Musica Para el Alma

miércoles, 19 de julio de 2017

LECTURAS LARGAS

PRIMERA LECTURA
Del segundo libro de Samuel 7, 1-25
VATICINIO MESIÁNICO DE NATÁN
En aquellos días, cuando el rey David se hubo establecido en su casa y el Señor le concedió la paz de todos sus enemigos de alrededor, dijo el rey al profeta Natán:
«Mira, yo habito en una casa de cedro mientras que el arca de Dios habita entre pieles.»

Respondió Natán al rey:
Anda, haz todo lo que te dicta el corazón, porque el Señor está contigo.»

Pero aquella misma noche vino la palabra de Dios a Natán, diciendo:
«Ve y di a mi siervo David: "Esto dice el Señor: ¿Me vas a edificar tú una casa para que yo habite? No he habitado en una casa desde el día en que hice subir a los hijos de Israel de Egipto hasta el día de hoy, sino que he ido de un lado para otro en una tienda, en una morada. En todo el tiempo que he caminado entre todos los hijos de Israel ¿he dicho acaso a uno de los jueces de Israel, a los que mandé que apacentaran a mi pueblo de Israel: 'Por qué no me edificáis una casa de cedro'?"

Ahora pues, di esto a mi siervo David: "Así habla el Señor de los ejércitos: Yo te he tomado del pastizal, de detrás del rebaño, para que seas caudillo de mi pueblo Israel. He estado contigo en todas tus empresas, he eliminado de delante de ti a todos tus enemigos y voy a hacerte un nombre grande como el nombre de los grandes de la tierra; fijaré un lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré allí para que more en él; no será ya perturbado y los malhechores no seguirán oprimiéndolo como antes, en el tiempo en que instituí jueces en mi pueblo Israel; le daré paz con todos sus enemigos. El Señor te anuncia que él te edificará una casa.

Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti el linaje que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza. Él construirá una casa para mi nombre y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo. Si hace el mal, lo castigaré con vara de hombres y con castigos usuales entre los hombres, pero no apartaré de él mi amor, como lo aparté de Saúl, a quien quité de delante de mí. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí; tu trono estará firme eternamente."»
Y Natán habló a David según todas estas palabras y esta visión.

El rey David entró, y se sentó ante el Señor y dijo:
«¿Quién soy yo, Señor Dios, y qué es mi casa, que me has traído hasta aquí? Y aun esto es poco a tus ojos, Señor Dios, que extiendes también la promesa a la casa de tu siervo para el futuro lejano; y ésta es la ley del hombre, Señor Dios. ¿Qué más podrá David añadir a estas palabras, ahora que me tienes conocido, Señor Dios? Has realizado todas estas grandes cosas según tu palabra y tu corazón, para dárselo a conocer a tu siervo. Por eso eres grande, Señor Dios, nadie como tú, no hay Dios fuera de ti, como oyeron nuestros oídos.

¿Qué otro pueblo hay en la tierra como tu pueblo, Israel, a quien Dios haya ido a rescatar para hacerlo su pueblo, dándole renombre y haciendo en su favor grandes y terribles cosas, expulsando de delante de tu pueblo, al que rescataste, a naciones y dioses extraños? Tú te has constituido a tu pueblo Israel para que sea tu pueblo para siempre, y tú, Señor Dios, eres su Dios. Y ahora, Señor Dios, mantén firme eternamente la palabra que has dirigido a tu siervo y a su casa, y haz según tu palabra.»
RESPONSORIO    Cf. Lc 1, 30-32; Sal 131, 11
R. El ángel Gabriel dijo a María: «Concebirás y darás a luz un hijo, y Dios le dará el trono de David, su padre; * y reinará en la casa de Jacob para siempre.»
V. El Señor ha jurado a David una promesa que no retractará: «A uno de tu linaje pondré sobre tu trono.»
R. Y reinará en la casa de Jacob para siempre.
SEGUNDA LECTURA
De los libros de las Morales de san Gregorio Magno, papa, sobre el libro de Job.
(Libro 10, 7-8. 10: PL 75, 922. 925-926)
LA LEY DEL SEÑOR ABARCA MUCHOS ASPECTOS
La ley de Dios, de que se habla en este lugar, debe entenderse que es la caridad, por la cual podemos siempre leer en nuestro interior cuáles son los preceptos de vida que hemos de practicar. Acerca de esta ley, dice aquel que es la misma Verdad: Éste es mi mandamiento: Que os améis unos a otros. Acerca de ella dice san Pablo: Amar es cumplir la ley entera. Y también: Ayudaos a llevar mutuamente vuestras cargas; y así cumpliréis la ley de Cristo. Lo que mejor define la ley de Cristo es la caridad, y esta caridad la practicamos de verdad cuando toleramos por amor las cargas de los hermanos.

Pero esta ley abarca muchos aspectos, porque la caridad celosa y solícita incluye los actos de todas las virtudes. Lo que empieza por sólo dos preceptos se extiende a innumerables facetas.

Esta multiplicidad de aspectos de la ley es enumerada adecuadamente por Pablo, cuando dice: La caridad es comprensiva, la caridad no presume ni se engríe; no es ambiciosa ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.

La caridad es comprensiva, porque tolera con ecuanimidad los males que se le infligen. Es benigna, porque devuelve generosamente bien por mal. No tiene envidia, porque, al no desear nada de este mundo, ignora lo que es la envidia por los éxitos terrenos. No presume, porque desea ansiosamente el premio de la retribución espiritual, y por esto no se vanagloria de los bienes exteriores. No se engríe, porque tiene por único objetivo el amor de Dios y del prójimo, y por esto ignora todo lo que se aparta del recto camino.

No es ambiciosa, porque, dedicada con ardor a su provecho interior, no siente deseo alguno de las cosas ajenas y exteriores. No es egoísta, porque considera como ajenas todas las cosas que posee aquí de modo transitorio, ya que sólo reconoce como propio aquello que ha de perdurar junto con ella. No se irrita, porque, aunque sufra injurias, no se incita a sí misma a la venganza, pues espera un premio muy superior a sus sufrimientos. No lleva cuentas del mal, porque, afincada su mente en el amor de la pureza, arrancando de raíz toda clase de odio, su alma está libre de toda maquinación malsana.

No se alegra de la injusticia, porque, anhelosa únicamente del amor para con todos, no se alegra ni de la perdición de sus mismos contrarios. Goza con la verdad, porque, amando a los demás como a sí misma, al observar en los otros la rectitud, se alegra como si se tratara de su propio provecho. Vemos, pues, como esta ley de Dios abarca muchos aspectos.
RESPONSORIO    Rm 13, 8. 10; Ga 5, 14
R. No tengáis deuda con nadie, a no ser en amaros los unos a los otros; porque quien ama al prójimo ya ha cumplido la ley. * Así que amar es cumplir la ley entera.
V. Toda la ley se concentra en esta frase: amarás al prójimo como a ti mismo.
R. Así que amar es cumplir la ley entera.

ORACIÓN.
OREMOS,
Señor Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados, para que puedan volver al camino recto, concede a todos los cristianos que se aparten de todo lo que sea indigno de ese nombre que llevan, y que cumplan lo que ese nombre significa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.