*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*NUESTRA SEÑORA DE LOURDES*
En el año 1858 la Virgen
María Inmaculada se apareció a Bernardita Soubirous, cerca de Lourdes
(Francia), dentro de la cueva de Massabielle. Por medio de esta humilde
jovencita, María llama a los pecadores a la conversión, suscitando un gran celo
de oración y amor, principalmente como servicio a los enfermos y pobres.
Jueves,
11 de febrero de 2021.
V. Señor,
ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Venid,
adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Himno
Es domingo; una luz nueva
resucita la mañana
con su mirada inocente,
llena de gozo y de gracia.
Es domingo; la alegría
del mensaje de la Pascua
es la noticia que llega
siempre y que nunca se gasta.
Es domingo; la pureza
no sólo la tierra baña,
que ha penetrado
en la vida por las ventanas del alma.
Es domingo; la presencia
de Cristo llena la casa:
la Iglesia, misterio y fiesta,
por él y en él convocada.
Es domingo; «éste es el día
que hizo el Señor», es la Pascua,
día de la creación
nueva y siempre renovada.
Es domingo; de su hoguera
brilla toda la semana
y vence oscuras tinieblas
en jornadas de esperanza.
Es domingo; un canto nuevo
toda la tierra le canta
al Padre, al Hijo, al Espíritu,
único Dios que nos salva. Amén.
Salmodia
Antífona
1: Dichosa eres, María, porque de ti vino la salvación del mundo; tú
que ahora vives ya en la gloria del Señor, intercede por nosotros ante tu Hijo.
Salmo 62, 2-9
El alma sedienta de Dios
Madruga
por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.
Oh Dios,
tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Antífona
2: Tú eres la gloria de Jerusalén; tú, la alegría de Israel; tú, el
orgullo de nuestra raza.
Dn 3,57-88.56
Toda la creación alabe al Señor
Alabad al
Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona
3: ¡Alégrate, Virgen María! Tú llevaste en el seno a Cristo, el
Salvador.
Salmo 149
Alegría de los santos
Los hijos
de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor.
(Hesiquio)
Cantad al
Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Lectura Breve
Is 61, 10
Desbordo
de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de
gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como a una novia que se adorna
con sus joyas.
Responsorio Breve
V. El
Señor la eligió y la predestinó.
R. El Señor la eligió y la predestinó.
V. La hizo morar en su templo santo.
R. Y la predestinó.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor la eligió y la predestinó.
V. Dichosos los que escuchan la palabra de Dios.
R. Y la cumplen.
Lecturas
Primera Lectura
Del primer libro de las Crónicas 17, 1-15
ORÁCULO DEL PROFETA NATÁN
En aquellos días, morando ya David en su casa, dijo a Natán,
profeta: «Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el arca de la alianza
del Señor está bajo pieles.» Respondió Natán a David: «Haz todo cuanto tienes
en tu corazón, porque Dios está contigo.» Pero aquella misma noche vino la
palabra de Dios a Natán en estos términos: «Vete y di a mi siervo David: Así
dice el Señor: No serás tú quien me edifique Casa para que habite yo en ella.
Pues no he habitado en casa alguna desde el día en que hice subir a los
israelitas hasta el día de hoy; sino que he andado de tienda en tienda y de
morada en morada. En todo el tiempo que he ido de un lado para otro con todo Israel,
¿he dicho acaso a alguno de los Jueces de Israel, a los que mandé me
apacentaran a mi pueblo: Por qué no me edificáis una Casa de cedro? Di, pues,
ahora esto a mi siervo David: Así habla el Señor de los ejércitos: Yo te he
tomado del pastizal, de detrás del rebaño, para que seas caudillo de mi pueblo
Israel. He estado contigo donde quiera que has ido, he eliminado a todos tus
enemigos de delante de ti y voy a hacerte un nombre grande como el nombre de
los grandes de la tierra. Fijaré un lugar a mi pueblo Israel, y lo plantaré
allí para que more en él; no será ya perturbado, y los malhechores no seguirán oprimiéndole
como al principio, y como en los días en que instituí Jueces sobre mi pueblo Israel.
Someteré a todos tus enemigos. El Señor te anuncia que te edificará una casa.
Cuando se cumplan tus días para ir con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia
que saldrá de tus entrañas y consolidaré su reino. Él me edificará una casa y yo
afirmaré su trono para siempre. Yo seré para él un padre, y él será para mí un
hijo, y no apartaré de él mi amor, como le aparté de aquel que fue antes de ti.
Yo le estableceré en mi casa y en mi reino para siempre, y su trono estará firme
eternamente.» Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión,
habló Natán a David.
Responsorio Breve
R. Bienaventurada eres, Virgen María, por haber llevado al
Señor, creador del mundo. * Engendraste al que te hizo,
y permaneces virgen para siempre.
V. Alégrate, María, llena de gracia; el Señor está contigo.
R. Engendraste al que te hizo, y permaneces virgen para
siempre.
Segunda Lectura
De una carta de santa María Bernarda Soubirous, virgen
(Carta al padre Gondrand, año 1861: cf. A. Ravier, Les ècrits de sainte
Bernadette Soubirous, París 1961, pp. 53-59)
LA SEÑORA ME HABLÓ
Cierto día fui a la orilla del río Gave a recoger leña con otras
dos niñas. En seguida oí como un ruido. Miré a la pradera; pero los árboles no
se movían. Alcé entonces la cabeza hacia la gruta y vi a una mujer vestida de blanco,
con un cinturón azul celeste y sobre cada uno de sus pies una rosa amarilla,
del mismo color que las cuentas de su rosario.
Creyendo engañarme, me restregué los ojos. Metí la mano en el bolsillo para
buscar mi rosario. Quise hacer la señal de la cruz, pero fui incapaz de llevar
la mano a la frente.
Cuando la Señora hizo la señal de la cruz, lo intenté yo también y, aunque me
temblaba la mano, conseguí hacerla. Comencé a rezar el rosario, mientras la
Señora iba desgranando sus cuentas, aunque sin despegar los labios. Al acabar
el rosario, la visión se desvaneció.
Pregunté entonces a las dos niñas si habían visto algo. Ellas lo negaron y me preguntaron
si es que tenía que hacerles algún descubrimiento. Les dije que había visto a una
mujer vestida de blanco, pero que no sabía de quién se trataba. Les pedí que no
lo contaran. Ellas me recomendaron que no volviese más por allí, a lo que me
opuse. El Domingo volví, pues sentía internamente que me impulsaban...
Aquella Señora no me habló hasta la tercera vez, y me preguntó si querría ir
durante quince días. Le dije que sí, y ella añadió que debía avisar a los
sacerdotes para que edificaran allí una capilla. Luego me ordenó que bebiera de
la fuente. Como no veía ninguna fuente, me fui hacia el río Gave, pero ella me
indicó que no hablaba de ese río, y señaló con el dedo la fuente. Me acerqué, y
no había más que un poco de agua entre el barro. Metí la mano, y apenas podía
sacar nada, por lo que comencé a escarbar y al final pude sacar algo de agua;
por tres veces la arrojé y a la cuarta pude beber. Después desapareció la
visión y yo me marché.
Volví a ir allí durante quince días. La Señora se me apareció como de
costumbre, menos un Lunes y un Viernes. Siempre me decía que advirtiera a los
sacerdotes que debían edificarle una capilla, me mandaba lavarme en la fuente y
rogar por la conversión de los pecadores. Le pregunté varias veces quién era, a
lo que me respondía con una leve sonrisa. Por fin, levantando los brazos y los
ojos al cielo, me dijo: «Yo soy la Inmaculada Concepción.»
En aquellos días me reveló también tres secretos, prohibiéndome absolutamente
que los comunicase a nadie; lo que he cumplido fielmente hasta ahora.
Lc 1, 46. 49. 48
R. Proclama mi alma la grandeza del Señor, * porque
el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.
V. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones.
R. Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre
es santo.
Jueves, 11 de febrero de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Marcos (7,24-30)*
24 Y partiendo de allí, se fue a la
región de Tiro, y entrando en una casa quería que nadie lo supiese, pero no
logró pasar inadvertido,
25 sino que, en seguida, habiendo oído
hablar de él una mujer, cuya hija estaba poseída de un espíritu inmundo, vino y
se postró a sus pies.
26 Esta mujer era pagana, sirofenicia de
nacimiento, y le rogaba que expulsara de su hija al demonio.
27 El le decía: «Espera que primero se
sacien los hijos, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los
perritos.»
28 Pero ella le respondió: «Sí, Señor; que
también los perritos comen bajo la mesa migajas de los niños.»
29 El, entonces, le dijo: «Por lo que has
dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija.»
30 Volvió a su casa y encontró que la niña
estaba echada en la cama y que el demonio se había ido.
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: De
ti, Virgen María, luminosa aurora de nuestra salvación, surgió el Sol de
justicia que nació de lo alto para visitarnos.
Benedictus
Lc 1, 68-79
El Mesías y
su precursor
+ Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Elevemos
nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:
*Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros*.
Sol de justicia, a quien María Virgen precedía cual aurora luciente,
— haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.
Palabra eterna del Padre, tú que elegiste a María como arca de tu morada, —
líbranos de toda ocasión de pecado.
Salvador del mundo, que quisiste que tu Madre estuviera junto a tu cruz, — por
su intercesión concédenos compartir con alegría tus padecimientos.
Señor Jesús, que colgado en la cruz entregaste María a Juan como madre, — haz
que nosotros vivamos también como hijos suyos.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Según el mandato del Señor, digamos confiadamente: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Dios de
misericordia, remedia con el amparo del cielo nuestro desvalimiento, para que,
cuantos celebramos la memoria de la inmaculada Virgen María, Madre de Dios,
podamos, por su intercesión, vernos libres de nuestros pecados. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
*NUESTRA SEÑORA DE LOURDES*
El 11 de febrero de 1858, tres niñas, Bernadette Soubirous, de 14
años, su hermana Marie Toinete, de 11 y su amiga Jeanne Abadie, de 12 salieron
de su casa en Lourdes para recoger leña. Camino al río Gave, pasaron por una
gruta natural donde Bernadette escuchó un murmullo y divisó la figura de una
joven vestida de túnica blanca, muy hermosa, ceñida por una banda azul y con un
rosario colgado del brazo. Se acercó y comenzaron a rezar juntas, para luego
desaparecer.
Por un período de cinco meses, la Virgen se le apareció a la niña,
en medio de multitudes que se acercaban para rezar y poder observar a la
hermosa señora, pero la Virgen sólo se le aparecía a la niña. En reiteradas
ocasiones, Bernadette fue víctima de desprecios y burlas por parte de las
autoridades eclesiales y civiles de pueblo, pero la niña se mantuvo firme en su
fe mariana sobre todo en el especial pedido que la Virgen le había encargado:
la construcción de una capilla sobre la gruta y la realización de una
procesión.
Luego de la última aparición ocurrida en16 de julio, fiesta de
Nuestra Señora del Carmen, Bernadette ingresó a la orden religiosa de las
hermanas enfermeras, a la edad de 22 años, y permaneció allí hasta su muerte a
los 34 años de edad.
Historia
El 11 de febrero de 1858, en la villa francesa de Lourdes, a
orilla del río Gave, Nuestra Madre, Santa María manifestó de manera directa y
cercana su profundo amor hacia nosotros, apareciéndose ante una niña de 14
años, llamada Bernadette (Bernardita) Soubirous.
La historia de la aparición empieza cuando Bernardita, quien nació
el 7 de enero de 1844, salió, junto a dos amigas, en búsqueda de leña en la
Roca de Masabielle. Para ello, tenía que atravesar un pequeño río, pero como
Bernardita sufría de asma, no podía meter los pies en agua fría, y las aguas de
aquel riachuelo estaban muy heladas. Por eso ella se quedó a un lado del río,
mientras las dos compañeras iban a buscar la leña.
Fue en ese momento, que Bernardita experimenta el encuentro con
Nuestra Madre, experiencia que sellaría toda su vida, "sentí como un
fuerte viento que me obligó a levantar la cabeza. Volví a mirar y vi que las
ramas de espinas que rodeaban la gruta de la roca de Masabielle se estaban
moviendo. En ese momento apareció en la gruta una bellísima Señora, tan
hermosa, que cuando se le ha visto una vez, uno querría morirse con tal de
lograr volverla a ver".
"Ella venía toda vestida de blanco, con un cinturón azul, un
rosario entre sus dedos y una rosa dorada en cada pie. Me saludó inclinando la
cabeza. Yo, creyendo que estaba soñando, me restregué los ojos; pero levantando
la vista vi de nuevo a la hermosa Señora que me sonreía y me hacía señas de que
me acercara. Pero yo no me atrevía. No es que tuviera miedo, porque cuando uno
tiene miedo huye, y yo me hubiera quedado allí mirándola toda la vida. Entonces
se me ocurrió rezar y saqué el rosario. Me arrodillé. Vi que la Señora se
santiguaba al mismo tiempo que yo lo hacía. Mientras iba pasando las cuentas de
la camándula Ella escuchaba las Avemarías sin decir nada, pero pasando también
por sus manos las cuentas del rosario. Y cuando yo decía el Gloria al Padre,
Ella lo decía también, inclinando un poco la cabeza. Terminando el rosario, me
sonrió otra vez y retrocediendo hacia las sombras de la gruta,
desapareció".
A los pocos días, la Virgen vuelve a aparecer ante Bernardita en
la misma gruta. Sin embargo, al enterarse su madre se disgustó mucho creyendo
que su hija estaba inventando cuentos -aunque la verdad es que Bernardita no
decía mentiras-, al mismo tiempo algunos pensaban que se trataba de un alma del
purgatorio, y a Bernardita le fue prohibido volver a la roca y a la gruta de
Masabielle.
A pesar de la prohibición, muchos amigos de Bernardita le pedía
que vuelva a la gruta; ante ello, su mamá le dijo que consultara con su padre.
El señor Soubiruos, después de pensar y dudar, le permitió volver el 18 de
febrero.
Esta vez, Bernardita fue acompañada por varias personas, que con
rosarios y agua bendita esperaban aclarar y confirmar lo narrado. Al llegar
todos los presentes comenzaron a rezar el rosario; es en ese momento que
Nuestra Madre se aparece por tercera vez. Bernardita narra así esta aparición:
"Cuando estábamos rezando el tercer misterio, la misma Señora vestida de
blanco se hizo presente como la vez anterior. Yo exclamé: 'Ahí está'. Pero los
demás no la veían. Entonces una vecina me acercó el agua bendita y yo lancé
unas gotas de dicha agua hacia la visión. La Señora se sonrió e hizo la señal
de la cruz. Yo le dije: 'Si vienes de parte de Dios, acércate'. Ella dio un
paso hacia delante".
Luego, la Virgen le dijo a Bernadette: "Ven aquí durante
quince días seguidos". La niña le prometió hacerlo y la Señora le expresó
"Yo te prometo que serás muy feliz, no en este mundo, sino en el
otro".
Luego de este intenso momento que cubrió a todos los presentes, la
noticia de las apariciones se corrió por toda el pueblo, y muchos acudían a la
gruta creyendo en el suceso, aunque otros se burlaban.
Entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858 hubo 18
apariciones. Éstas se caracterizaron por la sobriedad de las palabras de la
Virgen, y por la aparición de una fuente de agua que brotó inesperadamente
junto al lugar de las apariciones y que desde entonces es un lugar de
referencia de innumerables milagros constatados por hombres de ciencia.
El mensaje de la Virgen
El Mensaje que la Santísima Virgen dio en Lourdes, puede resumirse
en los siguientes puntos:
1.- Es un agradecimiento del cielo por la definición del dogma de
la Inmaculada Concepción, que se había declarado cuatro años antes por Pio IX
(1854), al mismo tiempo que así se presenta Ella misma como Madre y modelo de
pureza para el mundo que está necesitado de esta virtud.
2.- Derramó innumerables gracias de sanaciones físicas y espirituales,
para que nos convirtamos a Cristo en su Iglesia.
3.- Es una exaltación a la virtud de la pobreza y humildad,
aceptadas cristianamente al escoger a Bernadette como instrumento de su
mensaje.
4.- Un mensaje importantísimo en Lourdes es el de la Cruz. La
Santísima Virgen le repite que lo importante es ser feliz en la otra vida,
aunque para ello sea preciso aceptar la cruz. "Yo también te prometo
hacerte dichosa, no ciertamente en este mundo, sino en el otro".
5.- En todas la apariciones vino con su Rosario: La importancia de
rezarlo.
6.- Importancia de la oración, de la penitencia y humildad
(besando el suelo como señal de ello); también, un mensaje de misericordia
infinita para los pecadores y del cuidado de los enfermos.
7.- Importancia de la conversión y la confianza en Dios.
*Oración a la virgen de Lourdes por salud de
los enfermo*
¡Oh amabilísima Virgen de Lourdes, Madre de Dios y Madre nuestra!
Llenos de aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos,
acudimos en las horas amargas de la enfermedad a tu maternal corazón,
para pedirte que derrames a manos llenas
el tesoro de tu misericordia sobre nosotros.
Indignos somos por nuestros pecados de que nos escuches,
Pero acuérdate que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido a ti haya sido abandonado.
¡Madre tierna! ¡Madre bondadosa! ¡Madre dulcísima!
Ya que Dios obra por tu mano curaciones sin cuento en la Gruta prodigiosa de
Lourdes,
sanando tantas víctimas del dolor,
guarda también una mirada de bendición para nuestro pobre enfermo… (se dice el
nombre).
Alcanzadle de vuestro Divino Hijo Jesucristo la deseada salud,
si ha de ser para mayor gloria de Dios.
Pero mucho más alcanzadnos a todos el perdón de nuestros pecados,
paciencia y resignación en los sufrimientos
y sobre todo un amor grande y eterno a nuestro Dios,
prisionero por nosotros en los Sagrarios. Amén.
Virgen de Lourdes, rogad por nosotros.
Consuelo de los afligidos, rogad por nosotros.
Salud de los enfermos, rogad por nosotros.
Rezar tres Avemarías.
Vísperas - NUESTRA SEÑORA DE LOURDES
Invocación
V. Dios
mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Este es el tiempo en que llegas,
Esposo, tan de repente,
que invitas a los que velan,
y olvidas a los que duermen.
Salen cantando a tu encuentro
doncellas con ramos verdes
y lámparas que guardaron
copioso y claro el aceite.
¡Cómo golpean las necias
las puertas de tu banquete!
¡Y cómo lloran a oscuras
los ojos que no han de verte!
Mira que estamos alerta,
Esposo, por si vinieres,
y está el corazón velando,
mientras los ojos se duermen.
Danos un puesto a tu mesa,
Amor, que a la noche vienes,
antes que la noche acabe
y que la puerta se cierre. Amén.
Salmodia
Antífona
1: Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
Salmo 121
LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué
alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la casa del Señor"!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
"Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios".
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: "La paz contigo".
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Antífona
2: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Salmo 126
EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS
Si el
Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en manos de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
No quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Antífona
3: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
Ef 1, 3-10
EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN
Bendito
sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Lectura Breve
Ga 4, 4-5
Cuando se
cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la
ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser
hijos por adopción.
Responsorio Breve
V. Alégrate,
María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu
vientre.
R. El Señor está contigo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
Canto Evangélico
Antifona: Alégrate,
María, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres y
bendito el fruto de tu vientre.
Magnificat
Lc 1, 46-55
Alegría del
alma en el Señor
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Mira a la
llena de gracia y escúchanos.
Señor, Dios nuestro, admirable siempre en tus obras, que has querido que la
inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de
Jesucristo, — haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.
Tú que nos diste a María por madre, concede por su mediación salud a los
enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores, — y a todos
abundancia de salud y de paz.
Tú que hiciste de María la llena de gracia, — concede la abundancia de tu
gracia a todos los hombres.
Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor, —
y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de
Jesús.
Se pueden añadir algunas intenciones libres,
Tú que coronaste a María como reina del cielo, — haz que los difuntos puedan
alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino.
Confiando en el Señor, que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que
colme también de bienes al mundo hambriento: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Dios de
misericordia, remedia con el amparo del cielo nuestro desvalimiento, para que,
cuantos celebramos la memoria de la inmaculada Virgen María, Madre de Dios,
podamos, por su intercesión, vernos libres de nuestros pecados. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.