*LAS LAUDES.SAN BASILIO MAGNO Y SAN GREGORIO NACIANCENO, OBISPOS Y DOCTORES DE LA
IGLESIA*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento
para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser
escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
Sábado 2 de
enero 2021
Laudes -
SAN BASILIO MAGNO Y SAN GREGORIO NACIANCENO, OBISPOS Y DOCTORES DE LA IGLESIA
Memoria
Basilio nació en Cesarea
de Capadocia el año 330, de una familia cristiana; hombre de gran cultura y
virtud, comenzó a llevar vida eremítica, pero el año 370 fue elevado a la sede
episcopal de su ciudad natal. Combatió a los arrianos; escribió excelentes
obras y sobre todo reglas monásticas, que rigen aún hoy en muchos monasterios
del Oriente. Fue gran bienhechor de los pobres. Murió el día 1 de enero del año
379. Gregorio nació el mismo año que Basilio, junto a Nacianzo, y se desplazó a
diversos lugares por razones de estudio. Siguió a su amigo Basilio en la vida
solitaria, pero fue luego ordenado presbítero y obispo. El año 381 fue elegido
obispo de Constantinopla, pero, debido a las divisiones existentes en aquella Iglesia,
se retiró a Nacianzo donde murió el 25 de enero de 389 ó 390. Fue llamado el
teólogo, por la profundidad de su doctrina y el encanto de su elocuencia.
Invitatorio
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno
Entonad los aires
con voz celestial:
«Dios niño ha nacido
pobre en un portal.»
Anúnciale el ángel
la nueva al pastor,
que niño ha nacido
nuestro Salvador.
Adoran pastores
en sombras al Sol,
que niño ha nacido,
de una Virgen, Dios.
Haciéndose hombre,
al hombre salvó;
un niño ha nacido,
ha nacido Dios. Amén.
Salmodia
Antífona 1: Vosotros sois la luz del mundo. No se puede
ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Salmo 62,
2-9
El alma sedienta de Dios
Madruga
por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Antífona 2: Alumbre así vuestra luz a los hombres, para
que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre.
Dn
3,57-88.56
Toda la creación alabe al Señor
Alabad al
Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona 3: La palabra de Dios es viva y eficaz, más
tajante que espada de doble filo.
Salmo 149
Alegría de los santos
Los hijos
de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor.
(Hesiquio)
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Lectura Breve
Hb 13, 7-9a
Acordaos de vuestros dirigentes, que os anunciaron la palabra de
Dios; fijaos en el desenlace de su vida e ¡mitad su fe. Jesucristo es el mismo
ayer y hoy y siempre. No os dejéis arrastrar por doctrinas complicadas y
extrañas.
Responsorio Breve
V. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
V. Ni de día ni de noche dejarán de anunciar el nombre del
Señor.
R. He colocado centinelas.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
V. Oirás de mi boca una palabra.
R. Y les advertirás de mi parte.
Lecturas
Primera Lectura
De la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 2,
1-13. 19-20
RECORDAD NUESTROS ESFUERZOS Y FATIGAS
Sabéis muy bien, hermanos, que vuestra visita no fue inútil.
A pesar de los sufrimientos e injurias padecidos en Filipos, que ya conocéis,
tuvimos valor –apoyados en nuestro Dios– para predicaros el Evangelio de Dios
en medio de fuerte oposición. Nuestra exhortación no procedía de error o de
motivos turbios, ni usaba engaños, sino que Dios nos ha aprobado y nos ha confiado
el Evangelio, y así lo predicamos no para contentar a los hombres, sino a Dios,
que prueba nuestras intenciones.
Como bien sabéis, nunca hemos tenido palabras de adulación ni codicia
disimulada.
Dios es testigo. No pretendimos honor de los hombres, ni de vosotros, ni de los
demás, aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos haberos hablado
autoritariamente; por el contrario, os tratamos con delicadeza, como una madre cuida
de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el
Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais
ganado nuestro amor. Recordad si no, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas;
trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre
vosotros el Evangelio de Dios.
Vosotros sois testigos, y Dios también, de lo leal, recto e irreprochable que
fue nuestro proceder con vosotros, los creyentes; sabéis perfectamente que
tratamos con cada uno de vosotros personalmente, como un padre, con sus hijos,
animándoos con tono suave y enérgico a vivir como se merece Dios, que os ha
llamado a su reino y gloria.
Esa es la razón por la que no cesamos de dar gracias a Dios, porque al recibir
la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre,
sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en
nosotros, los creyentes.
Al fin y al cabo, ¿quién sino vosotros será nuestra esperanza, nuestra alegría
y nuestra honrosa corona ante nuestro Señor Jesús cuando venga? Sí, nuestra
gloria y alegría sois vosotros.
Cf. Hch 20, 28; 1 Co 4, 2
R. Tened cuidado del rebaño que el Espíritu Santo os ha
encargado guardar, * como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la
sangre de su Hijo.
V. En un administrador lo que se busca es que sea fiel.
R. Como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la
sangre de su Hijo.
Segunda Lectura
De los sermones de san Gregorio Nacianceno, obispo
(Sermón 43, en alabanza de Basilio Magno, 15. 16-17. 19-21: PG 36, 514-523)
COMO SI UNA MISMA ALMA SUSTENTASE DOS CUERPOS
Nos habíamos encontrado en Atenas, como la corriente de un mismo
río que, desde el manantial patrio, nos había dispersado por las diversas regiones,
arrastrados por el afán de aprender, y que, de nuevo, como si nos hubiésemos
puesto de acuerdo, volvió a unirnos, sin duda porque así lo dispuso Dios.
En aquellas circunstancias, no me contentaba yo sólo con venerar y seguir a mi
gran amigo Basilio, al advertir en él la gravedad de sus costumbres y la
madurez y seriedad de sus palabras, sino que trataba de persuadir a los demás,
que todavía no lo conocían, a que le tuviesen esta misma admiración. En seguida
empezó a ser tenido en gran estima por quienes conocían su fama y lo habían
oído.
En consecuencia, ¿qué sucedió? Que fue casi el único, entre todos los estudiantes
que se encontraban en Atenas, que sobrepasaba el nivel común, y el único que
había conseguido un honor mayor que el que parece corresponder a un
principiante. Este fue elpreludio de nuestra amistad; ésta la chispa de nuestra
intimidad, así fue como el mutuo amor prendió en nosotros.
Con el paso del tiempo, nos confesamos mutuamente nuestras ilusiones y que
nuestro más profundo deseo era alcanzar la filosofía, y, ya para entonces,
éramos el uno para el otro todo lo compañeros y amigos que nos era posible ser,
de acuerdo siempre, aspirando a idénticos bienes y cultivando cada día más ferviente
y más íntimamente nuestro recíproco deseo.
Nos movía un mismo deseo de saber, actitud que suele ocasionar profundas
envidias, y, sin embargo, carecíamos de envidia; en cambio, teníamos en gran
aprecio la emulación. Contendíamos entre nosotros, no para ver quién era el primero,
sino para averiguar quién cedía al otro la primacía; cada uno de nosotros
consideraba la gloria del otro como propia.
Parecía que teníamos una misma alma que sustentaba dos cuerpos. Y, si no hay
que dar crédito en absoluto a quienes dicen que todo se encuentra en todas las
cosas, a nosotros hay que hacernos caso si decimos que cada uno se encontraba
en el otro y junto al otro.
Una sola tarea y afán había para ambos, y era la virtud, así como vivir para
las esperanzas futuras de tal modo que, aun antes de haber partido de esta
vida, pudiese decirse que habíamos emigrado ya de ella. Ése fue el ideal que
nos propusimos, y así tratábamos de dirigir nuestra vida y todas nuestras acciones,
dóciles a la dirección del mandato divino, acuciándonos mutuamente en el empeño
por la virtud; y, a no ser que decir esto vaya a parecer arrogante en exceso,
éramos el uno para el otro la norma y regla con la que se discierne lo recto de
lo torcido.
Y, así como otros tienen sobrenombres, o bien recibidos de sus padres, o bien
suyos propios, o sea, adquiridos con los esfuerzos y orientación de su misma
vida, para nosotros era maravilloso ser cristianos, y glorioso recibir este
nombre.
Dn 2, 21-22; 1 Co 12, 11
R. El Señor da sabiduría a los sabios y ciencia a los que saben
discernir: * él revela honduras y secretos, y la luz mora junto a él.
V. Y todos estos dones son obra de un mismo y único Espíritu,
que distribuye a cada uno según le place.
R. Él revela honduras y secretos, y la luz mora junto a él.
Lecturas del 2 de Enero. Feria de
Navidad
Sábado, 2 de enero de 2021
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Juan (1,19-28):
19 Y este fue el testimonio de Juan,
cuando los judíos enviaron donde él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a
preguntarle: «¿Quién eres tú?»
20 El confesó, y no negó; confesó: «Yo no
soy el Cristo.»
21 Y le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres tú
Elías?» El dijo: «No lo soy.» - «¿Eres tú el profeta?» Respondió: «No.»
22 Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues,
para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?»
23 Dijo él: «Yo soy = voz del que clama en
el desierto: Rectificad el camino del Señor, = como dijo el profeta Isaías.»
24 Los enviados eran fariseos.
25 Y le preguntaron: «¿Por qué, pues,
bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?»
26 Juan les respondió: «Yo bautizo con agua,
pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis,
27 que viene detrás de mí, a quien yo no soy
digno de desatarle la correa de su sandalia.»
28 Esto ocurrió en Betania, al otro lado del
Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Los sabios brillarán con esplendor de cielo, y los que
enseñan la justicia a las multitudes serán como estrellas por toda la
eternidad.
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus
ovejas, y supliquémosle diciendo:
*Apacienta a tu pueblo, Señor*.
Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores has revelado tu misericordia y
tu amor, — haz que, por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción
misericordiosa.
Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único
pastor de tu pueblo, — no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los
cuerpos y de las almas, — haz que nunca falten en tu Iglesia los ministros que nos
guíen por las sendas de una vida santa.
Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el
amor de los santos, — haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la
santidad.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Señor Dios, que te dignaste instruir a tu Iglesia con la vida y
doctrina de san Basilio Magno y san Gregorio Nacianceno, haz que busquemos
humildemente tu verdad y la vivamos fielmente en el amor. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Conclusión
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
SAN BASILIO
MAGNO Y SAN GREGORIO NACIANCENO, OBISPOS Y DOCTORES DE LA IGLESIA
San Basilio se consagró al servicio como Arzobispo de Cesarea,
Doctor de la Iglesia y Patriarca de los Monjes de Oriente. Nació en Cesarea, la
capital de Capadocia, en el año 329. Entre sus nueve hermanos figuraron : San
Gregorio de Nissa, Santa Macrina la joven y San Pedro de Sevaste. Su padre era
San Basilio el viejo, y su madre, Santa Emelia. Inició su educación en
Constantinopla y la completó en Atenas. Allá tuvo como compañero de estudio a
San Gregorio Nazianceno, quien se convirtió en su amigo inseparable. Cuando
Basilio recibió el bautismo, tomó la determinación de servir a Dios dentro de
la pobreza evangélica.
Comenzó por visitar los monasterios de Egipto, Palestina Siria y
Mesopotamia, con el propósito de observar y estudiar la vida religiosa. Se
estableció en un paraje agreste en la región del Ponto, separado de Annesi, por
el río Iris. En aquel retiro solitario se entregó a la plegaria y al estudio.
Formó el primer monasterio que hubo en Asia Menor, organizó la existencia de
los religiosos y enunció los principios que se conservaron a través de los
siglos y hasta el presente gobiernan la vida de los monjes en la Iglesia de
oriente. San Basilio practicó la vida monástica propiamente dicha durante cinco
años solamente, pero en la historia del monaquismo cristiano tiene tanta
importancia como el propio San Benito.
Por aquella época, la herejía arriana estaba en su apogeo y los
emperadores herejes perseguían a los ortodoxos. En el año de 363, Basilio fue
ordenado diácono y sacerdote en Cesarea, pero para evitar generar ciertos
conflictos con el arzobispo Eusebio, decidió retirarse calladamente al Ponto.
Sin embargo, Cesarea lo necesitaba y lo reclamó. Dos años más tarde, San
Gregorio Nazianceno, en nombre de la ortodoxia, sacó a Basilio de su retiro
para que le ayudase en la defensa de la fe, del clero y de la Iglesia. En el
año de 370, año en que murió Eusebio, Basilio fue elegido para ocupar la sede
arzobispal vacante. Tiempo después, la muerte de San Anastasio dejó a Basilio
como único paladín de la ortodoxia en el oriente, y éste luchó para fortalecer
y unificar a todos los católicos que, sofocados por la tiranía arriana y
descompuestos por los cismas y las disenciones entre sí, parecían extinguirse.
El santo murió el 1 de enero de 379, a la edad de 49 años.
·
Dios todopoderoso,
que has derramado por toda la creación
reflejos de tu infinita belleza y bondad,
haciendo el hombre a tu imagen y semejanza,
tanto amas a quienes se entregan totalmente,
que nos los pones como modelo,
quieres que les veneremos
y haces innumerables beneficios
y milagros por su intercesión.
·
Por ello y mediante tu siervo San Basilio
Magno
te rogamos nos concedas
(mencionar aquí la petición)
y con ello una mayor correspondencia a tu amor.