*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. A Cristo, que por nosotros ha nacido,
venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis
obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: HOY GRANDE GOZO EN EL CIELO
Hoy grande gozo en el cielo
todos tienen,
porque en un barrio del suelo
nace Dios.
¡Qué gran gozo y alegría
tengo yo!
Mas no nace solamente
en Belén,
nace donde hay un caliente
corazón.
¡Qué gran gozo y alegría
tengo yo!
Nace en mí, nace en cualquiera
si hay amor;
nace donde hay verdadera
comprensión.
¡Qué gran gozo y alegría
tiene Dios! Amén.
SALMODIA
Ant 1. «¿A quién habéis visto, pastores?
Hablad, contádnoslo, ¿quién se ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al
recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.» Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «¿A quién habéis visto, pastores? Hablad,
contádnoslo, ¿quién se ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al recién
nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.» Aleluya.
Ant 2. El ángel dijo a los pastores: «Os
anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn
3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al
Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al
Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los
siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio
una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.
Ant 3. Hoy nos ha nacido un niño que se llamará
Dios poderoso. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los
fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hoy nos ha nacido un niño que se
llamará Dios poderoso. Aleluya.
LECTURA BREVE Hb 1, 1-2
A través de muchas etapas y de muchas
maneras habló Dios en otro tiempo a nuestros antepasados por ministerio de los
profetas; en estos tiempos, que son los últimos, nos ha hablado por medio de su
Hijo, a quien ha constituido heredero de todas las cosas y por quien creó los
mundos.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor revela su salvación. Aleluya,
aleluya.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya,
aleluya.
V. Los confines de la tierra la han
contemplado.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya,
aleluya.
V. La Palabra se hizo carne. Aleluya.
R. y puso su morada entre nosotros.
Aleluya.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 11, 1-10
LA RAÍZ DE JESÉ
Esto dice el Señor:
«Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, y de
su raíz brotará un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu
de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de
ciencia y de temor del Señor.
No juzgará por apariencias ni sentenciará
sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los
desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el
aliento de sus labios. La justicia será el ceñidor de su cintura, y la lealtad
el cinturón de sus caderas.
Habitará el lobo con el cordero, y la
pantera se echará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: y un
niño pequeño los conducirá. La vaca pastará con el oso, sus crías yacerán
juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará junto al agujero del
áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. Nadie hará
daño ni estrago por todo mi Monte Santo: porque estará lleno el país de ciencia
del Señor, como las aguas colman el mar.
Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá como
bandera de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada.»
RESPONSORIO
R. Hoy se dignó nacer de una Virgen el Rey
de los cielos, para llevar al reino celestial al hombre que estaba perdido. *
Se alegra el ejército de los ángeles, porque ha llegado la salvación eterna al
género humano.
V. Gloria a Dios en el cielo, y en la
tierra paz a los hombres que ama el Señor.
R. Se alegra el ejército de los ángeles,
porque ha llegado la salvación eterna al género humano.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 1 En la Natividad del Señor, 1.3: PL
54, 190-193)
RECONOCE, OH CRISTIANO, TU DIGNIDAD
Nuestro Salvador, amadísimos hermanos, ha
nacido hoy; alegrémonos. No puede haber, en efecto, lugar para la tristeza,
cuando nace aquella vida que viene a destruir el temor de la muerte y a darnos
la esperanza de una eternidad dichosa.
Que nadie se considere excluido de esta
alegría, pues el motivo de este gozo es común para todos; nuestro Señor, en efecto,
vencedor del pecado y de la muerte, así como no encontró a nadie libre de
culpa, así ha venido para salvarnos a todos. Alégrese, pues, el justo, porque
se acerca a la recompensa; regocíjese el pecador, porque se le brinda el
perdón; anímese el pagano, porque es llamado a la vida.
Al llegar el momento dispuesto de antemano
por los impenetrables designios divinos, el Hijo de Dios quiso asumir la
naturaleza humana para reconciliarla con su Creador; así el diablo, autor de la
muerte, sería vencido mediante aquella misma naturaleza sobre la cual él mismo
había reportado su victoria.
Por eso, al nacer el Señor, los ángeles
cantan llenos de gozo: Gloria a Dios en el cielo, y proclaman: y en la tierra
paz a los hombres que ama el Señor. Ellos ven, en efecto, que la Jerusalén
celestial se va edificando por medio de todas las naciones del orbe. ¿Cómo,
pues, no habría de alegrarse la pequeñez humana ante esta obra inenarrable de
la misericordia divina, cuando incluso los coros sublimes de los ángeles
encontraban en ella un gozo tan intenso?
Demos, por tanto, amadísimos hermanos,
gracias a Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo, pues, por la
inmensa misericordia con que nos amó, ha tenido piedad de nosotros y, cuando
estábamos muertos por nuestros pecados, nos vivificó con Cristo, para que
fuésemos en él una nueva creatura, una nueva obra de sus manos. Despojémonos,
por tanto, del hombre viejo y de sus acciones y, habiendo sido admitidos a
participar del nacimiento de Cristo, renunciemos a las obras de la carne.
Reconoce, oh cristiano, tu dignidad y, ya que ahora participas de la misma
naturaleza divina, no vuelvas a tu antigua vileza con una vida depravada.
Recuerda de qué cabeza y de qué cuerpo eres miembro. Ten presente que has sido
arrancado del dominio de las tinieblas y transportado al reino y a la claridad
de Dios.
Por el sacramento del bautismo te has
convertido en templo del Espíritu Santo; no ahuyentes, pues, con acciones
pecaminosas un huésped tan excelso, ni te entregues otra vez como esclavo del
demonio, pues el precio con que has sido comprado es la sangre de Cristo.
RESPONSORIO
R. Hoy descendió del cielo sobre nosotros
la paz verdadera: * hoy los cielos destilaron miel por todo el mundo.
V. Hoy amaneció el día de redención de los
tiempos nuevos, que fue preparado por los tiempos antiguos, que nos trae para
siempre la felicidad.
R. Hoy los cielos destilaron miel por todo
el mundo.
*Lecturas del Solemnidad de la Natividad del Señor*
Lunes, 25 de diciembre de 2023
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (1,1-18)*
En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo
era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como
testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio d él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que
creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su
gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí,
porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado
por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre,
es quien lo ha dado a conocer.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra
paz a los hombres que ama el Señor. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros
enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo
con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre
Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del
Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro
Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Gloria a Dios en el cielo, y en la
tierra paz a los hombres que ama el Señor. Aleluya.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, Palabra eterna del
Padre, engendrado antes de los siglos y nacido por nosotros en el tiempo, y
aclamémoslo, diciendo:
Que se goce la tierra, Señor, ante tu
venida.
Cristo, Palabra eterna, que al venir al
mundo anunciaste la alegría a la tierra,
alegra nuestros corazones con la gracia de
tu visita.
Salvador del mundo, que con tu nacimiento
nos has revelado la fidelidad de Dios,
haz que nosotros seamos también fieles a
las promesas de nuestro bautismo.
Rey del cielo y de la tierra, que por tus
ángeles anunciaste la paz a los hombres,
conserva nuestras vidas en tu paz.
Señor, tú que viniste para ser la vid
verdadera que nos diera el fruto de vida,
haz que permanezcamos siempre en ti y demos
fruto abundante.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Con el deseo de que la luz de Cristo
ilumine a todos los hombres y que su amor se extienda por toda la tierra,
pidamos al Padre que su reino venga a nosotros:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, concédenos que, al
vernos envueltos en la luz nueva de tu Palabra hecha carne, hagamos
resplandecer en nuestras obras la fe que haces brillar en nuestra mente. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
II VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: TE DIRÉ MI AMOR, REY MÍO
Te diré mi amor, Rey mío,
en la quietud de la tarde,
cuando se cierran los ojos
y los corazones se abren.
Te diré mi amor, Rey mío,
con una mirada suave,
te lo diré contemplando
tu cuerpo que en pajas yace.
Te diré mi amor, Rey mío,
adorándote en la carne,
te lo diré con mis besos,
quizá con gotas de sangre.
Te diré mi amor, Rey mío,
con los hombres y los ángeles,
con el aliento del cielo
que espiran los animales.
Te diré mi amor, Rey mío,
con el amor de tu Madre,
con los labios de tu Esposa
y con la fe de tus mártires.
Te diré mi amor, Rey mío,
¡oh Dios del amor más grande!
¡Bendito en la Trinidad,
que has venido a nuestro valle! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Eres príncipe desde el día de tu
nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes
de la aurora.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y
SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu
nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Eres príncipe desde el día de tu
nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes
de la aurora.
Ant 2. Del Señor viene la misericordia y la
redención copiosa.
Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO,
SEÑOR.
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Del Señor viene la misericordia y la
redención copiosa.
Ant 3. En el principio, antes de los
siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del
mundo.
Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE
TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las
tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo
querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas
las cosas:
celestes y terrestres, visibles e
invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados,
Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene
en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la
Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre
los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda
plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas
las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de
la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En el principio, antes de los siglos,
la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.
LECTURA BREVE 1Jn 1, 1-3
Lo que existía desde un principio, lo que
hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y lo que
tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida (porque la vida se ha
manifestado, y nosotros hemos visto y testificamos y os anunciamos esta vida eterna,
la que estaba con el Padre y se nos ha manifestado): lo que hemos visto y oído
os lo anunciamos, a fin de que viváis en comunión con nosotros. Y esta nuestra
comunión de vida es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. La Palabra se hizo carne. Aleluya,
aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya,
aleluya.
V. Y puso su morada entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya,
aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Hoy ha nacido Jesucristo; hoy ha
aparecido el Salvador; hoy en la tierra cantan los ángeles, se alegran los
arcángeles; hoy saltan de gozo los justos, diciendo: «Gloria a Dios en el
cielo.» Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL
SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su
esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las
generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes
por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por
siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hoy ha nacido Jesucristo; hoy ha
aparecido el Salvador; hoy en la tierra cantan los ángeles, se alegran los
arcángeles; hoy saltan de gozo los justos, diciendo: «Gloria a Dios en el
cielo.» Aleluya.
PRECES
Aclamemos alegres a Cristo, ante cuyo
nacimiento los ángeles anunciaron la paz a la tierra, y supliquémosle, diciendo:
Que tu nacimiento, Señor, traiga la paz a
todos los hombres.
Tú que con el misterio de tu nacimiento
consuelas a la Iglesia,
cólmala también de todos tus bienes.
Tú que has venido como pastor supremo y
obispo de nuestras vidas,
haz que el papa y todos los obispos sean
buenos administradores de la múltiple gracia de Dios.
Rey de la eternidad, tú que al nacer
quisiste experimentar las limitaciones humanas, sometiéndote a la brevedad de
una vida como la nuestra,
haz que nosotros, caducos y mortales,
seamos partícipes de tu vida eterna.
Tú que, esperado durante largos siglos,
viniste en el tiempo de la historia señalado por tu Padre,
manifiesta tu presencia a los que todavía
te están esperando.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que, hecho carne, restauraste la
naturaleza humana deteriorada por la muerte,
concede la plena salvación a los difuntos.
Ya que somos la familia de Dios, digamos
con grande confianza a nuestro Padre del cielo:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que de modo admirable creaste
al hombre a tu imagen y semejanza y de un modo todavía más admirable elevaste
su condición por medio de Jesucristo, concédenos compartir la divinidad de
aquel que se ha dignado compartir nuestra humanidad. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.