*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
VIERNES SEMANA I
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y
mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Dad
gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dad
gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Himno: EDIFICASTE UNA TORRE
Edificaste una torre
para tu huerta florida;
un lagar para tu vino
y, para el vino, una viña.
Y la viña no dio uvas,
ni el lagar buena bebida:
sólo racimos amargos
y zumos de amarga tinta.
Edificaste una torre,
Señor, para tu guarida;
un huerto de dulces frutos,
una noria de aguas limpias,
un blanco silencio de horas
y un verde beso de brisas.
Y esta casa que es tu torre,
este mi cuerpo de arcilla,
esta sangre que es tu sangre
y esta herida que es tu herida
te dieron frutos amargos,
amargas uvas y espinas.
¡Rompe, Señor, tu silencio,
rompe tu silencio y grita!
Que mi lagar enrojezca
cuando tu planta lo pise,
y que tu mesa se endulce
con el vino de tu viña. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aceptarás los sacrificios, ofrendas y
holocaustos, sobre tu altar, Señor.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR
ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aceptarás
los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.
Ant 2. Con
el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.
Cántico: QUE LOS PUEBLOS TODOS SE
CONVIERTAN AL SEÑOR. Is 45, 15-25
Es verdad: tú eres un Dios escondido,
el Dios de Israel, el Salvador.
Se avergüenzan y se sonrojan todos por igual,
se van avergonzados los fabricantes de ídolos;
mientras el Señor salva a Israel
con una salvación perpetua,
para que no se avergüencen ni se sonrojen
nunca jamás.
Así dice el Señor, creador del cielo
- él es Dios -,
él modeló la tierra,
la fabricó y la afianzó;
no la creó vacía,
sino que la formó habitable:
«Yo soy el Señor y no hay otro.»
No te hablé a escondidas,
en un país tenebroso,
no dije a la estirpe de Jacob:
«Buscadme en el vacío.»
Yo soy el Señor que pronuncia sentencia
y declara lo que es justo.
Reuníos, venid, acercaos juntos,
supervivientes de las naciones.
No discurren los que llevan su ídolo de madera,
y rezan a un dios que no puede salvar.
Declarad, aducid pruebas,
que deliberen juntos:
¿Quién anunció esto desde antiguo,
quién lo predijo desde entonces?
¿No fui yo, el Señor?
- No hay otro Dios fuera de mí -.
Yo soy un Dios justo y salvador,
y no hay ninguno más.
Volveos hacia mí para salvaros,
confines de la tierra,
pues yo soy Dios y no hay otro.
Yo juro por mi nombre,
de mi boca sale una sentencia,
una palabra irrevocable:
«Ante mí se doblará toda rodilla,
por mí jurará toda lengua»,
dirán: «Sólo el Señor
tiene la justicia y el poder.»
A él vendrán avergonzados
los que se enardecían contra él,
con el Señor triunfará y se gloriará
la estirpe de Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Con
el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.
Ant 3. Entrad
en la presencia del Señor con aclamaciones.
Salmo 99 - ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL
TEMPLO.
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Entrad
en la presencia del Señor con aclamaciones.
LECTURA BREVE Ef 4, 29-32
No salga de vuestra boca palabra desedificante, sino la que sirva para la
necesaria edificación, comunicando la gracia a los oyentes. Y no provoquéis más
al santo Espíritu de Dios, con el cual fuisteis marcados para el día de la
redención. Desterrad de entre vosotros todo exacerbamiento, animosidad, ira,
pendencia, insulto y toda clase de maldad. Sed, por el contrario, bondadosos y
compasivos unos con otros, y perdonaos mutuamente como también Dios os ha
perdonado en Cristo.
RESPONSORIO BREVE
V. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
R. En
la mañana hazme escuchar tu gracia.
V. Indícame
el camino que he de seguir.
R. Hazme
escuchar tu gracia.
V. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En
la mañana hazme escuchar tu gracia.
Viernes, 25 de septiembre de 2020
PRIMERA LECTURA
Del libro de Tobit 7, 1. 9-20; 8, 4-16
MATRIMONIO DE TOBÍAS Y SARA
Al llegar a Ecbatana, Tobías dijo al ángel:
«Amigo Azarías, llévame derecho a casa de nuestro pariente Ragüel.»
El ángel lo llevó a casa de Ragüel. Lo encontraron sentado a la puerta del
patio; se adelantaron a saludarlo, y él les contestó:
«Tanto gusto, amigos; bienvenidos.»
Ragüel los acogió cordialmente y mandó matar un carnero. Después de lavarse y
bañarse, se pusieron a la mesa. Tobías dijo a Rafael:
«Amigo Azarías, dile a Ragüel que me dé a mi pariente Sara.»
Ragüel, lo oyó y dijo al muchacho:
«Tú, come, y bebe y disfruta a gusto esta noche. Porque, amigo, sólo tú tienes
derecho a casarte con mi hija Sara, y yo tampoco puedo dársela a otro, porque
tú eres el pariente más cercano. Pero, hijo, te voy a hablar con toda
franqueza. Ya se la he dado en matrimonio a siete de mi familia, y todos
murieron la noche en que iban a acercarse a ella. Pero bueno, hijo, tú come y
bebe, que el Señor cuidará de vosotros.»
Tobías replicó:
«No comeré ni beberé mientras no dejes decidido este asunto mío.»
Ragüel le dijo:
«Lo haré. Y te la daré como prescribe la ley de Moisés. Dios mismo manda que te
la entregue, y yo te la confío. A partir de hoy, para siempre, sois marido y
mujer. Es tuya desde hoy para siempre. ¡El Señor del cielo os ayude esta noche,
hijo, y os dé su gracia y su paz!»
Llamó a su hija, Sara. Cuando se presentó, Ragüel le tomó la mano y se la
entregó a Tobías, con estas palabras:
«Recíbela conforme al derecho y a lo prescrito en la ley de Moisés, que manda
que se te dé por esposa. Tómala y llévala enhorabuena a casa de tu padre. Que
el Dios del cielo os dé paz y bienestar.»
Luego, llamó a la madre, mandó traer papel y escribió el acta del matrimonio,
según la cual la entregaba como esposa conforme a lo prescrito en la ley de
Moisés. Después, empezaron a cenar.
Ragüel llamó a su mujer, Edna, y le dijo:
«Mujer, prepara la otra habitación, y llévala allí.»
Edna se fue a arreglar la habitación que le había dicho su marido. Llevó allí a
su hija y lloró por ella. Luego, enjugándose las lágrimas, le dijo:
«Ánimo, hija. Que el Dios del cielo cambie tu tristeza en gozo. Ánimo, hija.»
Y salió. Ragüel y Edna cerraron la puerta de la habitación. Tobías, entonces,
se levantó de la cama y dijo a Sara:
«Mujer, levántate, vamos a rezar pidiendo a nuestro Señor que tenga
misericordia de nosotros y nos proteja.» Se levantó, y empezaron a rezar
pidiendo a Dios que los protegiera. Rezó así:
«Bendito eres, Dios de nuestros padres, y bendito tu nombre por los siglos de
los siglos. Que te bendigan el cielo y todas tus creaturas por los siglos. Tú
creaste a Adán, y como ayuda y apoyo creaste a su mujer, Eva: de los dos nació
la raza humana. Tú dijiste: "No está bien que el hombre esté solo, voy a
hacerle alguien como él que lo ayude." Si yo me caso con esta prima mía no
busco satisfacer mi pasión, sino que procedo lealmente. Dígnate apiadarte de
ella y de mí, y haznos llegar juntos a la vejez.»
Los dos dijeron:
«Amén, amén.»
Y durmieron aquella noche. Ragüel se levantó, llamó a los criados y fueron a
cavar una fosa; pues se dijo: «No sea que haya muerto, y luego se rían y se
burlen de nosotros.»
Cuando terminaron la fosa, Ragüel marchó a casa, llamó a su mujer y le dijo:
«Manda una criada que entre a ver si está vivo; porque, si está muerto, lo
enterramos, y así nadie se entera.»
Encendieron el candil, abrieron la puerta y mandaron dentro a la criada. Entró
y encontró a los dos juntos, profundamente dormidos, y salió a decir:
«Está vivo, no ha ocurrido nada.»
Entonces Ragüel alabó al Dios del cielo:
«Bendito eres, Dios, digno de toda bendición sincera. Seas bendito por siempre.
Bendito eres por el gozo que me has dado: no pasó lo que me temía, sino que nos
has tratado según tu gran misericordia.»
RESPONSORIO Tb 12, 6. 18. 20
R. Bendecid a Dios y proclamad ante todos los vivientes los
beneficios que os ha hecho, * pues él os ha
mostrado su misericordia.
V. A él debéis bendecir y cantar todos los días, y narrar todas sus
maravillas.
R. Pues él os ha mostrado su misericordia.
SEGUNDA LECTURA
Del Sermón de san Agustín, obispo, Sobre los pastores
(Sermón 46, 29-30: CCL 41, 555-557)
TODOS LOS BUENOS PASTORES SON COMO LOS MIEMBROS DEL ÚNICO PASTOR
Cristo, pues, te apacienta con justicia, distinguiendo entre quienes son ovejas
suyas y quienes no lo son. Mis ovejas —dice— me siguen, porque conocen mi voz.
Aquí, en estas palabras, me parece descubrir que todos los buenos pastores son
como los miembros del único pastor. No es que falten buenos pastores, pero
todos son como los miembros del único pastor. Si hubiera muchos pastores habría
división, y, porque aquí se recomienda la unidad, se habla de un único pastor.
Si se silencian los diversos pastores y se habla de un único pastor, no es
porque el Señor no encontrara a quien encomendar el cuidado de sus ovejas, pues
cuando encontró a Pedro las puso bajo su cuidado. Pero incluso en el mismo
Pedro el Señor recomendó la unidad. Eran muchos los apóstoles, pero sólo a
Pedro se le dice: Apacienta mis ovejas. Dios no quiera que falten nunca buenos
pastores, Dios no quiera que lleguemos a vernos faltos de ellos; ojalá no deje
el Señor de suscitarlos y consagrarlos.
Ciertamente que si existen buenas ovejas habrá también buenos pastores, pues de
entre las buenas ovejas salen los buenos pastores. Pero hay que decir que todos
los buenos pastores son, en realidad, como miembros del único pastor y forman
una sola cosa con él. Cuando ellos apacientan es Cristo quien apacienta. Los
amigos del esposo no pretenden hacer oír su propia voz, sino que se complacen
en que se oiga la voz del esposo. Por esto, cuando ellos apacientan es el Señor
quien apacienta; aquel Señor que puede decir por esta razón: «Yo mismo
apaciento», porque la voz y la caridad de los pastores son la voz y la caridad
del mismo Señor. Ésta es la razón por la que quiso que también Pedro, a quien
encomendó sus propias ovejas como a un semejante, fuera una sola cosa con él:
así pudo entregarle el cuidado de su propio rebaño, siendo Cristo la cabeza y
Pedro como el símbolo de la Iglesia que es su cuerpo; de esta manera fueron dos
en una sola carne, a semejanza de lo que son el esposo y la esposa.
Así pues, para poder encomendar a Pedro sus ovejas, sin que con ello pareciera
que las ovejas quedaban encomendadas a otro pastor distinto de sí mismo, el
Señor le pregunta: «Pedro, ¿me amas?» Él respondió: «Te amo.» Y le dice por
segunda vez: «¿Me amas?» Y respondió: «Te amo.» Y le pregunta aun por tercera
vez: «¿Me amas?» Y respondió: «Te amo.» Quería fortalecer el amor para forzar
así la unidad. De este modo el que es único apacienta a través de muchos, y los
que son muchos apacientan formando parte del que es único.
Por tanto, en realidad, puede decirse que al mismo tiempo se habla de muchos
pastores y se afirma que hay un solo pastor. Que se gloríen, pues, los pastores
de ser pastores, pero el que se gloría, que se gloríe en el Señor. Apacentar a
Cristo, apacentar para Cristo, apacentar en Cristo significa, pues, no querer
apacentarse a sí mismo, sino a Cristo solamente. No fue por falta de pastores
-como anunció el profeta que ocurriría en futuros tiempos de desgracia- que el
Señor dijo: Yo mismo apacentaré a mis ovejas, como si dijera: «No tengo a quien
encomendarlas.» Porque, cuando todavía Pedro y los demás apóstoles vivían en
este mundo, aquel que era el único pastor, en el que todos los otros pastores
eran uno, dijo: Tengo otras ovejas que no son de este redil; es necesario que
las recoja, para que se forme un solo rebaño y un solo pastor.
Que todos los pastores, pues, formen parte del único pastor y que a través de
todos ellos resuene solamente la voz del único pastor; al oír esta voz las
ovejas seguirán no a éste o aquél, sino a su único pastor. Que todos los
pastores hagan, pues, resonar en él una única voz, que no dejen oír voces
diversas. Os exhorto, hermanos, a que tengáis todos unión y concordia; no haya
disensiones entre vosotros. Que las ovejas oigan siempre esta voz, limpia de
toda disensión, purificada de toda herejía, y puedan, así, seguir a su propio
pastor que les dice: Mis ovejas me siguen, porque conocen mi voz.
RESPONSORIO
R. No abandones, Señor, tu rebaño, * Buen
Pastor, que velas constantemente.
V. Que tu amor vele siempre sobre nosotros, para que no se nos acerque
el tentador astuto y hostil.
R. Buen Pastor, que velas constantemente.
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Lucas (9,18-22):
18 Y sucedió que mientras él estaba
orando a solas, se hallaban con él los discípulos y él les preguntó: «¿Quién
dice la gente que soy yo?»
19 Ellos respondieron: «Unos, que Juan el
Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había
resucitado.»
20 Les dijo: «Y vosotros, ¿quién decís que
soy yo?» Pedro le contestó: «El Cristo de Dios.»
21 Pero les mandó enérgicamente que no
dijeran esto a nadie.
22 Dijo: «El Hijo del hombre debe sufrir
mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas,
ser matado y resucitar al tercer día.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor ha visitado y redimido a su
pueblo.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El
Señor ha visitado y redimido a su pueblo.
PRECES
Adoremos a Cristo, que salvó al mundo
con su cruz, y supliquémosle diciendo:
Señor, ten misericordia de nosotros.
Señor Jesucristo, cuya claridad es nuestro sol y nuestro día,
haz que, desde el amanecer, desaparezca de nosotros todo sentimiento malo.
Vela, Señor, sobre nuestros pensamientos, palabras y obras,
a fin de que nuestro día sea agradable ante tus ojos.
Aparta de nuestros pecados tu vista,
y borra en nosotros toda culpa.
Por tu cruz y tu resurrección,
llénanos del gozo del Espíritu Santo.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Ya que somos hijos de Dios, oremos a nuestro Padre como Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Dios misericordioso, que has iluminado
las tinieblas de nuestra ignorancia con la luz de tu palabra: acrecienta en
nosotros la fe que tú mismo nos has dado; que ninguna tentación pueda nunca
destruir el ardor de la fe y de la caridad que tu gracia ha encendido en
nuestro Espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi
auxilioR. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: CALOR DE DIOS EN
SANGRE REDENTORA.
Calor de Dios en sangre redentora,
y un río de piedad en tu costado;
bajo tu cruz quédeme arrodillado,
con ansia y gratitud siempre deudora.
Conózcate, oh Cristo, en esta hora
de tu perdón; mi beso apasionado,
de ardientes labios en tu pie clavado,
sea flecha de amor y paz de aurora.
Conózcame en tu vía dolorosa
y conozca, Señor, en los fulgores
de tus siete palabras, mi caída;
que en esta cruz pujante y misteriosa
pongo, sobre el amor de mis amores,
el amor entrañable de mi vida. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Sáname, Señor, porque
he pecado contra ti.
Salmo 40 - ORACIÓN DE UN
ENFERMO.
Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.
El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.
El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.
Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.»
Mis enemigos me desean lo peor;
«A ver si se muere y se acaba su apellido.»
El que viene a verme habla con fingimiento,
disimula su mala intención,
y cuando sale afuera, la dice.
Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse.»
Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,
que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.
Pero tú, Señor, apiádate de mí,
haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.
En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.
A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.
Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén, amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sáname, Señor, porque he pecado
contra ti.
Ant 2. El Señor de los ejércitos está con
nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Salmo 45 - DIOS, REFUGIO
Y FORTALEZA DE SU PUEBLO
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra
y los montes se desplomen en el mar.
Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.
Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.
«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor de los ejércitos está con
nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Ant 3. Vendrán todas las naciones y se
postrarán en tu acatamiento, Señor.
Cántico: CANTO DE LOS
VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vendrán todas las naciones y se
postrarán en tu acatamiento, Señor.
LECTURA BREVE Rm 15, 1-3
Los fuertes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles, sin complacernos
a nosotros mismos. Cada uno cuide de complacer al prójimo para su bien, para su
edificación; que Cristo no buscó su propia complacencia, según está escrito:
«sobre mí cayeron los ultrajes de quienes te ultrajaron».
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo nos ama y nos ha
absuelto por la virtud de su sangre.R. Cristo nos ama y nos ha
absuelto por la virtud de su sangre.
V. Y ha hecho de nosotros reino y
sacerdotes para el Dios y Padre suyo.R. Por la virtud de su
sangre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.R. Cristo nos ama y nos ha absuelto
por la virtud de su sangre.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor nos auxilia a
nosotros, sus siervos, acordándose de su misericordia.
Cántico de María. ALEGRÍA
DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos auxilia a nosotros,
sus siervos, acordándose de su misericordia.
PRECES
Bendigamos a Dios que
escucha con amor la oración de los humildes y a los hambrientos los colma de
bienes; digámosle confiados:
Muéstranos, Señor, tu misericordia.
Señor, Padre lleno de amor, te pedimos por todos los miembros de la iglesia que
sufren:
acuérdate que por ellos, Cristo, cabeza de la iglesia, ofreció en la cruz el
verdadero sacrificio vespertino.
Libra a los encarcelados, ilumina a los que viven en tinieblas, sé la ayuda de
las viudas y de los huérfanos,
y haz que todos nos preocupemos de los que sufren.
Concede a tus hijos la fuerza necesaria
para resistir las tentaciones del Maligno.
Acude en nuestro auxilio, Señor, cuando llegue la hora de nuestra muerte:
que seamos fieles hasta el fin y dejemos este mundo en tu paz.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Conduce a los difuntos a la luz donde tu habitas
para que puedan contemplarte eternamente.
Fieles a la recomendación del Salvador, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Te pedimos, Señor, que
los que hemos sido aleccionados con los ejemplos de la pasión de tu Hijo
estemos siempre dispuestos a cargar con su yugo llevadero y con su carga
ligera. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.R. Amén.