Musica Para el Alma

martes, 14 de febrero de 2017

lectura larga

De la primera carta a los Corintios 8, 1-13
LAS VIANDAS OFRECIDAS A LOS ÍDOLOS
Hermanos: «Por lo que se refiere a las viandas ofrecidas a los ídolos, ya sabemos que todos tenemos ciencia.» Bien, Pero la ciencia sola hincha; y la caridad edifica. El que crea estar en posesión de toda la ciencia aún no comenzó a saber como conviene saber. Sólo quien ama a Dios posee la verdadera ciencia de Dios.

Pues bien, por lo que se refiere a comer las viandas ofrecidas a los ídolos, sabemos que en la creación no hay dioses falsos, y que no hay ningún Dios sino el único. Porque, aun cuando a muchos se les da el nombre de dioses en el cielo y en la tierra (¡en verdad que son muchos los dioses falsos y muchos los señores!), para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y que es nuestro fin, y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por quien somos nosotros también.

Pero no todos tienen esta ciencia. Algunos, por la práctica habida hasta ahora de los ídolos, toman de esas viandas con la conciencia de que son realmente ofrecidas a los ídolos; y su conciencia, delicada como es, queda manchada por el pecado. La comida no nos recomendará delante de Dios. Ni por abstenernos de ella perderemos nada, ni por tomarla ganaremos algo.

Pero cuidad de que ese uso de vuestra libertad no sea un escándalo para los delicados de conciencia. Por ejemplo, ¿no se verá inducido a comer también de las viandas ofrecidas a los ídolos el de conciencia delicada que te ve a ti, que tienes ciencia de las cosas, tomar parte en las comidas de templos paganos? ¡Claro que sí! Y, de ese modo, por culpa de esa tu ciencia, se pierde el que es de conciencia delicada, el hermano por quien murió Cristo.

Y, pecando de esa manera contra los hermanos e hiriendo su conciencia delicada, pecais contra Cristo. Por lo cual, si mi comida ha de ser causa de ruina espiritual para mi hermano, no probaré la carne jamás. No sea que lo induzca a pecar.
RESPONSORIO    1Co 8, 5. 6. 4
R. Aun cuando a muchos se les da el nombre de dioses en el cielo y en la tierra, para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, * y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por quien somos nosotros también.
V. Sabemos que en la creación no hay dioses falsos, y que no hay ningún Dios sino el único.
R. Y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por quien somos nosotros también.