*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Santos Vito, Modesto y
Crescencia, Mártires*
15 de Junio
*Martes, XI semana del Tiempo Ordinario*
Feria
Salterio: martes de la tercera semana
*Laudes*
Inicio
†
(Se hace la señal de la cruz sobre
los labios mientras se dice:)
V/. -Señor,
Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
Salmo 94: Invitación a la alabanza divina
Ant: Venid,
adoremos al Señor, Dios soberano.
Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este
«hoy» (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Venid,
adoremos al Señor, Dios soberano.
Himno
Señor, el día empieza. Como
siempre,
postrados a tus pies, la luz del día
queremos esperar.
Eres la fuerza
que tenemos los débiles, nosotros.
Padre nuestro,
que en los cielos estás, haz a los hombres
iguales: que ninguno se avergüence
de los demás; que todos al que gime
den consuelo; que todos, al que sufre
del hambre la tortura, le regalen
en rica mesa de manteles blancos
con blanco pan y generoso vino;
que no luchen jamás; que nunca emerjan,
entre las áureas mieses de la historia,
sangrientas amapolas, las batallas.
Luz, Señor, que ilumine las campiñas
y las ciudades; que a los hombres todos,
en sus destellos mágicos, envuelva
luz inmortal; Señor, luz de los cielos,
fuente de amor y causa de la vida.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
Amén.
Primer Salmo
Salmo 84: Nuestra salvación está cerca
Ant: Señor,
has sido bueno con tu tierra, has perdonado la culpa de tu pueblo.
Dios bendijo a nuestra tierra cuando le envió el Salvador
(Orígenes)
Señor, has sido bueno con tu
tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos, Dios Salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia,
y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
La fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo;
el Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Señor,
has sido bueno con tu tierra, has perdonado la culpa de tu pueblo.
Cántico AT
Isaías 26,1-4.7-9.12: Himno después de la victoria sobre el
enemigo
Ant: Mi alma
te ansía de noche, Señor; mi espíritu madruga por ti.
La muralla de la ciudad tenía doce basamentos (cf Ap 21,14)
Tenemos una ciudad fuerte,
ha puesto para salvarla murallas y baluartes:
Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,
que observa la lealtad;
su ánimo está firme y mantiene la paz,
porque confía en ti.
Confiad siempre en el Señor,
porque el Señor es la Roca perpetua.
La senda del justo es recta.
Tú allanas el sendero del justo;
en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos,
ansiando tu nombre y tu recuerdo.
Mi alma te ansía de noche,
mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden justicia los habitantes del orbe.
Señor, tú nos darás la paz,
porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Mi alma
te ansía de noche, Señor; mi espíritu madruga por ti.
Segundo Salmo
Salmo 66: Que todos los pueblos alaben al Señor
Si se ha rezado este salmo
en el invitatorio, se reemplaza por el Salmo 94
que se transcribe a continuación de éste.
Ant: Ilumina,
Señor, tu rostro sobre nosotros.
Sabed que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28,28)
El Señor tenga piedad y nos
bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 94: Invitación a la alabanza divina
Sólo se reza en reemplazo
del anterior.
Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este
«hoy» (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Ilumina,
Señor, tu rostro sobre nosotros.
Lectura Bíblica
1Jn 4,14-15
Nosotros
hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser
Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece
en él, y él en Dios.
V/. Dios mío,
peña mía, refugio mío, Dios mío.
R/. Dios mío,
peña mía, refugio mío, Dios mío.
V/. Mi
alcázar, mi libertador.
R/. refugio
mío, Dios mío.
V/. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Dios mío,
peña mía, refugio mío, Dios mío.
Lectura Bíblica
V/. Voy a escuchar lo que dice el Señor.
R/. Dios anuncia la paz a su pueblo.
Vocación de Gedeón
Jc 6,1-6.11-24ª
En aquellos días, los israelitas hicieron lo que el Señor
reprueba, y el Señor los entregó a Madián por siete años. El régimen de Madián
fue tiránico. Para librarse de él, los israelitas tuvieron que valerse de las
cuevas de los montes, las cavernas y los refugios.
Cuando los israelitas sembraban, los madianitas, amalecitas y los
orientales venían a hostigarlos; acampaban frente a ellos y destruían todos los
sembrados, hasta la entrada de Gaza. No dejaban nada con vida en Israel, ni
oveja, ni buey, ni asno; porque venían con sus rebaños y sus tiendas, numerosos
como langostas, hombres y camellos sin número, e invadían la comarca asolándola.
Con esto, Israel iba empobreciéndose por culpa de Madián.
El ángel del Señor vino y se sentó bajo la encina de Ofrá,
propiedad de Joás de Abiezer, mientras su hijo Gedeón estaba trillando a látigo
en el lagar, para esconderse de los madianitas. El ángel del Señor se le
apareció y le dijo:
«El Señor está contigo, valiente.»
Gedeón respondió:
«Perdón, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha venido
encima todo esto? ¿Dónde han quedado aquellos prodigios que nos contaban
nuestros padres: "De Egipto nos sacó el Señor"? La verdad es que
ahora el Señor nos ha desamparado y nos ha entregado a los madianitas.»
El Señor se volvió a él y le dijo:
«Vete, y con tus propias fuerzas salva a Israel de los madianitas.
Yo te envío.»
Gedeón replicó:
«Perdón, ¿cómo puedo yo librar a Israel? Precisamente mi familia
es la menor de Manasés, y yo soy el más pequeño en la casa de mi padre.»
El Señor contestó:
«Yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo
hombre. »
Gedeón insistió:
«Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres tú quien
habla conmigo. No te vayas de aquí hasta que yo vuelva con una ofrenda y te la
presente.»
El Señor dijo:
«Aquí me quedaré hasta que vuelvas. »
Gedeón marchó a preparar un cabrito y unos panes ázimos con media
fanega de harina; colocó luego la carne en la cesta y echó el caldo en el
puchero; se lo llevó al Señor y se lo ofreció bajo la encina. El ángel del
Señor le dijo:
«Coge la carne y los panes ázimos, colócalos sobre esta roca y
derrama el caldo.»
Así lo hizo. Entonces el ángel del Señor alargó la punta del
cayado que llevaba, tocó la carne y los panes, y se levantó de la roca una
llamarada que los consumió. Y el ángel del Señor desapareció. Cuando Gedeón vio
que se trataba del ángel del Señor, exclamó:
«¡Ay Dios mío, que he visto al ángel del Señor cara a cara!»
Pero el Señor le dijo:
«¡Paz, no temas, no morirás!»
Entonces Gedeón levantó allí un altar al Señor y le puso el nombre
de «Señor de la Paz».
R/. Yo soy el Señor, que te llamó por tu nombre, por mi siervo Jacob,
por mi escogido Israel. Vete, y con esta fuerza salva a Israel.
V/. Para que sepan todos que yo soy el Señor, y no hay otro.
R/. Vete, y con esta fuerza salva a Israel.
Santificado sea tu nombre
San Cipriano, obispo y mártir
Tratado sobre el Padrenuestro
(Caps. 11-12: CSEL 3,274-275)
Cuán grande es la benignidad del Señor, cuán abundante la riqueza
de su condescendencia y de su bondad para con nosotros, pues ha querido que,
cuando nos ponemos en su presencia para orar, lo llamemos con el nombre de
Padre y seamos nosotros llamados hijos de Dios, a imitación de Cristo, su Hijo;
ninguno de nosotros se hubiera nunca atrevido a pronunciar este nombre en la
oración, si él no nos lo hubiese permitido. Por tanto, hermanos muy amados,
debemos recordar y saber que, pues llamamos Padre a Dios, tenemos que obrar
como hijos suyos, a fin de que él se complazca en nosotros, como nosotros nos
complacemos de tenerlo por Padre.
Sea nuestra conducta cual conviene a nuestra condición de templos
de Dios, para que se vea de verdad que Dios habita en nosotros. Que nuestras
acciones no desdigan del Espíritu: hemos comenzado a ser espirituales y
celestiales y, por consiguiente, hemos de pensar y obrar cosas espirituales y
celestiales, ya que el mismo Señor Dios ha dicho: Yo honro a los que me
honran, y serán humillados los que me desprecian. Asimismo el Apóstol
dice en una de sus cartas: No os poseéis en propiedad, porque os han
comprado pagando un precio por vosotros. Por tanto, ¡glorificad a Dios con
vuestro cuerpo!
A continuación, añadimos: Santificado sea tu nombre, no
en el sentido de que Dios pueda ser santificado por nuestras oraciones, sino en
el sentido de que pedimos a Dios que su nombre sea santificado en nosotros. Por
lo demás, ¿por quién podría Dios ser santificado, si es él mismo quien
santifica? Mas, como sea que él ha dicho: Sed santos, porque yo soy
santo, por esto, pedimos y rogamos que nosotros, que fuimos
santificados en el bautismo, perseveremos en esta santificación inicial. Y esto
lo pedimos cada día. Necesitamos, en efecto, de esta santificación cotidiana,
ya que todos los días delinquimos, y por esto necesitamos ser purificados
mediante esta continua y renovada santificación.
El Apóstol nos enseña en qué consiste esta santificación que Dios
se digna concedernos, cuando dice: Los inmorales, idólatras, adúlteros,
afeminados, invertidos, ladrones, codiciosos, borrachos, difamadores o
estafadores no heredarán el reino de Dios. Así erais algunos antes. Pero os
lavaron, os consagraron, os perdonaron en el nombre de nuestro Señor Jesucristo
y por el Espíritu de nuestro Dios. Afirma que hemos sido consagrados
en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios. Lo
que pedimos, pues, es que permanezca en nosotros esta consagración o
santificación y -acordándonos de que nuestro juez y Señor conminó a aquel
hombre que él había curado y vivificado a que no volviera a pecar más, no fuera
que le sucediese algo peor- no dejamos de pedir a Dios, de día y de noche, que
la santificación y vivificación que nos viene de su gracia sea conservada en
nosotros con ayuda de esta misma gracia.
R/. Mostraré la santidad de mi nombre ilustre; derramaré sobre
vosotros un agua pura, os daré un corazón nuevo y os infundiré mi Espíritu;
Para que caminéis según mis preceptos, y guardéis y cumpláis mis mandatos.
V/. Sed santos, porque yo soy santo.
R/. Para que caminéis según mis preceptos, y guardéis y cumpláis mis
mandatos.
*Lecturas
de la 11ª Semana del Tiempo Ordinario Ciclo B*
Martes, 15 de junio de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (5,43-48)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: “Amarás
a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a
vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de
vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos,
y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué
premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo
a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también
los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es
perfecto.»
Palabra del Señor
Cántico Evangélico
Ant: El Señor
nos suscitó una fuerza de salvación, según lo había predicho por boca de sus
profetas.
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se comienza a recitar)
Bendito sea el Señor, Dios de
Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Señor
nos suscitó una fuerza de salvación, según lo había predicho por boca de sus
profetas.
Preces
Adoremos a Cristo, que con su sangre ha adquirido el pueblo de la
nueva alianza, y digámosle suplicantes:
*Acuérdate, Señor, de tu pueblo*.
·
- Rey y redentor nuestro, escucha la alabanza que te dirige tu
Iglesia en el comienzo de este día,
y haz que no deje nunca de glorificar tu majestad.
· - Que
nunca, Señor, quedemos confundidos,
los que en ti ponemos nuestra fe y nuestra esperanza.
· - Mira
compasivo nuestra debilidad y ven en ayuda nuestra,
ya que sin ti no podemos hacer nada.
· -
Acuérdate de los pobres y desvalidos,
que el día que hoy empieza les traiga solaz y alegría.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres.
Ya que deseamos que la luz de
Cristo ilumine a todos los hombres, pidamos al Padre que a todos llegue el
reino de su Hijo:
Padre
nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a
nosotros tu reino;
hágase tu
voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos
dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Final
Dios
todopoderoso, de quien dimana la bondad y hermosura de todo lo creado, haz que
comencemos este día con ánimo alegre y que realicemos nuestras obras movidos
por el amor a ti y a los hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos
de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un
ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
*Santos Vito, Modesto y
Crescencia, Mártires*
El culto a estos tres santos se remonta a tiempos muy antiguos;
sus nombres aparecen en el llamado martirologio de San Jerónimo o
Hieronymianum. Dieron su vida por la fe en la provincia romana de Lucania, en
el sur de Italia.
La veneración a San Vito se extendió tanto por Alemania, que su
nombre se incluyó entre los Catorce Santos Protectores y se le consideró como
patrono especial de los epilépticos y de los afectados por esa enfermedad
nerviosa llamada ‘Baile de San Vito’, tal vez por eso se le tiene también por
protector de los bailarines y actores. Asimismo, se le invocaba contra el
peligro de las tormentas, contra el exceso de sueño, mordeduras de serpientes y
contra todo daño que las bestias pueden hacer a los hombres. A menudo se le
representa acompañado de alguna fiera.
San Vito, Modesto y Crescencia, a los que se le atribuían poderes
sobrenaturales, murieron por negarse rotundamente a rendir sacrificio a los
dioses. Fueron sometidos a diversas torturas de las que salieron ilesos. Los
mártires murieron en Lucania, agotados por sus sufrimientos.
*Vísperas*
Inicio
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
Estoy, Señor, en la ribera sola
del infinito afán. Un niño grita
entre las olas, contra el viento yermo:
A través de la nada,
van mis caminos
hacia el dolor más alto,
pidiendo asilo.
La espuma me sostiene,
y el verde frío
de las olas me lleva
pidiendo asilo.
Hacia el amor más alto
que hay en mí mismo,
la esperanza me arrastra,
pidiendo asilo.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo. Amén.
Primer Salmo
Salmo 124: El Señor vela por su pueblo
Ant: El Señor
rodea a su pueblo.
Paz sobre el Israel de Dios (Ga 6,16)
Los que confían en el Señor son
como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Señor
rodea a su pueblo.
Segundo Salmo
Salmo 130: Abandono confiado en los brazos de Dios
Ant: Si no
volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11,29)
Señor, mi corazón no es
ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Si no
volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Cántico NT
Apocalipsis 4,11;5,9.10.12: Himno de los redimidos
Ant: Has hecho
de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.
Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Has hecho
de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.
Lectura Bíblica
Rm 12,9-12
Que
vuestra caridad no sea una farsa; aborreced lo malo y apegaos a lo bueno. Como
buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a
uno mismo. En la actividad no seáis descuidados; en el espíritu, manteneos
ardientes. Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres;
estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración.
V/. Tu
palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.
R/. Tu
palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo.
V/. Tu
fidelidad de generación en generación.
R/. Más
estable que el cielo.
V/. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Tu palabra,
Señor, es eterna, más estable que el cielo.
Cántico Evangélico
Ant: Se alegra
mi espíritu en Dios, mi salvador.
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se comienza a recitar)
Proclama mi alma la grandeza del
Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Se alegra
mi espíritu en Dios, mi salvador.
Preces
Invoquemos
a Dios, que ha infundido la esperanza en nuestros corazones, y digámosle:
Tú eres la esperanza de tu pueblo,
Señor.
·
- Te damos gracias, Señor, porque, en Cristo, tu Hijo, hemos sido enriquecidos
en todo:
en el hablar y en el saber.
· - En tus
manos, Señor, están el corazón y la mente de los que gobiernan;
dales, pues, acierto en sus decisiones, para que te sean gratos en su pensar
y obrar.
· - Tú que
concedes a los artistas inspiración para plasmar la belleza que de ti procede,
haz que con sus obras aumente el gozo y la esperanza de los hombres.
· - Tú que
no permites que la prueba supere nuestras fuerzas,
da fortaleza a los débiles, levanta a los caídos.
· - Tú que,
por boca de tu Hijo, nos has prometido la resurrección en el último día,
no te olvides para siempre de los que ya han sido despojados de su cuerpo
mortal.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres.
Unidos fraternalmente como
hermanos de una misma familia, invoquemos al Padre común:
Padre
nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a
nosotros tu reino;
hágase tu
voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos
dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Final
Nuestra
oración vespertina suba hasta ti, Padre de clemencia, y descienda sobre
nosotros tu bendición; así, con tu ayuda, seremos salvados ahora y por siempre.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un
ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.