Musica Para el Alma

jueves, 2 de febrero de 2017

lectura larga

De la carta a los Romanos 15, 14-33
MINISTERIO DE PABLO
Estoy personalmente convencido, hermanos, de que ya estáis llenos de buenas disposiciones, en plena posesión del don de ciencia y con suficiente capacidad como para exhortaros unos a otros al bien.

Sin embargo, os he escrito, en parte con cierto atrevimiento, como queriendo recordaros lo que ya sabéis; y lo he hecho en virtud de la gracia que Dios me ha dado, de ser un ministro de Cristo Jesús entre los gentiles, ministro que ejerce su sacerdocio de la Buena Nueva de Dios, a fin de que el ofrecimiento que hago de los gentiles a Dios sea aceptado y santificado en el Espíritu Santo.

Puedo, pues, gloriarme en Cristo Jesús de este ministerio que mira al servicio de Dios. Y, en verdad, no osaría yo hablar sino de lo que Cristo, valiéndose de mí, ha llevado a cabo por la conversión de los gentiles, de palabra o de obra, con poderosa eficacia de señales y prodigios, y con el poder del Espíritu; tanto que, desde Jerusalén y en todas direcciones hasta Iliria, he dado cumplimiento al Evangelio de Cristo.

Pero, de tal modo, que me proponía como una honra no predicar el Evangelio allí donde el nombre de Cristo era conocido, para no edificar sobre fundamentos ajenos. A este propósito dice la Escritura: «Lo verán quienes nuevas no tuvieron, y entenderán quienes no oyeron nada.»

Por eso, me he visto impedido tantas veces de llegarme hasta vosotros; pero ahora, que no encuentro campo de acción en estas regiones y teniendo desde hace tantos años vivos deseos de ir a veros, os visitaré cuando vaya para España. Espero, a mi paso, veros y, dirigido por vosotros, encaminarme para allá, después de haber disfrutado un poco de vuestra compañía. Ahora me encamino a Jerusalén, para socorrer a los fieles de allí; porque los de Macedonia y Acaya han tenido a bien hacer una colecta a beneficio de los pobres de entre los fieles de Jerusalén. Lo han tenido a bien, y con motivo, porque tienen deuda con ellos. Y así es. Si participan, como venidos de la gentilidad, en los bienes espirituales de ellos, deben a su vez servirles en los bienes materiales.

Una vez que cumpla este encargo, poniendo en sus manos el fruto de esta colecta, me encaminaré a España, pasando por entre vosotros. Y sé que, yendo a vosotros, iré con la plenitud de la bendición de Cristo.

Os pido, hermanos, por Jesucristo, nuestro Señor, y por la caridad del Espíritu: Ayudadme en esta lucha con vuestras plegarias, dirigidas a Dios por mí. Que me libre él de los que se oponen a la fe en Judea; y que la misión que llevo a Jerusalén sea del agrado de los fieles. Así podré ir gozoso a visitaros, si Dios quiere; y tendré mi felicidad y descanso en vuestra compañía. El Dios de la paz sea con todos vosotros. Amén.
RESPONSORIO    Rm 15, 15-16; 1, 9
R. Dios me ha dado la gracia de ser un ministro de Cristo Jesús entre los gentiles, ministro que ejerce su sacerdocio de la Buena Nueva de Dios, * a fin de que el ofrecimiento que hago de los gentiles a Dios sea aceptado y santificado en el Espíritu Santo.
V. Sirvo a Dios Padre con toda mi alma, anunciando el mensaje evangélico de su Hijo.
R. A fin de que el ofrecimiento que hago de los gentiles a Dios sea aceptado y santificado en el Espíritu Santo.