Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser
escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Jueves 4 de junio: Año litúrgico 2019 ~ 2020
Tiempo Ordinario ~ Ciclo A ~ Año Par
Jesucristo, sumo y eterno sacerdote, fiesta
Laudes
Inicio
†
(Se hace la señal de la cruz sobre los labios
mientras se dice:)
V/. -Señor, Ábreme los
labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
Salmo 94: Invitación a la alabanza divina
Ant: Glorifiquemos a
Cristo, que tiene el sacerdocio que no pasa.
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Glorifiquemos a
Cristo, que tiene el sacerdocio que no pasa.
Himno
Cantan tu gloria, Cristo Sacerdote,
los cielos y la tierra:
a ti que por amor te hiciste hombre
y al Padre como víctima te ofrendas.
Tu sacrificio nos abrió las puertas,
de par en par, del cielo;
ante el trono de Dios, es elocuente
tu holocausto en la cruz y tu silencio.
Todos los sacrificios de los hombres
quedaron abolidos:
todos eran figuras que anunciaban
al Sacerdote eterno, Jesucristo.
No te basta el morir, que quieres darnos
alimento de vida:
quedarte con nosotros y ofrecerte
sobre el altar: hacerte eucaristía.
Clavado en cruz nos miras, te miramos,
crece el amor, la entrega.
Al Padre, en el Espíritu, contigo,
eleva nuestro canto y nuestra ofrenda. Amén.
los cielos y la tierra:
a ti que por amor te hiciste hombre
y al Padre como víctima te ofrendas.
Tu sacrificio nos abrió las puertas,
de par en par, del cielo;
ante el trono de Dios, es elocuente
tu holocausto en la cruz y tu silencio.
Todos los sacrificios de los hombres
quedaron abolidos:
todos eran figuras que anunciaban
al Sacerdote eterno, Jesucristo.
No te basta el morir, que quieres darnos
alimento de vida:
quedarte con nosotros y ofrecerte
sobre el altar: hacerte eucaristía.
Clavado en cruz nos miras, te miramos,
crece el amor, la entrega.
Al Padre, en el Espíritu, contigo,
eleva nuestro canto y nuestra ofrenda. Amén.
Salmodia
Salmo
62,2-9: El alma sedienta de Dios
Ant: El Padre, por la
sangre de la cruz de Cristo, hizo la paz con todos los seres del cielo y de la
tierra.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Padre, por la
sangre de la cruz de Cristo, hizo la paz con todos los seres del cielo y de la
tierra.
Daniel
3,57-88.56: Toda la creación alabe al Señor
Ant: Todo fue creado
por Cristo y para Cristo.
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Ant: Todo fue creado
por Cristo y para Cristo.
Salmo
149: Alegría de los santos
Ant: Todo lo puso bajo
sus pies, y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo; ella es su cuerpo.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Todo lo puso bajo
sus pies, y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo; ella es su cuerpo.
Lectura
Bíblica
Hb
10,5-10
Cuando Cristo entró en el mundo, dijo «Tú no
quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas
holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el
libro: "Aquí estoy, oh Dios para hacer tu voluntad."» Primero dice:
«No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas
expiatorias», que se ofrecen según la ley. Después añade: «Aquí estoy yo para
hacer tu voluntad.» Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa
voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo,
hecha una vez para siempre.
V/. Aquí estoy para
hacer tu voluntad.
R/. Aquí estoy para
hacer tu voluntad.
V/. Llevo tu ley en
las entrañas.
R/. Para hacer tu
voluntad.
V/. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Aquí estoy para
hacer tu voluntad.
Lectura Bíblica
V/. Cristo
ofreció por los pecados un solo sacrificio.
R/. Y
ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados.
Jesucristo, sumo sacerdote
Hb 4,14-5,10
Mantengamos la
confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado
el cielo, Jesús, Hijo de Dios.
No tenemos un sumo
sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido
probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso,
acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y
encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.
Porque todo sumo
sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a los
hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados.
Él puede comprender a los ignorantes y extraviados ya que él mismo está
envuelto en debilidades. A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por
sus propios pecados, como por los del pueblo. Nadie puede arrogarse este honor:
Dios es quien llama, como en el caso de Aarón.
Tampoco Cristo se
confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: «Tú
eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy», o, como dice otro pasaje de la Escritura:
«Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.»
Cristo, en los
días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas
al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a
pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la
consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de
salvación eterna, proclamado por Dios sumo sacerdote, según el rito de
Melquisedec.
R/. Cristo se rebajó
hasta someterse incluso a la muerte.
V/. Maltratado,
voluntariamente se humillaba.
R/. Hasta someterse
incluso a la muerte.
Cristo, sacerdote y víctima
Pío XII, papa
Pío XII, papa
De la carta encíclica Mediator Dei (AAS 39 [1947],
552-553)
Cristo es
ciertamente sacerdote, pero lo es para nosotros, no para sí mismo, ya que él,
en nombre de todo el género humano, presenta al Padre eterno las aspiraciones y
sentimientos religiosos de los hombres. Es también víctima, pero lo es
igualmente para nosotros, ya que se pone en lugar del hombre pecador. Por esto,
aquella frase del Apóstol: Tened los mismos sentimientos propios de
Cristo Jesús exige de todos los cristianos que, en la medida de las
posibilidades humanas, reproduzcan en su interior las mismas disposiciones que
tenía el divino Redentor cuando ofrecía el sacrificio de sí mismo:
disposiciones de una humilde sumisión, de adoración a la suprema majestad
divina, de honor, alabanza y acción de gracias.
Les exige asimismo
que asuman en cierto modo la condición de víctimas, que se nieguen a sí mismos,
conforme a las normas del Evangelio, que espontánea y libremente practiquen la
penitencia, arrepintiéndose y expiando los pecados.
Exige finalmente
que todos, unidos a Cristo, muramos místicamente en la cruz, de modo que
podamos hacer nuestra aquella sentencia de san Pablo: Estoy crucificado
con Cristo
R/. Vivo de la fe en
el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.
V/. Vivo yo, pero no
soy yo, es Cristo quien vive en mí.
R/. Que me amó hasta
entregarse por mí.
Lecturas del Jesucristo, sumo y eterno
sacerdote
Jueves, 4 de junio de 2020
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos
(14, 12a. 22-25):
El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, mientras
comían, Jesús tomó pan, y pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio
diciendo:
«Tomad, esto es mi cuerpo».
Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos
bebieron. Y les dijo:
«Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os
digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino
nuevo en el reino de Dios».
Palabra del Señor
Cántico
Evangélico
Ant: Padre,
que todos sean uno, para que el mundo crea que tú me has enviado.
†
(Se hace la señal de la cruz mientras se comienza a
recitar)
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Padre,
que todos sean uno, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Preces
En el comienzo de este día, alabemos a Jesucristo,
fuente de salvación eterna para todos los hombres, y pidámosle con humildad:
Señor, óyenos
·
- Jesús, Hijo de Dios vivo,
guíanos hacia la luz de la verdad.
guíanos hacia la luz de la verdad.
·
·
-
Cristo, Palabra de Dios, que estás junto al Padre desde siempre y por siempre,
consagra a tu Iglesia en la unidad
consagra a tu Iglesia en la unidad
·
·
- Jesús, ungido por el Padre con la fuerza del
Espíritu Santo,
consagra a tu Iglesia en la santidad.
consagra a tu Iglesia en la santidad.
·
·
- Cristo, sumo sacerdote del Nuevo Testamento,
comunica a los sacerdotes tu santidad, para gloria del Padre.
comunica a los sacerdotes tu santidad, para gloria del Padre.
·
·
- Cristo, sabiduría de Dios, paz y reconciliación
nuestra,
haz que nos mantengamos todos unánimes y concordes en tu Iglesia.
haz que nos mantengamos todos unánimes y concordes en tu Iglesia.
·
·
- Cristo,
sacerdote eterno, glorificador del Padre, haz que sepamos ofrecernos
contigo, para alabanza de la gloria eterna.
·
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
*(Por
la Evangelización) El
camino del corazón. Recemos para que aquellos que sufren encuentren caminos de
vida, dejándose tocar por el Corazón de Jesús*.
Fieles a la recomendación del Salvador, digamos con
filial confianza:
Padre nuestro que estás en
el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Oh Dios, que para gloria tuya y salvación del
género humano constituiste a tu Hijo único sumo y eterno sacerdote, concede a
quienes él eligió para ministros y dispensadores de sus misterios la gracia de
ser fieles en el cumplimiento del ministerio recibido. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un ministro ordenado, o en
el rezo individual:
†
(Se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El Señor nos
bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
R/. Amén.