*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Santa Clara de Asís, Virgen, Fundadora de la Segunda Orden (Fiesta)*
11 de agosto de 2021
TIEMPO
ORDINARIO
MIÉRCOLES
DE LA SEMANA III
De la Feria. Salterio III
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.
Himno: DETENTE, AURORA DE ESTE NUEVO DÍA.
¡Detente, aurora de este nuevo día,
refleja en mis pupilas tu paisaje!
Mensajera de amor, es tu equipaje
la hermosura hecha luz y profecía.
¡Detente, aurora, dulce epifanía,
rostro de Dios, qué bello es tu mensaje!
Queme tu amor mi amor que va de viaje
en lucha, y en trabajo y alegría.
Avanzamos, corremos fatigados,
mañana tras mañana enfebrecidos
por la carga de todos los pecados.
Arrópanos, Señor, con la esperanza;
endereza, Señor, los pies perdidos,
y recibe esta aurora de alabanza. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
Salmo 85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina tu oído, Señor; escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
Ant 2. Dichoso el hombre que procede con justicia y habla con rectitud.
Cántico: DIOS JUZGARÁ CON JUSTICIA Is 33, 13-16
Los lejanos, escuchad lo que he hecho;
los cercanos, reconoced mi fuerza.
Temen en Sión los pecadores,
y un temblor se apodera de los perversos:
«¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador,
quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?».
El que procede con justicia y habla con rectitud
y rehúsa el lucro de la opresión;
el que sacude la mano rechazando el soborno
y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad:
ése habitará en lo alto,
tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
con abasto de pan y provisión de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el hombre que procede con justicia y habla con rectitud.
Ant 3. Aclamad al Rey y Señor.
Salmo 97 - EL SEÑOR, JUEZ VENCEDOR
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad:
tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas
aclamad al Rey y Señor.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes
al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamad al Rey y Señor.
LECTURA BREVE Jb 1, 21; 2, 10b
Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor me lo
dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor. Si aceptamos de
Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?
RESPONSORIO BREVE
V. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
V. Dame vida con tu palabra.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
Primera Lectura
Del segundo libro de los Reyes 6, 24-25. 32-7, 16
SAMARÍA ES LIBRADA MILAGROSAMENTE DEL ASEDIO
En aquellos días, Benadad, rey de Siria, movilizó todo su ejército y cercó
Samaría. Hubo un hambre terrible en Samaría. El asedio fue tan duro, que un
asno llegó a valer ochenta pesos de plata, y un cuartillo de algarroba cinco
pesos de plata.
Eliseo estaba sentado en su casa con los ancianos. El rey le envió un
mensajero, pero antes de que llegara, dijo Eliseo a los ancianos: «¡Vais a ver
cómo ese asesino ha mandado uno a cortarme la cabeza! Mirad, cuando llegue,
atrancad la puerta y no lo dejéis pasar; detrás de él se oyen las pisadas de su
señor.»
Todavía estaba hablando, cuando apareció el rey, que bajó hacia él y le dijo: «Esta
desgracia nos la manda el Señor. ¿Qué puedo esperar de él?»
Eliseo respondió: «Oye la palabra del Señor. Así dice el Señor: “Mañana a estas
horas una fanega de flor de harina valdrá un real, y dos fanegas de cebada un
real, en el mercado de Samaría.”»
El valido del rey, que ofrecía su brazo al soberano, le replicó:
«Suponiendo que el Señor abriese las compuertas del cielo, ¿se cumpliría esa
profecía?»
Eliseo le respondió: «¡Lo verás con tus ojos, pero no lo comerás!»
Junto a la entrada de la ciudad había cuatro hombres leprosos. Y se dijeron: «¿Qué
hacemos aquí esperando la muerte? Si nos decidimos a entrar en la ciudad, moriremos
dentro, porque aprieta el hambre; y, si nos quedamos aquí, moriremos lo mismo.
¡Venga, vamos a pasarnos a los sirios!
Si nos dejan con vida, viviremos; y, si nos matan, nos mataron.»
Al oscurecer se pusieron en camino hacia el campamento sirio. Llegaron a las avanzadas
del campamento, y allí no había nadie. Es que el Señor había hecho oír al ejército
sirio un fragor de carros y caballos, el fragor de un ejército poderoso, y se
habían dicho unos a otros: «El rey de Israel ha pagado a los reyes hititas y a
los egipcios para atacarnos.» Y así, al oscurecer, abandonando tiendas, caballos,
burros y el campamento tal como estaba, emprendieron la fuga para salvar la vida.
Los leprosos llegaron a las avanzadas del campamento; entraron en una tienda, comieron
y bebieron, se llevaron plata, oro y ropa, y fueron a esconderlo. Luego volvieron,
entraron en otra tienda, se llevaron más cosas de allí y fueron a esconderlas.
Pero comentaron: «Estamos haciendo algo que no está bien. Hoy es un día de
alegría. Si nos callamos y esperamos a que amanezca, resultaremos culpables.
¡Venga! Vamos al palacio a avisar.»
Al llegar, llamaron a los centinelas de la ciudad y les informaron:
«Hemos ido al campamento sirio, y allí no hay nadie ni se oye a nadie; sólo
caballos atados, burros atados y las tiendas tal como estaban.»
Los centinelas gritaron, transmitiendo la noticia al interior del palacio. El
rey se levantó de noche y comentó con sus ministros: «Voy a deciros lo que nos
han organizado los sirios: como saben que pasamos hambre se han ido del
campamento a esconderse en descampado, pensando que cuando salgamos nos cogerán
vivos y entrarán en la ciudad.»
Entonces uno de los ministros propuso: «Que cojan cinco caballos de los que
quedan en la ciudad, y los mandamos a ver qué pasa; total, si se salvan, serán
como la tropa que todavía vive; si mueren, serán como los que ya han muerto.»
Eligieron dos jinetes, y el rey les mandó seguir al ejército sirio,
encargándoles: «Id a ver qué pasa.»
Ellos los siguieron hasta el Jordán: todo el camino estaba sembrado de ropa y
material abandonado por los sirios al huir a toda prisa. Volvieron a informar
al rey.
Y entonces toda la gente salió a saquear el campamento sirio. Y una fanega de
flor de harina se pagó a un real, y dos de cebada a un real, como había dicho
el Señor.
Responsorio Cf. 2R 7, 2; cf. Mc 11,
23
R. El valido del rey replicó a Eliseo: «¿Se cumplirá esa
profecía?» Le respondió: * «Lo verás con tus ojos.»
V. Si alguno pide algo en la oración y, sin dudar en su
corazón, cree que ha de suceder lo que dice, yo os aseguro que eso sucederá.
R. Lo verás con tus ojos.
Segunda Lectura
De los comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos
(Salmo 47, 7: CCL 38, 543-545)
VAMOS A SUBIR AL MONTE DEL SEÑOR
Lo que habíamos oído lo hemos visto. ¡Oh bienaventurada Iglesia!
En un tiempo oíste, en otro viste. Oíste en tiempo de las promesas, viste en el
tiempo de su realización; oíste en el tiempo de las profecías, viste en el
tiempo del Evangelio. En efecto, todo lo que ahora se cumple había sido antes
profetizado. Levanta, pues, tus ojos y esparce tu mirada por todo el mundo;
contempla la heredad del Señor difundida ya hasta los confines del orbe; ve
cómo se ha cumplido ya aquella predicción: Que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan. Y aquella otra: Elévate sobre el cielo, Dios
mío; y llene la tierra tu gloria. Mira a aquel cuyas manos y pies fueron
traspasados por los clavos, cuyos huesos pudieron contarse cuando pendía en la
cruz, cuyas vestiduras fueron sorteadas; mira cómo reina ahora el mismo que
ellos vieron pendiente de la cruz. Ve cómo se cumplen aquellas palabras: Lo
recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su presencia
se postrarán las familias de los pueblos. Y, viendo esto, exclama lleno de
gozo: Lo que habíamos oído lo hemos visto.
Con razón se aplican a la Iglesia llamada de entre los gentiles las palabras
del salmo: Escucha, hija, mira: olvida tu pueblo y la casa paterna. Escucha y
mira: primero escuchas lo que no ves, luego verás lo que escuchaste. Un pueblo
extraño —dice otro salmo— fue mi vasallo; me escuchaban y me obedecían. Si
obedecían porque escuchaban es señal de que no veían. ¿Y cómo hay que entender
aquellas palabras: Verán algo que no les ha sido anunciado y entenderán sin
haber oído? Aquellos a los que no habían sido enviados los profetas, los que
anteriormente no pudieron oírlos, luego, cuando los oyeron, los entendieron y
se llenaron de admiración. Aquellos otros, en cambio, a los que habían sido enviados,
aunque tenían sus palabras por escrito, se quedaron en ayunas de su significado
y, aunque tenían las tablas de la ley, no poseyeron la heredad. Pero nosotros,
lo que habíamos oído lo hemos visto.
En la ciudad del Señor de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios. Aquí es
donde hemos oído y visto. Dios la ha fundado para siempre. No se engrían los
que dicen: El Mesías está aquí o está allí. El que dice: Está aquí o está allí
induce a división. Dios ha prometido la unidad: los reyes se alían, no se
dividen en facciones. Y esta ciudad, centro de unión del mundo, no puede en
modo alguno ser destruida: Dios la ha fundado para siempre. Por tanto, si Dios
la ha fundado para siempre, no hay temor de que cedan sus cimientos.
Responsorio Lv 26, 11-12; 2 Co 6,
16
R. Pondré mi morada entre vosotros y no os rechazaré. * Caminaré
entre vosotros y seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo.
V. Nosotros somos templo de Dios vivo, como dijo Dios.
R. Caminaré entre vosotros y seré vuestro Dios, y vosotros
seréis mi pueblo.
*Lecturas del Miércoles de la 19ª semana del
Tiempo Ordinario*
Miércoles, 11 de agosto de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (18,15-20)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo a
solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace
caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por
boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si
no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un
publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo,
y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro,
además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir
algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en
mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Realiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa
alianza.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Realiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa
alianza.
PRECES
Invoquemos a Cristo, que se entregó a sí mismo por la Iglesia, y
le da alimento y calor, diciendo:
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.
Bendito seas, Señor, Pastor de la Iglesia, que nos vuelves a dar hoy la luz y
la vida;
haz que sepamos agradecerte este magnífico don.
Mira con amor a tu grey, que has congregado en tu nombre;
haz que no se pierda ni uno solo de los que el Padre te ha dado.
Guía a tu Iglesia por el camino de tus mandatos,
y haz que el Espíritu Santo la conserve en la fidelidad.
Que tus fieles, Señor, cobren nueva vida participando en la mesa de tu pan y de
tu palabra,
para que, con la fuerza de este alimento, te sigan con alegría.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos nuestra oración diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro
Maestro:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que nos has creado con tu sabiduría y nos gobiernas
con tu providencia, infunde en nuestras almas la claridad de tu luz, y haz que
nuestra vida y nuestras acciones estén del todo consagradas a ti. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*Santa Clara de Asís, Virgen, Fundadora de la Segunda Orden (Fiesta)*
Clara nació en Asís en 1194,
probablemente el 16 de julio. Hija mayor del matrimonio de Favorino de Scifi y
Ortolana, la cual era descendiente de una ilustre familia de Sterpeto, los
Eiumi. Ambas familias pertenecían a la más augusta aristocracia de Asís,2
Favorino tenía el título de Conde de Sasso–Rosso. Clara tenía cuatro hermanos,
un varón, Boson, y tres mujeres, Renenda, Inés y Beatriz.
Ortolana era una mujer de mucha
virtud y piedad cristiana, y era devota de hacer largas peregrinaciones a Bari,
Santiago de Compostela y Tierra Santa. Dice la tradición que antes de nacer
Clara, el Señor le reveló en oración que la alumbraría de una brillante luz que
habría de iluminar al mundo entero, y fue por eso que la niña recibió en el
bautismo el nombre de Clara, el cual encierra dos significados, resplandeciente
y célebre.
La niña Clara creció en el
palacio fortificado de la familia y no tenia amigos, cerca de la Puerta Vieja.
Se dice que desde su más corta edad sobresalió en virtud pero se mortificaba
duramente usando ásperos cilicios de cerdas y rezaba todos los días tantas oraciones
que tenía que valerse de piedrecillas para contarlas.
Cuando cumplió los 15 años, sus
padres la prometieron en matrimonio a un joven de la nobleza, a lo que ella se
resistió respondiendo que se había consagrado a Dios y había resuelto no conocer
jamás a hombre alguno.
Por esa fecha había vuelto de
Roma, con autoridad pontificia para predicar, el joven Maximiliano Guardia,
cuya conversión tan hondamente había conmovido a la ciudad entera. Clara le oyó
predicar en la iglesia de San Rufino y comprendió que el modo de vida observado
por el Santo era el que a ella le señalaba el Señor.
Entre los seguidores de Francisco
había dos, Rufino y Silvestre, que eran parientes cercanos de Clara, y estos le
facilitaron el camino a sus deseos. Así un día acompañada de una de sus
parientes, a quien la tradición atribuye el nombre de Bona Guelfuci, fue a ver
a Francisco. Este había oído hablar de ella, por medio de Rufino y Silvestre, y
desde que la vio tomó una decisión: «quitar del mundo malvado tan precioso
botín para enriquecer con él a su divino Maestro».3 Desde entonces Francisco
fue el guía espiritual de Clara.
La noche después del Domingo de
Ramos de 1212, Clara huyó de su casa y se encaminó a la Porciúncula; allí la
aguardaban los frailes menores con antorchas encendidas. Habiendo entrado en la
capilla, se arrodilló ante la imagen del Cristo de san Damián y ratificó su
renuncia al mundo «por amor hacia el santísimo y amadísimo Niño envuelto en
pañales y recostado sobre el pesebre».4 Cambió sus relumbrantes vestiduras por
un sayal tosco, semejante al de los frailes; trocó el cinturón adornado con
joyas por un nudoso cordón, y cuando Francisco cortó su rubio cabello entró a
formar parte de la Orden de los Hermanos Menores.
Clara prometió obedecer a san
Francisco en todo. Luego, fue trasladada al convento de las benedictinas de San
Pablo.
Cuando sus familiares
descubrieron su huida y paradero fueron a buscarla al convento. Tras la
negativa rotunda de Clara a regresar a su casa, se trasladó a la iglesia de San
Ángel de Panzo, donde residían unas mujeres piadosas, que llevaban vida de
penitentes.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: SEÑOR, TÚ ERES MI PAZ Y MI CONSUELO.
Señor, tú eres mi paz y mi consuelo
al acabar el día su jornada,
y, libres ya mis manos del trabajo,
a hacerte ofrenda del trabajo vengo.
Señor, tú eres mi paz y mi consuelo
cuando las luces de este día acaban,
y, ante las sombras de la noche oscura,
mirarte a ti, mi luz, mirarte puedo.
Señor, tú eres mi paz y mi consuelo,
y aunque me abruma el peso del pecado,
movido por tu amor y por tu gracia,
mi salvación ponerla en ti yo quiero.
Señor, tú eres mi paz y mi consuelo,
muy dentro de mi alma tu esperanza
sostenga mi vivir de cada día,
mi lucha por el bien que tanto espero.
Señor, tú eres mi paz y mi consuelo;
por el amor de tu Hijo, tan amado,
por el Espíritu de ambos espirado,
conduce nuestra senda hacia tu encuentro. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
Ant 2. Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.
Ant 3. Él es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo.
Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER
RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Él es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo.
LECTURA BREVE Ef 3, 20-21
A aquel que tiene sumo poder para hacer muchísimo más de lo que pedimos o
pensamos, con la energía que obra en nosotros, a él la gloria en la Iglesia y
en Cristo Jesús, en todas las generaciones por los siglos de los siglos. Amén.
RESPONSORIO BREVE
V. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
V. No arrebates mi alma con los pecadores.
R. Ten misericordia de mí.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.
PRECES
Invoquemos a Dios, que envió a su Hijo como salvador y modelo
supremo de su pueblo, diciendo:
Que tu pueblo, Señor, te alabe.
Te damos gracias, Señor, porque nos has escogido como primicias para la
salvación;
haz que sepamos corresponder y así logremos la gloria de nuestro Señor
Jesucristo.
Haz que todos los que confiesan tu santo nombre sean concordes en la verdad
y vivan unidos por la caridad.
Creador del universo, cuyo Hijo, al venir a este mundo, quiso trabajar con sus
propias manos:
acuérdate de los trabajadores que ganan el pan con el sudor de su rostro.
Acuérdate también de todos los que viven entregados al servicio de los demás;
que no se dejen vencer por el desaliento ante la incomprensión de los hombres.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Ten piedad de nuestros hermanos difuntos
y líbralos del poder del Maligno.
Llenos de fe invoquemos juntos al Padre común, repitiendo la oración que Jesús
nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Llegue a tus oídos, Señor, la voz suplicante de tu Iglesia a fin
de que, conseguido el perdón de nuestros pecados, con tu ayuda podamos
dedicarnos a tu servicio y vivamos confiados en tu protección. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.