Musica Para el Alma

sábado, 4 de enero de 2025

GOTAS DE MISERICORDIA


 

JUAN 1,1-18 CICLO C


 

Lecturas del II Domingo de Natividad

05 Ene 2025

Evangelio

*Lectura del santo evangelio según san Juan [1, 1-18]*

 

En el principio ya existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo,
y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la recibieron.
Surgió un hombre enviado por Dios,
que se llamaba Juan:
éste venía como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que por él todos vinieran a la fe.
No era él la luz,
sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera,
que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino, y en el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de ella,
y el mundo no la conoció.
Vino a su casa,
y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron,
les da poder para ser hijos de Dios,
si creen en su nombre.
Éstos no han nacido de sangre,
ni de amor carnal,
ni de amor humano,
sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne
y acampó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo Único del Padre,
lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él
y grita diciendo:
«Éste es de quien dije:
«El que viene detrás de mí
pasa delante de mí,
porque existía antes que yo»».
Pues de su plenitud
todos hemos recibido,
gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés,
la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás:
Dios Hijo único, que está en el seno del Padre,
es quien lo ha dado a conocer.

 

Palabra del Señor

 

*Que la Paz del Señor llegue primero a vuestros corazones antes que mis palabras*

 

(Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron)

*Esta palabra me invita a vivir en la luz, y a distanciarme de las tinieblas, en muchas ocasiones le permito a la preocupación que sea parte importante de mi vida y eso heridas y enfermedades interiores. Cuando estoy pasando por en medio de una oscuridad, para mi es difícil aceptar la corrección, y si no acepto la corrección será para mi muy difícil tener una mente abierta a la voluntad de Dios en mi vida y una mente cerrada solo produce sufrimientos. La buena noticia es que el Señor, viene en mi ayuda para regalarme la luz atreves de su palabra, para que su palabra ilumine todo dentro de mí, en especial esos lugares cargado de oscuridad y de ignorancia. El Señor me ama y no quiere que sigua en la oscuridad, por su amor y por su misericordia, está haciendo brillar su luz en mis tinieblas*

 

*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.


R. Amén.

LAUDES Y VISPERAS DEL DOMINGO 5


 

*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*

 

Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén

 

*Laudes - 2do domingo de navidad 2025*

 

El siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la liturgia de las horas para el día, domingo, 5 de enero de 2025.

 

Invitatorio

 

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

 

Antifona: A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.

 

Salmo 94

Invitación a la alabanza divina

Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)

 

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

(Se repite la antífona)

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

(Se repite la antífona)

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

(Se repite la antífona)

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

(Se repite la antífona)

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.

(Se repite la antífona)

 

Laudes

 

Himno

 

Entonad los aires
con voz celestial:
«Dios niño ha nacido
pobre en un portal.»

Anúnciale el ángel
la nueva al pastor,
que niño ha nacido
nuestro Salvador.

Adoran pastores
en sombras al Sol,
que niño ha nacido,
de una Virgen, Dios.

Haciéndose hombre,
al hombre salvó;
un niño ha nacido,
ha nacido Dios. Amén.

 

Salmodia

 

Antífona 1: En las tinieblas brilla una luz, porque ha nacido el Salvador de todos los hombres. Aleluya.

 

Salmo 117

Himno de acción de gracias después de la victoria

Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

 

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

—Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

—Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

—Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina.

—Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

 

Antífona 2: Ensalcemos con himnos al Señor, nuestro Dios, Aleluya.

 

Dn 3,52-57

Que la creación entera alabe al Señor

¡Bendito el Creador por siempre! (Rm 1,25)

 

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito tu nombre, santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en la bóveda del cielo;
a ti honor y alabanza por los siglos.

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

 

Antífona 3: El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande.

 

Salmo 150

Alabad al Señor

Salmodiad con el espíritu, salmodiad con toda vuestra mente, es decir, glorificad a Dios con el cuerpo y con el alma. (Hesiquio)

 

Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.

Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.

Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,

alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,

alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.

Todo ser que alienta alabe al Señor.

 

Lectura Breve

Hb 1, 1-2

 

A través de muchas etapas y de muchas maneras habló Dios en otro tiempo a nuestros
antepasados por ministerio de los profetas; en estos tiempos, que son los últimos, nos ha
hablado por medio de su Hijo, a quien ha constituido heredero de todas las cosas y por
quien creó los mundos.

 

Responsorio Breve

 

V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que naciste de María Virgen.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

 

 

R. La Palabra era la luz verdadera.
V. Que ilumina a todos los hombres.

 

Lecturas

 

Primera Lectura

De la carta a los Colosenses 4, 2-18

CONCLUSIÓN DE LA CARTA

 

Hermanos: Sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de gracias.
Rogad también incesantemente por nosotros, para que Dios nos abra una puerta para la predicación de la palabra. Que pueda yo anunciar el misterio de Cristo, por él me encuentro encadenado, y que lo dé a conocer, como debo hacerlo.
Proceded con toda discreción con los de fuera, aprovechando la ocasión para ganarlos.
Vuestra palabra sea siempre agradable, sazonada con gracia, de modo que sepáis dar a cada uno la respuesta apropiada.
De todo lo referente a mi situación os informará Tíquico, mi amado hermano, fiel ministro y esclavo del mismo amo que yo. Os lo envío con este fin, para que tengáis noticias nuestras y para que infunda ánimo en vuestros corazones. Os envío también a Onésimo, el fiel y querido hermano, que es de vuestra comunidad. Ellos os pondrán al corriente de lo que pasa por aquí.
Os saluda Aristarco, mi compañero de cautividad, y Marcos, primo de Bernabé, acerca del cual ya os han dado instrucciones; cuando vaya por ahí, acogedlo benignamente. Ossaluda también Jesús, el llamado Justo. Éstos son los únicos judíos colaboradores míos en la propagación del reino de Dios. Son para mí un verdadero consuelo.
Saludos de vuestro compatriota Epafras, esclavo de Cristo Jesús, que no cesa de luchar por vosotros con sus oraciones, para que os mantengáis bien fundados en Cristo y dispuestos a cumplir siempre la voluntad de Dios. Os aseguro que se toma él mucho interés por vosotros y por los de Laodicea y por los de Hierápolis. Saludos de Lucas, el querido médico, y de Demas.
Saludad a los hermanos de Laodicea, así como a Ninfa y a la Iglesia que se congrega en su casa. Cuando hayáis leído esta carta, haced que la lea también la Iglesia de Laodicea. Y vosotros procurad leer también la que dirigí a los laodicenses. Decid a Arquipo: «Considera bien el ministerio que recibiste en el servicio del Señor, para cumplirlo debidamente.»
Aquí va el saludo de mi propia mano: Pablo. Acordaos de mis cadenas. La gracia sea con vosotros.

 

Responsorio Cf. Col 4, 3: cf. Sal 50, 17

 

R. Oremos unos por otros, para que Dios nos abra una puerta para la predicación de la palabra, * para que podamos anunciar el misterio de Cristo.
V. El Señor abra nuestros labios, y proclame nuestra boca su alabanza.
R. Para que podamos anunciar el misterio de Cristo.

 

 

Segunda Lectura

De los sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 194, 3-4: PL 38,1016-1017)

SEREMOS SACIADOS CON LA VISIÓN DE LA PALABRA

 

¿Qué ser humano podría conocer todos los tesoros de sabiduría y de ciencia ocultos en Cristo y es condidos en la pobreza de su carne? Porque, siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para enriqueceros con su pobreza. Pues cuando asumió la condición mortal y experimentó la muerte, se mostró pobre: pero prometió riquezas para más adelante, y no perdió las que le habían quitado.
¡Qué inmensidad la de su dulzura, que escondió para los que lo temen, y llevó a cabo para los que esperan en él!
Nuestros conocimientos son ahora parciales, hasta que se cumpla lo que es perfecto. Y para que nos hagamos capaces de alcanzarlo, él, que era igual al Padre en la forma de
Dios, se hizo semejante a nosotros en la forma de siervo, para reformarnos a semejanza de Dios: y, convertido en hijo del hombre —él, que era único Hijo de Dios—, convirtió a
muchos hijos de los hombres en hijos de Dios; y, habiendo alimentado a aquellos siervos con su forma visible de siervo, los hizo libres para que contemplasen la forma de Dios.
Pues ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Pues
¿para qué son aquellos tesoros de sabiduría y de ciencia, para qué sirven aquellas riquezas divinas sino para colmarnos? ¿Y para qué la inmensidad de aquella dulzura sino para
saciarnos? Muéstranos al Padre y nos basta.
Y en algún salmo, uno de nosotros, o en nosotros, o por nosotros, le dice: Me saciaré cuando se manifieste tu gloria. Pues él y el Padre son una misma cosa: y quien lo ve a él
ve también al Padre. De modo que el Señor, Dios de los ejércitos, él es el Rey de la gloria.
Volviendo a nosotros, nos mostrará su rostro; y nos salvaremos y quedaremos saciados, y eso nos bastará.
Pero mientras eso no suceda, mientras no nos muestre lo que habrá de bastarnos, mientras no le bebamos como fuente de vida y nos saciemos, mientras tengamos que andar en la fe y peregrinemos lejos de él, mientras tenemos hambre y sed de justicia y anhelamos con inefable ardor la belleza de la forma de Dios, celebremos con devota obsequiosidad el nacimiento de la forma de siervo.
Si no podemos contemplar todavía al que fue engendrado por el Padre antes que el lucero de la mañana, tratemos de acercarnos al que nació de la Virgen en medio de la
noche. No comprendemos aún que su nombre dura como el sol; reconozcamos que su tienda ha sido puesta en el sol.
Todavía no podemos contemplar al Único que permanece en su Padre; recordemos al Esposo que sale de su alcoba. Todavía no estamos preparados para el banquete de nuestro Padre; reconozcamos al menos el pesebre de nuestro Señor Jesucristo.

 

Responsorio 1 Jn 1, 2; 5, 20

 

R. La vida se ha manifestado, y nosotros hemos visto y os anunciamos esta vida eterna, * que estaba con el Padre y se nos ha manifestado.
V. Sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia, para que conozcamos al Dios verdadero y para que estemos en él, su verdadero Hijo, el cual es Dios verdadero y es vida eterna.
R. Que estaba con el Padre y se nos ha manifestado.

 

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Juan [1, 1-18]

 

En el principio ya existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo,
y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la recibieron.
Surgió un hombre enviado por Dios,
que se llamaba Juan:
éste venía como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que por él todos vinieran a la fe.
No era él la luz,
sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera,
que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino, y en el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de ella,
y el mundo no la conoció.
Vino a su casa,
y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron,
les da poder para ser hijos de Dios,
si creen en su nombre.
Éstos no han nacido de sangre,
ni de amor carnal,
ni de amor humano,
sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne
y acampó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo Único del Padre,
lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él
y grita diciendo:
«Éste es de quien dije:
«El que viene detrás de mí
pasa delante de mí,
porque existía antes que yo»».
Pues de su plenitud
todos hemos recibido,
gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés,
la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás:
Dios Hijo único, que está en el seno del Padre,
es quien lo ha dado a conocer.

 

Palabra del Señor

 

Canto Evangélico

 

Antifona: La Virgen siempre fiel dio a luz al Verbo de Dios hecho carne, pero permaneció virgen aun después del parto; alabémosla, pues, diciendo todos: Bendita tú entre las mujeres.

 

Benedictus Lc 1, 68-79

El Mesías y su precursor

 

+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

Preces

 

Glorifiquemos a Cristo, Palabra eterna del Padre, engendrado antes de los siglos y nacido por nosotros en el tiempo, y aclamémoslo, diciendo:

 

Que se goce la tierra, Señor, ante tu venida.

 

Cristo, Palabra eterna, que al venir al mundo anunciaste la alegría a la tierra, — alegra nuestros corazones con la gracia de tu visita.

Salvador del mundo, que con tu nacimiento nos has revelado la fidelidad de Dios, — haz que nosotros seamos también fieles a las promesas de nuestro bautismo.

Rey del cielo y de la tierra, que por tus ángeles anunciaste la paz a los hombres, — conserva nuestras vidas en tu paz.

Señor, tú que viniste para ser la vid verdadera que nos diera el fruto de vida, — haz que permanezcamos siempre en ti y demos fruto abundante.

Gracias a Jesucristo somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir: Padre nuestro.

 

Padre Nuestro

 

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.

 

Oración

 

Dios todopoderoso y eterno, luz de los que en ti creen, que la tierra se llene de tu gloria y que te reconozcan los pueblos por el esplendor de tu luz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

 

Amén.

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

 

 

 

Vísperas - 2do domingo de navidad 2025

El siguiente es el formulario que corresponde a vísperas de la liturgia de las horas para el día, domingo, 5 de enero de 2025.

Invitatorio

Vísperas

Invocación

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.

Himno

·         Himno 1

Te diré mi amor, Rey mío,
en la quietud de la tarde,
cuando se cierran los ojos
y los corazones se abren.

Te diré mi amor, Rey mío,
con una mirada suave,
te lo diré contemplando
tu cuerpo que en pajas yace.

Te diré mi amor, Rey mío,
adorándote en la carne,
te lo diré con mis besos,
quizá con gotas de sangre.

Te diré mi amor, Rey mío,
con los hombres y los ángeles,
con el aliento del cielo
que espiran los animales.

Te diré mi amor, Rey mío,
con el amor de tu Madre,
con los labios de tu Esposa
y con la fe de tus mártires.

Te diré mi amor, Rey mío,
¡oh Dios del amor más grande!
¡Bendito en la Trinidad,
que has venido a nuestro valle! Amén.

Salmodia

Antífona 1: Nos ilumina el día la nueva redención, del cumplimiento de las antiguas promesas, del anuncio de la felicidad eterna.

Salmo 109, 1-5.7

El Mesías, Rey y Sacerdote

Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. (1Co 15,25)

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Antífona 2: Enseñó el Señor su gracia y su lealtad.

Salmo 113B

Himno al Dios verdadero

Abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero. (1Ts 1,9)

No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria,
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
«Donde está su Dios»?

Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas:

tienen boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven;
tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;

tienen manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta:
que sean igual los que los hacen,
cuantos confían en ellos.

Israel confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.

Los fieles del Señor confían en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga a la casa de Israel,
bendiga a la casa de Aarón;
bendiga a los fieles del Señor,
pequeños y grandes.

Que el Señor os acreciente,
a vosotros y a vuestros hijos;
benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres.

Los muertos ya no alaban al Señor,
ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor
ahora y por siempre.

Antífona 3: Array

Lectura Breve

Jn 1, 1-3

Lo que existía desde un principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros
ojos, lo que contemplamos y lo que tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida
(porque la vida se ha manifestado, y nosotros hemos visto y testificamos y os anunciamos
esta vida eterna, la que estaba con el Padre y se nos ha manifestado): lo que hemos visto
y oído os lo anunciamos, a fin de que viváis en comunión con nosotros. Y esta nuestra
comunión de vida es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.

Responsorio Breve

V. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
V. Y puso su morada entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.

Canto Evangélico

Antifona: Dichoso el seno que llevó al Hijo del eterno Padre y el pecho que alimentó a Cristo, el Señor.

Magnificat Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Preces

Aclamemos alegres a Cristo, ante cuyo nacimiento los ángeles anunciaron la paz a la
tierra, y supliquémosle, diciendo:
Que tu nacimiento, Señor, traiga la paz a todos los hombres.
Tú que con el misterio de tu nacimiento consuelas a la Iglesia,
— cólmala también de todos tus bienes.
Tú que has venido como pastor supremo y obispo de nuestras vidas,
— haz que el Papa y todos los obispos sean buenos administradores de la múltiple gracia
de Dios.
Rey de la eternidad, tú que al nacer quisiste experimentar las limitaciones humanas,
sometiéndote a la brevedad de una vida como la nuestra,
— haz que nosotros, caducos y mortales, seamos partícipes de tu vida eterna.
Tú que, esperado durante largos siglos, viniste en el tiempo de la historia señalado por tu
Padre,
— manifiesta tu presencia a los que todavía te están esperando.
[intenciones-libres]
Tú que, hecho carne, restauraste la naturaleza humana deteriorada por la muerte,
— concede la plena salvación a los difuntos.
Ya que somos de la familia de Dios, digamos con gran confianza a nuestro Padre del cielo:
Padre nuestro.

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.

Oración

Dios todopoderoso y eterno, luz de los que en ti creen, que la tierra se llene de tu gloria y que te reconozcan los pueblos por el esplendor de tu luz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.

Conclusión

Si preside el obispo, es conveniente que éste bendiga al pueblo con la bendición solemne:

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Que la paz de Dios, que sobrepasa todo anhelo y esfuerzo humano, custodie vuestro corazón y vuestra inteligencia en el amor y conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R. Amén.

Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R. Amén.

Si se despide a la comunidad, se añade la invitación:

V. Podéis ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.