*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*SABADO SEMANA VI DE PASCUA*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Verdaderamente ha resucitado el
Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Verdaderamente ha resucitado el
Señor. Aleluya.
Himno: VELARON LAS
ESTRELLAS EL SUEÑO DE SU MUERTE
Velaron las estrellas el sueño de su muerte,
sus luces de esperanzas las recogió ya el sol,
en haces luminosos la aurora resplandece,
es hoy el nuevo día en que el Señor actuó.
Los pobres de sí mismos creyeron su palabra,
la noche de los hombres fue grávida de Dios,
él dijo volvería colmando su esperanza,
más fuerte que la muerte fue su infinito amor.
De angustia estremecida lloró y gimió la tierra,
en lágrimas y sangre su humanidad vivió,
pecado, mal y muerte perdieron ya su fuerza,
el Cristo siempre vivo es hoy nuestro blasón.
De gozo reverdecen los valles y praderas,
los pájaros y flores, su canto y su color,
celebran con los hombres la eterna primavera
del día y la victoria en que el Señor actuó.
Recibe, Padre santo, los cánticos y amores
de cuantos en tu Hijo hallaron salvación,
tu Espíritu divino nos llene de sus dones,
los hombres y los pueblos se abran a tu Amor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tus acciones, Señor,
son mi alegría, y mi júbilo las obras de tus manos. Aleluya.
Salmo 91 - ALABANZA A
DIOS QUE CON SABIDURÍA Y JUSTICIA DIRIGE LA VIDA DE LOS HOMBRES.
Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes
sobre arpegios de cítaras.
Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.
Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.
Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos no temerán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.
El justo crecerá como una palmera
y se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;
en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tus acciones, Señor, son mi
alegría, y mi júbilo las obras de tus manos. Aleluya.
Ant 2. El nos hace morir y él nos da la
vida; él nos hirió y él nos vendará. Aleluya.
Cántico: BENEFICIOS DE
DIOS PARA CON SU PUEBLO Dt 32, 1-12
Escuchad, cielos, y hablaré;
oye, tierra, los dichos de mi boca;
descienda como lluvia mi doctrina,
destile como rocío mi palabra;
como llovizna sobre la hierba,
como sereno sobre el césped;
voy a proclamar el nombre del Señor:
dad gloria a nuestro Dios.
Él es la Roca, sus obras son perfectas,
sus caminos son justos,
es un Dios fiel, sin maldad;
es justo y recto.
Hijos degenerados, se portaron mal con él,
generación malvada y pervertida.
¿Así le pagas al Señor,
pueblo necio e insensato?
¿no es él tu padre y tu creador,
el que te hizo y te constituyó?
Acuérdate de los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre y te lo contará,
a tus ancianos y te lo dirán:
Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad,
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios,
la porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue la parte de su heredad.
Lo encontró en una tierra desierta,
en una soledad poblada de aullidos:
lo rodeó cuidando de él,
lo guardó como a las niñas de sus ojos.
Como el águila incita a su nidada,
revolando sobre los polluelos,
así extendió sus alas, los tomó
y los llevó sobre sus plumas.
El Señor solo los condujo
no hubo dioses extraños con él.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El nos hace morir y él nos da la
vida; él nos hirió y él nos vendará. Aleluya.
Ant 3. Coronaste de gloria y dignidad a tu
Cristo. Aleluya.
Salmo 8 MAJESTAD DEL
SEÑOR Y DIGNIDAD DEL HOMBRE.
Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.
Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos;
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por las aguas.
Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Coronaste de gloria y dignidad a tu
Cristo. Aleluya.
LECTURA
BREVE Rm 14, 7-9
Ninguno de nosotros vive para sí y ninguno muere para sí. Que si vivimos,
vivimos para el Señor; y si morimos, para el Señor morimos. En fin, que tanto
en vida como en muerte somos del Señor. Para esto murió Cristo y retornó a la
vida, para ser Señor de vivos y muertos.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado
del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro.
Aleluya. Aleluya.
V. El que por nosotros colgó del
madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre,y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del
sepulcro. Aleluya. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De los Hechos de los
Apóstoles 23, 12-35
CONSPIRACIÓN DE LOS
JUDÍOS CONTRA PABLO
En aquellos días, tuvieron un conciliábulo los judíos y juraron no comer ni
beber hasta matar a Pablo. Los conjurados eran más de cuarenta. Estos hombres
se presentaron a los pontífices y a los ancianos y les dijeron:
«Nos hemos juramentado solemnemente a no probar bocado hasta matar a Pablo.
Ahora, vosotros, de acuerdo con el Consejo, indicad al tribuno que lo haga
comparecer en vuestra presencia con el pretexto de examinar más a fondo su
causa. Nosotros, por nuestra parte, estamos preparados para darle muerte antes
de que llegue.»
Pero el hijo de la hermana de Pablo se enteró de este complot. Se presentó en
la fortaleza y se lo comunicó a Pablo. Pablo llamó enseguida a un centurión y
le dijo: «Lleva a este joven al tribuno, porque tiene algo que comunicarle.»
Lo tomó, pues, el centurión y lo llevó al tribuno, diciéndole:
«EI preso Pablo me ha llamado y me ha rogado que te traiga a este joven, pues
tiene algo que comunicarte.»
El tribuno lo tomó de la mano, se retiró aparte y le preguntó:
«¿Qué es lo que tienes que comunicarme?»
Él contestó:
«Los judíos se han puesto de acuerdo para pedirte que hagas comparecer mañana a
Pablo ante el Consejo de ancianos con el pretexto de examinar más a fondo su
causa. No los creas. Porque se han conjurado contra él más de cuarenta hombres
de entre ellos, y se han juramentado bajo anatema a no comer ni beber hasta
matarlo. Ahora están preparados, aguardando tu respuesta favorable.»
El tribuno despidió al joven con este aviso:
«No digas a nadie que me has revelado este asunto.»
Llamó en seguida a dos centinelas, y les dio esta orden:
«Preparad doscientos soldados para que marchen a Cesarea a las nueve de la
noche; y también setenta jinetes y doscientos lanceros. Además, aparejad cabalgaduras
para que, montado y sin peligro, lleven a Pablo hasta el procurador Félix.»
Y escribió una carta en estos términos:
«Claudio Lisias saluda al excelentísimo procurador Félix. Te envío aquí a este
hombre, que ha sido arrestado por los judíos y ha estado a punto de ser muerto
por ellos. Yo lo he sacado del peligro, acudiendo con la tropa, al enterarme de
que era un ciudadano romano.
He querido saber el crimen de que lo acusan, y lo he hecho comparecer ante el
Consejo. Me he encontrado con que lo acusan de cuestiones referentes a su ley,
pero no ha cometido delito alguno que merezca la muerte o la prisión. Enterado
de las asechanzas que preparaban contra este hombre, he resuelto al punto
enviártelo, intimando también a los acusadores a que expongan su demanda en tu
tribunal.»
Los soldados, conforme a las órdenes recibidas, tomaron consigo a Pablo y lo
condujeron de noche a Antípatris; y después, al otro día, dejando a los jinetes
que fuesen escoltando a Pablo, se volvieron a su cuartel. Los jinetes, una vez
llegados a Cesarea, entregaron la carta al procurador y dejaron en su poder a
Pablo. Después que leyó la carta, el procurador se informó de qué provincia era
y, al saber que era de Cilicia, dijo:
«Te tomaré declaración cuando se presenten tus acusadores.».
Y dio orden de que guardasen a Pablo en el palacio de Herodes.
RESPONSORIO
Mt 10, 18. 19-20
R. Cuando os hagan comparecer ante
gobernadores y reyes, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo
diréis. * En Su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir. Aleluya.
V. No seréis vosotros los que habléis,
el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
R. En su momento se os sugerirá lo que
tenéis que decir. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De los Tratados de san
Agustín, obispo, sobre el evangelio de san Juan
(Tratado 124, 5. 7: CCL 36, 685-687)
DOS VIDAS
La Iglesia sabe de dos vidas, ambas anunciadas y recomendadas por el Señor; de
ellas, una se desenvuelve en la fe, la otra en la visión; una durante el tiempo
de nuestra peregrinación, la otra en las moradas eternas; una en medio de la
fatiga, la otra en el descanso; una en el camino, la otra en la patria; una en
el esfuerzo de la actividad, la otra en el premio de la contemplación.
La primera vida es significada por el apóstol Pedro, la segunda por el apóstol
Juan. La primera se desarrolla toda ella aquí, hasta el fin de este mundo, que
es cuándo terminará; la segunda se inicia oscuramente en este mundo, pero su
perfección se aplaza hasta el fin de él, y en el mundo futuro no tendrá fin.
Por eso se le dice a Pedro: Sígueme; en cambio de Juan se dice: Si yo quiero
que él permanezca así hasta mi venida, ¿a ti qué? Tú, sígueme. «Tú, sígueme por
la imitación en soportar las dificultades de esta vida; él, que permanezca así
hasta mi venida para otorgar mis bienes.» Lo cual puede explicarse más
claramente así: «Sígame una actuación perfecta, impregnada del ejemplo de mi
pasión; pero la contemplación incoada permanezca así hasta mi venida para
perfeccionarla.»
El seguimiento de Cristo consiste, pues, en una amorosa y perfecta constancia
en el sufrimiento, capaz de llegar hasta la muerte; la sabiduría, en cambio,
permanecerá así, en estado de perfeccionamiento, hasta que venga Cristo para
llevarla a su plenitud. Aquí, en efecto, hemos de tolerar los males de este
mundo en el país de los mortales; allá, en cambio, contemplaremos los bienes
del Señor en el país de la vida.
Aquellas palabras de Cristo: Si yo quiero que él permanezca así hasta mi venida
no debemos entenderlas en el sentido de permanecer hasta el fin o de permanecer
siempre igual, sino en el sentido de esperar; pues lo que Juan representa no
alcanza ahora su plenitud, sino que la alcanzará con la venida de Cristo. En
cambio, lo que representa Pedro, a quien el Señor dijo: Tú, sígueme, hay que
ponerlo ahora por obra, para alcanzar lo que esperamos. Pero nadie separe lo
que significan estos dos apóstoles, ya que ambos estaban incluidos en lo que
significaba Pedro y ambos estarían después incluidos en lo que significaba
Juan. El seguimiento del uno y la permanencia del otro eran un signo. Uno y
otro, creyendo, toleraban los males de esta vida presente; uno y otro,
esperando, confiaban alcanzar los bienes de la vida futura.
Y no sólo ellos, sino que toda la santa Iglesia, esposa de Cristo, hace lo
mismo, luchando con las tentaciones presentes, para alcanzar la felicidad
futura. Pedro y Juan fueron, cada uno, figura de cada una de estas dos vidas.
Pero uno y otro caminaron por la fe, en la vida presente; uno y otro habían de
gozar para siempre de la visión, en la vida futura.
Por esto, Pedro, el primero de los apóstoles, recibió las llaves del reino de
los cielos, con el poder de atar y desatar los pecados, para que fuese el
piloto de todos los santos, unidos inseparablemente al cuerpo de Cristo, en
medio de las tempestades de esta vida; y, por esto, Juan, el evangelista, se
reclinó sobre el pecho de Cristo, para significar el tranquilo puerto de
aquella vida arcana.
En efecto, no sólo Pedro, sino toda la Iglesia ata y desata los pecados. Ni fue
sólo Juan quien bebió, en la fuente del pecho del Señor, para enseñarla con su
predicación, la doctrina acerca de la Palabra que existía en el principio y
estaba en Dios y era Dios - y lo demás acerca de la divinidad de Cristo, y
aquellas cosas tan sublimes acerca de la trinidad y unidad de Dios, verdades
todas estas que contemplaremos cara a cara en el reino, pero que ahora, hasta
que venga el Señor, las tenemos que mirar como en un espejo y oscuramente -,
sino que el Señor en persona difundió por toda la tierra este mismo Evangelio,
para que todos bebiesen de él, cada uno según su capacidad.
RESPONSORIO
1Pe 5, 10; 2Co 4, 14
R. El Dios de toda gracia, que os ha
llamado a su eterna gloria en Cristo Jesús, * tras un breve padecer, él mismo
os restablecerá, os afianzará y os robustecerá. Aleluya.
V. Aquel que resucitó a Jesús nos
resucitará también a nosotros con Jesús.
R. Tras un breve padecer, él mismo os
restablecerá, os afianzará y os robustecerá. Aleluya.
*Lecturas del Sábado de la 6ª semana de Pascua*
Sábado, 28 de mayo de 2022
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (16,23b-28)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará.
Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que
vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la
hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre
claramente.
Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por
vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis
que yo salí de Dios.
Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Yo os lo aseguro:
cuanto pidáis al Padre en mi nombre os lo concederá. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL
MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo os lo aseguro: cuanto pidáis al
Padre en mi nombre os lo concederá. Aleluya.
PRECES
Oremos a Cristo, que
nos ha manifestado la vida eterna, y digámosle confiados:
Que tu resurrección, Señor, nos haga crecer en gracia.
Pastor eterno, contempla con amor a tu pueblo, que se levanta ahora del
descanso,
y aliméntalo durante este día con tu palabra y tu eucaristía.
No permitas que seamos arrebatados por el lobo que devora o entregados por el
mercenario que huye,
sino haz que escuchemos siempre tu voz de buen pastor.
Tú que actúas siempre juntamente con los ministros de tu Evangelio y confirmas
su palabra con tu gracia,
haz que durante este día proclamemos tu resurrección con nuestras palabras y
con nuestra vida.
Sé, Señor, tú mismo nuestro gozo, el gozo que nadie puede arrebatarnos,
y haz que, alejados de toda tristeza, fruto del pecado, tengamos hambre de
poseer tu vida eterna.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Concluyamos nuestra oración, diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro
maestro:
Padre nuestro...
ORACION
Mueve, Señor, nuestros
corazones para que se adhieran siempre a obrar el bien; que, tendiendo sin
desfallecer hacia lo mejor, alcancemos vivir también en la eternidad los bienes
del misterio pascual. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi
auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: NO, YO NO DEJO LA
TIERRA
«No, yo no dejo la tierra.
No, yo no olvido a los hombres.
Aquí, yo he dejado la guerra;
arriba, están vuestros nombres.»
¿Qué hacéis mirando al cielo,
varones, sin alegría?
Lo que ahora parece un vuelo
ya es vuelta y es cercanía.
El gozo es mi testigo.
La paz, mi presencia viva,
que, al irme, se va conmigo
la cautividad cautiva.
El cielo ha comenzado.
Vosotros sois mi cosecha.
El Padre ya os ha sentado
conmigo, a su derecha.
Partid frente a la aurora.
Salvad a todo el que crea.
Vosotros marcáis mi hora.
Comienza vuestra tarea. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Salí del Padre y vine
al mundo; ahora dejo el mundo y voy al Padre. Aleluya.
Salmo 112 - ALABADO SEA
EL NOMBRE DEL SEÑOR
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Salí del Padre y vine al mundo;
ahora dejo el mundo y voy al Padre. Aleluya.
Ant 2. Después de haber tratado con ellos,
el Señor Jesús fue elevado al cielo, y allí está sentado a la diestra de Dios.
Aleluya.
Salmo 116 - INVITACIÓN
UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Después de haber tratado con ellos,
el Señor Jesús fue elevado al cielo, y allí está sentado a la diestra de Dios.
Aleluya.
Ant 3. Nadie sube al cielo sino aquel que
ha bajado del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo. Aleluya.
Cántico: EL JUICIO DE
DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12ª
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nadie sube al cielo sino aquel que
ha bajado del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo. Aleluya.
LECTURA
BREVE Ef 2, 4-6
Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aun cuando
estábamos muertos por nuestros pecados, nos vivificó con Cristo -por pura
gracia habéis sido salvados- y nos resucitó con él, y nos hizo sentar en los
cielos con Cristo Jesús.
RESPONSORIO BREVE
V. Dios asciende entre aclamaciones.
Aleluya, aleluya.
R. Dios asciende entre aclamaciones.
Aleluya, aleluya.
V. El Señor, al son de trompetas.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. Dios asciende entre aclamaciones.
Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Padre, he dado a
conocer tu nombre a los hombres que me diste; te ruego por ellos, no por el
mundo, ahora que voy a ti. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA
DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Padre, he dado a conocer tu nombre
a los hombres que me diste; te ruego por ellos, no por el mundo, ahora que voy
a ti. Aleluya.
PRECES
Aclamemos, alegres, a
Jesucristo, que se ha sentado hoy a la derecha del Padre, y digámosle:
Cristo, tú eres el rey de la gloria.
Rey de la gloria, que has querido glorificar por medio de tu cuerpo la
fragilidad de nuestra carne, elevándola hasta la gloria del cielo,
purifícanos de toda mancha y devuélvenos nuestra antigua dignidad.
Tú que por amor descendiste hasta nosotros,
haz que también nosotros por amor subamos hasta ti.
Tú que prometiste atraer a todos hacia ti,
no permitas que nosotros seamos apartados de la unidad de tu cuerpo.
Tú que nos has precedido al cielo en tu ascensión gloriosa,
haz que te sigamos ahí con nuestro corazón y nuestra mente.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Ya que te esperamos como Dios, juez de todos los hombres,
haz que un día podamos contemplarte en tu gloria y majestad, junto con nuestros
hermanos difuntos.
Llenos de fe, invoquemos juntos al Padre, repitiendo la oración que Cristo nos
enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Concédenos, Señor,
rebosar de alegría al celebrar la gloriosa ascensión de tu Hijo, y elevar a ti
una cumplida acción de gracias, pues el triunfo de Cristo es ya nuestra
victoria y, ya que él es la cabeza de la Iglesia, haz que nosotros, que somos
su cuerpo, nos sintamos atraídos por una irresistible esperanza hacia donde él
nos precedió. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.