*LAS LAUDES. San Raimundo de Peñafort*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
Laudes -
SAN RAIMUNDO DE PEÑAFORT, PRESBÍTERO 2021
Nació hacia el año 1175,
cerca de Barcelona. Fue primero canónigo de la Iglesia de Barcelona, después
ingresó en la Orden de Predicadores. Por mandato del papa Gregorio IX, editó el
corpus canónico de las Decretales. Elegido superior general de su Orden, la
gobernó con sabiduría y prudencia. Entre sus escritos, destaca la Summa casuum,
para la administración genuina y provechosa del sacramento de la penitencia.
Murió en Barcelona el año 1275.
Jueves, 7
de enero de 2021.
Invitatorio
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno
Reyes que venís por ellas,
no busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Mirando sus luces bellas,
no sigáis la vuestra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aquí parad, que aquí está
quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,
y si habéis hallado puerto
no busquéis estrellas ya.
No busquéis la estrella ahora:
que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido
en esta Virgen Aurora.
Ya no hallaréis luz en ellas,
el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.
Aunque eclipsarse pretende,
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto
como cuando el sol se enciende.
Aquellas lágrimas bellas
la estrella oscurecen ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas. Amén.
Salmodia
Antífona 1: Vosotros sois la luz del mundo. No se puede
ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Salmo 62,
2-9
El alma sedienta de Dios
Madruga
por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Antífona 2: Alumbre así vuestra luz a los hombres, para
que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre.
Dn
3,57-88.56
Toda la creación alabe al Señor
Alabad al
Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona 3: La palabra de Dios es viva y eficaz, más
tajante que espada de doble filo.
Salmo 149
Alegría de los santos
Los hijos
de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor.
(Hesiquio)
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Lectura Breve
Hb 13, 7-9a
Acordaos de vuestros dirigentes, que os anunciaron la palabra de
Dios; fijaos en el desenlace de su vida e ¡mitad su fe. Jesucristo es el mismo
ayer y hoy y siempre. No os dejéis arrastrar por doctrinas complicadas y
extrañas.
Responsorio Breve
V. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
V. Ni de día ni de noche dejarán de anunciar el nombre del
Señor.
R. He colocado centinelas.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
V. Oirás de mi boca una palabra.
R. Y les advertirás de mi parte.
Lecturas
Primera Lectura
De la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 2,
1-13. 19-20
RECORDAD NUESTROS ESFUERZOS Y FATIGAS
Sabéis muy bien, hermanos, que vuestra visita no fue inútil.
A pesar de los sufrimientos e injurias padecidos en Filipos, que ya conocéis,
tuvimos valor –apoyados en nuestro Dios– para predicaros el Evangelio de Dios
en medio de fuerte oposición. Nuestra exhortación no procedía de error o de
motivos turbios, ni usaba engaños, sino que Dios nos ha aprobado y nos ha confiado
el Evangelio, y así lo predicamos no para contentar a los hombres, sino a Dios,
que prueba nuestras intenciones.
Como bien sabéis, nunca hemos tenido palabras de adulación ni codicia
disimulada.
Dios es testigo. No pretendimos honor de los hombres, ni de vosotros, ni de los
demás, aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos haberos hablado
autoritariamente; por el contrario, os tratamos con delicadeza, como una madre cuida
de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el
Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais
ganado nuestro amor. Recordad si no, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas;
trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre
vosotros el Evangelio de Dios.
Vosotros sois testigos, y Dios también, de lo leal, recto e irreprochable que
fue nuestro proceder con vosotros, los creyentes; sabéis perfectamente que
tratamos con cada uno de vosotros personalmente, como un padre, con sus hijos,
animándoos con tono suave y enérgico a vivir como se merece Dios, que os ha
llamado a su reino y gloria.
Esa es la razón por la que no cesamos de dar gracias a Dios, porque al recibir
la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre,
sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en
nosotros, los creyentes.
Al fin y al cabo, ¿quién sino vosotros será nuestra esperanza, nuestra alegría
y nuestra honrosa corona ante nuestro Señor Jesús cuando venga? Sí, nuestra
gloria y alegría sois vosotros.
Cf. Hch 20, 28; 1 Co 4, 2
R. Tened cuidado del rebaño que el Espíritu Santo os ha
encargado guardar, * como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la
sangre de su Hijo.
V. En un administrador lo que se busca es que sea fiel.
R. Como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la
sangre de su Hijo.
Segunda Lectura
De una carta de san Raimundo de Peñafort, presbítero
(Monumenta Ordinis Praedicatorum Historica 6, 2, Roma 1901, pp. 84-85)
QUE EL DIOS DEL AMOR Y DE LA PAZ PURIFIQUE VUESTROS CORAZONES
Si todos los que quieren vivir religiosamente en Cristo Jesús han
de sufrir persecuciones, como afirma aquel apóstol que es llamado el predicador
de la verdad, no engañando, sino diciendo la verdad, a mí me parece que de esta
norma general no se exceptúa sino aquel que no quiere llevar ya desde ahora una
vida sobria, honrada y religiosa.
Pero vosotros de ninguna forma debéis de ser contados entre el número de éstos,
cuyas casas se encuentran pacificadas, tranquilas y seguras, sobre los que no
actúa la vara del Señor, que se satisfacen con su vida y que al instante serán
arrojados al infierno.
Vuestra pureza y vida religiosa merecen y exigen, ya que sois aceptos y
agradables a Dios, ser purificadas hasta la más absoluta sinceridad por
reiteradas pruebas. Y, si se duplica e incluso triplica la espada sobre
vosotros, esto mismo hay que considerarlo como pleno gozo y signo de amor.
La espada de doble filo está constituida, por fuera, por las luchas y, por
dentro, por los temores; esta espada se duplica o triplica, por dentro, cuando
el maligno inquieta los corazones con engaños y seducciones. Pero vosotros
conocéis bastante bien estos ataques del enemigo, pues de lo contrario no
hubiera sido posible conseguir la serenidad de la paz y la tranquilidad
interior.
Por fuera, se duplica o triplica la espada cuando, sin motivo, surge una
persecución eclesiástica sobre asuntos espirituales; las heridas producidas por
los amigos son las más graves.
Ésta es la bienaventurada y deseable cruz de Cristo que el valeroso Andrés
recibió con gozo, y que, según las palabras del apóstol Pablo, llamado
instrumento de elección, es lo único en que debemos gloriarnos.
Contemplad al autor y mantenedor de la fe, a Jesús, quien, siendo inocente,
padeció por obra de los suyos, y fue contado entre los malhechores. Y vosotros,
bebiendo el excelso cáliz de Jesucristo, dad gracias al Señor, dador de todos
los bienes.
Que el mismo Dios del amor y de la paz pacifique vuestros corazones y apresure vuestro
camino, para que, protegidos por su rostro, os veáis libres mientras tanto de
las asechanzas de los hombres, hasta que os introduzca y os trasplante en
aquella plenitud donde os sentaréis eternamente en la hermosura de la paz, en
los tabernáculos de la confianza y en el descanso de la abundancia.
Responsorio Breve
R. Con la luz de su doctrina iluminó a los que vivían entre tinieblas, * y
con el fuego de su amor redimió a los cautivos de su miseria y sus cadenas.
V. Sacó a los pecadores del camino de la perdición, libró a los
indigentes de la mano del poderoso.
R. Y con el fuego de su amor redimió a los cautivos de su
miseria y sus cadenas.
Lecturas del 7 de Enero. Feria de
Navidad
Jueves, 7 de enero de 2021
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Mateo (4,12-17.23-25):
12 Cuando oyó que Juan había sido
entregado, se retiró a Galilea.
13 Y dejando Nazará, vino a residir en
Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí;
14 para que se cumpliera el oráculo del
profeta Isaías:
15 = ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí,
camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles! =
16 = El pueblo que habitaba en tinieblas ha
visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz
les ha amanecido. =
17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar y
decir: «Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado.»
23 Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en
sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y
toda dolencia en el pueblo.
24 Su fama llegó a toda Siria; y le trajeron
todos los que se encontraban mal con enfermedades y sufrimientos diversos,
endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curó.
25 Y le siguió una gran muchedumbre de
Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán.
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: No seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro
Padre hablará por vosotros.
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus
ovejas, y
supliquémosle diciendo:
*Apacienta a tu pueblo, Señor*.
Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores has revelado tu misericordia y
tu amor, — haz que, por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción
misericordiosa.
Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único
pastor de tu pueblo, — no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los
cuerpos y de las almas, — haz que nunca falten en tu Iglesia los ministros que nos
guíen por las sendas de una vida santa.
Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el
amor de los santos, — haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la
santidad.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Dios y Señor nuestro, que con tu amor hacia los hombres quisiste
que San Raimundo de Peñafort anunciara a los pueblos la riqueza insondable que
es Cristo, concédenos, por su intercesión, crecer en el conocimiento del
misterio de Cristo y vivir siempre según las enseñanzas del Evangelio,
fructificando con toda clase de buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por
los siglos de los siglos.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
San Raimundo de Peñafort
En 1222, a los 40 años de edad, ingresó en la Orden de
Predicadores (Dominicos), apenas 8 meses después de la muerte del fundador,
Santo Domingo de Guzmán.
Raimundo consideraba que el orgullo era un peligro para su alma.
Convencido de la importancia de hacer penitencia por la complacencia con que
había enseñado, pidió que le impusieran severas penitencias y oficios
humillantes. Pero sus superiores le encargaron investigar cómo responder a
preguntas difíciles de moral que los fieles presentan. El llamó a estas
"casos de conciencia". El resultado de su trabajo fue su famoso
libro, "Summa de casibus paenitentialibus", la primera obra de su
género. Esta ha sido de gran provecho para confesores y moralistas.
Tenía gran celo por la evangelización, trabajando incesantemente
en la predicación, la instrucción y la confesión. Insigne predicador dotado con
la "eficacia de la palabra", recorrió las provincias españolas de
Aragón, Castilla y Cataluña. Sus acompañantes comentaban que parecía casi imposible
que un predicador lograra tantas conversiones con sus sermones.
Según una tradición discutida, San Raimundo colaboró con San Pedro
Nolasco en la fundación de la orden de los Mercedarios los Padres Mercedarios,
dedicada principalmente a rescatar a los secuestrados por los mahometanos.
Oración de San Raimundo de Peñafort
Amorosísimo Padre mío San Raimundo,
vos sabéis la necesidad que padece mi alma
y el consuelo que necesito,
aplicad vuestra intercesión delante de Dios,
para que por vuestros méritos,
alcance la gracia que pretendo,
si ha de ser para mayor gloria de Dios
para más servirle y amarle.
Amén.