Musica Para el Alma

sábado, 3 de junio de 2017

DOMINGO 4 LAUDES

Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno

  • Himno 1
  • Himno 2
El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Esta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.
Esta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.
Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

Salmodia

Antífona 1: ¡Oh cuán bueno y cuán suave es, Señor, tu Espíritu que habita en nosotros! Aleluya.
Salmo 62, 2-9
El alma sedienta de Dios
Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.

Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Antífona 2: Manantiales y cuanto se mueve en las aguas, cantad un himno a Dios. Aleluya.
Dn 3,57-88.56
Toda la creación alabe al Señor
Alabad al Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona 3: Los apóstoles hablaban en lenguas extranjeras de las maravillas de Dios. Aleluya.
Salmo 149
Alegría de los santos
Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor. (Hesiquio)
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Lectura Breve

Hch 5, 30-32
El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole de
un madero. La diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la
conversión, el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo,
que Dios da a los que le obedecen.

Responsorio Breve

V. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
R. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
V. Y comenzaron a hablar.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.

Canto Evangélico

Antifona: Recibid el Espíritu Santo: a quienes los perdonéis los pecados, les quedan
perdonados. Aleluya.
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Preces

Oremos a Cristo, el Señor, que ha congregado a su Iglesia por el Espíritu Santo, y
digámosle con fe:
Renueva, Señor, la faz de la tierra.
Señor Jesús, que, exaltado en la cruz, hiciste que brotaran torrentes de agua viva de tu
costado,
— envíanos a tu Espíritu Santo, fuente de vida.
Tú que, glorificado a la derecha de Dios, derramaste sobre tus discípulos el Espíritu Santo,
— envía este mismo Espíritu al mundo, para que renueve la faz de la tierra.
Tú que, por el Espíritu Santo, diste a los apóstoles el poder de perdonar los pecados y el
poder de retenerlos,
— destruye el pecado del mundo.

Tú que prometiste darnos el Espíritu Santo, para que nos lo enseñara todo y nos fuera
recordando lo que nos habías dicho,
— envíanos este Espíritu, para que ilumine nuestra fe.
Tú que prometiste enviarnos el Espíritu de verdad, para que diéramos testimonio de ti,
— envíanos este Espíritu, para que nos haga tus testigos fieles.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Dirijámonos ahora al Padre con las palabras que el Señor resucitado pone en nuestros
labios: Padre nuestro.

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.

Oración

Oremos:
Oh Dios, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia extendida por todas
las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no
dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste
en los comienzos de la predicación evangélica. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.