*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Beata María Ludovica
de Angelis (1880-1962)*
25 de Febrero
TIEMPO DE
CUARESMA
JUEVES
DE LA SEMANA I
Propio del Tiempo. Salterio I
25 de febrero
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro
corazón.»
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: PASTOR QUE CON TUS SILBOS AMOROSOS.
Pastor que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño:
tú, que hiciste cayado de ese leño
en que tiendes los brazos poderosos,
vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño
y la palabra de seguir te empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.
Oye, Pastor, pues por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.
Espera, pues, y escucha mis cuidados.
Pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás, para esperar, los pies clavados? Amén.
SALMODIA
Ant 1. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Salmo 56 - ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO.
Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.
Invoco al Dios Altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.
Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Han tendido una red a mis pasos
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Ant 2. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
Cántico: FELICIDAD DEL PUEBLO REDIMIDO Jr 31, 10-14
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño;
porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.»
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor:
hacia el trigo y el vino y el aceite,
y los rebaños de ovejas y de vacas;
su alma será como un huerto regado,
y no volverán a desfallecer.
Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas;
alimentaré a los sacerdotes con manjares sustanciosos,
y mi pueblo se saciará de mis bienes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
Ant 3. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro
Dios.
Salmo 47 - HIMNO A LA GLORIA DE JERUSALÉN
Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra:
el monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar.
Mirad: los reyes se aliaron
para atacarla juntos;
pero, al verla, quedaron aterrados
y huyeron despavoridos;
allí los agarró un temblor
y dolores como de parto;
como un viento del desierto,
que destroza las naves de Tarsis.
Lo que habíamos oído lo hemos visto
en la ciudad del Señor de los ejércitos,
en la ciudad de nuestro Dios:
que Dios la ha fundado para siempre.
¡Oh Dios!, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, ¡oh Dios!, tu alabanza
llega al confín de la tierra;
tu diestra está llena de justicia:
el monte Sión se alegra,
las ciudades de Judá se gozan
con tus sentencias.
Dad la vuelta en torno a Sión,
contando sus torreones;
fijaos en sus baluartes,
observad sus palacios,
para poder decirle a la próxima generación:
«Este es el Señor, nuestro Dios.»
Él nos guiará por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro
Dios.
LECTURA BREVE Cf. 1R 8, 51a. 52-53a
Nosotros, Señor, somos tu pueblo y tu heredad; que tus ojos estén abiertos a
las súplicas de tu siervo y a la súplica de tu pueblo Israel, para escuchar
todos sus clamores hacia ti. Porque tú nos separaste para ti como herencia tuya
de entre todos los pueblos de la tierra.
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. El que
medita la ley del Señor.
R. Da fruto a su tiempo.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Deuteronomio 12, 1-14
LA LEY DEL ÚNICO TEMPLO
En aquellos días, Moisés dijo al pueblo estas palabras:
«Éstos son los mandatos y preceptos que pondréis por obra en la tierra que el
Señor, Dios de tus padres, va a darte en posesión mientras dure vuestra vida
sobre la tierra.
Destruirás todos los santuarios donde esos pueblos, que vosotros vais a
desposeer, daban culto a sus dioses, en lo alto de los montes, sobre las
colinas, bajo cualquier árbol frondoso; demoleréis sus altares, destrozaréis
sus estelas, quemaréis sus cipos, derribaréis las imágenes de sus dioses y
extirparéis sus nombres de aquel lugar.
No los imitarás al dar culto al Señor, vuestro Dios. Vosotros iréis a visitar
la morada del Señor, el lugar que el Señor, vuestro Dios, se elija en una de
tus tribus, para poner allí su nombre. Allí ofreceréis vuestros holocaustos y
sacrificios: los diezmos y ofertas, votos y ofrendas voluntarias y los
primogénitos de vuestras reses y ovejas. Allí comeréis tú y tu familia, en la
presencia del Señor, vuestro Dios, y festejaréis todas las empresas que el
Señor, tu Dios, haya bendecido.
No haréis entonces lo que nosotros hacemos hoy aquí: cada uno lo que bien le
parece, porque no habéis alcanzado todavía vuestro reposo, la heredad que va a
darte el Señor, tu Dios. Cuando crucéis el Jordán, y habitéis la tierra que el
Señor, vuestro Dios, va a repartiros en heredad, y ponga fin a las hostilidades
con los enemigos que os rodean, y viváis tranquilos, llevaréis al lugar que se
elija el Señor, vuestro Dios, para morada de su nombre todo lo que os tengo
ordenado: vuestros holocaustos, sacrificios, diezmos, ofrendas y lo mejor de
vuestros votos que hayáis hecho al Señor, y haréis fiesta en presencia del
Señor, vuestro Dios, vosotros, vuestros hijos e hijas, vuestros siervos y
siervas, y el levita que vive en tu vecindad y no le tocó nada en el reparto de
vuestra herencia.
¡Cuidado! No ofrecerás sacrificios en cualquier santuario que veas, sino sólo
en el lugar que el Señor se elija en una de tus tribus: allí ofrecerás tus
holocaustos y allí harás lo que te tengo ordenado.»
RESPONSORIO 2R 21, 7-8; 2Co 6, 16
R. En este templo pondré mi nombre para siempre; ya no dejaré que
Israel ande errante, * a condición de que pongan
por obra cuanto les mandé.
V. Nosotros somos templo del Dios vivo, como dijo Dios: «Habitaré en
medio de ellos y andaré entre ellos.»
R. A condición de que pongan por obra cuanto les mandé.
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de san Asterio de Amasea, obispo
(Homilía 13: PG 40, 355-358. 362)
IMITEMOS EL ESTILO DEL SEÑOR EN SU MANERA DE APACENTAR
Si queréis asemejaros a Dios, puesto que habéis sido hechos a su imagen, imitad
su ejemplo. Vosotros, que sois cristianos, nombre que en sí mismo implica la
bondad, imitad el amor de Cristo.
Considerad las riquezas de su bondad, ya que, queriendo venir a los hombres
haciéndose él mismo hombre, envió ante sí a Juan, como pregonero y ejemplo de
penitencia, y, antes de Juan, a todos los profetas, los cuales exhortaban a los
hombres a que se arrepintieran, a que volvieran a la vida, a que se enmendaran.
Luego, al venir él en persona, clamaba con su propia voz: Venid a mí todos los
que andáis rendidos y agobiados, que yo os daré descanso. ¿Y cómo acogió a los
que hicieron caso de esta invitación? Les concedió sin dificultad el perdón de
sus pecados, al momento los libró de todo aquello que los agobiaba: el Hijo los
santificó, el Espíritu los confirmó, el hombre viejo fue sepultado en el agua
bautismal y el hombre nuevo, regenerado, resplandeció por la gracia.
¿Qué se siguió de ahí? El que antes era enemigo se convirtió en amigo, el que
era un extraño en hijo, el que era profano en sagrado y santo.
Imitemos el estilo del Señor en su manera de apacentar; meditemos los
evangelios y, viendo en ellos, como en un espejo, su ejemplo de diligencia y
benignidad, aprenderemos a fondo estas virtudes.
En ellos, en efecto, encontramos descrito, con un lenguaje parabólico y
misterioso, a un hombre, pastor de cien ovejas, el cual, cuando una de las cien
se separó del rebaño e iba errando descarriada, no se quedó con las demás que
continuaban paciendo ordenadamente, sino que se marchó a buscar a la
descarriada, atravesando valles y desfiladeros, subiendo montes altos y
escarpados, pasando por desiertos, y así le fue siguiendo la pista con gran
fatiga, hasta que la halló errante.
Una vez hallada, no le dio de azotes, ni la hizo volver con prisas y a
empujones al rebaño, sino que la cargó sobre sus hombros y, tratándola
suavemente, la llevó al rebaño, con una alegría mayor por aquella sola que
había encontrado que por la muchedumbre de las demás. Reflexionemos sobre el
significado de este hecho, envuelto en la oscuridad de una semejanza. Esta
oveja y este pastor no significan simplemente una oveja y un pastor cualquiera,
sino algo más profundo.
En estos ejemplos se esconde una enseñanza sagrada. En ellos se nos advierte
que no tengamos nunca a nadie por perdido sin remedio y que, cuando alguien se
halle en peligro, no seamos negligentes o remisos en prestarle ayuda, sino que
a los que se han desviado de la recta conducta los volvamos al buen camino, nos
alegremos de su vuelta y los agreguemos a la muchedumbre de los que viven recta
y piadosamente.
RESPONSORIO Za 7, 9; Mt 6, 14
R. Que cada cual respete el derecho del prójimo * y
trate a su hermano con misericordia y piedad.
V. Si vosotros perdonáis al prójimo sus faltas, también os perdonará
las vuestras vuestro Padre celestial.
R. Que cada cual trate a su hermano con misericordia y piedad.
Jueves, 25 de febrero de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (7,7-12)*
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo
el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide
pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar
cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos
dará cosas buenas a los que le piden!
Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo
vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Si vosotros, siendo malos como sois, sabéis dar cosas buenas a
vuestros hijos, ¡con cuánta mayor razón las dará vuestro Padre celestial al que
se las pida!
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Si vosotros, siendo malos como sois, sabéis dar cosas buenas a
vuestros hijos, ¡con cuánta mayor razón las dará vuestro Padre celestial al que
se las pida!
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, nuestro Señor, que resplandece como luz
del mundo para que siguiéndolo no caminemos en tinieblas, sino que tengamos la
luz de la vida, y digámosle:
Que tu palabra, Señor, sea luz para nuestros pasos.
Cristo, amigo de los hombres, haz que sepamos progresar hoy en tu imitación,
para que lo que perdimos por culpa del primer Adán lo recuperemos en el
segundo.
Que tu palabra sea siempre luz en nuestro sendero, para que, realizando siempre
la verdad en el amor,
hagamos crecer todas las cosas en ti.
Enséñanos, Señor, a trabajar por el bien de todos los hombres,
para que así, por nuestra acción, la Iglesia ilumine a toda la sociedad humana.
Que por nuestra sincera conversión crezcamos en tu amistad
y expiemos las faltas cometidas contra tu bondad y tu sabiduría.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque sabemos que somos hijos de Dios, llenos de confianza nos atrevemos a
decir:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, haz que nos inclinemos siempre a pensar con rectitud y a
practicar el bien con diligencia y, puesto que no podemos existir sin ti,
concédenos vivir siempre según tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*Beata María Ludovica
de Angelis (1880-1962)*
25 de Febrero
Nacida el 24 de octubre de 1880 en Italia (en San Gregorio,
pueblito de los Abruzzos, no lejano de la ciudad de L'Aquila), Sor María
Ludovica De Angelis, con su llegada, primera de ocho, había colmado de alegría
a sus padres quienes en la misma tarde del día del nacimiento, en la fuente
bautismal, habían elegido, para su primogénita, el nombre de Antonina.
Con el correr de los años, en contacto con la naturaleza y la dura
vida del campo, la niña, crecida límpida, abierta, trabajadora y ricamente
sensible, se había transformado en una joven fuerte y al mismo tiempo,
delicada, activa y reservada, como toda la gente de aquella espléndida tierra.
El 7 de diciembre del mismo año del nacimiento de Antonina,
fallecía en Savona una hermana, que había optado dar plenitud a la propia vida
siguiendo las huellas de Aquel que dijo: «Sean misericordiosos como es
misericordioso el Padre... Todo cuanto hagan a uno solo de estos hermanos míos,
a Mí lo hacen...», era Santa María Josefa Rossello la cual dio vida, en Savona,
en 1837, al Instituto de las Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia: una
Familia Religiosa que caminaba por los senderos del mundo, proponiendo con la
fuerza del ejemplo el mismo ideal a muchas jóvenes.
Antonina sentía en su corazón que sus sueños encontraban eco en
los sueños que habían sido los de la Madre Rossello.
Ingresó con las Hijas de la Misericordia el 14 de noviembre de
1904; en la Vestición Religiosa toma el nombre de Sor María Ludovica y tres
años después de su ingreso, el 14 de noviembre de 1907, zarpa hacia Buenos
Aires, donde arriba el 4 de diciembre sucesivo. Desde este momento se da en
ella un florecer ininterrumpido de humildes gestos silenciosos en una entrega
discreta y emprendedora.
Sor Ludovica no posee una gran cultura, al contrario. Sin embargo,
es increíble cuánto logra realizar ante los ojos asombrados de quiénes la
circundan. Y, si su castellano es simpáticamente italianizado, con algún toque
pintoresco de "abruzzese", no le cuesta entender ni hacerse entender.
No formula programas ni estrategias, pero se dona con toda el
alma.
El Hospital de Niños, al cual es enviada, y que inmediatamente
adopta como familia suya, la ve, primero, solícita cocinera, luego, convertida
en responsable de la Comunidad, infatigable ángel custodio de la obra que, en
torno a ella, se transforma gradualmente en familia unida por un único fin: el
bien de los niños.
Serena, activa, decidida, audaz en las iniciativas, fuerte en las
pruebas y enfermedades, con la inseparable corona del Rosario entre las manos,
la mirada y el corazón en Dios y la infaltable sonrisa en los ojos, Sor
Ludovica llega a ser, sin saberlo ella misma, a través de su ilimitada bondad,
incansable instrumento de misericordia, para que a todos llegue claro el
mensaje del amor de Dios hacia cada uno de sus hijos.
Único programa expresamente formulado, es la frase recurrente:
«Hacer el bien a todos, no importa a quién». Y se realizan así, con
subvenciones que solo el cielo sabe cómo Sor M. Ludovica consigue obtener,
salas de cirugía, salas para los pequeños yacentes, nuevas maquinarias, un
edificio en Mar del Plata destinado a la convalecencia de los niños, una
capilla hoy parroquia, y una floreciente chacra para que sus protegidos
tuviesen siempre alimento genuino.
Durante 54 años Sor M. Ludovica será amiga y confidente, consejera
y madre, guía y consuelo, de cientos y cientos de personas in City Bell de toda
condición social.
El 25 de febrero de 1962 concluye su camino, pero quienes
permanecen todo el personal médico en particular no olvidan, y el Hospital de
Niños asume el nombre de «Hospital Superiora Ludovica».
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: SEÑOR, LA LUZ DEL DÍA YA SE APAGA.
Señor, la luz del día ya se apaga,
la noche va extendiendo sus tinieblas;
alumbra lo más hondo de las almas
en este santo tiempo de Cuaresma.
Conoces nuestra vida y nuestra historia
y sabes que también hemos pecado,
por eso hacia ti nos dirigimos
confiando que seremos perdonados.
Unidos con la Iglesia recorremos
la senda que nos lleva hasta el Calvario,
llevando en nuestro cuerpo tus dolores,
sufriendo lo que aún no has completado.
Escucha nuestra voz, amado Padre,
que, junto con tu Hijo Jesucristo,
enviaste tu Espíritu a los hombres,
sellando con tu gracia sus destinos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por
siempre.
Salmo 29 - ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CURACIÓN DE UN ENFERMO EN
PELIGRO DE MUERTE
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, Dios mío, a ti grité,
y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto,
por la mañana, el júbilo.
Yo pensaba muy seguro:
«No vacilaré jamás.»
Tu bondad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.
A ti, Señor, llamé,
supliqué a mi Dios:
«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?
¿Te va a dar gracias el polvo,
o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.»
Cambiaste mi luto en danzas,
me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi alma sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por
siempre.
Ant 2. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
Salmo 31 - ACCIÓN DE GRACIAS DE UN PECADOR PERDONADO
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.
Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se me había vuelto
un fruto seco.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.
Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.
No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.
Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor,
aclamadlo, los de corazón sincero.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
Ant 3. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos
le servirán.
Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos
le servirán.
LECTURA BREVE St 4, 7-8. 10
Vivid sometidos a Dios. Resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios
y él se acercará a vosotros. Pecadores, lavaos las manos; purificad vuestros
corazones, gente que obráis con doblez. Humillaos en la presencia del Señor y
él os ensalzará.
RESPONSORIO BREVE
V. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.
PRECES
Oremos a Cristo, el Señor, que nos dio el mandamiento nuevo de
amarnos unos a otros, y digámosle:
Acrecienta, Señor, la caridad de tu Iglesia.
Maestro bueno, enséñanos a amarte en nuestros hermanos
y a servirte en cada uno de ellos.
Tú que en la cruz pediste al Padre el perdón para tus verdugos,
concédenos amar a nuestros enemigos y orar por los que nos persiguen.
Señor, que la participación en el misterio de tu cuerpo y de tu sangre
acreciente en nosotros el amor, la fortaleza y la confianza,
y dé vigor a los débiles, consuelo a los tristes y esperanza a los agonizantes.
Señor, luz del mundo, que, por el agua, concediste al ciego de nacimiento el
poder ver la luz,
ilumina a nuestros catecúmenos por el sacramento del agua y de la palabra.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concede la plenitud de tu amor a los difuntos
y haz que un día nos contemos entre tus elegidos.
Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, haz que nos inclinemos siempre a pensar con rectitud y a
practicar el bien con diligencia y, puesto que no podemos existir sin ti,
concédenos vivir siempre según tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.