*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*TIEMPO ORDINARIO*
*LUNES DE LA SEMANA VII*
20 de mayo
Del Común de la Virgen María. Salterio III
*MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA. (MEMORIA)*
El Papa Pablo VI, el día 21 de noviembre de 1964, al clausurar la tercera etapa
del Concilio Vaticano II, secundando los deseos que le habían presentado muchos
de los Padres conciliares, dio a María el título honorífico de Madre de la
Iglesia. De esta forma subrayó la doctrina conciliar del capítulo VIII de la
Constitución Lumen gentium que acababa de ser promulgada y que reflexiona sobre
las estrechas relaciones que median entre María y la Iglesia. Posteriormente,
al ser promulgada en 1975 la segunda edición del Misal Romano de Pablo VI, se
incluyó entre las misas votivas la celebración de María bajo este título de
Madre de la Iglesia. Por su parte, el episcopado argentino solicitó y obtuvo de
la Sede Apostólica la inserción de la memoria anual de santa María, Madre de la
Iglesia, asignada al lunes después de Pentecostés.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Aclamemos al Señor en esta fiesta
de María Virgen.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamemos al Señor en esta fiesta
de María Virgen.
Himno: CABEZA Y CUERPO
Cabeza y Cuerpo, Cristo forma un todo,
Hijo de Dios e Hijo de María:
un Hijo en quien se juntan muchos hijos:
en su Madre ya la Iglesia se perfila.
Una y otra son madres y son vírgenes,
una y otra conciben del Espíritu,
una y otra sin mancha ni pecado,
al Padre celestial engendran hijos.
María le da al Cuerpo la Cabeza,
la Iglesia a la Cabeza le da el Cuerpo:
una y otra son madre del Señor,
ninguna sin la otra por entero.
Gloria a la Trinidad inaccesible
que ha querido morar entre nosotros,
en María, en la Iglesia, en nuestra alma,
para llenarnos de su eterno gozo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Dichosos los que viven en tu casa, Señor.
Salmo 83 - AÑORANZA DEL TEMPLO
¡Qué deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
se alegran por el Dios vivo.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío.
Dichosos los que viven en tu casa
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación:
cuando atraviesan áridos valles,
los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana
los cubriera de bendiciones;
caminan de altura en altura
hasta ver a Dios en Sión.
Señor de los ejércitos, escucha mi súplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, ¡oh Dios!, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido.
Un solo día en tu casa
vale más que otros mil,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados.
Porque el Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria,
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable.
¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre
que confía en ti!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichosos los que viven en tu casa,
Señor.
Ant 2. Venid, subamos al monte del Señor.
Cántico: EL MONTE DE LA CASA DEL SEÑOR EN LA CIMA DE LOS MONTES Is
2, 2-5
Al final de los días estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas.
Hacia él confluirán los gentiles,
caminarán pueblos numerosos.
Dirán : «Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob:
Él nos instruirá en sus caminos,
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la Ley,
de Jerusalén la palabra del Señor.»
Será el árbitro de las naciones,
el juez de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, ven;
caminemos a la luz del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, subamos al monte del Señor.
Ant 3. Cantad al Señor, bendecid su
nombre.
Salmo 95 - EL SEÑOR, REY Y JUEZ DEL MUNDO.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones;
porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda;
decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.»
Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque,
delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cantad al Señor, bendecid su
nombre.
LECTURA BREVE Is 61, 10
Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un
traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como a una novia que se
adorna con sus joyas.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor la eligió y la predestinó.
R. El Señor la eligió y la predestinó.
V. La hizo morar en su templo santo.
R. Y la predestinó.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. El Señor la eligió y la predestinó.
V. Escucha,
pueblo mío, que voy a hablarte.
R. Yo, el Señor, tu Dios.
PRIMERA LECTURA
De la segunda carta a los Corintios 1, 15-2, 11
RAZÓN DEL CAMBIO DE RUTA DEL APÓSTOL
Hermanos: Tenía yo el propósito de ir primero a
vosotros para proporcionaros después una segunda gracia, es decir, ir a
Macedonia pasando a veros a vosotros y luego, al volver de Macedonia, volver
ahí, y ser encaminado por vosotros hacia Judea. ¿Os parece que obré sin más ni
más al formar este plan? ¿O que formo mis proyectos con veleidad humana, de
modo que para mí el «sí» sea lo mismo que el «no»? Tan cierto como Dios es
veraz, que nuestra palabra a vosotros dirigida no es «sí y no». Porque el Hijo
de Dios, Cristo Jesús, que os hemos predicado yo, Silvano y Timoteo, no ha sido
«sí y no». En él solamente ha habido y hay «sí». Todas las promesas hechas por
Dios han tenido su «sí» en Cristo. Por eso, por medio de él decimos «Amén» a la
gloria de Dios, para darle gloria. Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros
junto con vosotros. Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en
nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.
¡Por mi vida! Pongo por testigo a Dios de que si todavía no he vuelto a
Corinto, ha sido por consideración a vosotros. No es que intentemos dominar en
vuestra Iglesia, sino que colaboramos con vuestra alegría, pues pertenecéis a
la Iglesia. Y yo he hecho el firme propósito de no ir a vosotros otra vez con
pesadumbres, pues si yo os aflijo, ¿quién me va a alegrar sino vosotros, que
estaréis entristecidos por causa mía? Y en estos mismos términos os escribí,
para que, cuando fuese a vosotros, no tuviera que afligirme por causa de
aquellos mismos que deberían alegrarme. Yo tengo plena confianza en todos
vosotros; sé que mi gozo es a la vez el vuestro. Os escribí con gran pesar y
angustia de corazón, con muchas lágrimas, y no para afligiros, sino para que os
dieseis cuenta del amor inmenso que os tengo.
Si alguno ha causado aflicción, sepa que no me ha afligido sólo a mí, sino en cierto
modo -para no exagerar- a todos vosotros. Sea bastante para este tal el castigo
que le ha infligido la mayoría, tanto, que ahora debéis hacer lo contrario,
perdonarlo y darle ánimos, no sea que el excesivo pesar lo agobie. Por esto os
ruego que os determinéis a usar de caridad para con él. Y con este mismo fin os
escribí: para conocer y probar si sois obedientes en todo. A aquel a quien
vosotros perdonéis también perdono yo. Lo que yo he perdonado -si es que
realmente tuve algo que perdonar- lo he hecho por amor a vosotros en presencia
de Cristo. Así no seremos víctimas de los ardides de Satanás, pues no ignoramos
sus propósitos.
RESPONSORIO 2Co 1, 21-22; Dt 5,
2. 4
R. Dios es
quien nos confirma en Cristo; él nos ha ungido, él nos ha sellado, * y
ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.
V. El Señor nuestro Dios ha hecho alianza con
nosotros, cara a cara nos ha hablado.
R. Y ha puesto en nuestros corazones, como prenda
suya, el Espíritu.
SEGUNDA LECTURA
De las obras oratorias de Bossuet, obispo de
Meaux, sobre la bienaventurada Virgen María
(Sermón sobre la fiesta del escapulario: Oeuvres oratoires, edición Lebarq,
Desclée de Brouver 1926, I, 388-389)
MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA
La santa Virgen María es la verdadera Eva, la verdadera
madre de todos los vivientes. Vivid, vivid, y María será vuestra madre. Pero
vivid de Jesucristo y por Jesucristo, porque incluso María tiene vida
únicamente de Jesucristo y por Jesucristo.
La maternidad de la santa Virgen es una realidad innegable. Por otra parte, que
María sea madre de los cristianos es algo que no puede ser más oportuno; éste
fue también el designio de Dios, revelado ya desde el paraíso. Pero para que
esta realidad penetre más profundamente en vuestros corazones, debéis admirar
el modo como este designio de Dios llegó a cumplimiento en el Evangelio de
nuestro Salvador, contemplando cómo Jesús quiso asociar a sí a la santa Virgen
al engendrarnos por medio del alumbramiento de su sangre, que siempre tan
fértil, produjo frutos agradables al Padre.
En aquella ocasión, san Juan representaba la universalidad de los fieles.
Entended mi raciocinio: todos los demás discípulos del Salvador abandonaron a
Jesús. Dios permitió que esto sucediera así para que comprendiéramos que son
pocos los que siguen a Jesús hasta su cruz.
Así, pues, habiéndose dispersado todos los demás discípulos, la providencia
quiso que, junto al Dios que moría, no permaneciera sino Juan, el discípulo
amado. Él fue el único, él, el verdadero fiel; porque únicamente es verdadero
fiel de Jesús el que le sigue hasta la cruz. Y fue así como este único fiel
representó a todos los fieles. Por consiguiente, cuando Jesucristo, hablando a
su Madre, le dice que Juan es su hijo, no penséis que considera a san Juan como
un hombre particular: en la persona de Juan entrega a María todos sus
discípulos, todos sus fieles, todos los herederos de la nueva alianza, todos
los hijos de su cruz.
Por esto, precisamente, llama a María «Mujer»; con esta expresión quería
significar «Mujer por excelencia, Mujer elegida singularmente para ser la madre
del pueblo elegido». «Oh Mujer, oh nueva Eva —le dice—, ahí tienes a tu hijo;
por tanto, Juan y todos los fieles a quienes él representa son tus hijos. Juan
es mi discípulo, mi discípulo amado; recibe, pues, en su persona a todos los
cristianos, porque aquí Juan los representa a todos, ya que todos ellos son,
como lo es Juan, mis discípulos, mis discípulos amados.» Esto es lo que el
Salvador quería significar a su santa Madre.
Y lo que más importante se me antoja en este hecho es que Jesús dirija estas
palabras a María desde la cruz. Porque en la cruz es donde el Hijo de Dios nos
dio la vida y nos engendró a la gracia por la fuerza de su sangre derramada por
nosotros. Y es precisamente desde la cruz desde donde significa a la purísima
virgen María que ella es madre de Juan y madre de todos los fieles. Mujer, ahí
tienes a tu hijo, le dice. En estas palabras contemplo al nuevo Adán que, al
engendrarnos por su muerte, asocia a la nueva Eva, su santa Madre, en la
generación, casta y misteriosa, de los hijos del nuevo Testamento.
RESPONSORIO Jn 19, 26; cf. Gn 3,
20
R. «Mujer, ahí
tienes a tu hijo», dijo Jesús a su madre; luego dijo al discípulo: * «Ahí
tienes a tu madre.»
V. Se llamará nueva Eva, por ser la madre de todos
los vivientes.
R. Ahí tienes a tu madre.
*Bienaventurada Virgen María Madre de la Iglesia*
Lunes, 20 de mayo 2024
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan
(19,25-34)*
25 Junto
a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de
Clopás, y María Magdalena.
26 Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien
amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
27 Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde
aquella hora el discípulo la acogió en su casa.
28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido,
para que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed.»
29 Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama
de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca.
30 Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E
inclinando la cabeza entregó el espíritu.
31 Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no
quedasen los cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy solemne
- rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran.
32 Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del
primero y del otro crucificado con él.
33 Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le
quebraron las piernas,
34 sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una
lanza y al instante salió sangre y agua.
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Te glorificamos, santa Madre de Dios, porque al concebir en tu
seno virginal al Hijo de Dios y al darlo a luz al mundo, preparaste el
nacimiento de la Iglesia, que hoy por ello te aclama como madre.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Te glorificamos, santa Madre de
Dios, porque al concebir en tu seno virginal al Hijo de Dios y al darlo a luz
al mundo, preparaste el nacimiento de la Iglesia, que hoy por ello te aclama
como madre.
PRECES
Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María
Virgen, y digámosle:
Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.
Salvador del mundo, tú que con la eficacia de tu redención preservaste a tu Madre
de toda mancha de pecado,
líbranos también a nosotros de toda culpa.
Redentor nuestro, tú que hiciste de la inmaculada Virgen María tabernáculo
purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo,
haz también de nosotros templos de tu Espíritu.
Palabra eterna del Padre, que enseñaste a María a escoger la parte mejor,
ayúdanos a imitarla y a buscar el alimento que perdura hasta la vida eterna.
Rey de reyes, que elevaste contigo a tu Madre en cuerpo y alma al cielo,
haz que aspiremos siempre a los bienes celestiales.
Señor del cielo y de la tierra, que has colocado a tu derecha a María reina,
danos el gozo de tener parte en su gloria.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Según el mandato del Señor, digamos confiadamente:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Padre de misericordia, cuyo Hijo, clavado en la cruz,
proclamó como Madre nuestra a su Madre, santa María virgen, concédenos por su
mediación amorosa, que tu Iglesia, cada día más fecunda, se llene de gozo por
la santidad de sus hijos, y atraiga a su seno a todos los pueblos. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
HORA NONA
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.
Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.
Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos
alegres.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha estado grande con
nosotros, y estamos alegres.
Ant 2. El Señor nos construya la casa y
nos guarde la ciudad.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos construya la casa y
nos guarde la ciudad.
Ant 3. Dichoso el que teme al Señor.
Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el que teme al Señor.
LECTURA BREVE Col 1, 21-22
A vosotros, que antes estabais enajenados y
enemigos en vuestra mente por las obras malas, ahora os ha reconciliado en su
cuerpo de carne mediante la muerte, presentándoos ante él como santos sin
mancha y sin falta.
V. Tañed para el Señor, fieles suyos.
R. Dad gracias a su nombre santo.
ORACIÓN
OREMOS,
Tú nos has convocado, Señor, en tu presencia en esta misma hora en que los
apóstoles subían al templo para la oración de la tarde: concédenos que las
súplicas que ahora te dirigimos en nombre de Jesús, tu Hijo, alcancen la
salvación a cuantos lo invocan. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: CABEZA Y CUERPO
Cabeza y Cuerpo, Cristo forma un todo,
Hijo de Dios e Hijo de María:
un Hijo en quien se juntan muchos hijos:
en su Madre ya la Iglesia se perfila.
Una y otra son madres y son vírgenes,
una y otra conciben del Espíritu,
una y otra sin mancha ni pecado,
al Padre celestial engendran hijos.
María le da al Cuerpo la Cabeza,
la Iglesia a la Cabeza le da el Cuerpo:
una y otra son madre del Señor,
ninguna sin la otra por entero.
Gloria a la Trinidad inaccesible
que ha querido morar entre nosotros,
en María, en la Iglesia, en nuestra alma,
para llenarnos de su eterno gozo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Nuestros ojos están fijos en el Señor, esperando su misericordia.
Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestros ojos están fijos en el
Señor, esperando su misericordia.
Ant 2. Nuestro auxilio es el nombre del
Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro auxilio es el nombre del
Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Ant 3. Dios nos ha destinado en la persona
de Cristo a ser sus hijos.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios nos ha destinado en la persona
de Cristo a ser sus hijos.
LECTURA BREVE Ga 4, 4-5
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo,
nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo
la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
RESPONSORIO BREVE
V. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está
contigo.
V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto
de tu vientre.
R. El Señor está contigo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está
contigo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. ¡Santa Madre de Dios, gloriosa Virgen María, que junto a la cruz
de tu Hijo fuiste constituida Madre de todos los fieles! Intercede por la
Iglesia y muestra tu favor a este pueblo que confía en tu protección.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Santa Madre de Dios, gloriosa
Virgen María, que junto a la cruz de tu Hijo fuiste constituida Madre de todos
los fieles! Intercede por la Iglesia y muestra tu favor a este pueblo que
confía en tu protección.
PRECES
Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso
que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y
supliquémosle diciendo:
Que la llena de gracia interceda por nosotros.
Tú que hiciste de María la madre de misericordia,
haz que los que viven en peligro o están tentados sientan su protección maternal.
Tú que encomendaste a María la misión de madre de familia en el hogar de Jesús
y de José,
haz que por su intercesión todas las madres fomenten en sus hogares el amor y
la santidad.
Tú que fortaleciste a María cuando estaba al pie de la cruz y la llenaste de
gozo en la resurrección de su Hijo,
levanta y robustece la esperanza de los decaídos.
Tú que hiciste que María meditara tus palabras en su corazón y fuera tu esclava
fiel,
por su intercesión haz de nosotros siervos fieles y discípulos dóciles de tu
Hijo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que coronaste a María como reina del cielo,
haz que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu
reino.
Según el mandato del Señor, digamos confiadamente:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Padre de misericordia, cuyo Hijo, clavado en la cruz,
proclamó como Madre nuestra a su Madre, santa María virgen, concédenos por su
mediación amorosa, que tu Iglesia, cada día más fecunda, se llene de gozo por
la santidad de sus hijos, y atraiga a su seno a todos los pueblos. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.