Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO PASCUAL
JUEVES DE SEMANA VII
Del propio del Tiempo. Salterio III
JUEVES DE SEMANA VII
Del propio del Tiempo. Salterio III
6 de junio
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. A Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: CONTIGO SUBE EL MUNDO CUANDO SUBES.
Contigo sube el mundo cuando subes,
y al son de tu alegría matutina
nos alzamos los muertos de las tumbas;
salvados respiramos vida pura,
bebiendo de tus labios el Espíritu.
Cuanto la lengua a proferir no alcanza
tu cuerpo nos lo dice, ¡Oh Traspasado!
Tu carne santa es luz de las estrellas,
victoria de los hombres, fuego y brisa,
y fuente bautismal, ¡oh Jesucristo!
Cuanto el amor humano sueña y quiere,
en tu pecho, en tu médula, en tus llagas
vivo está, ¡oh Jesús glorificado!
En ti, Dios fuerte, Hijo primogénito,
callando, el corazón lo gusta y siente.
Lo que fue, lo que existe, lo que viene,
lo que en el Padre es vida incorruptible,
tu cuerpo lo ha heredado y nos lo entrega.
Tú nos haces presente la esperanza,
tú que eres nuestro hermano para siempre.
Cautivos de tu vuelo y exaltados
contigo hasta la diestra poderosa,
al Padre y al Espíritu alabamos;
como espigas que doblan la cabeza,
los hijos de la Iglesia te adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Cantaremos danzando: Jerusalén, ciudad de Dios, todas mis fuentes están en ti. Aleluya.
Salmo 86 - HIMNO A JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS.
Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí.»
Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cantaremos danzando: Jerusalén, ciudad de Dios, todas mis fuentes están en ti. Aleluya.
Ant 2. Como un pastor, el Señor ha reunido su rebaño. Aleluya.
Cántico: EL BUEN PASTOR ES EL DIOS ALTISIMO Y SAPIENTÍSIMO - Is 40, 10-17
Mirad, el Señor Dios llega con poder,
y su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario
y su recompensa lo precede.
Como un pastor que apacienta el rebaño,
su brazo lo reúne,
toma en brazos los corderos
y hace recostar a las madres.
¿Quién ha medido a puñados el mar
o mensurado a palmos el cielo,
o a cuartillos el polvo de la tierra?
¿Quién ha pesado en la balanza los montes
y en la báscula las colinas?
¿Quién ha medido el aliento del Señor?
¿Quién le ha sugerido su proyecto?
¿Con quién se aconsejó para entenderlo,
para que le enseñara el camino exacto,
para que le enseñara el saber
y le sugiriese el método inteligente?
Mirad, las naciones son gotas de un cubo
y valen lo que el polvillo de balanza.
Mirad, las islas pesan lo que un grano,
el Líbano no basta para leña,
sus fieras no bastan para el holocausto.
En su presencia, las naciones todas,
como si no existieran,
son ante él como nada y vacío.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Como un pastor, el Señor ha reunido su rebaño. Aleluya.
Ant 3. El Señor es grande en Sión, encumbrado sobre todos los pueblos. Aleluya.
Salmo 98 - SANTO ES EL SEÑOR, NUESTRO DIOS.
El Señor reina, tiemblen las naciones;
sentado sobre querubines, vacile la tierra.
El Señor es grande en Sión,
encumbrado sobre todos los pueblos.
Reconozcan tu nombre, grande y terrible:
Él es santo.
Reinas con poder y amas la justicia,
tú has establecido la rectitud;
tú administras la justicia y el derecho,
tú actúas en Jacob.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es santo.
Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor, y él respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos y la ley que les dio.
Señor, Dios nuestro, tú les respondías,
tú eras para ellos un Dios de perdón
y un Dios vengador de sus maldades.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante su monte santo:
Santo es el Señor, nuestro Dios.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es grande en Sión, encumbrado sobre todos los pueblos. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 8, 10-11
Si Cristo está en vosotros, aunque vuestro cuerpo haya muerto por causa del pecado, el espíritu tiene vida por la justificación. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales por obra de su Espíritu que habita en vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. A Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: CONTIGO SUBE EL MUNDO CUANDO SUBES.
Contigo sube el mundo cuando subes,
y al son de tu alegría matutina
nos alzamos los muertos de las tumbas;
salvados respiramos vida pura,
bebiendo de tus labios el Espíritu.
Cuanto la lengua a proferir no alcanza
tu cuerpo nos lo dice, ¡Oh Traspasado!
Tu carne santa es luz de las estrellas,
victoria de los hombres, fuego y brisa,
y fuente bautismal, ¡oh Jesucristo!
Cuanto el amor humano sueña y quiere,
en tu pecho, en tu médula, en tus llagas
vivo está, ¡oh Jesús glorificado!
En ti, Dios fuerte, Hijo primogénito,
callando, el corazón lo gusta y siente.
Lo que fue, lo que existe, lo que viene,
lo que en el Padre es vida incorruptible,
tu cuerpo lo ha heredado y nos lo entrega.
Tú nos haces presente la esperanza,
tú que eres nuestro hermano para siempre.
Cautivos de tu vuelo y exaltados
contigo hasta la diestra poderosa,
al Padre y al Espíritu alabamos;
como espigas que doblan la cabeza,
los hijos de la Iglesia te adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Cantaremos danzando: Jerusalén, ciudad de Dios, todas mis fuentes están en ti. Aleluya.
Salmo 86 - HIMNO A JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS.
Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí.»
Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cantaremos danzando: Jerusalén, ciudad de Dios, todas mis fuentes están en ti. Aleluya.
Ant 2. Como un pastor, el Señor ha reunido su rebaño. Aleluya.
Cántico: EL BUEN PASTOR ES EL DIOS ALTISIMO Y SAPIENTÍSIMO - Is 40, 10-17
Mirad, el Señor Dios llega con poder,
y su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario
y su recompensa lo precede.
Como un pastor que apacienta el rebaño,
su brazo lo reúne,
toma en brazos los corderos
y hace recostar a las madres.
¿Quién ha medido a puñados el mar
o mensurado a palmos el cielo,
o a cuartillos el polvo de la tierra?
¿Quién ha pesado en la balanza los montes
y en la báscula las colinas?
¿Quién ha medido el aliento del Señor?
¿Quién le ha sugerido su proyecto?
¿Con quién se aconsejó para entenderlo,
para que le enseñara el camino exacto,
para que le enseñara el saber
y le sugiriese el método inteligente?
Mirad, las naciones son gotas de un cubo
y valen lo que el polvillo de balanza.
Mirad, las islas pesan lo que un grano,
el Líbano no basta para leña,
sus fieras no bastan para el holocausto.
En su presencia, las naciones todas,
como si no existieran,
son ante él como nada y vacío.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Como un pastor, el Señor ha reunido su rebaño. Aleluya.
Ant 3. El Señor es grande en Sión, encumbrado sobre todos los pueblos. Aleluya.
Salmo 98 - SANTO ES EL SEÑOR, NUESTRO DIOS.
El Señor reina, tiemblen las naciones;
sentado sobre querubines, vacile la tierra.
El Señor es grande en Sión,
encumbrado sobre todos los pueblos.
Reconozcan tu nombre, grande y terrible:
Él es santo.
Reinas con poder y amas la justicia,
tú has establecido la rectitud;
tú administras la justicia y el derecho,
tú actúas en Jacob.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es santo.
Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor, y él respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos y la ley que les dio.
Señor, Dios nuestro, tú les respondías,
tú eras para ellos un Dios de perdón
y un Dios vengador de sus maldades.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante su monte santo:
Santo es el Señor, nuestro Dios.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es grande en Sión, encumbrado sobre todos los pueblos. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 8, 10-11
Si Cristo está en vosotros, aunque vuestro cuerpo haya muerto por causa del pecado, el espíritu tiene vida por la justificación. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales por obra de su Espíritu que habita en vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Juan 5, 13-21
LA ORACIÓN POR LOS PECADORES
Queridos hermanos: Os he escrito estas cosas, a los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que os deis cuenta de que tenéis vida eterna.
Y ésta es la seguridad y confianza que tenemos en él: que, si le pedimos algo conforme con su voluntad, él nos escucha. Y, si sabemos que nos escucha en todas nuestras peticiones, sabemos que tenemos conseguido todo lo que hayamos pedido. El que vea a su hermano cometiendo pecado que no lleva a la muerte, que ore y le dará vida. (Me refiero a pecados que no llevan a la muerte, pues hay pecado que conduce a la muerte. No me refiero a este caso.) Toda injusticia es pecado. Pero hay pecado que no va a la muerte.
Sabemos que el que ha nacido de Dios no peca: el Nacido de Dios lo guarda y el maligno no lo toca. Sabemos que somos de Dios, mientras el mundo entero está bajo el influjo del maligno. Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia, para que conozcamos al Dios verdadero y para que estemos en él, su verdadero Hijo, el cual es Dios verdadero y es vida eterna. Hijos míos, guardaos de los ídolos.
RESPONSORIO 1Jn 5, 20; Jn 1, 18
R. Sabemos que el Hijo de Dios ha venido * y nos ha dado inteligencia, para que conozcamos al Dios verdadero. Aleluya.
V. Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.
R. Y nos ha dado inteligencia, para que conozcamos al Dios verdadero. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
Del Comentario de san Cirilo de Alejandría, obispo, sobre el evangelio de san Juan
(Libro 10, 16, 6-7: PG 74, 434)
SI NO ME VOY, EL ABOGADO NO VENDRÁ A VOSOTROS
Habían sido ya cumplidos los designios de Dios sobre la tierra; pero era del todo necesario que fuéramos hechos partícipes de la naturaleza divina de aquel que es la Palabra, esto es, que nuestra vida anterior fuera transformada en otra diversa, empezando así para nosotros un nuevo modo de vida según Dios, lo cual no podía realizarse más que por la comunicación del Espíritu Santo.
Y el tiempo más indicado para que el Espíritu fuera enviado sobre nosotros era el de la partida de Cristo, nuestro Salvador.
En efecto, mientras Cristo convivió visiblemente con los suyos, éstos experimentaban -según es mi opinión- su protección continua; mas, cuando llegó el tiempo en que tenía que subir al Padre celestial, entonces fue necesario que siguiera presente, en medio de sus adictos, por el Espíritu, y que este Espíritu habitara en nuestros corazones, para que nosotros, teniéndolo en nuestro interior, exclamáramos confiadamente: «Padre», y nos sintiéramos con fuerza para la práctica de las virtudes y, además, poderosos e invencibles frente a las acometidas del demonio y las persecuciones de los hombres, por la posesión del Espíritu que todo lo puede.
No es difícil demostrar, con el testimonio de las Escrituras, tanto del antiguo como del nuevo Testamento, que el Espíritu transforma y comunica una vida nueva a aquellos en cuyo interior habita.
Samuel, en efecto, dice a Saúl: Te invadirá el Espíritu del Señor, te convertirás en otro hombre. Y san Pablo afirma: Y todos nosotros, reflejando como en un espejo en nuestro rostro descubierto la gloria del Señor, nos vamos transformando en su propia imagen, hacia una gloria cada vez mayor, por la acción del Señor, que es Espíritu. Porque el Señor es Espíritu.
Vemos, pues, la transformación que obra el Espíritu en aquellos en cuyo corazón habita. Fácilmente los hace pasar del gusto de las cosas terrenas a la sola esperanza de las celestiales, y del temor y la pusilanimidad a una decidida y generosa fortaleza de alma. Vemos claramente que así sucedió en los discípulos, los cuales, una vez fortalecidos por el Espíritu, no se dejaron intimidar por sus perseguidores, sino que permanecieron tenazmente adheridos al amor de Cristo.
Es verdad, por tanto, lo que nos dice el Salvador: Os conviene que yo vuelva al cielo, pues de su partida dependía la venida del Espíritu Santo.
RESPONSORIO Jn 16, 7. 13
R. Si no me voy, el Abogado no vendrá a vosotros; pero, si me voy, os lo enviaré. * Y, cuando él venga, os conducirá a la verdad completa. Aleluya.
V. Porque no hablará por cuenta propia, sino que os dirá cuanto se le comunique y os anunciará las cosas futuras.
R. Y, cuando él venga, os conducirá a la verdad completa. Aleluya.
De la primera carta del apóstol san Juan 5, 13-21
LA ORACIÓN POR LOS PECADORES
Queridos hermanos: Os he escrito estas cosas, a los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que os deis cuenta de que tenéis vida eterna.
Y ésta es la seguridad y confianza que tenemos en él: que, si le pedimos algo conforme con su voluntad, él nos escucha. Y, si sabemos que nos escucha en todas nuestras peticiones, sabemos que tenemos conseguido todo lo que hayamos pedido. El que vea a su hermano cometiendo pecado que no lleva a la muerte, que ore y le dará vida. (Me refiero a pecados que no llevan a la muerte, pues hay pecado que conduce a la muerte. No me refiero a este caso.) Toda injusticia es pecado. Pero hay pecado que no va a la muerte.
Sabemos que el que ha nacido de Dios no peca: el Nacido de Dios lo guarda y el maligno no lo toca. Sabemos que somos de Dios, mientras el mundo entero está bajo el influjo del maligno. Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia, para que conozcamos al Dios verdadero y para que estemos en él, su verdadero Hijo, el cual es Dios verdadero y es vida eterna. Hijos míos, guardaos de los ídolos.
RESPONSORIO 1Jn 5, 20; Jn 1, 18
R. Sabemos que el Hijo de Dios ha venido * y nos ha dado inteligencia, para que conozcamos al Dios verdadero. Aleluya.
V. Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.
R. Y nos ha dado inteligencia, para que conozcamos al Dios verdadero. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
Del Comentario de san Cirilo de Alejandría, obispo, sobre el evangelio de san Juan
(Libro 10, 16, 6-7: PG 74, 434)
SI NO ME VOY, EL ABOGADO NO VENDRÁ A VOSOTROS
Habían sido ya cumplidos los designios de Dios sobre la tierra; pero era del todo necesario que fuéramos hechos partícipes de la naturaleza divina de aquel que es la Palabra, esto es, que nuestra vida anterior fuera transformada en otra diversa, empezando así para nosotros un nuevo modo de vida según Dios, lo cual no podía realizarse más que por la comunicación del Espíritu Santo.
Y el tiempo más indicado para que el Espíritu fuera enviado sobre nosotros era el de la partida de Cristo, nuestro Salvador.
En efecto, mientras Cristo convivió visiblemente con los suyos, éstos experimentaban -según es mi opinión- su protección continua; mas, cuando llegó el tiempo en que tenía que subir al Padre celestial, entonces fue necesario que siguiera presente, en medio de sus adictos, por el Espíritu, y que este Espíritu habitara en nuestros corazones, para que nosotros, teniéndolo en nuestro interior, exclamáramos confiadamente: «Padre», y nos sintiéramos con fuerza para la práctica de las virtudes y, además, poderosos e invencibles frente a las acometidas del demonio y las persecuciones de los hombres, por la posesión del Espíritu que todo lo puede.
No es difícil demostrar, con el testimonio de las Escrituras, tanto del antiguo como del nuevo Testamento, que el Espíritu transforma y comunica una vida nueva a aquellos en cuyo interior habita.
Samuel, en efecto, dice a Saúl: Te invadirá el Espíritu del Señor, te convertirás en otro hombre. Y san Pablo afirma: Y todos nosotros, reflejando como en un espejo en nuestro rostro descubierto la gloria del Señor, nos vamos transformando en su propia imagen, hacia una gloria cada vez mayor, por la acción del Señor, que es Espíritu. Porque el Señor es Espíritu.
Vemos, pues, la transformación que obra el Espíritu en aquellos en cuyo corazón habita. Fácilmente los hace pasar del gusto de las cosas terrenas a la sola esperanza de las celestiales, y del temor y la pusilanimidad a una decidida y generosa fortaleza de alma. Vemos claramente que así sucedió en los discípulos, los cuales, una vez fortalecidos por el Espíritu, no se dejaron intimidar por sus perseguidores, sino que permanecieron tenazmente adheridos al amor de Cristo.
Es verdad, por tanto, lo que nos dice el Salvador: Os conviene que yo vuelva al cielo, pues de su partida dependía la venida del Espíritu Santo.
RESPONSORIO Jn 16, 7. 13
R. Si no me voy, el Abogado no vendrá a vosotros; pero, si me voy, os lo enviaré. * Y, cuando él venga, os conducirá a la verdad completa. Aleluya.
V. Porque no hablará por cuenta propia, sino que os dirá cuanto se le comunique y os anunciará las cosas futuras.
R. Y, cuando él venga, os conducirá a la verdad completa. Aleluya.
Jueves, 6
de junio de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (17,20-26):
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Id y sed los maestros de todas las naciones; bautizadlas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Id y sed los maestros de todas las naciones; bautizadlas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Aleluya.
PRECES
Bendigamos a Cristo, el Señor, por quien tenemos acceso al Padre en el Espíritu Santo, y supliquémosle, diciendo:
Escúchanos, Señor Jesús.
Envíanos tu Espíritu, el huésped deseado de las almas,
y haz que nunca lo contristemos.
Tú que resucitaste de entre los muertos y estás sentado a la derecha de Dios,
intercede siempre por nosotros ante el Padre.
Haz que el Espíritu nos mantenga unidos a ti,
para que ni la tribulación ni la persecución ni los peligros nos separen nunca de tu amor.
Enséñanos a amarnos mutuamente,
como tú nos amaste para gloria de Dios.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Llenos de fe, invoquemos juntos al Padre, repitiendo la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Tu Espíritu, Señor, infunda en nosotros la fuerza de sus dones, para que nuestros pensamientos te sean gratos y nuestra voluntad esté siempre sometida a la tuya. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Nació en Xanten y desde joven abrazó la vida religiosa, recibiendo
las órdenes menores, incluyendo el subdiaconato. Fue convertido cuando
caminando por un sendero un rayo asustó a su caballo e hizo que lo derribara al
suelo, dejándolo sin conocimiento por más de una hora. Lo primero que dijo al
volver en sí, fueron las palabras de San Pablo: "¿Señor, que quieres que
yo haga?" y por respuesta oyó las palabras del salmo 37: "Apártate
del mal y haz el bien". La conversión fue tan repentina y tan completa
como la del apóstol Pablo; se retiró a una casa de oración a meditar y a hacer
penitencia y se puso bajo la dirección de un santo director espiritual. Después
de hacer los debidos estudios fue ordenado sacerdote en el año 1115.
Uno de sus propósitos fue cumplir y seguir fielmente el Evangelio,
y difundirlo por todo el mundo. El Pontífice Gelasio II le concedió licencia
para predicar por todos los paises, fundando una comunidad en una zona
desértica llamada "Premonstré".
Los monjes, con el santo a la cabeza, se dedicaron a vivir el
Evangelio lo mejor posible, y pronto San Norberto tuvo nueve conventos en
diversas partes del país. El Papa Honorio II aprobó la nueva comunidad, la cual
se extendió por varios países.
Fue nombrado Arzobispo de Magdeburgo, y San Norberto se dedicó con
todas sus energías a poner orden en su arquidiócesis, ya que muchos laicos se
estaban apoderando de los bienes de la Iglesia y algunos sacerdotes no tenían
el debido comportamiento. Sus reformas tuvieron una fuerte oposición. Le
inventaron toda clase de calumnias y trataron de levantar al pueblo en su
contra. Dos o tres veces el santo obispo estuvo a punto de ser asesinado. La
rebelión llegó a tal extremo que San Norberto tuvo que salirse de Magdeburgo,
pero entonces empezaron a suceder tan terribles males en la ciudad, que los
ciudadanos fueron a pedirle que regresara y le prometieron ser más obedientes a
sus mandatos e instrucciones. A los pocos años, en el clero se notaba ya un
cambio muy consolador y un gran progreso en el fervor y en las buenas costumbres.
En Roma, los enemigos del Papa Inocencio II eligieron un antipapa,
llamado Anacleto, expulsando a Inocencio II de la ciudad eterna. San Norberto
convenció al emperador Lotario para que con un gran ejército, fuera a Italia a
defender al Pontífice, el cual sin ayuda militar del exterior no podía entrar a
Roma. El emperador Lotario, por influencia de nuestro santo, se dirigió con su
ejército hacia Italia y en mayo del año 1133 entró a Roma, acompañado de San
Norberto y de San Bernardo, y posesionó de nuevo al Pontífice.
Terminada esta su última gran acción, el santo se sintió ya sin
fuerzas; en 20 años de episcopado había hecho un trabajo como de sesenta años.
Murió en Magdeburgo, el 6 de junio de 1134, a los 53 años.
San Marcelino
Champagnat
6 de Junio
6 de Junio
Marcelino Champagnat, sacerdote francés que fundó la congregación
de los Hermanos Maristas. Nació el año 1789, el mismo año de la Revolución
Francesa, en Rosey al sur de Lyon. Sus padres, Juan Bautista y María Teresa,
tuvieron 10 hijos, Marcelino fue el noveno. Durante su infancia, trabajó en
casa: su familia poseía una pequeña granja y un molino. A los diez años comenzó
a ir a la escuela, pero a los pocos días se desanimó y no volvió. A los catorce
años, pasó por su casa un buen sacerdote que iba "reclutando" jóvenes
para el seminario; se fijó en Marcelino y le animó: "Tienes que estudiar
para ser sacerdote. Dios lo quiere." Y Marcelino se decidió.
Ingresó en el Seminario menor y comenzó sus estudios ... con
muchos problemas: Como no había ido a la escuela, apenas sabía leer y escribir.
Suspendió el primer curso y "le invitaron" a quedarse en su casa ...
Pero Marcelino no se desanimó y continuó estudiando. Después de muchos
esfuerzos, fue pasando los cursos y pasó al Seminario mayor, en Lyon. Tenía ya
24 años. Allí, junto con otros seminaristas compañeros de estudios, empezó a
madurar la idea de fundar una congregación de Hermanos, dedicados a la
enseñanza y a la catequesis de los niños. Tres años después fue ordenado
sacerdote y lo destinaron a La Valla. En el pueblo los niños no tenían escuela
ni catequesis, y los mayores apenas iban a la iglesia. Marcelino empezó a
hablar con la gente, se hizo cercano a todos, y el pueblo lo aceptó de buen
grado.
Tras una fuerte experiencia con un joven moribundo, el P.
Champagnat decidie fundar una congregación de Hermanos que se dedicaran a la
enseñanza y a la catequesis de los niños y jóvenes, especialmente los más
necesitados. Enseguida dio los primeros pasos, y el 2 de enero de 1817 reunió,
en una casita alquilada cerca de la parroquia, a dos jóvenes que le habían
manifestado su deseo de ser religiosos. Se llamaban Juan María Granjon y Juan
Bautista Audras. Éste fue el principio de los Hermanos Maristas. Pronto
acudieron otros jóvenes. Marcelino les ayudó a organizar su vida en comunidad:
oración y trabajo, formación personal, sencillez y pobreza. Y una filial
devoción a la Virgen María, bajo cuya protección se puso, desde el primer
momento, la naciente congregación. Después de un periodo de formación, el P.
Champagnat les dio un hábito religioso y los jóvenes firmaron sus primeros
compromisos (votos). Al cabo de un año, Marcelino abrió una escuela en La Valla
y en seguida se hicieron cargo de ella los Hermanos. Después de esta primera
escuela vinieron muchas más. Los párrocos y alcaldes de los pueblos vecinos se
disputaban a los Hermanos. Así, el Instituto de los Hermanos Maristas comenzó a
crecer, no sin dificultades, y hubo que construir una nueva casa, porque en La
Valla ya no cabían todos.
Marcelino Champagnat fue un gran hombre que llevó a cabo una obra
extraordinaria: cuidó como un buen pastor a la gente de su parroquia, atendió a
huérfanos y ancianos, pero sobre todo se consagró a la educación religiosa de
la juventud. Ciertamente, aquello no fue nada fácil. Su austeridad personal y
el trabajo incansable fueron minado su salud. Murió en la madrugada del 6 de
junio de 1840, a los 51 años, rodeado de sus Hermanos. Sus restos descansan en
la capilla de Ntra. Sra. del Hermitage. En el momento de su muerte, la
congregación tenía cerca de 300 Hermanos (más 50 que habían muerto ya), 50
casas y escuelas, y alrededor de 7.000 alumnos.
E P. Marcelino Champagnat fue declarado «Beato» en Roma, por S. S.
Pío XII, el 29 de Mayo de 1955, domingo de Pentecostés. Tras un largo y
detallado estudio, los expertos habían declarado la autenticidad de dos
milagros obtenidos por su intercesión.
La ceremonia de canonización del P. Marcelino Champagnat fue
celebrada el domingo 18 de abril de 1999.