*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*SABADO
SEMANA II DE PASCUA*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Verdaderamente ha resucitado el
Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Verdaderamente ha resucitado el
Señor. Aleluya.
Himno: VELARON LAS
ESTRELLAS EL SUEÑO DE SU MUERTE
Velaron las estrellas el sueño de su muerte,
sus luces de esperanzas las recogió ya el sol,
en haces luminosos la aurora resplandece,
es hoy el nuevo día en que el Señor actuó.
Los pobres de sí mismos creyeron su palabra,
la noche de los hombres fue grávida de Dios,
él dijo volvería colmando su esperanza,
más fuerte que la muerte fue su infinito amor.
De angustia estremecida lloró y gimió la tierra,
en lágrimas y sangre su humanidad vivió,
pecado, mal y muerte perdieron ya su fuerza,
el Cristo siempre vivo es hoy nuestro blasón.
De gozo reverdecen los valles y praderas,
los pájaros y flores, su canto y su color,
celebran con los hombres la eterna primavera
del día y la victoria en que el Señor actuó.
Recibe, Padre santo, los cánticos y amores
de cuantos en tu Hijo hallaron salvación,
tu Espíritu divino nos llene de sus dones,
los hombres y los pueblos se abran a tu Amor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tus acciones, Señor,
son mi alegría, y mi júbilo las obras de tus manos. Aleluya.
Salmo 91 - ALABANZA A
DIOS QUE CON SABIDURÍA Y JUSTICIA DIRIGE LA VIDA DE LOS HOMBRES.
Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes
sobre arpegios de cítaras.
Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.
Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.
Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos no temerán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.
El justo crecerá como una palmera
y se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;
en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tus acciones, Señor, son mi
alegría, y mi júbilo las obras de tus manos. Aleluya.
Ant 2. El nos hace morir y él nos da la
vida; él nos hirió y él nos vendará. Aleluya.
Cántico: BENEFICIOS DE
DIOS PARA CON SU PUEBLO Dt 32, 1-12
Escuchad, cielos, y hablaré;
oye, tierra, los dichos de mi boca;
descienda como lluvia mi doctrina,
destile como rocío mi palabra;
como llovizna sobre la hierba,
como sereno sobre el césped;
voy a proclamar el nombre del Señor:
dad gloria a nuestro Dios.
Él es la Roca, sus obras son perfectas,
sus caminos son justos,
es un Dios fiel, sin maldad;
es justo y recto.
Hijos degenerados, se portaron mal con él,
generación malvada y pervertida.
¿Así le pagas al Señor,
pueblo necio e insensato?
¿no es él tu padre y tu creador,
el que te hizo y te constituyó?
Acuérdate de los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre y te lo contará,
a tus ancianos y te lo dirán:
Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad,
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios,
la porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue la parte de su heredad.
Lo encontró en una tierra desierta,
en una soledad poblada de aullidos:
lo rodeó cuidando de él,
lo guardó como a las niñas de sus ojos.
Como el águila incita a su nidada,
revolando sobre los polluelos,
así extendió sus alas, los tomó
y los llevó sobre sus plumas.
El Señor solo los condujo
no hubo dioses extraños con él.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El nos hace morir y él nos da la
vida; él nos hirió y él nos vendará. Aleluya.
Ant 3. Coronaste de gloria y dignidad a tu
Cristo. Aleluya.
Salmo 8 MAJESTAD DEL
SEÑOR Y DIGNIDAD DEL HOMBRE.
Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.
Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos;
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por las aguas.
Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Coronaste de gloria y dignidad a tu
Cristo. Aleluya.
LECTURA
BREVE Rm 14, 7-9
Ninguno de nosotros vive para sí y ninguno muere para sí. Que si vivimos,
vivimos para el Señor; y si morimos, para el Señor morimos. En fin, que tanto
en vida como en muerte somos del Señor. Para esto murió Cristo y retornó a la
vida, para ser Señor de vivos y muertos.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado
del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R. El Señor ha resucitado del
sepulcro. Aleluya. Aleluya.
V. El que por nosotros colgó del
madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre,y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del
sepulcro. Aleluya. Aleluya.
V. Dios
nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva. Aleluya.
R. Por la resurrección de Jesucristo de entre los
muertos. Aleluya.
PRIMERA
LECTURA AÑO (I)
Del libro del Apocalipsis 5, 1-14
VISIÓN DEL CORDERO
Yo, Juan, vi, a la derecha del que estaba sentado
en el trono, un libro escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete
sellos. Y vi a un ángel poderoso que gritaba a grandes voces:
«¿Quién es digno de abrir el libro y romper sus sellos?»
Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el
libro ni ver su contenido. Yo lloraba mucho, porque no se encontró a nadie
digno de abrir el libro y de ver su contenido. Pero uno de los ancianos me
dijo:
«No llores más. Mira que ha vencido el león de la tribu de Judá, el vástago de
David, y él puede abrir el libro y sus siete sellos.»
Y vi en medio, donde estaban el trono y los cuatro seres y en medio de los
ancianos, un Cordero en pie y como degollado. Tenía siete cuernos y siete ojos,
es decir: los siete espíritus de Dios, enviados por toda la tierra. Vino y tomó
el libro de la diestra del que estaba sentado en el trono. Y, cuando lo hubo
tomado, los cuatro seres y los veinticuatro ancianos se postraron ante el
Cordero, teniendo cada uno su cítara y sus copas de oro llenas de incienso, que
significaban las oraciones de los santos. Y cantaban un cántico nuevo,
diciendo:
«Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y por
tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y
has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes y reinan sobre la
tierra.»
Y tuve otra visión. Y oí un coro de muchos ángeles alrededor del trono y de los
seres y de los ancianos. Y era su número miríadas de miríadas y millares de
millares. Y aquel coro inmenso de voces decía:
«Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.»
Y todas las creaturas que existen en el cielo y sobre la tierra y debajo de la
tierra y en el mar, y todo cuanto en ellos se contiene, oí que decían:
«Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y
el poder por los siglos de los siglos.»
Y los cuatro seres respondían:
«Amén.»
Y los ancianos cayeron de hinojos y rindieron adoración al que vive por todos
los siglos.
RESPONSORIO Ap 5, 9. 10
R. Eres digno,
Señor, de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado * y
por tu sangre nos compraste para Dios. Aleluya.
V. Has hecho de nosotros para nuestro Dios un
reino de sacerdotes.
R. Y por tu sangre nos compraste para Dios.
Aleluya.
PRIMERA LECTURA AÑO (II)
De los Hechos de los
apóstoles 7, 44-8, 4
CONCLUSIÓN DEL DISCURSO
DE ESTEBAN. SU MARTIRIO
En aquellos días, Esteban prosiguió su discurso, diciendo:
«Nuestros padres tuvieron consigo, en el desierto, el tabernáculo del
testimonio. Así lo había dispuesto el que mandó a Moisés fabricarlo según el
modelo que le había mostrado. Nuestros padres lo recibieron en herencia y lo
introdujeron, bajo la dirección de Josué, en la tierra que ocupaban los
gentiles, a quienes arrojó Dios para dar lugar a nuestros padres. Y así hasta
los días de David. David halló gracia a los ojos de Dios. Pidió el privilegio
de construir morada para el Dios de Jacob; pero fue Salomón quien se la
edificó, aunque ciertamente el Altísimo no habita en casas construidas por los
hombres, como dice el profeta: "El cielo es mi trono y la tierra es
escabel de mis pies. ¿Qué casa me vais a construir -dice el Señor-, o cuál va a
ser el lugar de mi descanso? ¿No soy yo quien ha hecho todas estas cosas?"
¡Hombres de dura cerviz, que cerráis obstinadamente vuestro entendimiento y
vuestro corazón a la verdad, vosotros habéis ido siempre en contra del Espíritu
Santo! Lo mismo que hicieron vuestros padres hacéis también vosotros. ¿A qué
profeta dejaron de perseguir vuestros padres? Ellos quitaron la vida a los que
anunciaban la venida del Justo, al cual vosotros habéis ahora traicionado y
asesinado; vosotros, que recibisteis la ley por ministerio de los ángeles y no
la guardasteis.»
Al escuchar esta diatriba, ardían de rabia sus corazones y rechinaban sus
dientes de coraje. Esteban, por su parte, lleno del Espíritu Santo, con la
mirada fija en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús a su diestra; y
exclamó:
«Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre a la diestra de Dios.»
Ante estas palabras, con gran gritería, se taparon los oídos. Embistieron todos
a una contra él y, sacándolo a empellones fuera de la ciudad, lo apedrearon.
Los testigos dejaron sus mantos a los pies de un joven, llamado Saulo. Mientras
lo apedreaban, Esteban oraba con estas palabras:
«Señor Jesús, recibe mi espíritu.»
Y, puesto de rodillas, dijo con fuerte voz:
«Señor, no les tomes en cuenta este pecado.»
Y, dicho esto, murió. Saulo, por su parte, aprobaba su muerte.
Sucedió que, aquel mismo día, una violenta persecución se desencadenó contra la
Iglesia de Jerusalén, y todos, a excepción de los apóstoles, se dispersaron por
las regiones de Judea y Samaría. Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban,
haciendo gran duelo por su muerte. Mientras tanto, Saulo hacía estragos en la
Iglesia; entraba por las casas y, llevándose violentamente a hombres y mujeres,
los arrojaba a la cárcel.
Los que se habían dispersado fueron anunciando por todas partes la Buena Nueva
de la palabra de Dios.
RESPONSORIO
Hch 7, 58. 59; Lc 23, 34
R. Mientras lo apedreaban, Esteban
oraba con estas palabras: «Señor Jesús, recibe mi espíritu; * no les tomes en
cuenta este pecado.»
V. Jesús decía: «Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen.»
R. No les tomes en cuenta este pecado.
SEGUNDA LECTURA
De la Constitución
Sacrosánctum Concílium, sobre la sagrada liturgia, del Concilio Vaticano
segundo
(Núms. 5-6)
LA ECONOMÍA DE LA
SALVACIÓN
Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al pleno
conocimiento de la verdad, a través de muchas etapas y de muchas maneras habló
en otro tiempo a nuestros antepasados por ministerio de los profetas y, cuando
llegó la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo, la Palabra hecha carne,
ungido por el Espíritu Santo, para anunciar la Buena Noticia a los pobres y
curar a los contritos de corazón, como médico corporal y espiritual, mediador
entre Dios y los hombres. En efecto, su humanidad, unida a la persona de la
Palabra, fue instrumento de nuestra salvación. Por esto, en Cristo se realizó
plenamente nuestra reconciliación y en él se nos dio la plenitud del culto
divino.
Esta obra de la redención humana y de la perfecta glorificación de Dios,
preparada por las maravillas que Dios obró en el pueblo de la antigua alianza,
Cristo la realizó principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada
pasión, resurrección de entre los muertos y gloriosa ascensión. Por este
misterio, con su muerte destruyó nuestra muerte y con su resurrección restauró
nuestra vida. Pues del costado de Cristo, dormido en la cruz, nació el
sacramento admirable de la Iglesia entera.
Por esta razón, así como Cristo fue enviado por el Padre, él a su vez envió a
los apóstoles, llenos del Espíritu Santo. No sólo los envió a predicar la Buena
Noticia a toda creatura y a anunciar que el Hijo de Dios, con su muerte y
resurrección, nos libró del poder de Satanás y de la muerte y nos condujo al
reino del Padre, sino también a realizar la obra de salvación que proclamaban,
mediante el sacrificio y los sacramentos, en torno a los cuales gira toda la
vida litúrgica.
Y, así, por el bautismo los hombres son injertados en el misterio pascual de
Jesucristo: mueren con él, son sepultados con él y resucitan con él, reciben el
espíritu de adopción de hijos, por el que clamamos: «¡Padre!», y se convierten
así en los verdaderos adoradores que busca el Padre.
Asimismo, cuantas veces comen la Cena del Señor, proclaman su muerte hasta que
vuelva. Por eso el día mismo de Pentecostés, en que la Iglesia se manifestó al
mundo, los que acogieron favorablemente la palabra de Pedro se hicieron
bautizar. Y eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la
fracción del pan y en las oraciones, y alababan a Dios y gozaban de la simpatía
general del pueblo.
Desde entonces, la Iglesia nunca ha dejado de reunirse para celebrar el
misterio pascual: leyendo todos los pasajes de la Escritura que a él se
refieren, celebrando la eucaristía, en la cual se hace de nuevo presente la
victoria y el triunfo de su muerte, y dando gracias al mismo tiempo a Dios por
su don inefable que tenemos en Cristo Jesús, para alabanza de su gloria.
RESPONSORIO
Jn 15, 1. 5. 9
R. Yo soy la vid verdadera y vosotros
sois los sarmientos; * el que permanece en mí, como yo en él, da mucho fruto.
Aleluya.
V. Como el Padre me amó, así también
yo os he amado a vosotros; permaneced en mi amor.
R. El que permanece en mí, como yo en
él, da mucho fruto. Aleluya.
*Lecturas del Sábado de la 2ª semana de Pascua*
Sábado, 22
de abril de 2023
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan
(6,16-21)*
AL oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la
travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había
alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían
remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se
acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.
Pero él les dijo:
«Soy yo, no temáis».
Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio
adonde iban.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. La paz sea con
vosotros, soy yo; aleluya; no tengáis miedo. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL
MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La paz sea con vosotros, soy yo;
aleluya; no tengáis miedo. Aleluya.
PRECES
Oremos a Cristo, que
nos ha manifestado la vida eterna, y digámosle confiados:
*Que tu resurrección, Señor, nos haga crecer en gracia*.
Pastor eterno, contempla con amor a tu pueblo, que se levanta ahora del
descanso,
y aliméntalo durante este día con tu palabra y tu eucaristía.
No permitas que seamos arrebatados por el lobo que devora o entregados por el
mercenario que huye,
sino haz que escuchemos siempre tu voz de buen pastor.
Tú que actúas siempre juntamente con los ministros de tu Evangelio y confirmas
su palabra con tu gracia,
haz que durante este día proclamemos tu resurrección con nuestras palabras y
con nuestra vida.
Sé, Señor, tú mismo nuestro gozo, el gozo que nadie puede arrebatarnos,
y haz que, alejados de toda tristeza, fruto del pecado, tengamos hambre de
poseer tu vida eterna.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Concluyamos nuestra oración, diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro
maestro:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que nos
has enviado la redención y concedido la filiación adoptiva, protege con bondad
a los hijos que tanto amas, y concédenos, por nuestra fe en Cristo, la
verdadera libertad y la herencia eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi
auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: REVESTIDOS DE
BLANCAS VESTIDURAS
Revestidos de blancas vestiduras,
vayamos al banquete del Cordero
y, terminado el cruce del mar Rojo
alcemos nuestro canto al rey eterno.
La caridad de Dios es quien nos brinda
y quien nos da a beber su sangre propia,
y el Amor sacerdote es quien se ofrece
y quien los miembros de su cuerpo inmola.
Las puertas salpicadas con tal sangre
hacen temblar al ángel vengativo,
y el mar deja pasar a los hebreos
y sumerge después a los egipcios.
Ya el Señor Jesucristo es nuestra pascua,
ya el Señor Jesucristo es nuestra víctima:
el ázimo purísimo y sincero
destinado a las almas sin mancilla.
Oh verdadera víctima del cielo,
que tiene a los infiernos sometidos,
ya rotas las cadenas de la muerte,
y el premio de la vida recibido.
Vencedor del averno subyugado,
el Redentor despliega sus trofeos
y, sujetando al rey de las tinieblas,
abre de par en par el alto cielo.
Para que seas, oh Jesús, la eterna
dicha pascual de nuestras almas limpias,
líbranos de la muerte del pecado
a los que renacimos a la vida.
Gloria sea a Dios Padre y a su Hijo,
que de los muertos ha resucitado,
así como también al sacratísimo
Paracleto, por tiempo ilimitado. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor elevado sobre
todos los cielos levanta del polvo al desvalido. Aleluya.
Salmo 112 - ALABADO SEA
EL NOMBRE DEL SEÑOR
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor elevado sobre todos los
cielos levanta del polvo al desvalido. Aleluya.
Ant 2. Rompiste mis cadenas; te ofreceré
un sacrificio de alabanza. Aleluya.
Salmo 115 - ACCIÓN DE
GRACIAS EN EL TEMPLO.
Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Vale mucho a los ojos del Señor
la vida de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Rompiste mis cadenas; te ofreceré
un sacrificio de alabanza. Aleluya.
Ant 3. El Hijo de Dios aprendió,
sufriendo, a obedecer; y se ha convertido para los que lo obedecen en autor de
salvación eterna. Aleluya.
Cántico: CRISTO, SIERVO
DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2, 6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Hijo de Dios aprendió,
sufriendo, a obedecer; y se ha convertido para los que lo obedecen en autor de
salvación eterna. Aleluya.
LECTURA
BREVE 1Pe 2, 9-10
Vosotros sois linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa, pueblo adquirido
por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a
entrar en su luz maravillosa. Vosotros, que en otro tiempo no erais pueblo,
sois ahora pueblo de Dios; vosotros, que estabais excluidos de la misericordia,
sois ahora objeto de la misericordia de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Los discípulos se
llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de
alegría. Aleluya. Aleluya.
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de
alegría. Aleluya. Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. En Cristo, se ha
cumplido todo lo escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.
Aleluya
Cántico de María. ALEGRÍA
DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En Cristo, se ha cumplido todo lo
escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Aleluya
PRECES
Oremos a Cristo, vida y
resurrección de todos los hombres, y digámosle con fe:
Hijo de Dios vivo, protege a tu pueblo.
Te rogamos, Señor, por tu Iglesia extendida por todo el mundo:
santifícala y haz que cumpla su misión de llevar tu reino a todos los hombres.
Te pedimos por los que sufren hambre y por los que están tristes, por los
enfermos, los oprimidos y los desterrados:
dales, Señor, ayuda y consuelo.
Te pedimos por los que se han apartado de ti por el error o por el pecado:
que obtengan la gracia de tu perdón y el don de una vida nueva.
Salvador del mundo, tú que fuiste crucificado, resucitaste y has de venir a
juzgar al mundo,
ten piedad de nosotros, pecadores.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Te rogamos, Señor, por los que viven en el mundo
y por los que han salido ya de él, con la esperanza de la resurrección.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, que tu pueblo se
regocije siempre al verse renovado y rejuvenecido por la resurrección de
Jesucristo, y que la alegría de haber recobrado la dignidad de la adopción
filial le dé la firme esperanza de resucitar gloriosamente como Jesucristo. Él,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.