*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Santa Isabel de
Portugal*
4 de Julio
DOMINGO SEMANA II
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Himno: CRISTO, EL SEÑOR
Cristo, el Señor,
como la primavera,
como una nueva aurora,
resucitó.
Cristo, nuestra Pascua,
es nuestro rescate,
nuestra salvación.
Es grano en la tierra,
muerto y florecido,
tierno pan de amor.
Se rompió el sepulcro,
se movió la roca,
y el fruto brotó.
Dueño de la muerte,
en el árbol grita
su resurrección.
Humilde en la tierra,
Señor de los cielos,
su cielo nos dio.
Ábranse de gozo
las puertas del Hombre,
que al hombre salvó.
Gloria para siempre
al Cordero humilde
que nos redimió. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya.
Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya.
Ant 2. Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya.
Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya.
Ant 3. Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya.
Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR.
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su augusto firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta, alabe al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya.
LECTURA BREVE Ez 36, 25-27
Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras
inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os infundiré
un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré
un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis
preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos.
RESPONSORIO BREVE
V. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tú nombre.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tú nombre.
V. Pregonando tus maravillas.
R. Invocando tú nombre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
Primera Lectura
Del primer libro de Samuel 17, 1-10. 23b-26. 40-51
DAVID LUCHA CONTRA GOLIAT
En aquellos días, reunieron los filisteos sus tropas para la
guerra y se concentraron en Soko de Judá, acampando entre Soko y Azeca, en Efes-Dammim.
También se reunieron Saúl y los hombres de Israel y acamparon en el valle del
Terebinto, y se pusieron en orden de batalla frente a los filisteos. Ocupaban
los filisteos una montaña por un lado y los israelitas ocupaban la montaña
frontera, quedando el valle de por medio.
Salió de las filas de los filisteos un hombre de las tropas de choque, llamado
Goliat, de Gat, de seis codos y un palmo de estatura; tenía un yelmo de bronce
sobre su cabeza y estaba revestido de una coraza de escamas, siendo el peso de la
coraza cinco mil siclos de bronce. Tenía en las piernas grebas de bronce, y un
escudo, también de bronce, sobre su espalda. El asta de su lanza era como
enjullo de tejedor y la punta de su lanza pesaba seiscientos siclos de hierro.
Lo precedía su escudero.
Goliat se plantó y gritó a las filas de Israel, diciéndoles: «¿Para qué habéis
salido a poneros en orden de batalla? ¿Acaso no soy yo filisteo y vosotros
servidores de Saúl? Escogeos un hombre que baje contra mí. Si es capaz de pelear
conmigo y me mata, seremos vuestros servidores; pero, si yo lo venzo y lo mato,
quedaréis sometidos a nosotros y nos serviréis.» Y añadió el filisteo: «Yo
desafío hoy a las filas de Israel: dadme un hombre y lucharemos mano a mano.» David
lo oyó; los israelitas, al ver a aquel hombre, huyeron aterrados. Uno dijo: «¿Habéis
visto a ese hombre que sube? ¡Pues sube a desafiar a Israel! Al que lo venza, el
rey lo colmará de riquezas, le dará su hija y librará de impuestos a la familia
de su padre en Israel.» David preguntó a los que estaban a su lado: «¿Qué le
darán al que venza a ese filisteo y salve la honra de Israel? Porque, ¿quién es
ese filisteo incircunciso para injuriar a las huestes del Dios vivo?» David
tomó su cayado en la mano, escogió en el torrente cinco guijarros lisos y los
puso en su morral de pastor; tomó su honda y avanzó hacia el filisteo. Éste fue
avanzando y acercándose a David, precedido de su escudero. Al ver a David, lo
despreció, porque era un muchacho rubio y apuesto. Dijo el filisteo a David: «¿Te
has creído que soy un perro, para venir contra mí con un palo?» Y maldijo a
David por sus dioses. Luego le dijo:
«Ven a mí, que yo daré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo.»
David respondió al filisteo: «Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina,
pero yo voy contra ti en nombre del Señor Dios de los ejércitos de Israel, a
quien tú has desafiado. Ahora mismo te entrega el Señor en mis manos, te mataré
y te cortaré la cabeza, y entregaré hoy mismo tu cadáver y los cadáveres de los
filisteos a las aves del cielo y a las fieras de la tierra, y sabrá toda la tierra
que hay Dios en Israel. Y toda esta asamblea sabrá que no es por la espada ni
por la lanza como salva el Señor, porque del Señor es esta batalla y él os entrega
en nuestras manos.»
Se acercó el filisteo y avanzó contra David. Éste salió de las filas del
campamento y corrió al encuentro del filisteo. Metió David la mano en su morral
y sacó un guijarro; lo lanzó con la honda e hirió al filisteo en la frente; la
piedra se le clavó en su frente y cayó de bruces en tierra.
Y venció David al filisteo con la honda y la piedra; hirió al filisteo y lo
mató sin tener espada en su mano. Corrió David, se detuvo sobre el filisteo y,
tomando la espada de él, la sacó de su vaina, lo remató y le cortó la cabeza.
Viendo los filisteos que había muerto su campeón, huyeron.
Responsorio Cf. 1 S 17, 37; Sal 56,
4-5
R. El Señor que me ha librado de las garras del león y de las
garras del oso, * me librará de las manos de mis enemigos.
V. Dios enviará su gracia y su lealtad; estoy echado entre
leones.
R. Me librará de las manos de mis enemigos.
Segunda Lectura
De los sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 19, 2-3: CCL 41, 252-254)
MI SACRIFICIO ES UN ESPÍRITU QUEBRANTADO
Yo reconozco mi culpa, dice el salmista. Si yo la reconozco,
dígnate tú perdonarla. No tengamos en modo alguno la presunción de que vivimos rectamente
y sin pecado. Lo que atestigua a favor de nuestra vida es el reconocimiento de
nuestras culpas. Los hombres sin remedio son aquellos que dejan de atender a
sus propios pecados para fijarse en los de los demás. No buscan lo que hay que
corregir, sino en qué pueden morder. Y, al no poderse excusar a sí mismos,
están siempre dispuestos a acusar a los demás. No es así como nos enseña el
salmo a orar y dar a Dios satisfacción, ya que dice: Pues yo reconozco mi
culpa, tengo siempre presente mi pecado. El que así ora no atiende a los
pecados ajenos, sino que se examina a sí mismo, y no de manera superficial,
como quien palpa, sino profundizando en su interior. No se perdona a sí mismo,
y por esto precisamente puede atreverse a pedir perdón.
¿Quieres aplacar a Dios? Conoce lo que has de hacer contigo mismo para que Dios
te sea propicio. Atiende a lo que dice el mismo salmo: Los sacrificios no te
satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Por tanto, ¿es que
has de prescindir del sacrificio? ¿Significa esto que podrás aplacar a Dios sin
ninguna oblación? ¿Qué dice el salmo? Los sacrificios no te satisfacen: si te
ofreciera un holocausto, no lo querrías. Pero continúa y verás que dice: Mi
sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú
no lo desprecias. Dios rechaza los antiguos sacrificios, pero te enseña qué es lo
que has de ofrecer. Nuestros padres ofrecían víctimas de sus rebaños, y éste
era su sacrificio. Los sacrificios no te satisfacen, pero quieres otra clase de
sacrificios.
Si te ofreciera un holocausto -dice-, no lo querrías. Si no quieres, pues, holocaustos,
¿vas a quedar sin sacrificios? De ningún modo. Mi sacrificio es un espíritu
quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. Éste es
el sacrificio que has de ofrecer. No busques en el rebaño, no prepares navíos
para navegar hasta las más lejanas tierras a buscar perfumes. Busca en tu
corazón la ofrenda grata a Dios. El corazón es lo que hay que quebrantar. Y no
temas perder el corazón al quebrantarlo, pues dice también el salmo: Oh Dios,
crea en mí un corazón puro. Para que sea creado este corazón puro, hay que
quebrantar antes el impuro.
Sintamos disgusto de nosotros mismos cuando pecamos, ya que el pecado disgusta
a Dios. Y, ya que no estamos libres de pecado, por lo menos asemejémonos a Dios
en nuestro disgusto por lo que a él le disgusta. Así tu voluntad coincide en
algo con la de Dios, en cuanto que te disgusta lo mismo que odia tu Hacedor.
Responsorio
R. Mis pecados, Señor, se han clavado en mí como saetas; pero
antes de que en mí produzcan llagas, * sáname, Señor, con
el remedio de la penitencia.
V. Crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con
espíritu firme.
R. Sáname, Señor, con el remedio de la penitencia.
*Lecturas
del Domingo 14º del Tiempo Ordinario Ciclo B*
Domingo, 4 de julio de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Marcos (6,1-6)*
En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía
se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le
han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo
de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven
con nosotros aquí?»
Y esto les resultaba escandaloso.
Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus
parientes y en su casa.»
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las
manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor
enseñando.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Muchos quedaban admirados de
Cristo y se preguntaban: «¿De dónde le viene tanta sabiduría?
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Muchos quedaban admirados de Cristo y se
preguntaban: «¿De dónde le viene tanta
sabiduría?
PRECES
Invoquemos, hermanos, a nuestro Salvador, que ha venido al mundo
para ser «Dios-con-nosotros», y digámosle confiadamente:
Señor Jesús, rey de la gloria, sé tú nuestra luz y nuestro gozo.
Señor Jesús, sol que nace de lo alto y primicia de la humanidad resucitada,
haz que siguiéndote a ti no caminemos nunca en sombras de muerte, sino que
tengamos siempre la luz de la vida.
Que sepamos descubrir, Señor, cómo todas las creaturas están llenas de tus
perfecciones,
para que así, en todas ellas, sepamos contemplarte a ti.
No permitas, Señor, que hoy nos dejemos vencer por el mal,
antes danos tu fuerza para que venzamos al mal a fuerza del bien.
Tú que, bautizado por Juan en el Jordán, fuiste ungido con el Espíritu Santo,
asístenos durante este día para que actuemos movidos por este mismo Espíritu.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Por Jesús nos llamamos y somos hijos de Dios; por ello nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a
la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede los
gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*Santa Isabel de Portugal*
*Isabel significa "Promesa de Dios" (Isab = promesa. El
= Dios)*.
Nació en 1270. Era hija del rey Pedro III de Aragón, nieta del rey
Jaime el Conquistador, biznieta del emperador Federico II de Alemania. Le
pusieron este nombre en honor de su tía abuela Santa Isabel de Hungría.
Santa Isabel tuvo la dicha que su familia se esmerara
extremadamente en formarla lo mejor posible en su niñez. Desde muy niña tenía
una notable inclinación hacia la piedad, y un gusto especial por imitar los
buenos ejemplos que leía en las vidas de los santos o que observaba en las
vidas de las personas buenas. En su casa le enseñaron que si quería en verdad
agradar a Dios debía unir a su oración, la mortificación de sus gustos y
caprichos y esforzarse por evitar todo aquello que la pudiera inclinar hacia el
pecado. Le repetían la frase antigua: "tanta mayor libertad de espíritu
tendrás, cuanto menos deseos de cosas inútiles o dañosas tengas". Sus
educadores le enseñaron que una mortificación muy formativa es acostumbrarse a
no comer nada entre horas (o sea entre comida y comida), y soportar con
paciencia que no se cumplan los propios deseos, y esmerarse cada día por no
amargarle ni complicarle la vida a los demás. Dicen sus biógrafos que la formidable
santidad que demostró más tarde se debe en gran parte a la esmerada educación
que ella recibió en su niñez.
A los 15 años ya sus padres la habían casado con el rey de
Portugal, Dionisio. Este hombre admiraba las cualidades de tan buena esposa,
pero él por su parte tenía un genio violento y era bastante infiel en su
matrimonio, llevaba una vida nada santa y bastante escandalosa, lo cual era una
continua causa de sufrimientos para la joven reina, quien soportara todo con la
más exquisita bondad y heroica paciencia.
El rey no era ningún santo, pero dejaba a Isabel plena libertad
para dedicarse a la piedad y a obras de caridad. Ella se levantaba de madrugada
y leía cada día seis salmos de la Santa Biblia. Luego asistía devotamente a la
Santa Misa; enseguida se dedicaba a dirigir las labores del numeroso personal
del palacio. En horas libres se reunía con otras damas a coser y bordar y
fabricar vestidos para los pobres. Las tardes las dedicaba a visitar ancianos y
enfermos y a socorrer cuanto necesitado encontraba.
Hizo construir albergues para indigentes, forasteros y peregrinos.
En la capital fundó un hospital para pobres, un colegio gratuito para niñas,
una casa para mujeres arrepentidas y un hospicio para niños abandonados.
Conseguía ayudas para construir puentes en sitios peligrosos y repartía con
gran generosidad toda clase de ayudas. Visitaba enfermos, conseguía médicos
para los que no tenían con qué pagar la consulta; hacía construir conventos
para religiosos, a las muchachas muy pobres les costeaba lo necesario para que
pudieran entrar al convento, si así lo deseaban. Tenía guardada una linda
corona de oro y unos adornos muy bellos y un hermoso vestido de bodas, que
prestaba a las muchachas más pobres, para que pudieran lucir bien hermosas el
día de su matrimonio.
Su marido el rey Dionisio era un buen gobernante pero vicioso y
escandaloso. Ella rezaba por él, ofrecía sacrificios por su conversión y se
esforzaba por convencerlo con palabras bondadosas para que cambiara su
conducta. Llegó hasta el extremo de educarle los hijos naturales que él tenía
con otras mujeres.
Tuvo dos hijos: Alfonso, que será rey de Portugal, sucesor de su
padre, y Constancia (futura reina de Castilla). Pero Alfonso dio muestras desde
muy joven de poseer un carácter violento y rebelde. Y en parte, esta rebeldía
se debía a las preferencias que su padre demostraba por sus hijos naturales. En
dos ocasiones Alfonso promovió la guerra civil en su país y se declaró contra
su propio padre. Isabel trabajó hasta lo increíble, con su bondad, su
amabilidad y su extraordinaria capacidad de sacrificio y su poder de
convicción, hasta que obtuvo que el hijo y el papá hicieran las paces. Lo grave
era que los partidos políticos hacían todo lo más posible para poder enemistar
al rey Dionisio y su hijo Alfonso.
Algunas veces cuando los ejércitos de su esposo y de su hijo se
preparaban para combatirse, ella vestida de sencilla campesina atravesaba los
campos y se iba hacia donde estaban los guerreros y de rodillas ante el esposo
o el hijo les hacía jurarse perdón y obtenía la paz. Son impresionantes las
cartas que se conservan de esta reina pacificadora. Escribe a su esposo:
"Como una loba enfurecida a la cual le van a matar a su hijito, lucharé
por no dejar que las armas del rey se lancen contra nuestro propio hijo. Pero
al mismo tiempo haré que primero me destrocen a mí las armas de los ejércitos
de mi hijo, antes que ellos disparen contra los seguidores de su padre".
Al hijo le escribe: "Por Santa María la Virgen, te pido que hagas las paces
con tu padre. Mira que los guerreros queman casas, destruyen cultivos y
destrozan todo. No con las armas, hijo, no con las armas, arreglaremos los
problemas, sino dialogando, consiguiendo arbitrajes para arreglar los
conflictos. Yo haré que las tropas del rey se alejen y que los reclamos del
hijo sean atendidos, pero por favor, recuerda que tienes deberes gravísimos con
tu padre como hijo y como súbdito con el rey". Y conseguía la paz una y
otra vez.
Su esposo murió muy arrepentido, y entonces Isabel dedicó el resto
de su vida a socorrer pobres, auxiliar enfermos, ayudar a religiosos y rezar y
meditar.
Pero un día supo que entre su hijo Alfonso de Portugal y su nieto,
el rey de Castilla, había estallado la guerra. Anciana y achacosa como estaba,
emprendió un larguísimo viaje con calores horrendos y caminos peligrosos, para
lograr la paz entre los dos contendores. Y este viaje fue mortal para ella.
Sintió que le llegaba la muerte y se hizo llevar a un convento de hermanas
Clarisas, y allí, invocando a la Virgen María murió santamente el 4 de julio
del año 1336.
Dios bendijo su sepulcro con varios milagros y el Sumo Pontífice
la declaró santa en 1626. Es abogada para los territorios y países donde hay
guerras civiles, guerrillas y falta de paz. Que Santa Isabel ruegue por
nuestros países y nos consiga la paz que tanto necesitamos.
DOMINGO SEMANA II
II VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ¿DONDE ESTÁ MUERTE, TU VICTORIA?
¿Dónde está muerte, tu victoria?
¿Dónde está muerte, tu aguijón?
Todo es destello de su gloria,
clara luz, resurrección.
Fiesta es la lucha terminada,
vida es la muerte del Señor,
día la noche engalanada,
gloria eterna de su amor.
Fuente perenne de la vida,
luz siempre viva de su don,
Cristo es ya vida siempre unida
a toda vida en aflicción.
Cuando la noche se avecina,
noche del hombre y su ilusión,
Cristo es ya luz que lo ilumina,
Sol de su vida y corazón.
Demos al Padre la alabanza,
por Jesucristo, Hijo y señor,
denos su espíritu esperanza
viva y eterna de su amor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. Aleluya.
Ant 2. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya.
Salmo 113 B - HIMNO AL DIOS VERDADERO.
No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria;
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»?
Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas:
tienen boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven;
tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;
tienen manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta:
que sean igual los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Israel confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga a la casa de Israel,
bendiga a la casa de Aarón;
bendiga a los fieles del Señor,
pequeños y grandes.
Que el Señor os acreciente,
a vosotros y a vuestros hijos;
benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres.
Los muertos ya no alaban al Señor,
ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya.
Ant 3. Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados
cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente
decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Ts 2, 13-14
Nosotros debemos dar continuamente gracias a Dios por vosotros, hermanos, a
quienes tanto ama el Señor. Dios os eligió desde toda la eternidad para daros
la salud por la santificación que obra el Espíritu y por la fe en la verdad.
Con tal fin os convocó por medio del mensaje de la salud, anunciado por
nosotros, para daros la posesión de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. Nuestro Señor es grande y poderoso.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.
V. Su sabiduría no tiene medida.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Venid a mí todos los que andáis rendidos y agobiados, que yo os
daré descanso.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
+Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid a mí todos los que andáis rendidos y agobiados, que yo os
daré descanso.
PRECES
Demos gloria y honor a Cristo, que puede salvar definitivamente a
los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive para interceder en su
favor, y digámosle con plena confianza:
Acuérdate, Señor, de tu pueblo.
Señor Jesús, sol de justicia que iluminas nuestras vidas, al llegar al umbral
de la noche te pedimos por todos los hombres,
que todos lleguen a gozar eternamente de tu luz.
Guarda, Señor, la alianza sellada con tu sangre
y santifica a tu iglesia para que sea siempre inmaculada y santa.
Acuérdate de esta comunidad aquí reunida,
que tú elegiste como morada de tu gloria.
Que los que están en camino tengan un viaje feliz
y regresen a sus hogares con salud y alegría.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Acoge, Señor, a tus hijos difuntos
y concédeles tu perdón y la vida eterna.
Terminemos nuestras preces con la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a
la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede los
gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.