su extraviada
majada y la conduce
al sitio en que reluce
la luz resucitada.
Hoy surge, viva y fuerte,
segura y vencedora,
la Vida que hasta ahora
yacía en honda muerte;
y hoy alza del olvido
sin fondo y de la nada
al alma rescatada
y al mundo redimido. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Desead la paz a Jerusalén.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Desead la paz a Jerusalén.
Ant 2. Desde la aurora hasta la noche mi alma aguarda al Señor.
Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Desde la aurora hasta la noche mi alma aguarda al Señor.
Ant 3. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la
tierra. Aleluya.
Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2, 6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la
tierra. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Pe 1, 19-21
Tenemos confirmada la palabra profética, a la que hacéis bien en prestar
atención, como a lámpara que brilla en lugar oscuro, hasta que despunte el día
y salga el lucero de la mañana en vuestro corazón. Ante todo habéis de saber
que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada; pues nunca
fue proferida alguna por voluntad humana, sino que, llevados del Espíritu
Santo, hablaron los hombres de parte de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del
Señor.
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del
Señor.
V. Su gloria se eleva sobre los cielos.
R. Alabado sea el nombre del Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del
Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Abriré mis labios para hablar en parábolas; declararé cosas que
han estado ocultas desde la creación del mundo.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Abriré mis labios para hablar en parábolas; declararé cosas que
han estado ocultas desde la creación del mundo.
PRECES
Invoquemos a Cristo, alegría de cuantos se refugian en él, y
digámosle:
Míranos y escúchanos, Señor.
Testigo fiel y primogénito de entre los muertos, tú que nos purificaste con tu
sangre
no permitas que olvidemos nunca tus beneficios.
Haz que aquellos a quienes elegiste como ministros de tu Evangelio
sean siempre fieles y celosos dispensadores de los misterios del reino.
Rey de la paz, concede abundantemente tu Espíritu a los que gobiernan las
naciones
para que cuiden con interés de los pobres y postergados.
Sé ayuda para cuantos son víctimas de cualquier segregación por causa de su
raza, color, condición social, lengua o religión
y haz que todos reconozcan su dignidad y respeten sus derechos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
A los que han muerto en tu amor dales también parte en tu felicidad
con María y con todos tus santos.
Porque Jesús ha resucitado, todos somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a
decir:
Padre nuestro...
ORACION
Mira con misericordia a estos tus hijos, Señor, y multiplica tu
gracia sobre nosotros, para que, fervorosos en la fe, la esperanza y el amor,
perseveremos en el fiel cumplimiento de tus mandamientos. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.