Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO DE CUARESMA
SÁBADO DE LA SEMANA IV
Propio del Tiempo. Salterio IV
28 de marzo
SÁBADO DE LA SEMANA IV
Propio del Tiempo. Salterio IV
28 de marzo
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Himno: LOS HOMBROS TRAIGO CARGADOS.
Los hombros traigo cargados
de graves culpas, mi Dios;
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Yo soy quien ha de llorar,
por ser acto de flaqueza;
que no hay en naturaleza
más flaqueza que el pecar.
Y, pues andamos trocados,
que yo peco y lloráis vos,
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Vos sois quien cargar se puede
estas mis culpas mortales,
que la menor destas tales
a cualquier peso excede;
y, pues que son tan pesados
aquestos yerros, mi Dios,
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Al Padre, al Hijo, al Amor,
alegres cantad, criaturas,
y resuene en las alturas
toda gloria y todo honor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Es bueno tocar para tu nombre, oh altísimo, y proclamar por la mañana tu misericordia.
Salmo 91 - ALABANZA A DIOS QUE CON SABIDURÍA Y JUSTICIA DIRIGE LA VIDA DE LOS HOMBRES.
Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes
sobre arpegios de cítaras.
Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.
Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.
Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos no temerán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.
El justo crecerá como una palmera
y se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;
en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Es bueno tocar para tu nombre, oh altísimo, y proclamar por la mañana tu misericordia.
Ant 2. Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo.
Cántico: DIOS RENOVARÁ A SU PUEBLO - Ez 36, 24-28
Os recogeré de entre las naciones,
os reuniré de todos los países,
y os llevaré a vuestra tierra.
Derramaré sobre vosotros un agua pura
que os purificará:
de todas vuestras inmundicias e idolatrías
os he de purificar;
y os daré un corazón nuevo,
y os infundiré un espíritu nuevo;
arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra,
y os daré un corazón de carne.
Os infundiré mi espíritu,
y haré que caminéis según mis preceptos,
y que guardéis y cumpláis mis mandatos.
Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres.
Vosotros seréis mi pueblo
y yo seré vuestro Dios.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo.
Ant 3. De la boca de los niños de pecho, Señor, has sacado una alabanza.
Salmo 8 MAJESTAD DEL SEÑOR Y DIGNIDAD DEL HOMBRE.
Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.
Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos;
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por las aguas.
Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. De la boca de los niños de pecho, Señor, has sacado una alabanza.
LECTURA BREVE Is 1, 16-18
«Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad lo que es justo, haced justicia al oprimido, defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid, y litigaremos —dice el Señor—. Aunque vuestros pecados sean como la grana, blanquearán como la nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán blancos como lana.»
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.
Himno: LOS HOMBROS TRAIGO CARGADOS.
Los hombros traigo cargados
de graves culpas, mi Dios;
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Yo soy quien ha de llorar,
por ser acto de flaqueza;
que no hay en naturaleza
más flaqueza que el pecar.
Y, pues andamos trocados,
que yo peco y lloráis vos,
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Vos sois quien cargar se puede
estas mis culpas mortales,
que la menor destas tales
a cualquier peso excede;
y, pues que son tan pesados
aquestos yerros, mi Dios,
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Al Padre, al Hijo, al Amor,
alegres cantad, criaturas,
y resuene en las alturas
toda gloria y todo honor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Es bueno tocar para tu nombre, oh altísimo, y proclamar por la mañana tu misericordia.
Salmo 91 - ALABANZA A DIOS QUE CON SABIDURÍA Y JUSTICIA DIRIGE LA VIDA DE LOS HOMBRES.
Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes
sobre arpegios de cítaras.
Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.
Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.
Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos no temerán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.
El justo crecerá como una palmera
y se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;
en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Es bueno tocar para tu nombre, oh altísimo, y proclamar por la mañana tu misericordia.
Ant 2. Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo.
Cántico: DIOS RENOVARÁ A SU PUEBLO - Ez 36, 24-28
Os recogeré de entre las naciones,
os reuniré de todos los países,
y os llevaré a vuestra tierra.
Derramaré sobre vosotros un agua pura
que os purificará:
de todas vuestras inmundicias e idolatrías
os he de purificar;
y os daré un corazón nuevo,
y os infundiré un espíritu nuevo;
arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra,
y os daré un corazón de carne.
Os infundiré mi espíritu,
y haré que caminéis según mis preceptos,
y que guardéis y cumpláis mis mandatos.
Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres.
Vosotros seréis mi pueblo
y yo seré vuestro Dios.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo.
Ant 3. De la boca de los niños de pecho, Señor, has sacado una alabanza.
Salmo 8 MAJESTAD DEL SEÑOR Y DIGNIDAD DEL HOMBRE.
Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.
Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos;
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por las aguas.
Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. De la boca de los niños de pecho, Señor, has sacado una alabanza.
LECTURA BREVE Is 1, 16-18
«Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad lo que es justo, haced justicia al oprimido, defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid, y litigaremos —dice el Señor—. Aunque vuestros pecados sean como la grana, blanquearán como la nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán blancos como lana.»
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.
PRIMERA
LECTURA
Del libro de los Números 11, 4-6. 10-30
EL ESPÍRITU DE DIOS ES INFUNDIDO SOBRE LOS SETENTA ANCIANOS DE ISRAEL
En aquellos días, la muchedumbre que iba con los hijos de Israel estaba hambrienta, y los mismos israelitas se pusieron a llorar con ellos, diciendo:
«¡Quién pudiera comer carne! Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, y de los pepinos y melones, de los puerros y cebollas y ajos. Pero ahora se nos quita el apetito de no ver más que maná.»
Moisés oyó cómo el pueblo, familia por familia, lloraba, cada uno a la entrada de su tienda, provocando la ira del Señor, y, disgustado, dijo al Señor:
«¿Por qué tratas mal a tu siervo y no le concedes tu favor, sino que lo haces cargar con todo este pueblo? ¿He concebido yo acaso a todo este pueblo o lo he dado a luz, para que me digas: "Coge en brazos a este pueblo, como una nodriza a la criatura, y llévalo a la tierra que prometí a sus padres"? ¿De dónde sacaré carne para repartirla a todo el pueblo? Vienen a mí llorando: "Danos de comer carne." Yo solo no puedo cargar con todo este pueblo, pues es demasiado pesado para mí. Si me vas a tratar así, más vale que me hagas morir: concédeme este favor, y no tendré que pasar tales desventuras.»
El Señor respondió a Moisés:
«Reúneme setenta ancianos de Israel, de los que te conste que son ancianos realmente al servicio del pueblo; llévalos a la Tienda de Reunión, y que esperen allí contigo. Yo bajaré y hablaré allí contigo. Tomaré una parte del espíritu que posees y se lo pasaré a ellos, para que se repartan contigo la carga del pueblo y no la tengas que llevar tú solo.
Al pueblo le dirás: "Purificaos para mañana, pues comeréis carne. Habéis llorado pidiendo al Señor: '¡Quién nos diera de comer carne! Nos iba mejor en Egipto.' El Señor os dará de comer carne. No un día, ni dos, ni cinco, ni diez, ni veinte, sino un mes entero, hasta que os produzca náusea y la vomitéis. Porque habéis rechazado al Señor, que va en medio de vosotros, y os habéis lamentado ante él, diciendo: '¿Por qué salimos de Egipto?"'»
Replicó Moisés:
«El pueblo que va conmigo cuenta seiscientos mil de a pie, y tú dices: "Les daré carne para que coman un mes entero." Aunque matemos las vacas y las ovejas no les bastará, y aunque reuniera todos los peces del mar, no sería suficiente.»
El Señor respondió a Moisés:
«¿Tan mezquina es la mano de Dios? Ahora verás si se cumple mi palabra o no.» Moisés salió y comunicó al pueblo las palabras del Señor. Después reunió a los setenta ancianos y los colocó alrededor de la Tienda. El Señor bajó en la nube, habló con él y, tomando parte del espíritu que había en Moisés, se lo pasó a los setenta ancianos. Al posarse sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar. Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y Medad. Aunque estaban en la lista, no habían acudido a la Tienda. Pero el espíritu se posó también sobre ellos y se pusieron a profetizar en el campamento. Un muchacho corrió a contárselo a Moisés:
«Eldad y Medad están profetizando en el campamento.»
Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino:
«Señor mío, Moisés, prohíbeselo.» Moisés le respondió:
«¿Estás celoso por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!»
Y Moisés volvió al campamento con los ancianos de Israel.
RESPONSORIO Jl 2, 28. 29; Hch 1, 8
R. Derramaré mi espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas. * Derramaré mi espíritu en aquellos días.
V. Recibiréis la fortaleza del Espíritu Santo y seréis mis testigos hasta los últimos confines de la tierra.
R. Derramaré mi espíritu en aquellos días.
SEGUNDA LECTURA
De la Constitución pastoral Gáudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano segundo
(Núms. 37-38)
TODA LA ACTIVIDAD DEL HOMBRE HA DE SER PURIFICADA POR EL MISTERIO PASCUAL
La sagrada Escritura, con la cual está de acuerdo la experiencia de los siglos, enseña a la familia humana que el progreso, altamente beneficioso para el hombre, también encierra, sin embargo, una gran tentación; pues los individuos y las colectividades, si llega a quedar subvertida la jerarquía de los valores y mezclado el bien con el mal, no miran más que a lo suyo, olvidando lo ajeno. Con lo cual el mundo no es ya el ámbito de una auténtica fraternidad, al tiempo que el poder creciente de la humanidad amenaza con destruir al propio género humano.
Si nos preguntamos cómo es posible superar tan deplorable calamidad, debemos saber que la respuesta cristiana es la siguiente: hay que purificar y perfeccionar por la cruz y resurrección de Cristo todas las actividades humanas, las cuales, a causa de la soberbia y del egoísmo, corren diario peligro.
El hombre, redimido por Cristo y hecho en el Espíritu Santo nueva creatura, puede y debe amar las cosas creadas por Dios. Pues de Dios las recibe, y las mira y respeta como objetos salidos de las manos de Dios.
Dando gracias por ellas al Bienhechor y usando y gozando de las creaturas con pobreza y libertad de espíritu, el hombre entra de veras en posesión del mundo, como quien nada tiene y es dueño de todo. Todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.
El Verbo de Dios, por quien fueron hechas todas las cosas, hecho él mismo carne y habitando en la tierra, entró como hombre perfecto en la historia del mundo, asumiéndola y constituyéndose él mismo como centro y cabeza de todas las cosas. Es él quien nos revela que Dios es amor, a la vez que nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana y, por tanto, de la transformación del mundo es el mandamiento nuevo del amor.
Así, pues, a los que creen en el amor divino les da la certeza de que el camino del amor está abierto para el hombre, y que el esfuerzo por instaurar la fraternidad universal no es una utopía. Al mismo tiempo advierte que esta caridad no hay que buscarla únicamente en los acontecimientos importantes, sino, ante todo, en la vida ordinaria.
Él, sufriendo la muerte por todos nosotros, pecadores, nos enseña con su ejemplo que hemos de llevar también la cruz, que la carne y el mundo echan sobre los hombros de quienes buscan la paz y la justicia.
Constituido Señor por su resurrección, Cristo, al que le ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra, obra ya por la virtud de su Espíritu en el corazón del hombre, no sólo despertando el anhelo del siglo futuro, sino alentando, purificando y robusteciendo también, con ese deseo, aquellos generosos propósitos con los que la familia humana intenta hacer más llevadera su propia vida y someter la tierra a este fin.
Mas los dones del Espíritu Santo son diversos: pues mientras llama a unos para que den un manifiesto testimonio, por medio de su ardiente anhelo de la morada celestial, y conserven así vivo este anhelo en medio de la humanidad, a otros los llama para que se dediquen al servicio temporal de esa humanidad, y preparen así el material del reino de los cielos.
A todos, sin embargo, los libera, para que, con la abnegación propia y por el empleo de todas las energías terrenas en pro de la vida humana, proyecten su preocupación hacia los tiempos futuros, cuando la humanidad entera llegará a ser una ofrenda acepta a Dios.
RESPONSORIO 2Co 5, 15; Rm 4, 25
R. Cristo murió por todos, * para que los que viven no vivan ya para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
V. Fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitado para nuestra justificación.
R. Para que los que viven no vivan ya para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
Del libro de los Números 11, 4-6. 10-30
EL ESPÍRITU DE DIOS ES INFUNDIDO SOBRE LOS SETENTA ANCIANOS DE ISRAEL
En aquellos días, la muchedumbre que iba con los hijos de Israel estaba hambrienta, y los mismos israelitas se pusieron a llorar con ellos, diciendo:
«¡Quién pudiera comer carne! Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, y de los pepinos y melones, de los puerros y cebollas y ajos. Pero ahora se nos quita el apetito de no ver más que maná.»
Moisés oyó cómo el pueblo, familia por familia, lloraba, cada uno a la entrada de su tienda, provocando la ira del Señor, y, disgustado, dijo al Señor:
«¿Por qué tratas mal a tu siervo y no le concedes tu favor, sino que lo haces cargar con todo este pueblo? ¿He concebido yo acaso a todo este pueblo o lo he dado a luz, para que me digas: "Coge en brazos a este pueblo, como una nodriza a la criatura, y llévalo a la tierra que prometí a sus padres"? ¿De dónde sacaré carne para repartirla a todo el pueblo? Vienen a mí llorando: "Danos de comer carne." Yo solo no puedo cargar con todo este pueblo, pues es demasiado pesado para mí. Si me vas a tratar así, más vale que me hagas morir: concédeme este favor, y no tendré que pasar tales desventuras.»
El Señor respondió a Moisés:
«Reúneme setenta ancianos de Israel, de los que te conste que son ancianos realmente al servicio del pueblo; llévalos a la Tienda de Reunión, y que esperen allí contigo. Yo bajaré y hablaré allí contigo. Tomaré una parte del espíritu que posees y se lo pasaré a ellos, para que se repartan contigo la carga del pueblo y no la tengas que llevar tú solo.
Al pueblo le dirás: "Purificaos para mañana, pues comeréis carne. Habéis llorado pidiendo al Señor: '¡Quién nos diera de comer carne! Nos iba mejor en Egipto.' El Señor os dará de comer carne. No un día, ni dos, ni cinco, ni diez, ni veinte, sino un mes entero, hasta que os produzca náusea y la vomitéis. Porque habéis rechazado al Señor, que va en medio de vosotros, y os habéis lamentado ante él, diciendo: '¿Por qué salimos de Egipto?"'»
Replicó Moisés:
«El pueblo que va conmigo cuenta seiscientos mil de a pie, y tú dices: "Les daré carne para que coman un mes entero." Aunque matemos las vacas y las ovejas no les bastará, y aunque reuniera todos los peces del mar, no sería suficiente.»
El Señor respondió a Moisés:
«¿Tan mezquina es la mano de Dios? Ahora verás si se cumple mi palabra o no.» Moisés salió y comunicó al pueblo las palabras del Señor. Después reunió a los setenta ancianos y los colocó alrededor de la Tienda. El Señor bajó en la nube, habló con él y, tomando parte del espíritu que había en Moisés, se lo pasó a los setenta ancianos. Al posarse sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar. Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y Medad. Aunque estaban en la lista, no habían acudido a la Tienda. Pero el espíritu se posó también sobre ellos y se pusieron a profetizar en el campamento. Un muchacho corrió a contárselo a Moisés:
«Eldad y Medad están profetizando en el campamento.»
Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino:
«Señor mío, Moisés, prohíbeselo.» Moisés le respondió:
«¿Estás celoso por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!»
Y Moisés volvió al campamento con los ancianos de Israel.
RESPONSORIO Jl 2, 28. 29; Hch 1, 8
R. Derramaré mi espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas. * Derramaré mi espíritu en aquellos días.
V. Recibiréis la fortaleza del Espíritu Santo y seréis mis testigos hasta los últimos confines de la tierra.
R. Derramaré mi espíritu en aquellos días.
SEGUNDA LECTURA
De la Constitución pastoral Gáudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano segundo
(Núms. 37-38)
TODA LA ACTIVIDAD DEL HOMBRE HA DE SER PURIFICADA POR EL MISTERIO PASCUAL
La sagrada Escritura, con la cual está de acuerdo la experiencia de los siglos, enseña a la familia humana que el progreso, altamente beneficioso para el hombre, también encierra, sin embargo, una gran tentación; pues los individuos y las colectividades, si llega a quedar subvertida la jerarquía de los valores y mezclado el bien con el mal, no miran más que a lo suyo, olvidando lo ajeno. Con lo cual el mundo no es ya el ámbito de una auténtica fraternidad, al tiempo que el poder creciente de la humanidad amenaza con destruir al propio género humano.
Si nos preguntamos cómo es posible superar tan deplorable calamidad, debemos saber que la respuesta cristiana es la siguiente: hay que purificar y perfeccionar por la cruz y resurrección de Cristo todas las actividades humanas, las cuales, a causa de la soberbia y del egoísmo, corren diario peligro.
El hombre, redimido por Cristo y hecho en el Espíritu Santo nueva creatura, puede y debe amar las cosas creadas por Dios. Pues de Dios las recibe, y las mira y respeta como objetos salidos de las manos de Dios.
Dando gracias por ellas al Bienhechor y usando y gozando de las creaturas con pobreza y libertad de espíritu, el hombre entra de veras en posesión del mundo, como quien nada tiene y es dueño de todo. Todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.
El Verbo de Dios, por quien fueron hechas todas las cosas, hecho él mismo carne y habitando en la tierra, entró como hombre perfecto en la historia del mundo, asumiéndola y constituyéndose él mismo como centro y cabeza de todas las cosas. Es él quien nos revela que Dios es amor, a la vez que nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana y, por tanto, de la transformación del mundo es el mandamiento nuevo del amor.
Así, pues, a los que creen en el amor divino les da la certeza de que el camino del amor está abierto para el hombre, y que el esfuerzo por instaurar la fraternidad universal no es una utopía. Al mismo tiempo advierte que esta caridad no hay que buscarla únicamente en los acontecimientos importantes, sino, ante todo, en la vida ordinaria.
Él, sufriendo la muerte por todos nosotros, pecadores, nos enseña con su ejemplo que hemos de llevar también la cruz, que la carne y el mundo echan sobre los hombros de quienes buscan la paz y la justicia.
Constituido Señor por su resurrección, Cristo, al que le ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra, obra ya por la virtud de su Espíritu en el corazón del hombre, no sólo despertando el anhelo del siglo futuro, sino alentando, purificando y robusteciendo también, con ese deseo, aquellos generosos propósitos con los que la familia humana intenta hacer más llevadera su propia vida y someter la tierra a este fin.
Mas los dones del Espíritu Santo son diversos: pues mientras llama a unos para que den un manifiesto testimonio, por medio de su ardiente anhelo de la morada celestial, y conserven así vivo este anhelo en medio de la humanidad, a otros los llama para que se dediquen al servicio temporal de esa humanidad, y preparen así el material del reino de los cielos.
A todos, sin embargo, los libera, para que, con la abnegación propia y por el empleo de todas las energías terrenas en pro de la vida humana, proyecten su preocupación hacia los tiempos futuros, cuando la humanidad entera llegará a ser una ofrenda acepta a Dios.
RESPONSORIO 2Co 5, 15; Rm 4, 25
R. Cristo murió por todos, * para que los que viven no vivan ya para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
V. Fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitado para nuestra justificación.
R. Para que los que viven no vivan ya para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
Sábado, 28 de marzo de 2020
Evangelio y Reflexión
Lectura del santo evangelio según san Juan (7,40-53):
EN aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían:
«Este es de verdad el profeta».
Otros decían:
«Este es el Mesías».
Pero otros decían:
«¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?».
Y así surgió entre la gente una discordia por su causa.
Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.
Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron:
«¿Por qué no lo habéis traído?».
Los guardias respondieron:
«Jamás ha hablado nadie como ese hombre».
Los fariseos les replicaron:
«También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la ley son unos malditos».
Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo:
«¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?».
Ellos le replicaron:
«¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas».
Y se volvieron cada uno a su casa.
Palabra del Señor
EN aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían:
«Este es de verdad el profeta».
Otros decían:
«Este es el Mesías».
Pero otros decían:
«¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?».
Y así surgió entre la gente una discordia por su causa.
Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.
Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron:
«¿Por qué no lo habéis traído?».
Los guardias respondieron:
«Jamás ha hablado nadie como ese hombre».
Los fariseos les replicaron:
«También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la ley son unos malditos».
Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo:
«¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?».
Ellos le replicaron:
«¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas».
Y se volvieron cada uno a su casa.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Jamás hombre alguno ha hablado como éste.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Jamás hombre alguno ha hablado como éste.
PRECES
Demos gracias siempre y en todo lugar a Cristo, nuestro Salvador, y supliquémosle, diciendo:
*Ayúdanos, Señor, con tu gracia*.
Concédenos guardar sin mancha nuestros cuerpos,
para que el Espíritu Santo pueda habitar en ellos.
Desde el comienzo del día acrecienta en nosotros el amor a nuestros hermanos
y el deseo de cumplir tu voluntad en todas las acciones de esta jornada.
Danos hambre del alimento que perdura y da vida eterna,
y que tú diariamente nos proporcionas.
Que interceda por nosotros tu santísima Madre, refugio de pecadores,
para que obtengamos el perdón de nuestros pecados.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Pidamos al Padre que nos libre de todo mal, repitiendo la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, que tu amor misericordioso dirija siempre nuestros deseos y actividades, pues sabemos que sin tu ayuda no podemos complacerte. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
En la comunidad encontró como profesor un místico muy famoso que
influyó en él de manera inmensa. Era el Padre Eckart, cuyos consejos seguían
muchas personas con gran entusiasmo. Enrique decía: "El Padre Eckart
demuestra tan gran sabiduría que parece como si Dios no le hubiera ocultado
nada".
Los datos que vamos a narrar enseguida están extraídos de la
"Autobiografía" del propio Enrique Susso.
Los primeros años de religioso no fue muy fervoroso, pero luego un
día empezó a oír continuamente este mandato: "Renuncie a todo lo que no lo
ayude a conseguir la santidad". Y se repetía tan frecuentemente este
mandato en su mente que se propuso empezar una vida espiritual verdaderamente
seria.
El demonio intentó disuadirlo y desanimarlo con consideraciones de
prudencia humana, haciéndole ver que esa conversión era demasiado rápida y que
no sería capaz de perseverar en el bien. Él se dedicó a pedir a Dios la
sabiduría celestial. Y repetía las palabras del libro de la Sabiduría:
"Señor, envíame la sabiduría que procede de tu trono. Tú sabes que soy muy
joven, sin experiencia y de pocos años. Pero si Tú me mandas la sabiduría podré
perseverar". Y pedía al Espíritu Santo el don de Consejo y la virtud de la
prudencia, y así logro perseverar. En adelante durante toda su vida será un
admirador constante de la Sabiduría Eterna, y recomendará a sus discípulos el
pedir mucho a Dios el don de la sabiduría. Y les repetía las palabras del Libro
Santo: "Sabiendo que no tendría la sabiduría si Dios no me la concedía, me
dediqué a pedirla en oración, y me fue concedida".
Su amor a la Virgen María era inmenso y predicaba constantemente
su devoción.
Publicó el libro titulado "Sabiduría Eterna", el cual
fue sumamente famoso y muy popular por varios siglos.
Al principio de su conversión, creyó Enrique que debía dedicarse a
mortificaciones muy fuertes y así lo hizo. Sus ayunos, vigilias, azotes y demás
penitencias llegaron a causar asombro y casi acaban con su vida. Pero según
cuenta en su "Autobiografía", una iluminación del cielo le comunicó
que en vez de estas mortificaciones buscadas por él, debía más bien dedicarse a
aceptar con buena voluntad los sufrimientos que Dios iba a permitir que le
llegaran. Y fue entonces cuando empezaron a llegarle penas tremendas.
Los enemigos del alma trataban de atacarle de mil maneras. Le
llegaban los pensamientos más impuros y las imaginaciones más indecentes. Y una
melancolía o sentimiento continuo de tristeza que trataba de desanimarlo del
todo. Y luego las tentaciones contra la fe. Y como si no bastara todo esto, le
llegó la convicción de que él estaba destinado a condenarse para siempre.
Afortunadamente había tenido un buen profesor y se fue en busca
del sabio Padre Eckart y le contó todo. "El famoso místico me consoló y
logró sacarme de aquel infierno en el cual estaba viviendo". Y volvió a su
alma la paz. Una vez más se cumplía lo que dice el Libro de los Proverbios:
"Triunfarán los que saben pedir consejos". Pero ahora le iba a llegar
un tercer tormento.
Una voz interior le dijo: "Hasta ahora has sufrido ataques
venidos del interior. Ahora empezarán los ataques que llegan desde el
exterior". Y así sucedió. Pronto empezó a experimentar la ingratitud y la
pérdida de los amigos y de la buena fama. Sus paisanos se dividían en dos
clases: los fervorosos y los relajados. Los fervorosos querían que se cumpliera
exactamente los deberes de piedad. Entre ellos estaban Enrique Susso, su
profesor Eckart y el gran predicador Taulero. Pero los otros eran mayoría y
empezaron a perseguir a Susso.
Durante 37 años había recorrido campos y ciudades predicando.
Había obtenido curaciones milagrosas. En pleno sermón vieron su rostro rodeado
de resplandores. Pero insistía muy fuertemente en que había que dedicarse con
toda seriedad a la santidad, y esto no agradaba a los relajados. Y entonces se
valieron de la calumnia.
Se valieron de un muchacho mentiroso para inventar que él había
cometido sacrilegios. Logró comprobar que era inocente. Luego inventaron que
Enrique había tratado de envenenar a una persona. Pronto se supo que eso era
mentira. Lo acusaron de haber inventado un milagro, pero los mentirosos
quedaron al descubierto. Fueron tantas las acusaciones que tuvo que huir por un
tiempo a Holanda. Allá lo acusaron de haber escrito herejías contra la fe. Él
logró probar que todo lo que había escrito estaba de acuerdo con nuestra santa
religión.
Luego le llegó otro sufrimiento: su hermana, que era religiosa,
perdió el fervor y se retiró de su comunidad. Enrique ofreció por ella una
grave enfermedad que él tuvo que sufrir, y con este sufrimiento logró que la
prófuga volviera otra vez al convento donde pasó santamente sus últimos años.
Enrique estaba dirigiendo espiritualmente a una mujer que lo
engañaba diciéndole que ella se estaba convirtiendo de su mala vida. Pero
cuando el santo sacerdote se dio cuenta de que aquella mujer le mentía, se negó
a seguirle dando dirección espiritual. Entonces ella en venganza inventó el
cuento de que él era el padre de una criatura que ella tenía. Y algunos hasta
creyeron porque el religioso demostraba mucha caridad para con el pobre niño.
Entonces el Superior General de la Comunidad mandó hacer una severa
investigación y se supo que todo eran cuentos de aquella perversa mujer.
Fue nombrado Enrique como superior de un convento de Padres
Dominicos y aquel convento estaba terriblemente endeudado. El nuevo superior en
vez de dedicarse a pedir limosnas o a conseguir empréstitos lo que hizo fue
recomendar a sus religiosos que se dedicaran a celebrar con mayor fervor la
santa misa y a rezar con mayor fe y devoción. Muchos se burlaban de él diciendo
que era un hombre que no ponía los pies en la tierra y que se imaginaba que con
rezos se pagaban las deudas. Pero poco después un hombre rico sintió una
inspiración interior de que debía ayudar a aquel convento y llegó con veinte
libras de monedas de plata y con esto se pagaron todas las deudas.
Los últimos años los pasó el Padre Enrique dedicado a dar
dirección espiritual a las religiosas, especialmente a las dominicas, las
cuales lo consideraban un verdadero hombre de Dios y un guía espiritual
sumamente acertado.
Le ofrecieron altos puestos pero una iluminación interior le dijo
que si quería llegar a altos puestos en la santidad tenía que huir de los
cargos que producen muchos honores. Y por eso se mantuvo siempre entre los más
humildes y desconocidos aunque su sabiduría y sus escritos y su santidad lo
hacían resplandecer ante muchísimas gentes piadosas que lo admiraban
fervorosamente.
Murió en 1365, y dicen que su cuerpo permaneció muchos años
incorrupto. Pero después el templo donde estaba enterrado pasó a poder de los
protestantes y no se volvió a saber de sus restos.
Tuvo muchas visiones y se le apareció la Santísima Virgen María a
traerle mensajes celestiales. En una de sus visiones preguntó qué medios
debería emplear para alcanzar más fácilmente la santidad y la salvación y le
fue respondido: "Negarse a sí mismo; no apegarse a las criaturas; recibir
todo lo que sucede, como venido de la mano de Dios, y ser infinitamente paciente
y amable con todos, aún con los que son ásperos e injustos en su modo de
tratarlo a uno".
San Alfonso de Ligorio al meditar en las mortificaciones y en los
sufrimientos de este hombre de Dios exclamaba: "Qué pequeños nos sentimos
nosotros ante estos campeones tan valerosos para sufrir todo por amor de Dios y
por la salvación de las almas".