Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO
ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XXXII
Del Común de la dedicación de una iglesia.
9 de noviembre
LA
DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE SAN JUAN DE LETRÁN. (FIESTA)
Según una tradición que arranca del siglo XII, se celebra el día de hoy el
aniversario de la dedicación de la basílica construida por el emperador
Constantino en el Laterano. Esta celebración fue primero una fiesta de la
ciudad de Roma; más tarde se extendió a toda la Iglesia de rito romano, con el
fin de honrar aquella basílica, que es llamada «madre y cabeza de todas las
iglesias de la Urbe y del Orbe», en señal de amor y de unidad para con la
cátedra de Pedro que, como escribió san Ignacio de Antioquía, «preside a todos
los congregados en la caridad.»
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor
abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos a Cristo, que amó a la Iglesia y se entregó por
ella.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, que amó a la Iglesia y se entregó por
ella.
Himno: EL CIELO Y LA TIERRA.
El cielo y la tierra
celebren, aplaudan
a la Iglesia, esposa
sin arruga y mancha.
Descienda a nosotros
la ciudad sagrada,
en que todo es nuevo
y de rica gala.
En piedras preciosas
está cimentada,
y bien construida
en brillos de gracia.
Las piedras preciosas
que están a su entrada
muestran la hermosura
de esta casa santa.
Descienda a nosotros
esta santa casa,
que hizo el Rey eterno
para su morada. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi casa
se llama casa de oración.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE
DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi casa se llama casa de oración.
Ant 2. Bendito eres, Señor, en el templo de tu santa gloria.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL
SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Bendito eres, Señor, en el templo de tu santa gloria.
Ant 3. Cantad al Señor en la asamblea de los fieles.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cantad al Señor en la asamblea de los fieles.
LECTURA BREVE Is
56, 7
Los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración; aceptaré sobre
mi altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración y así
la llamarán todos los pueblos.
RESPONSORIO BREVE
V. Grande es
el Señor y muy digno de alabanza.
R. Grande es el Señor y muy digno de alabanza.
V. En la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo.
R. Muy digno de alabanza.
V. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Grande es el Señor y muy digno de alabanza.
V. Me postraré hacia tu santuario.
R. Daré gracias a tu nombre, Señor.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Pedro 2, 1-17
COMO PIEDRAS VIVAS, ENTRÁIS EN LA CONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO DEL
ESPÍRITU
Hermanos: Después de haberos despojado de toda maldad y de
toda falsedad, de las hipocresías y envidias, y de toda clase de murmuración,
apeteced, como niños recién nacidos, la leche pura espiritual. Con ella podréis
crecer hasta alcanzar la salvación, si es que realmente habéis saboreado lo
bueno que es el Señor.
Acercándoos al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida
y apreciada por Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la
construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para
ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo. Por eso se lee
en la Escritura: «Ved que pongo en Sión una piedra angular escogida y preciosa.
y quien tenga fe en ella no será defraudado.»
Por consiguiente, a vosotros, que tenéis fe, os corresponde el honor; mas, para
los que no tienen fe, «la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la
piedra angular, y ha venido a ser piedra de tropiezo y roca de escándalo», y
tropiezan en ella porque no tienen fe en la palabra de Cristo, para la cual
estaban destinados.
Vosotros, en cambio, sois «linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios, para proclamar las hazañas del que os llamó a salir
de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa». Vosotros, que en otro tiempo
«no erais pueblo», sois ahora «pueblo de Dios»; vosotros, que estabais
«excluidos de la misericordia», sois ahora «objeto de la misericordia de Dios».
Hermanos, os exhorto a que, como forasteros y peregrinos que sois, os
abstengáis de las pasiones terrenas que hacen guerra al alma. Observad entre
los gentiles una conducta ejemplar. Así, por aquello mismo en que os calumnian
como a malhechores, darán gloria a Dios, cuando vean y consideren vuestras
buenas obras, el día en que él venga a «visitarlos» con su gracia.
Sed sumisos a toda humana autoridad a causa del Señor: ya sea al soberano, en
cuanto que tiene el mando; o bien a los gobernadores, como delegados suyos que
son para castigar a los malhechores y para alabanza de los hombres de bien.
Porque ésta es la voluntad de Dios: que, obrando el bien, hagáis callar a la
ignorancia de los hombres insensatos. Portaos en esto como hombres libres, no
como quienes se sirven de la libertad sólo para ocultar su maldad, sino como
conviene a los que son siervos de Dios. Sed deferentes con todos, amad a
vuestros hermanos, temed a Dios y honrad al soberano;
RESPONSORIO Cf. Ap 21, 19; Tb 13, 21
R. Las murallas de Jerusalén serán adornadas con piedras
preciosas. * Y sus torres serán batidas con oro.
V. Las puertas de Jerusalén serán rehechas con zafiros y esmeraldas,
y con piedras preciosas sus murallas.
R. Y sus torres serán batidas con oro.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Cesáreo de Arlés, obispo.
(Sermón 229, 1-3: CCL 104, 905-908)
TODOS, POR EL BAUTISMO, HEMOS SIDO HECHOS TEMPLOS DE DIOS.
Hoy, hermanos muy amados, celebramos con gozo y alegría, por
la benignidad de Cristo, la dedicación de este templo; pero nosotros debemos
ser el templo vivo y verdadero de Dios. Con razón, sin embargo, celebran los
pueblos cristianos la solemnidad de la Iglesia madre, ya que son conscientes de
que por ella han renacido espiritualmente. En efecto, nosotros, que por nuestro
primer nacimiento fuimos objeto de la ira de Dios, por el segundo hemos llegado
a ser objeto de su misericordia. El primer nacimiento fue para muerte; el
segundo nos restituyó a la vida.
Todos nosotros, amadísimos, antes del bautismo fuimos lugar en donde habitaba
el demonio; después del bautismo nos convertimos en templos de Cristo. Y, si
pensamos con atención en lo que atañe a la salvación de nuestras almas, tomamos
conciencia de nuestra condición de templos verdaderos y vivos de Dios. Dios
habita no sólo en templos levantados por los hombres ni en casas hechas de
piedra y de madera, sino principalmente en el alma hecha a imagen de Dios y
construida por él mismo, que es su arquitecto. Por esto dice el apóstol Pablo:
El templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.
Y, ya que Cristo, con su venida, arrojó de nuestros corazones al demonio para
prepararse un templo en nosotros, esforcémonos al máximo, con su ayuda, para
que Cristo no sea deshonrado en nosotros por nuestras malas obras. Porque todo
el que obra mal deshonra a Cristo. Como antes he dicho, antes de que Cristo nos
redimiera éramos casa del demonio; después hemos llegado a ser casa de Dios, ya
que Dios se ha dignado hacer de nosotros una casa para sí.
Por esto, nosotros, carísimos, si queremos celebrar con alegría la dedicación
del templo, no debemos destruir en nosotros, con nuestras malas obras, el
templo vivo de Dios. Lo diré de una manera inteligible para todos: debemos
disponer nuestras almas del mismo modo como deseamos encontrar dispuesta la
iglesia cuando venimos a ella.
¿Deseas encontrar limpia la basílica? Pues no ensucies tu alma con el pecado.
Si deseas que la basílica esté bien iluminada, Dios desea también que tu alma
no esté en tinieblas, sino que sea verdad lo que dice el Señor: que brille en
nosotros la luz de las buenas obras y sea glorificado aquel que está en los
cielos. Del mismo modo que tú entras en esta iglesia, así quiere Dios entrar en
tu alma, como tiene prometido: Habitaré en medio de ellos y andaré entre ellos.
RESPONSORIO Cf. Ez 47, 1. 9
R. Vi que debajo del umbral del templo salía agua, la cual se
deslizaba hacia el lado derecho, aleluya; y todos aquellos a quienes llegó esta
agua * tuvieron vida abundante y cantaban: «Aleluya, aleluya.»
V. En la dedicación del templo el pueblo entonaba alabanzas, y
resonaba en su boca un bello canto.
R. Tuvieron vida abundante y cantaban: «Aleluya, aleluya.»
Lecturas del Dedicación de la Basílica de Letrán
Lunes, 9 de
noviembre de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (2,13-22):
13 Se acercaba la Pascua de los judíos
y Jesús subió a Jerusalén.
14 Y encontró en el
Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus
puestos.
15 Haciendo un látigo
con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes;
desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas;
16 y dijo a los que
vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una
casa de mercado.»
17 Sus discípulos se
acordaron de que estaba escrito: = El celo por tu Casa me devorará. =
18 Los judíos entonces
le replicaron diciéndole: «Qué señal nos muestras para obrar así?»
19 Jesús les respondió:
«Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré.»
20 Los judíos le
contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario,
¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
21 Pero él hablaba del
Santuario de su cuerpo.
22 Cuando resucitó,
pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso,
y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Zaqueo,
baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en seguida,
y lo recibió muy contento. «Hoy Dios ha dado la salvación a esta casa.»
Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu
casa.» Él bajó en seguida, y lo recibió muy contento. «Hoy Dios ha dado la
salvación a esta casa.» Aleluya.
PRECES
Como piedras vivas, edificadas
sobre Cristo, la piedra escogida, oremos al Padre todopoderoso por su Iglesia
amada, y confesemos nuestra fe en ella diciendo:
Ésta es la casa de Dios y la puerta del cielo.
Padre del cielo, tú que eres el labrador de la vid, guarda, purifica y
acrecienta tu viña,
haciendo que sus sarmientos llenen toda la tierra.
Pastor eterno, protege y acrecienta tu rebaño,
y haz que todas las ovejas se reúnan en un solo redil bajo el cayado del único
pastor, Jesucristo, tu Hijo.
Sembrador todopoderoso, siembra la Palabra en tu campo,
y haz que dé frutos del ciento por uno para la vida eterna.
Arquitecto prudente, santifica tu familia, que es la Iglesia,
y haz que aparezca ante el mundo como ciudad celestial, esposa sin tacha y
Jerusalén del cielo.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Terminemos nuestra oración con las palabras que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que con piedras vivas y
elegidas edificas el templo eterno de tu gloria: acrecienta los dones que el
Espíritu ha dado a la Iglesia para que tu pueblo fiel, creciendo como cuerpo de
Cristo, llegue a ser la nueva y definitiva Jerusalén. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío,
ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ALTA CIUDAD DE PIEDRAS VIVAS.
Alta ciudad de piedras vivas,
Jerusalén;
visión de paz y cielos nuevos,
ciudad del Rey.
Tus puertas se abren jubilosas,
visión de paz,
y penetran los ríos de tus santos
hasta el altar.
Baluartes y murallas de oro,
Jerusalén;
tus calles, gemas y zafiros,
ciudad del Rey.
Jerusalén, Iglesia viva
de eternidad;
hacia ti caminan los hombres,
sin descansar.
Alta ciudad del Cristo vivo,
que es nuestro hogar,
al que volveremos, ya cansados
de caminar.
Cielos nuevos y tierra nueva,
Jerusalén;
morada de Dios Trino y Uno.
Amén, amén.
SALMODIA
Ant 1. El
Altísimo consagra su morada; teniendo a Dios en medio, no vacila.
Salmo 45 - DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra
y los montes se desplomen en el mar.
Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.
Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.
«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Altísimo consagra su morada; teniendo a Dios en medio, no
vacila.
Ant 2. Vamos alegres a la casa del Señor.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vamos alegres a la casa del Señor.
Ant 3. Alabad al Señor, nuestro Dios, todos sus santos.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico
siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados
cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente
decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabad al Señor, nuestro Dios, todos sus santos.
LECTURA BREVE Ap 21, 2-3. 22. 27
Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del
cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Y escuché una voz potente que decía desde el trono: «Ésta es la morada de Dios
con los hombres, y acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo y Dios estará
con ellos.» Pero no vi santuario alguno en ella; porque el Señor, Dios
todopoderoso, y el Cordero, es su santuario. Nada profano entrará en ella, ni
los que cometen abominación y mentira, sino solamente los inscritos en el libro
de la vida del Cordero.
RESPONSORIO BREVE
V. Dichosos,
Señor, los que habitan en tu casa.
R. Dichosos, Señor, los que habitan en tu casa.
V. Alabándote siempre.
R. En tu casa.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Dichosos, Señor, los que habitan en tu casa.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Santificó
el Señor su tabernáculo, porque ésta es la casa de Dios, donde se invoca su
nombre, del cual está escrito: «Mi nombre habitará allí», dice el Señor.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA
EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Santificó el Señor su tabernáculo, porque ésta es la casa de Dios,
donde se invoca su nombre, del cual está escrito: «Mi nombre habitará allí»,
dice el Señor.
PRECES
Oremos, hermanos, a nuestro
Salvador, que dio su vida para reunir a los hijos de Dios dispersos, y
digámosle:
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.
Señor Jesús, que cimentaste tu casa en la roca,
confirma y robustece la fe y la esperanza de tu Iglesia.
Señor Jesús, de cuyo costado salió sangre y agua,
renueva la Iglesia con los sacramentos de la nueva y eterna alianza.
Señor Jesús, que estás en medio de los que se reúnen en tu nombre,
atiende la oración unánime de tu Iglesia congregada.
Señor Jesús, que con el Padre haces morada en los que te aman,
perfecciona a tu Iglesia por la caridad.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Señor Jesús, que no echas fuera a ninguno de los que vienen a ti,
acoge a todos los difuntos en la mansión del Padre.
Terminemos nuestra oración con las palabras que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que con piedras vivas y
elegidas edificas el templo eterno de tu gloria: acrecienta los dones que el
Espíritu ha dado a la Iglesia para que tu pueblo fiel, creciendo como cuerpo de
Cristo, llegue a ser la nueva y definitiva Jerusalén. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.