Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
TIEMPO
ORDINARIO
VIERNES DE LA SEMANA XXI
Del Común de pastores: para un santo obispo y del común de doctores de la
Iglesia. Salterio I
28 de agosto
SAN AGUSTÍN, obispo y doctor de la
iglesia. (MEMORIA).
Nació en Tagaste (África) el año 354; después de una juventud algo desviada
doctrinal y moralmente, se convirtió, estando en Milán, y el año 387 fue
bautizado por el obispo Ambrosio. Vuelto a su patria, llevó una vida dedicada
al ascetismo, y fue elegido obispo de Hipona. Durante treinta y cuatro años, en
que ejerció este ministerio, fue un modelo para su grey, a la que dio una
sólida formación por medio de sus sermones y de sus numerosos escritos, con los
que contribuyó en gran manera a una mayor profundización de la fe cristiana
contra los errores doctrinales de su tiempo. Murió el año 430.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Himno: PARA VOSOTROS, EL MISTERIO DEL PADRE.
Para vosotros, el misterio del Padre;
con vosotros, la luz del Verbo;
en vosotros, la llama del Amor
que es fuego.
¡Hontanares de Dios!,
¡hombres del Evangelio!,
¡humildes inteligencias luminosas!,
¡grandes hombres de barro tierno!
El mundo tiene hambre de infinito
y sed de cielo;
las criaturas nos atan a lo efímero
y nos vamos perdiendo en el tiempo.
Para nosotros,
el misterio que aprendisteis del Padre;
con nosotros, la luz que os dio el Verbo;
en nosotros, el Amor ingénito.
¡Hombres de Cristo, maestros de la Iglesia!
dadnos una vida y un anhelo,
la angustia por la verdad,
por el error el miedo.
Dadnos una vida de rodillas
ante el misterio,
una visión de este mundo de muerte
y una esperanza de cielo.
Padre, te pedimos para la Iglesia
la ciencia de estos maestros. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar,
Señor.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar,
Señor.
Ant 2. Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.
Cántico: QUE LOS PUEBLOS TODOS SE CONVIERTAN AL SEÑOR. Is 45, 15-25
Es verdad: tú eres un Dios escondido,
el Dios de Israel, el Salvador.
Se avergüenzan y se sonrojan todos por igual,
se van avergonzados los fabricantes de ídolos;
mientras el Señor salva a Israel
con una salvación perpetua,
para que no se avergüencen ni se sonrojen
nunca jamás.
Así dice el Señor, creador del cielo
—él es Dios;—,
él modeló la tierra,
la fabricó y la afianzó;
no la creó vacía,
sino que la formó habitable:
«Yo soy el Señor y no hay otro.»
No te hablé a escondidas,
en un país tenebroso,
no dije a la estirpe de Jacob:
«Buscadme en el vacío.»
Yo soy el Señor que pronuncia sentencia
y declara lo que es justo.
Reuníos, venid, acercaos juntos,
supervivientes de las naciones.
No discurren los que llevan su ídolo de madera,
y rezan a un dios que no puede salvar.
Declarad, aducid pruebas,
que deliberen juntos:
¿Quién anunció esto desde antiguo,
quién lo predijo desde entonces?
¿No fui yo, el Señor?
—No hay otro Dios fuera de mí—.
Yo soy un Dios justo y salvador,
y no hay ninguno más.
Volveos hacia mí para salvaros,
confines de la tierra,
pues yo soy Dios y no hay otro.
Yo juro por mi nombre,
de mi boca sale una sentencia,
una palabra irrevocable:
«Ante mí se doblará toda rodilla,
por mí jurará toda lengua»,
dirán: «Sólo el Señor
tiene la justicia y el poder.»
A él vendrán avergonzados
los que se enardecían contra él,
con el Señor triunfará y se gloriará
la estirpe de Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.
Ant 3. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.
Salmo 99 - ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO.
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.
LECTURA BREVE Sb 7, 13-14
Aprendí la sabiduría sin malicia, reparto sin envidia, y no me guardo sus
riquezas. Porque es un tesoro inagotable para los hombres: los que lo adquieren
se atraen la amistad de Dios, porque el don de su enseñanza los recomienda.
RESPONSORIO BREVE
V. El pueblo cuenta su sabiduría.
R. El pueblo cuenta su sabiduría.
V. La asamblea pregona su alabanza.
R. Cuenta su sabiduría.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El pueblo cuenta su sabiduría.
V. Hijo mío,
conserva mis palabras.
R. Conserva mis mandatos y vivirás.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta a Timoteo 3, 1-16
CUALIDADES REQUERIDAS EN LOS MINISTROS DE LA IGLESIA
Hermano: Sentencia verdadera es ésta: Aspirar al cargo de obispo es aspirar a
una excelente función. Por lo mismo, es preciso que el obispo sea
irreprochable, que no se haya casado más que una vez, que sea sensato, bien
educado, hospitalario, con cualidades para enseñar, no dado al vino ni
violento, sino indulgente, amigo de la paz y desinteresado; que sepa gobernar
bien su propia casa y educar dignamente a sus hijos.
Quien no sabe gobernar su propia casa ¿cómo podrá llevar el cuidado de la
Iglesia de Dios? No debe ser recién «convertido», no sea que se le suban los
humos a la cabeza y caiga en la misma condena del demonio. Y debe también gozar
de buena reputación ante los de fuera para que no sirva de escándalo y caiga en
las redes del diablo.
Los diáconos deben asimismo ser dignos y sin doblez, no dados al vino ni a
torpes negocios: que guarden con limpia conciencia el misterio de la fe. Sean
primero probados y luego, si fueren irreprensibles, podrán ejercer su
diaconado. Las mujeres deben ser igualmente dignas, no murmuradoras; moderadas
y fieles en todo. Los diáconos que sean casados una sola vez y sepan gobernar
bien a sus hijos y a su propia casa. Los que ejercen bien el diaconado alcanzan
un puesto honroso y grande entereza en la fe de Cristo Jesús.
Te escribo la presente con la esperanza de ir pronto a verte. Pero, si tardo,
sabrás ya de este modo cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la
Iglesia del Dios vivo, columna y fundamento de la verdad.
Realmente es grande el misterio que veneramos. Él, Cristo, fue manifestado en
fragilidad humana, fue santificado por el Espíritu, fue mostrado a los ángeles,
fue proclamado a los gentiles, fue objeto de fe para el mundo, fue elevado a la
gloria.
RESPONSORIO Cf. Hch 20, 28; 1Co 4, 2
R. Tened cuidado del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado
guardar, * como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la
sangre de su Hijo.
V. En un administrador lo que se busca es que sea fiel.
R. Como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre
de su Hijo.
SEGUNDA LECTURA
De las Confesiones de san Agustín, obispo
(Libro 7, 10, 18; 10, 27: CSEL 33, 157-163. 255)
¡OH ETERNA VERDAD, VERDADERA CARIDAD Y CARA ETERNIDAD!
Habiéndome convencido de que debía volver a mí mismo, penetré en mi interior,
siendo tu mi guía, y ello me fue posible porque tú, Señor, me socorriste. Entré
y ví con los ojos de mi alma, de un modo u otro, por encima de la capacidad de
estos mismos ojos, por encima de mi mente, una luz inconmutable; no esta luz
ordinaria y visible a cualquier hombre, por intensa y clara que fuese y que lo
llenara todo con su magnitud. Se trataba de una luz completamente distinta. Ni
estaba por encima de mi mente, como el aceite sobre el agua o como el cielo
sobre la tierra, sino que estaba en lo más alto, ya que ella fue quien me hizo,
y yo estaba en lo más bajo, porque fui hecho por ella. La conoce el que conoce
la verdad. ¡Oh eterna verdad, verdadera caridad y cara eternidad! Tú eres mi
Dios, por ti suspiro día y noche. Y, cuando te conocí por vez primera, fuiste
tú quien me elevó hacia ti, para hacerme ver que había algo que ver y que yo no
era aún capaz de verlo. Y fortaleciste la debilidad de mi mirada irradiando con
fuerza sobre mí, y me estremecí de amor y de temor; y me di cuenta de la gran
distancia que me separaba de ti, por la gran desemejanza que hay entre tú y yo,
como si oyera tu voz que me decía desde arriba: «Soy alimento de adultos:
crece, y podrás comerme. Y no me transformarás en substancia tuya, como sucede
con la comida corporal, sino que tú te transformarás en mí.»
Y yo buscaba el camino para adquirir un vigor que me hiciera capaz de gozar de
ti, y no lo encontraba, hasta que me abracé al mediador entre Dios y los hombres,
Cristo Jesús, hombre también él, el cual está por encima de todas las cosas,
Dios bendito por los siglos, que me llamaba y me decía: Yo soy el camino de la
verdad y la vida, y el que mezcla aquel alimento, que yo no podía asimilar, con
la carne, ya que la Palabra se hizo carne, para que, en atención a nuestro
estado de infancia, se convirtiera en leche tu sabiduría, por la que creaste
todas las cosas.
¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas
dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me
lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo
no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen
en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera;
brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y lo
aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me
tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti.
RESPONSORIO S. Agustín, Confesiones
R. ¡Oh verdad, luz de mi corazón! No son ya mis tinieblas las que me
hablan: me había equivocado, pero me acordé de ti; * y
ahora vuelvo a tu fuente, sediento y anhelante.
V. No soy yo mi propia vida; por mí mismo, sólo viví mal, mas luego
en ti resucité.
R. Y ahora vuelvo a tu fuente, sediento y anhelante.
Viernes, 28
de agosto de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Mateo (25,1-13):
1 «Entonces el Reino de los Cielos
será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al
encuentro del novio.
2 Cinco de ellas eran necias, y cinco
prudentes.
3 Las necias, en efecto, al tomar sus
lámparas, no se proveyeron de aceite;
4 las prudentes, en cambio, junto con sus
lámparas tomaron aceite en las alcuzas.
5 Como el novio tardara, se adormilaron
todas y se durmieron.
6 Mas a media noche se oyó un grito:
"¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!"
7 Entonces todas aquellas vírgenes se
levantaron y arreglaron sus lámparas.
8 Y las necias dijeron a las prudentes:
"Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan."
9 Pero las prudentes replicaron: "No,
no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde
los vendedores y os lo compréis."
10 Mientras iban a comprarlo, llegó el
novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se
cerró la puerta.
11 Más tarde llegaron las otras vírgenes
diciendo: "¡Señor, señor, ábrenos!"
12 Pero él respondió: "En verdad os
digo que no os conozco."
13 Velad, pues, porque no sabéis ni el día
ni la hora.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. De ti mismo proviene, Señor, la atracción a tu alabanza, porque
nos has hecho para ti, y nuestro corazón no halla sosiego hasta que descanse en
ti.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. De ti mismo proviene, Señor, la atracción a tu alabanza, porque
nos has hecho para ti, y nuestro corazón no halla sosiego hasta que descanse en
ti.
PRECES
Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus
ovejas, y supliquémosle diciendo:
Apacienta a tu pueblo, Señor.
Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores nos has revelado tu
misericordia y tu amor,
haz que, por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.
Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único
pastor de tu pueblo,
no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los
cuerpos y de las almas,
haz que nunca falten en tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas
de una vida santa.
Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el
amor de los santos,
haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Renueva, Señor, en tu Iglesia aquel espíritu que, con tanta
abundancia, otorgaste al obispo san Agustín, para que también nosotros tengamos
sed de ti, única fuente de la verdadera sabiduría, y en ti, único manantial del
verdadero amor, encuentre descanso nuestro corazón. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: VERBO DE DIOS, ETERNA LUZ DIVINA.
Verbo de Dios, eterna luz divina,
fuente eternal de toda verdad pura,
gloria de Dios, que el cosmos ilumina,
antorcha toda luz en noche oscura.
Palabra eternamente pronunciada
en la mente del Padre, ¡oh regocijo!,
que en el tiempo a los hombres nos fue dada
en el seno de Virgen, hecha Hijo.
Las tinieblas de muerte y de pecado,
en que yacía el hombre, así vencido,
su verdad y su luz han disipado,
con su vida y su muerte ha redimido.
Con destellos de luz que Dios envía,
no dejéis de brillar, faros divinos;
de los hombres y pueblos sed su guía,
proclamad la verdad en los caminos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
Salmo 40 - ORACIÓN DE UN ENFERMO
Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.
El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.
El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.
Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.»
Mis enemigos me desean lo peor;
«A ver si se muere y se acaba su apellido.»
El que viene a verme habla con fingimiento,
disimula su mala intención,
y cuando sale afuera, la dice.
Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse.»
Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,
que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.
Pero tú, Señor, apiádate de mí,
haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.
En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.
A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.
Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén, amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
Ant 2. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el
Dios de Jacob.
Salmo 45 - DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra
y los montes se desplomen en el mar.
Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.
Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.
«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el
Dios de Jacob.
Ant 3. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento,
Señor.
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento,
Señor.
LECTURA BREVE St 3, 17-18
La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la
paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante,
sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz; y su fruto es la
justicia.
RESPONSORIO BREVE
V. En la asamblea le da la palabra.
R. En la asamblea le da la palabra.
V. Lo llena de espíritu, sabiduría e inteligencia.
R. Le da la palabra.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En la asamblea le da la palabra.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. ¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Me
llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Me
llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los
hombres en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:
Salva a tu pueblo, Señor.
Tú que por medio de pastores santos y eximios has glorificado a tu Iglesia,
haz que todos los cristianos resplandezcan por su virtud.
Tú que por la oración de los santos pastores, que a semejanza de Moisés oraban
por el pueblo, perdonaste los pecados de tus fieles,
purifica y santifica también ahora a la santa Iglesia por la intercesión de los
santos.
Tú que de entre los fieles elegiste a los santos pastores y, por tu Espíritu,
los consagraste como ministros en bien de sus hermanos,
llena también de tu Espíritu a todos los pastores del pueblo de Dios.
Tú que fuiste la heredad de los santos pastores,
no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre viva alejado
de ti.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que por medio de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus ovejas
para que nadie las arrebate de tu mano,
salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.
Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda oración:
Padre nuestro...
ORACION
Renueva, Señor, en tu Iglesia aquel espíritu que, con tanta
abundancia, otorgaste al obispo san Agustín, para que también nosotros tengamos
sed de ti, única fuente de la verdadera sabiduría, y en ti, único manantial del
verdadero amor, encuentre descanso nuestro corazón. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.