PRIMERA LECTURA
De la segunda carta a los Corintios 2, 12-3, 6
PABLO, MINISTRO DE LA NUEVA ALIANZA
Hermanos: Cuando llegué a Tróade para predicar el Evangelio de Cristo, no obstante encontrar una gran oportunidad para la causa del Señor, no tuve punto de reposo en mi espíritu, porque no encontré allí a Tito, mi hermano. Así que me despedí de ellos y partí para Macedonia.
Gracias sean dadas a Dios, que en todo tiempo nos lleva en el cortejo triunfal de Cristo y que por medio de nosotros extiende por todas partes, como un perfume, el conocimiento de Cristo. Pues somos perfume de incienso entre los que van camino de salvación y entre los que van camino de perdición; perfume que proviene de Cristo y es ofrecido a Dios: para unos somos olor que conduce indefectiblemente a la muerte, para otros, somos olor que lleva directamente a la vida. Y para tal empresa, ¿quién tiene la capacidad suficiente? Nosotros no somos como muchos de ésos que trafican con la palabra de Dios. Nosotros hablamos en presencia de Dios por la causa de Cristo, como hablan los sinceros, como hablan los que se ajustan al querer de Dios.
¿Volvemos otra vez con esos elogios a hacer nuestra propia recomendación? ¿O es que nos hacen falta, como a algunos, cartas de recomendación para vosotros o de vuestra parte? Nuestra carta de recomendación sois vosotros mismos, carta escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres. Todo el mundo sabe que sois carta de Cristo, redactada por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas que son vuestros corazones de carne. Esta confianza y seguridad la tenemos ante Dios por medio de Cristo.
No es que por nosotros mismos tengamos capacidad para atribuirnos algo a nuestra cuenta, como proveniente de nosotros, sino que nuestra capacidad viene de Dios. El nos capacitó para ser ministros de la nueva alianza; alianza fundada no en la letra, sino en el espíritu; pues la letra mata, pero el espíritu da vida.
RESPONSORIO 2Co 3, 4. 6. 5
R. Por medio de Cristo tenemos confianza y seguridad ante Dios. * Él nos capacitó para ser ministros de la nueva alianza, la cual está fundada no en la letra, sino en el espíritu.
V. No es que por nosotros mismos tengamos capacidad para atribuirnos algo a nuestra cuenta, como proveniente de nosotros, sino que nuestra capacidad viene de Dios.
R. Él nos capacitó para ser ministros de la nueva alianza, la cual está fundada no en la letra, sino en el espíritu.
SEGUNDA LECTURA
Del Comentario de santo Tomás de Aquino, presbítero, sobre el evangelio de san Juan
(Cap. 14, lect. 2)
EL CAMINO PARA LLEGAR A LA VIDA VERDADERA
Cristo en persona es el camino, por esto dice: Yo soy el camino. Lo cual tiene una explicación muy verdadera, ya que por medio de él tenemos acceso al Padre.
Mas, como este camino no dista de su término, sino que está unido a él, añade: La verdad y la vida; y, así, él mismo es a la vez el camino y su término. Es el camino según su humanidad, el término según su divinidad. En este sentido, en cuanto hombre, dice: Yo soy el camino; en cuanto Dios, añade: La verdad y la vida, dos expresiones que indican adecuadamente el término de este camino.
Efectivamente, el término de este camino es la satisfacción del deseo humano, y el hombre desea principalmente dos cosas: en primer lugar el conocimiento de la verdad, lo cual es algo específico suyo; en segundo lugar la prolongación de su existencia, lo cual le es común con los demás seres. Ahora bien, Cristo es el camino para llegar al conocimiento de la verdad, con todo y que él mismo en persona es la verdad: Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad. Cristo es asimismo el camino para llegar a la vida, con todo y que él mismo en persona es la vida: Me enseñarás el sendero de la vida.
Por esto el evangelista identifica el término de este camino con las nociones de verdad y vida, que ya antes ha aplicado a Cristo. En primer lugar, afirma que él es la vida, al decir que él era la fuente de la vida; en segundo lugar, afirma que es la verdad, cuando dice que era la luz para los hombres, ya que luz y verdad significan lo mismo.
Si buscas, pues, por donde has de ir, acoge en ti a Cristo, porque él es el camino: Éste es el camino, caminad por él. Y san Agustín dice: «Camina a través del hombre y llegarás a Dios.» Es mejor andar por el camino, aunque sea cojeando, que caminar rápidamente fuera de camino. Porque el que va cojeando por el camino, aunque adelante poco, se va acercando al término; pero el que anda fuera del camino, cuanto más corre, tanto más se va alejando del término.
Si buscas a dónde has de ir, adhiérete a Cristo, porque él es la verdad a la que deseamos llegar: Mi paladar repasa la verdad. Si buscas dónde has de quedarte, adhiérete a Cristo, porque él es la vida: Quien me alcanza encuentra la vida y obtiene el favor del Señor.
Adhiérete, pues, a Cristo, si quieres vivir seguro; es imposible que te desvíes, porque él es el camino. Por esto, los que a él se adhieren no van descaminados, sino que van por el camino recto. Tampoco pueden verse engañados, ya que él es la verdad y enseña la verdad completa, pues dice: Yo para esto nací y para esto vine al mundo: para declarar, como testigo, en favor de la verdad. Tampoco pueden verse decepcionados, ya que él es la vida y dador de vida, tal como dice: Yo he venido para que tengan vida, y que la tengan en abundancia.
RESPONSORIO Jb 42, 10. 11. 12; 1Co 10, 13
R. El Señor cambió la suerte de Job y duplicó todas sus posesiones; y vinieron a visitarlo sus hermanos. * El Señor bendijo la nueva situación de Job, más aún que la anterior.
V. Fiel es Dios para no permitir que seáis tentados más allá de lo que podéis. Por el contrario, él dispondrá con la misma tentación el buen resultado de poder resistirla.
R. El Señor bendijo la nueva situación de Job, más aún que la anterior.
ORACIÓN.
OREMOS,
Concédenos, Dios todopoderoso, que la constante meditación de tu doctrina nos impulse a hablar y a actuar siempre según tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.