*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
TIEMPO
ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA
XXXII
Del Común de un mártir. Salterio IV
12 de noviembre
SAN JOSAFAT, obispo y mártir. (MEMORIA)
Nació en Ucrania hacia el año 1580, de padres ortodoxos; se convirtió a la fe
católica e ingresó en la Orden de san Basilio. Ordenado sacerdote y elegido
obispo de Pólotzk, trabajó infatigablemente por la unidad de la Iglesia.
Perseguido a muerte por sus enemigos, sufrió el martirio el año 1623.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: PALABRA DEL SEÑOR YA RUBRICADA.
Palabra del Señor ya rubricada
es la vida del mártir, ofrecida
como prueba fiel de que la espada
no puede ya truncar la fe vivida.
Fuente de fe y de luz es su memoria,
coraje para el justo en la batalla
del bien, de la verdad, siempre victoria
que, en vida y muerte, el justo en Cristo halla.
Martirio es el dolor de cada día,
si en Cristo y con amor es aceptado,
fuego lento de amor que en la alegría
de servir al Señor es consumado.
Concédenos, oh Padre, sin medida,
y tú, Señor Jesús crucificado,
el fuego del Espíritu de vida
para vivir el don que nos has dado. Amén.
SALMODIA
Ant 1. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.
Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En la mañana, Señor, hazme escuchar tu gracia.
Ant 2. El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la paz.
Cántico: CONSUELO Y GOZO PARA LA CIUDAD SANTA. Is 66, 10-14a
Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis,
alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto;
a su pecho seréis alimentados
y os saciaréis de sus consuelos
y apuraréis las delicias
de sus pechos abundantes.
Porque así dice el Señor:
«Yo haré derivar hacia ella
como un río la paz,
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo
y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo se alegrará vuestro corazón
y vuestros huesos florecerán como un prado.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor hará derivar hacia Jerusalén como un río la paz.
Ant 3. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
Salmo 146 - PODER Y BONDAD DEL SEÑOR
Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.
Entonad la acción de gracias al Señor,
tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra;
que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado,
y a las crías de cuervo que graznan.
No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los músculos del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
LECTURA BREVE 2Co 1, 3-5
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y
Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder
nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con
que nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los
sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa
nuestro consuelo.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor es mi fuerza y mi energía.
R. El Señor es mi fuerza y mi energía.
V. Él es mi salvación.
R. Y mi energía.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es mi fuerza y mi energía.
V. Haz
brillar tu rostro, Señor, sobre tu siervo.
R. Enséñame tus leyes.
PRIMERA LECTURA
Del segundo libro de los Macabeos 7, 20-41
MARTIRIO DE LOS SIETE HERMANOS, LA MADRE Y EL HIJO MAS PEQUEÑO
Admirable y digna de glorioso recuerdo fue la madre, que, viendo morir a sus
siete hijos en el espacio de un día, lo soportó con entereza, esperando en el
Señor. Con noble actitud, uniendo un temple viril a la ternura femenina, fue
animando a cada uno, y les decía en su lengua:
«Yo no sé cómo aparecisteis en mi seno; yo no os di el aliento ni la vida, ni
ordené los elementos de vuestro organismo. Fue el Creador del universo, el que
modela la raza humana y determina el origen de todo. El, con su misericordia,
os devolverá el aliento y la vida, si ahora os sacrificáis por su ley.»
Antíoco creyó que la mujer lo despreciaba, y sospechó que lo estaba insultando.
Todavía quedaba el más pequeño, y el rey intentaba persuadirlo no sólo con
palabras, sino que le juraba que, si renegaba de sus tradiciones, lo haría rico
y feliz, lo tendría por amigo y le daría algún cargo. Pero como el muchacho no
hacía el menor caso, el rey llamó a la madre y le rogaba que aconsejase al
chiquillo para su bien. Tanto le insistió, que la madre accedió a persuadir al
hijo; se inclinó hacia él y, riéndose del cruel tirano, habló así en su idioma:
«Hijo mío, ten piedad de mí, que te llevé nueve meses en el seno, te amamanté y
crié tres años y te he alimentado hasta que te has hecho un joven. Hijo mío, te
lo suplico, mira el cielo y la tierra, fíjate en todo lo que contienen y verás
que Dios lo creó todo de la nada, y el mismo origen tiene el hombre. No temas a
ese verdugo, no desmerezcas de tus hermanos y acepta la muerte. Así, por la
misericordia de Dios, te recobraré junto con ellos.»
Estaba todavía hablando cuando el muchacho dijo:
«¿Qué esperáis? No me someto al decreto real. Yo obedezco los decretos de la
ley dada a nuestros antepasados por medio de Moisés. Pero tú, que has tramado
toda clase de crímenes contra los hebreos, no escaparás de las manos de Dios.
Pues nosotros sufrimos por nuestros pecados. Y si nuestro Dios y Señor se ha
irritado momentáneamente contra nosotros para castigarnos y corregirnos, él se
reconciliará de nuevo con sus siervos. Pero tú, impío, el hombre más criminal
de todos, no te ensoberbezcas neciamente con vanas esperanzas, mientras alzas
la mano contra los siervos de Dios; que todavía no has escapado de la sentencia
de Dios, vigilante todopoderoso. Mis hermanos, después de haber soportado una
corta pena, beben de la vida perenne bajo la alianza de Dios; en cambio, tú,
por sentencia de Dios, pagarás la pena que merece tu soberbia. Yo, lo mismo que
mis hermanos, entrego mi cuerpo y mi vida por las leyes de mis padres,
suplicando a Dios que se apiade pronto de mi raza, que tú tengas que
confesarlo, entre tormentos y azotes, como único Dios, y que la ira del
Todopoderoso, que se ha abatido justamente sobre todo mi pueblo, se detenga en
mí y en mis hermanos.»
El rey, exasperado y no aguantando aquel sarcasmo, se ensañó contra éste
muchísimo más que contra los otros, y aquel muchacho murió sin mancha, con
total confianza en el Señor. La madre murió la última, después de sus hijos.
RESPONSORIO Cf. 2M 7, 11. 30. 37
R. De Dios recibí estos miembros, y por sus leyes los
despreció. * Espero recobrarlos del mismo Dios.
V. Yo obedezco los decretos de la ley y, lo mismo que mis hermanos,
entrego mi cuerpo y mi vida, suplicando a Dios.
R. Espero recobrarlos del mismo Dios.
SEGUNDA LECTURA
De la carta encíclica Ecclésiam Dei del papa Pío once
(AAS 15 [1923], 573-582)
DERRAMÓ SU SANGRE POR LA UNIDAD DE LA IGLESIA
Sabemos que la Iglesia de Dios, constituida por su admirable designio para ser
en la plenitud de los tiempos como una inmensa familia que abarque a todo el género
humano, es notable, por institución divina, tanto por su unidad ecuménica, como
por otras notas que la caracterizan.
En efecto, Cristo el Señor no sólo encomendó a solos los apóstoles la misión
que él había recibido del Padre, cuando les dijo: Dios me ha dado todo poder en
el cielo y en la tierra; id, pues, y sed los maestros de todas las naciones,
sino que quiso también que el colegio apostólico tuviera la máxima unidad,
unido por un doble y estrecho vínculo, a saber: intrínsecamente, por una misma
fe y por la caridad que ha sido derramada en nuestros corazones con el Espíritu
Santo; extrínsecamente, por el gobierno de uno solo sobre todos, ya que
confirió a Pedro la primacía sobre los demás apóstoles, como principio perpetuo
y fundamento visible de unidad. Y, para que esta unidad y acuerdo se mantuviera
a perpetuidad, Dios providentísimo la consagró en cierto modo con el signo de
la santidad y del martirio.
Este honor tan grande obtuvo aquel arzobispo de Pólotzk, llamado Josafat, de
rito eslavo oriental, al que con razón consideramos como el hombre más eminente
y destacado entre los eslavos de rito oriental, ya que difícilmente
encontraríamos a otro que haya contribuido a la gloria y provecho de la Iglesia
más que éste, su pastor y apóstol, principalmente cuando derramó su sangre por
la unidad de la santa Iglesia. Además, sintiéndose movido por un impulso
celestial, comprendió que podría contribuir en gran manera al restablecimiento
de la santa unidad universal de la Iglesia el hecho de conservar en ella el
rito oriental eslavo y la institución de la vida monástica según el espíritu de
san Basilio.
Pero entretanto, preocupado principalmente por la unión de sus conciudadanos
con la cátedra de Pedro, buscaba por doquier toda clase de argumentos que pudieran
contribuir a promover y confirmar esta unidad, sobre todo estudiando
atentamente los libros litúrgicos que, según las prescripciones de los santos
Padres, usaban los mismos orientales separados. Con esta preparación tan
diligente, comenzó a dedicarse a la restauración de la unidad, con tanta fuerza
y tanta suavidad a la vez y con tanto fruto que sus mismos adversarios lo
llamaban «ladrón de almas».
RESPONSORIO Jn 17, 11. 23. 22
R. Dijo Jesús: «Padre santo, cuida por tu nombre a los que me has dado, * para
que sean perfectos en la unidad, y conozca el mundo que tú me has enviado.»
V. Yo les he dado la gloria que tú me diste.
R. Para que sean perfectos en la unidad, y conozca el mundo que tú me
has enviado.
Jueves, 12 de noviembre de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Lucas (17,20-25):
20 Habiéndole preguntado los fariseos
cuándo llegaría el Reino de Dios, les respondió: «El Reino de Dios viene sin
dejarse sentir.
21 Y no dirán: "Vedlo aquí o
allá", porque el Reino de Dios ya está entre vosotros.»
22 Dijo a sus discípulos: «Días vendrán en
que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis.
23 Y os dirán: "Vedlo aquí, vedlo
allá." No vayáis, ni corráis detrás.
24 Porque, como relámpago fulgurante que
brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su Día.
25 Pero, antes, le es preciso padecer mucho
y ser reprobado por esta generación.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la
vida eterna.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la
vida eterna.
PRECES
Celebremos, amados hermanos, a Jesús, el testigo fiel, y al
recordar hoy a los santos mártires sacrificados a causa de la palabra de Dios,
aclamémosle diciendo:
Nos has comprado, Señor, con tu sangre.
Por la intercesión de los santos mártires que entregaron libremente su vida
como testimonio de la fe,
concédenos, Señor, la verdadera libertad de espíritu.
Por la intercesión de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar
su sangre,
concédenos, Señor, la integridad y constancia de la fe.
Por la intercesión de los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus
pasos,
concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.
Por la intercesión de los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre
del Cordero,
concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Aviva, Señor, en tu Iglesia aquel fuego del Espíritu Santo que
impulsó a san Josafat a dar la vida por su pueblo, y haz que también nosotros,
fortalecidos por este mismo Espíritu y ayudados por la plegaria de este santo,
estemos dispuestos, si es preciso, a dar la vida por nuestros hermanos. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: OH DIOS, QUE ERES EL PREMIO
Oh Dios, que eres el premio, la corona
y la suerte de todos tus soldados,
líbranos de los lazos de las culpas
por este mártir a quien hoy cantamos.
El conoció la hiel que está escondida
en la miel de los goces de este suelo,
y, por no haber cedido a sus encantos,
está gozando los del cielo eterno.
Él afrontó con ánimo seguro
lo que sufrió con varonil coraje,
y consiguió los celestiales dones
al derramar por ti su noble sangre.
Oh piadosísimo Señor de todo,
te suplicamos con humilde ruego
que, en el día del triunfo de este mártir,
perdones los pecados de tus siervos.
Gloria eterna al divino Jesucristo,
que nació de una Virgen impecable,
y gloria eterna al Santo Paracleto,
y gloria eterna al sempiterno Padre. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a
salvo.
Salmo 143 I - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.
Señor, inclina tu cielo y desciende,
toca los montes, y echarán humo,
fulmina el rayo y dispérsalos,
dispara tus saetas y desbarátalos.
Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú eres, Señor, mi bienhechor, y mi refugio donde me pongo a
salvo.
Ant 2. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Salmo 143 II
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.
Defiéndeme de la espada cruel,
sálvame de las manos de extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Sean nuestros hijos un plantío,
crecidos desde su adolescencia;
nuestras hijas sean columnas talladas,
estructura de un templo.
Que nuestros silos estén repletos
de frutos de toda especie;
que nuestros rebaños a millares
se multipliquen en las praderas,
y nuestros bueyes vengan cargados;
que no haya brechas ni aberturas,
ni alarma en nuestras plazas.
Dichoso el pueblo que esto tiene,
dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Ant 3. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.
LECTURA BREVE 1Pe 4, 13-14
Queridos hermanos: Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo,
para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por
el nombre de Cristo, dichosos vosotros: porque el Espíritu de la gloria, el
Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
R. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
V. Nos refinaste como refinan la plata.
R. Pero nos has dado respiro.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Los santos tienen su morada en el reino de Dios, y allí han
encontrado descanso eterno.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los santos tienen su morada en el reino de Dios, y allí han
encontrado descanso eterno.
PRECES
En esta hora en la que el Señor, cenando con sus discípulos, presentó
al Padre su propia vida que luego entregó en la cruz, aclamemos al Rey de los
mártires, diciendo:
Te glorificamos, Señor.
Te damos gracias, Señor, principio, ejemplo y rey de los mártires, porque nos
amaste hasta el extremo.
Te damos gracias, Señor, porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos
y les das parte en los premios de tu reino.
Te damos gracias, Señor, porque hoy hemos ofrecido, como sacrificio para el
perdón de los pecados, la sangre de la alianza nueva y eterna.
Te damos gracias, Señor, porque con tu gracia nos has dado perseverar en la fe
durante el día que ahora termina.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Te damos gracias, Señor, porque has asociado a nuestros hermanos difuntos a tu
muerte.
Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Aviva, Señor, en tu Iglesia aquel fuego del Espíritu Santo que
impulsó a san Josafat a dar la vida por su pueblo, y haz que también nosotros,
fortalecidos por este mismo Espíritu y ayudados por la plegaria de este santo,
estemos dispuestos, si es preciso, a dar la vida por nuestros hermanos. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.