Musica Para el Alma

jueves, 30 de abril de 2020

LAS VÍSPERAS VIERNES 1 ORACIÓN AL FINAL DEL DIA


Vísperas - VIERNES III SEMANA DE PASCUA 2020
Viernes, 1 de mayo de 2020.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Nuestra Pascua inmolada, aleluya,
es Cristo el Señor, aleluya, aleluya.
Pascua sagrada, ¡oh fiesta universal!,
el mundo renovado
canta un himno a su Señor.
Pascua sagrada, ¡victoria de la cruz!
La muerte, derrotada,
ha perdido su aguijón.
Pascua sagrada,

¡oh noche bautismal!
Del seno de las aguas
renacemos al Señor.
Pascua sagrada, ¡eterna novedad!
Dejad al hombre viejo,
revestíos del Señor.
Pascua sagrada. La sala del festín
se llena de invitados
que celebran al Señor.
Pascua sagrada, ¡Cantemos al Señor!
Vivamos la alegría
dada a luz en el dolor.

Salmodia
Antífona 1: Yo, el Señor, soy tu salvador y tu redentor. Aleluya.
Salmo 134,1-12
Himno a Dios, realizador de maravillas
Vosotros sois… un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. (1P 2,9)
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.

Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.

Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.

Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
—en medio de ti, Egipto—
contra el Faraón y sus ministros.

Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos,
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.

Antífona 2: Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David. Aleluya.
Salmo 134,13-21
Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.

Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,

tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.

Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor.
fieles del Señor, bendecid al Señor.

Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.

Antífona 3: Cantaré al Señor, sublime es su victoria. Aleluya.
Ap 15,3-4
Himno de adoración
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Lectura Breve Hb 5, 8-10
Cristo, aunque era Hijo de Dios, aprendió por experiencia, en sus padecimientos, la obediencia, y, habiendo así llegado hasta la plena consumación, se convirtió en causa de salvación para todos los que lo obedecen, proclamado por Dios sumo sacerdote «según el rito de Melquisedec».

Responsorio Breve

V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

V. Al ver al Señor.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

Canto Evangélico
Antifona: El que fue crucificado resucitó de entre los muertos y nos redimió. Aleluya.
Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Preces
Invoquemos a Cristo, camino, verdad y vida, y digámosle:

Hijo de Dios vivo, bendice a tu pueblo.
Te rogamos, Señor, por los ministros de tu Iglesia: al distribuir entre sus hermanos el pan de vida, — que encuentren también ellos en el pan que distribuyen su alimento Y fortaleza.


Te pedimos por todo el pueblo cristiano: que viva, Señor, corno pide la vocación a que ha sido convocado, — y se esfuerce por mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.

Te pedimos por los que rigen los destinos de las naciones que cumplan su misión con espíritu de justicia y con amor, — para que haya paz y concordia entre los pueblos.

Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.

Señor, que podamos celebrar tu santa resurrección con tus ángeles y tus santos, — y, que nuestros hermanos difuntos, a quienes encomendamos a tu bondad, se alegren también en tu reino.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor: Padre nuestro.

Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.

Oración
Te pedimos, Señor, que ya que nos has dado la gracia de conocer la resurrección de tu
Hijo, nos concedas también que el Espíritu Santo, con su amor, nos haga resucitar a una
vida nueva. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.


REINA DEL CIELO Y EL ROSARIO


Regina Coeli o Reina del Cielo

*Benedicto XIV estableció, en 1742, que durante el tiempo Pascual (desde la Resurrección del Señor hasta el día de Pentecostés) se sustituyera el rezo del Ángelus por la antífona "Regina Coeli"*.


G: Reina del cielo, alégrate, aleluya.
T: Porque el Señor, a quien has llevado en tu vientre, aleluya.

G: Ha resucitado según su palabra, aleluya.
T: Ruega al Señor por nosotros, aleluya.

G: Goza y alégrate Virgen María, aleluya.
T: Porque en verdad ha resucitado el Señor, aleluya.

Oremos:

Oh Dios, que por la resurrección de Tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a los gozos eternos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amen.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amen. (Tres veces)




EL SANTO ROSARIO
.Misterios Gloriosos (MIERCOLES Y DOMINGOS)
.
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos…
.1º La Resurrección del Señor (MATEO  28,1-10)
.2º La Ascensión de Nuestro Señor a los cielos (HECHOS 1,3-11)
.3º La Venida del Espíritu Santo (HECHOS  2,1-13)
4º La Asunción de Nuestra Señora (De la Constitución Apostólica Deus del papa Pío XXII )
.5º La Coronación de Nuestra Señora, como Reina de cielo y tierra. (Constitución Dogmática Sobre la Iglesia. Lumen Gentium 59)
.
Oremos:
Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a alcanzar los gozos eternos. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Misterios Gozosos (LUNES Y SABADOS)

.Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos…
.1º La Encarnación del Hijo de Dios. (Lc 1, 26-38)
 2º La Visitación de María a su prima Isabel. (Lc 1, 39-56)
 3º El Nacimiento del niño Dios.  (Lc 2, 1-20)
 4º Presentación del Niño en el Templo. (Lc 2,21-35)
 5º El niño perdido y hallado en el templo. (Lc 2,41-52)

.Oremos:  
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y por la intercesión de santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


.Misterios Dolorosos (MARTES Y VIERNES)

.Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos…
.1º La oración del huerto. (LUCAS  22,39-46)
.2º La Flagelación de nuestro Señor. (Jn 18,33-19,1)
.3º La Coronación de espinas. (MARCOS 15,16-20)
.4º Jesús con la Cruz a cuestas. (LUCAS  23,26-32)
.5º La Crucifixión y muerte. (MARCOS 15,22-39)

Oremos:
Señor, tú has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén
.Misterios Luminosos (JUEVES)
.
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos…
.1º El Bautismo del Señor (MATEO  3, 13-17)  
.2º La Boda de Caná (JUAN  2,1-11)
.3º La Proclamación del Reino de Dios (MARCOS  1, 14-15)
.4º La Transfiguración (MATEO  17,1-5)
.5º La Institución de la Eucaristía (MATEO  26, 26-28)
.
Oremos:  
Dios todopoderoso y eterno, luz de los que en ti creen, que la tierra se llene de tu gloria y que te reconozcan los pueblos por el esplendor de tu luz. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

La Coronilla de la Divina Misericordia

Se utiliza un rosario común de cinco decenas.
1 Comenzar con un Padre Nuestro, Avemaría, y Credo.

2 Al comenzar cada decena (cuentas grandes del Padre Nuestro) decir:
"Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo,
la Sangre, el Alma y la Divinidad
de Tu Amadísimo Hijo,
Nuestro Señor Jesucristo,
para el perdón de nuestros
pecados y los del mundo entero."
.
3. En las cuentas pequeñas del Ave María:
"Por Su dolorosa Pasión,
ten misericordia de nosotros
y del mundo entero."

Al finalizar las cinco decenas de la coronilla se repite tres
veces
:
"Santo Dios, Santo Fuerte,
Santo Inmortal, ten piedad de
nosotros y del mundo entero."


*El que DESEA y QUIERE amar, con el corazón según EL SEÑOR: llegará a ser, SANTO*

GOTAS DE MISERICORDIA


EVANGELIO DE JUAN 6,52-59 CICLO A


Viernes, 1 de mayo de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,52-59):

   52 Discutían entre sí los judíos y decían: « ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
   53 Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
    54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.
   55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
   56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.
   57 Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí.
   58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»
    59 Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.

Palabra del Señor

 *(El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él)*  

 *Esto me llena de esperanza, porque comiendo y bebiendo lo verdadero del Señor, el entra dentro de mí, dentro de mi cuerpo, dentro de mi alma, dentro de mí ser y me va purificando y va saneando todo lo falso que hay dentro de mí. (A la culebra le llega un tiempo tiene donde tiene que mudar la piel para poder seguir viviendo y cuando le llega ese tiempo busca un lugar muy estrecho para forzar su cuerpo a penetrar por ese lugar muy angosto y es un proceso muy doloroso donde se va arrancando toda la piel). A ese lugar me invita el Señor a que yo pueda entrar entre su carne y su sangre, que es un lugar sumamente muy estrecho donde no cavemos los dos sino uno solo, el proceso es muy doloroso porque eso significa que tengo que desprenderme de mi propia vida para que pueda aparecer en mí, la carne y la sangre del Señor, ahora puedo entender las palabras del al Apóstol Pablo cuando dice: “No vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mi”*. 

*El que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

LAS LAUDES DEL VIERNES 1 DE MAYO ORACIÓN PARA INICIAR EL DIA


Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén

Laudes - VIERNES III SEMANA DE PASCUA 2020
Viernes, 1 de mayo de 2020.

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antifona: Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.



Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.



Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.



Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.



Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»



Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antifona: Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya

Himno
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?
A mi Señor glorioso,

la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa. Amén. Aleluya

Salmodia
Antífona 1: Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado. Aleluya.
Salmo 50
Misericordia, Dios mío
Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana. (Ef 4,23-24)
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado. Aleluya.

Antífona 2: Cristo, cargado con nuestros pecados, subió al leño. Aleluya.
Jr 14,17-21
Lamentación del pueblo en tiempo de hambre y guerra
Está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio. (Mc 1,15)
Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.

Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.

¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿Tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por qué nos has herido sin remedio?
Se espera la paz y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.

Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.

No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2: Cristo, cargado con nuestros pecados, subió al leño. Aleluya.


Antífona 3: Entrad a la presencia del Señor con vítores. Aleluya.
Salmo 99
Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria. (San Atanasio)
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 3: Entrad a la presencia del Señor con vítores. Aleluya.


Lectura Breve Hch 5, 30-32
El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole de un madero. La diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión, el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.

Responsorio Breve
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya,

V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

Primera Lectura
De los Hechos de los apóstoles 10, 34-11, 4. 18
VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO SOBRE CORNELIO
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Ahora veo con toda claridad que Dios no hace distinciones, sino que acepta al que le es fiel y obra rectamente, sea de la nación que sea. Dios envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo: Jesús es el Señor de todos. Vosotros sabéis lo acaecido en toda Judea: cómo Jesús de Nazaret empezó su actividad por Galilea después del bautismo predicado por Juan; cómo Dios lo ungió con poder del Espíritu Santo; cómo pasó haciendo el bien y devolviendo la salud a todos los que estaban esclavizados por el demonio, porque Dios estaba con él. Y nosotros somos testigos de cuanto llevó a cabo en la tierra de los judíos y en Jerusalén, y de cómo le dieron muerte colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al
tercer día e hizo que se apareciese no a todo el pueblo, sino a nosotros, que somos los testigos elegidos de antemano por Dios. Nosotros hemos comido y bebido con él, después que Dios lo resucitó de entre los muertos. Y él nos mandó predicar al pueblo y atestiguar que ha sido constituido por Dios juez de vivos y muertos. De él hablan todos los profetas y aseguran que cuantos tengan fe en él recibirán por su nombre el perdón de sus pecados.» Todavía estaba Pedro hablando estas cosas, cuando descendió el Espíritu Santo sobre todos cuantos estaban escuchando su discurso. Los discípulos de origen judío que habían venido con Pedro no salían de su asombro, al ver que el don del Espíritu Santo se derramaba también sobre los paganos, pues les oían hablar en varias lenguas, glorificando a Dios. Tomó entonces Pedro la palabra y dijo: «¿Se puede negar el agua del bautismo a estos hombres, una vez que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros?» Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Luego le rogaron que se quedase allí por algunos días. Los apóstoles y los hermanos que había en Judea se enteraron de que también los paganos habían recibido la palabra de Dios. Y, cuando Pedro subió a Jerusalén, los
convertidos del judaísmo discutían con él y le reprochaban el que hubiese entrado en casa de hombres incircuncisos y hubiese comido con ellos. Pedro, entonces, comenzó a exponerles punto por punto lo sucedido. Ante estas palabras se tranquilizaron y glorificaron a Dios, diciendo: «Así, pues, Dios ha concedido también a los demás pueblos la conversión que conduce a la vida.»

Responsorio Cf. Hch 10, 44. 45; 15, 8

R. Descendió el Espíritu Santo sobre todos cuantos estaban escuchando el discurso. * El don del Espíritu Santo se derramó también sobre los paganos. Aleluya.

V. Dios, que conoce los corazones, se ha declarado en favor de ellos, al darles el Espíritu Santo.

R. El don del Espíritu Santo se derramó también sobre los paganos. Aleluya.

Segunda Lectura
De los sermones de san Efrén, diácono
(Sermón sobre nuestro Señor, 3-4. 9: Opera, edición Lamy, 152-158.166-168)
LA CRUZ DE CRISTO, SALVACIÓN DEL GÉNERO HUMANO
Nuestro Señor fue conculcado por la muerte, pero él, a su vez, conculcó la muerte, pasando por ella como si fuera un camino. Se sometió a la muerte y la soportó deliberadamente para acabar con la obstinada muerte. En efecto, nuestro Señor salió cargado con su cruz, como deseaba la muerte; pero desde la cruz gritó, llamando a los muertos a la resurrección, en contra de lo que la muerte deseaba. La muerte le mató gracias al cuerpo que tenía; pero él, con las mismas armas, triunfó sobre la muerte. La divinidad se ocultó bajo los velos de la humanidad; sólo así pudo acercarse a la muerte, y la muerte le mató, pero él, a su vez, acabó con la muerte. La muerte destruyó la vida natural, pero luego fue destruida, a su vez, por la vida sobrenatural. La muerte, en efecto, no hubiera podido devorarle si él no hubiera tenido un cuerpo, ni el abismo hubiera podido tragarle si él no hubiera estado revestido de carne; por ello quiso el Señor descender al seno de una virgen para poder ser arrebatado en su ser carnal hasta el reino de la muerte. Así, una vez que hubo asumido el cuerpo, penetró en el reino de la muerte, destruyó sus riquezas y desbarató sus tesoros. Porque la muerte llegó hasta Eva, la madre de todos los vivientes. Eva era la viña, pero la muerte abrió una brecha en su cerco, valiéndose de las mismas manos de Eva y Eva gustó el fruto de la muerte, por lo cual la que era madre de todos los vivientes se convirtió en fuente de muerte para todos ellos. Pero luego apareció María, la nueva vid que reemplaza a la antigua; en ella habitó Cristo, la nueva Vida. La muerte, según su costumbre, fue en busca de su alimento y no
adivinó que, en el fruto mortal, estaba escondida la Vida, destructora de la muerte; por ello mordió sin temor el fruto, pero entonces liberó a la vida, y a muchos juntamente con ella.
El admirable hijo del carpintero llevó su cruz a las moradas de la muerte, que todo lo devoraban, y condujo así a todo el género humano a la mansión de la vida. Y la humanidad entera, que a causa de un árbol había sido precipitada en el abismo inferior,
por otro árbol, el de la cruz, alcanzó la mansión de la vida. En el árbol, pues, en que había sido injertado un esqueje de muerte amarga, se injertó luego otro de vida feliz, para que confesemos que Cristo es Señor de toda la creación. ¡A ti la gloria, a ti que con tu cruz elevaste como un puente sobre la misma muerte, para que las almas pudieran pasar por él desde la región de la muerte a la región de la vida! ¡A ti la gloria, a ti que asumiste un cuerpo mortal e hiciste de él fuente de vida para todos los mortales! Tú vives para siempre; los que te dieron muerte se comportaron como los agricultores: enterraron la vida en el sepulcro, como el grano de trigo se entierra en el surco, que luego brotara y resucitara llevando consigo a otros muchos. Venid, hagamos de nuestro amor una ofrenda grande y universal; elevemos cánticos y oraciones en honor de aquel que, en la cruz, se ofreció a Dios como holocausto para
enriquecernos a todos.

Responsorio 1 Co 15, 55-56. 57; 2 Co 4, 13. 14

R. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado. * ¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo! Aleluya.

V. Impulsados por el poder de la fe, creemos que aquel que resucitó a Jesús nos resucitará también a nosotros con Jesús.

R. ¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo! Aleluya.

Viernes, 1 de mayo de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,52-59):

   52 Discutían entre sí los judíos y decían: « ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
   53 Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
    54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.
   55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
   56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.
   57 Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí.
   58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»
    59 Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.

Palabra del Señor

Canto Evangélico
Antifona: El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él. Aleluya.
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antifona: El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él. Aleluya.

Preces
Dirijamos nuestra oración a Dios Padre, que por la resurrección de Jesucristo nos ha dado vida nueva, y digámosle:

*Ilumínanos, Señor, con la claridad de Jesucristo*.

Señor, Padre clementísimo, tú que nos has revelado tu plan de salvación, proyectado desde antes de la creación del mundo, y eres fiel en todas tus promesas, — escucha con amor nuestras plegarias.

Purifícanos con tu verdad y encamina nuestros pasos por las sendas de la santidad, — para que hagamos siempre el bien según tu agrado.

Haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, — para que, libres de todo mal, nos saciemos con los bienes de tu casa.

Tú que diste tu paz a los apóstoles, — concédela también a todos los hombres del mundo.

Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.

Porque deseamos que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres, pidamos al Padre que
su reino llegue a nosotros: Padre nuestro.

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre,
venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación, y líbranos del mal.

Oración

Te pedimos, Señor, que ya que nos has dado la gracia de conocer la resurrección de tu Hijo, nos concedas también que el Espíritu Santo, con su amor, nos haga resucitar a una vida nueva. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.