*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
Laudes - Santa Eulalia de Mérida, Virgen Y
Mártir 2020
Eulalia, de esclarecido
linaje por su nacimiento, pero más todavía por su muerte, nació en Mérida a
finales del siglo III. Prudencio hace una primorosa descripción de su martirio,
coincidiendo admirablemente con las actas escritas por un testigo ocular. Murió,
tras crueles torturas, a la edad de doce años, un día 10 de diciembre. Es una
de las mártires españolas más veneradas. Murió con tan sólo doce años de edad,
en el año 305, bajo el emperador Maximiano.
El
siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la liturgia de las horas
para Santa Eulalia de Mérida, Virgen Y Mártir el día, jueves, 10 de diciembre
de 2020. Otras celebraciones del día: JUEVES II SEMANA DE ADVIENTO .
Invitatorio
V. Señor,
ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Venid,
adoremos al Señor, rey de los mártires.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno
De luz nueva se viste la tierra,
porque el Sol que del cielo ha venido
en el seno feliz de la Virgen
de su carne se ha revestido.
El amor hizo nuevas cosas,
el Espíritu ha descendido
y la sombra del que es poderoso
en la Virgen su luz ha encendido.
Ya la tierra reclama su fruto
y de bodas se anuncia alegría,
el Señor que en los cielos moraba
se hizo carne en la Virgen María.
Gloria a Dios, el Señor poderoso,
a su Hijo y Espíritu Santo,
que en su gracia y su amor nos bendijo
y a su reino nos ha destinado. Amén.
Salmodia
Antífona
1: Te alabarán mis labios, Señor, porque tu gracia vale más que la
vida.
Salmo 62, 2-9
El alma sedienta de Dios
Madruga
por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.
Oh Dios,
tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Antífona
2: Mártires del Señor, bendecid al Señor por los siglos.
Dn 3,57-88.56
Toda la creación alabe al Señor
Alabad al
Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona
3: «Al vencedor lo pondré de columna en mi santuario», dice el Señor.
Salmo 149
Alegría de los santos
Los hijos
de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor.
(Hesiquio)
Cantad al
Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Lectura Breve 2 Co 1, 3-5
Bendito
sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo Padre de misericordia y Dios de
todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros
consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que
nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los sufrimientos de
Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa nuestro consuelo.
Responsorio Breve
V. El
Señor es mi fuerza y m¡ energía.
R. El Señor es mi fuerza y m¡ energía.
V. Él es mi salvación.
R. Y mi energía.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es mi fuerza y mi energía.
V. Me asaltaban angustias y aprietos.
R. Tus mandatos son mi delicia.
Lecturas
Primera Lectura
Del libro del Eclesiástico 51, 1-12
ACCIÓN DE GRACIAS A DIOS, QUE LIBRA A LOS SUYOS DE LA TRIBULACIÓN
Te alabo, mi Dios y salvador, te doy gracias, Dios de mi padre.
Contaré tu fama, refugio de mi vida, porque me has salvado de la muerte,
detuviste mi cuerpo ante la fosa, libraste mis pies de las garras del abismo,
me salvaste del látigo de la lengua calumniosa y de los labios que se
pervierten con la mentira, estuviste conmigo frente a mis rivales. Me
auxiliaste con tu gran misericordia; del lazo de los que acechan mi traspié,
del poder de los que me persiguen a muerte; me salvaste de múltiples peligros: del
cerco apretado de las llamas, del incendio de un fuego que no ardía, del
vientre de un océano sin agua, de labios mentirosos e insinceros, de las
flechas de una lengua traidora.
Cuando estaba ya para morir y casi en lo profundo del abismo, me volvía a todas
partes, y nadie me auxiliaba, buscaba un protector, y no lo había. Recordé la
compasión del Señor y su misericordia eterna, que libra a los que se acogen a
él y los rescata de todo mal. Desde la tierra levanté la voz y grité desde las
puertas del abismo, invoqué al Señor:
«Tú eres mi padre, tú eres mi fuerte salvador, no me abandones en el peligro, a
la hora del espanto y turbación: alabaré siempre tu nombre y te llamaré en mi
súplica.»
El Señor escuchó mi voz y prestó oído a mi súplica, me salvó de todo mal, me
puso a salvo del peligro. Por eso doy gracias, y alabo y bendigo el nombre del
Señor.
Si 51, 2. Sal 30, 8
R. Cantaré tu fama, Señor. * Porque
has sido el refugio de mi vida.
V. Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría, Señor.
R. Porque has sido el refugio de mi vida.
Segunda Lectura
Del tratado de san Cipriano, obispo y mártir, sobre los apóstatas
(Cap. 2: PL 4, 479-480)
LOS MÁRTIRES ESTÁN RESERVADOS PARA LA DIADEMA DEL SEÑOR
Miramos a los mártires con gozo de nuestros ojos, y los besamos y
abrazamos con el más santo e insaciable afecto, pues son ilustres por la fama
de su nombre y gloriosos por los méritos de su fe y valor. Ahí está la cándida
cohorte de soldados de Cristo que, dispuestos para sufrir la cárcel y armados
para arrostrar la muerte, quebrantaron, con su irresistible empuje, la
violencia arrolladora de los golpes de la persecución.
Rechazasteis con firmeza al mundo, ofrecisteis a Dios magnífico espectáculo y
disteis a los hermanos ejemplo para seguirlo. Las lenguas religiosas que habían
declarado anteriormente su fe en Jesucristo lo han confesado de nuevo; aquellas
manos puras que no se habían acostumbrado sino a obras santas se han resistido
a sacrificar sacrílegamente; aquellas bocas santificadas con el manjar del
cielo han rehusado, después de recibir el cuerpo y la sangre del Señor, mancharse
con las abominables viandas ofrecidas a los ídolos; vuestras cabezas no se han
cubierto con el velo impío e infame que se extendía sobre las cabezas de los
viles sacrificadores; vuestra frente, sellada con el signo de Dios, no ha
podido ser ceñida con la corona del diablo, se reservó para la diadema del
Señor.
¡Oh, con qué afectuoso gozo os acoge la madre Iglesia, al veros volver del
combate! Con los héroes triunfantes, vienen las mujeres que vencieron al siglo
a la par que a su sexo. Vienen, juntos, las vírgenes, con la doble palma de su
heroísmo, y los niños que sobrepasaron su edad con valor. Os sigue luego, por
los pasos de vuestra gloria, el resto de la muchedumbre de los que se
mantuvieron firmes, y os acompaña muy de cerca, casi con las mismas insignias
de victoria.
También en ellos se da la misma pureza de corazón, la misma entereza de una fe firme.
Ni el destierro que estaba prescrito, ni los tormentos que les esperaban, ni la
pérdida del patrimonio, ni los suplicios corporales les aterrorizaron, porque
estaban arraigados en la raíz inconmovible de los mandamientos divinos y
fortificados con las enseñanzas del Evangelio.
Responsorio Breve
R. La santa virgen Eulalia, en medio de los tormentos, decía:
«He aquí que escriben tu nombre en mi cuerpo, Señor. * Cuán
agradable es leer estas letras que señalan, oh Cristo, tus victorias.»
V. La misma púrpura de mi sangre habla de tu santo nombre.
R. Cuán agradable es leer estas letras que señalan, oh Cristo,
tus victorias.
Jueves, 10
de diciembre de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Mateo (11,11-15):
11 «En verdad os digo que no ha
surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo,
el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él.
12 Desde los días de Juan el Bautista hasta
ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.
13 Pues todos los profetas, lo mismo que la
Ley, hasta Juan profetizaron.
14 Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el
que iba a venir.
15 El que tenga oídos, que oiga.
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: El
que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna.
Benedictus
Lc 1, 68-79
El Mesías y
su precursor
+ Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Celebremos,
amados hermanos, a Jesús, el testigo fiel, y al recordar hoy a los santos mártires
sacrificados a causa de la palabra de Dios, aclamémosle diciendo:
Nos has comprado, Señor, con tu sangre.
Por la intercesión de los santos mártires que entregaron libremente su vida
como testimonio de la fe, — concédenos, Señor, la verdadera libertad de
espíritu.
Por la intercesión de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar
su sangre, — concédenos, Señor, la integridad y constancia de la fe.
Por la intercesión de los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus
pasos, — concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la
vida.
Por la intercesión de los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre
del Cordero, — concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Dios de
poder y misericordia, que diste tu fuerza al mártir Santa Eulalia de Mérida
para que pudiera resistir el dolor de su martirio, concédenos que quienes
celebramos hoy el día de su victoria, con tu protección, vivamos libres de las
asechanzas del enemigo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Amén.
Conclusión
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Vísperas - Santa Eulalia de Mérida, Virgen
Y Mártir 2020
Eulalia, de esclarecido
linaje por su nacimiento, pero más todavía por su muerte, nació en Mérida a
finales del siglo III. Prudencio hace una primorosa descripción de su martirio,
coincidiendo admirablemente con las actas escritas por un testigo ocular.
Murió, tras crueles torturas, a la edad de doce años, un día 10 de diciembre.
Es una de las mártires españolas más veneradas. Murió con tan sólo doce años de
edad, en el año 305, bajo el emperador Maximiano.
El
siguiente es el formulario que corresponde a vísperas de la liturgia de las
horas para Santa Eulalia de Mérida, Virgen Y Mártir el día, jueves, 10 de
diciembre de 2020. Otras celebraciones del día: JUEVES II SEMANA DE ADVIENTO .
Invitatorio
Vísperas
Invocación
V. Dios
mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Jesucristo, Palabra del Padre,
luz eterna de todo creyente:
ven y escucha la súplica ardiente,
ven, Señor, porque ya se hace tarde.
Cuando el mundo dormía en tinieblas,
en tu amor tú quisiste ayudarlo
y trajiste, viniendo a la tierra,
esa vida que puede salvarlo.
Ya madura la historia en promesas,
sólo anhela tu pronto regreso;
si el silencio madura la espera,
el amor no soporta el silencio.
Con María, la Iglesia te aguarda
con anhelos de esposa y de Madre,
y reúne a sus hijos en vela,
para juntos poder esperarte.
Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro
y a tu lado vivamos por siempre,
dando gracias al Padre en el reino. Amén.
Salmodia
Antífona
1: El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su
cruz y se venga conmigo.
Salmo 114
ACCIÓN DE GRACIAS
Amo al
Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
"Señor, salva mi vida".
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó.
Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.
Antífona
2: A quien me sirva, mi Padre del cielo lo premiará.
Salmo 115
ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO
Tenía fe,
aún cuando dije:
"¡Qué desgraciado soy!"
Yo decía en mi apuro:
"Los hombres son unos mentirosos".
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
Antífona
3: El que pierda su vida por mí la encontrará para siempre.
Cántico Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
HIMNO A DIOS CREADOR
Eres
digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Lectura Breve
1 Pe 4,
13-14
Queridos
hermanos: Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que,
cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre
de Cristo, dichosos vosotros: porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de
Dios, reposa sobre vosotros.
Responsorio Breve
V. Oh
Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
R. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
V. Nos refinaste como refinan la plata.
R. Pero nos has dado respiro.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
Canto Evangélico
Antifona: Los
santos tienen su morada en el reino de Dios, y allí han encontrado descanso
eterno.
Magnificat
Lc 1, 46-55
Alegría del
alma en el Señor
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
A la
misma hora en que el Rey de los mártires ofreció su vida, en la última cena, y
la entregó en la cruz, démosle gracias, diciendo:
Te glorificamos, Señor.
Porque nos amaste hasta el extremo, Salkvador nuestro, principio y origen de
todo
martirio:
Te glorificamos, Señor.
Porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos, para los premios de tu
reino:
Te glorificamos, Señor.
Porque has dado a la Iglesia, como sacrificio, a sangre de la alianza nueva y
eterna para el
perdón de los pecados:
Te glorificamos, Señor.
Porque, con tu gracia, nos has dado perseverancia en la fe, durante el día que
ahora
termina:
Te glorificamos, Señor.
Porque has asociado a tu muerte a nuestros hermanos difuntos.
Te glorificamos, Señor.
Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Dios de
poder y misericordia, que diste tu fuerza al mártir Santa Eulalia de Mérida
para que pudiera resistir el dolor de su martirio, concédenos que quienes
celebramos hoy el día de su victoria, con tu protección, vivamos libres de las
asechanzas del enemigo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos.
Amén.
Conclusión
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.