Abre, Señor, mi boca para bendecir
tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y
ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna,
atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la
presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
JUEVES
DE LA SEMANA XIII
De la Feria. Salterio I
2
de julio
JUEVES
SEMANA I
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos al Señor, porque
él es nuestro Dios.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos al Señor, porque
él es nuestro Dios.
Himno: CRECE LA LUZ BAJO TU HERMOSA MANO.
Crece la luz bajo tu hermosa mano,
Padre celeste, y suben
los hombres matutinos al encuentro
de Cristo Primogénito.
El hizo amanecer ante tus ojos
y enalteció la aurora,
cuando aún no estaba el hombre sobre el mundo
para poder cantarla.
El es principio y fin del universo,
y el tiempo, en su caída,
se acoge al que es la fuerza de las cosas
y en él rejuvenece.
Él es quien nos reanima y fortalece,
y hace posible el himno
que, ante las maravillas de tus manos,
cantamos jubilosos.
He aquí la nueva luz que asciende y busca
su cuerpo misterioso;
he aquí, en la claridad de la mañana,
el signo de tu rostro.
Envía, Padre eterno, sobre el mundo
el soplo de tu Hijo,
potencia de tu diestra y primogénito
de todos los que mueren. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Salmo 56 - ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO.
Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.
Invoco al Dios Altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.
Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Han tendido una red a mis pasos
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
Ant 2. «Mi pueblo se saciará de mis
bienes», dice el Señor.
Cántico: FELICIDAD DEL PUEBLO REDIMIDO Jr 31, 10-14
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño;
porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.»
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor:
hacia el trigo y el vino y el aceite,
y los rebaños de ovejas y de vacas;
su alma será como un huerto regado,
y no volverán a desfallecer.
Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas;
alimentaré a los sacerdotes con manjares sustanciosos,
y mi pueblo se saciará de mis bienes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Mi pueblo se saciará de mis
bienes», dice el Señor.
Ant 3. Grande es el Señor y muy digno de
alabanza en la ciudad de nuestro Dios.
Salmo 47 - HIMNO A LA GLORIA DE JERUSALÉN
Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra:
el monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar.
Mirad: los reyes se aliaron
para atacarla juntos;
pero, al verla, quedaron aterrados
y huyeron despavoridos;
allí los agarró un temblor
y dolores como de parto;
como un viento del desierto,
que destroza las naves de Tarsis.
Lo que habíamos oído lo hemos visto
en la ciudad del Señor de los ejércitos,
en la ciudad de nuestro Dios:
que Dios la ha fundado para siempre.
¡Oh Dios!, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, ¡oh Dios!, tu alabanza
llega al confín de la tierra;
tu diestra está llena de justicia:
el monte Sión se alegra,
las ciudades de Judá se gozan
con tus sentencias.
Dad la vuelta en torno a Sión,
contando sus torreones;
fijaos en sus baluartes,
observad sus palacios,
para poder decirle a la próxima generación:
«Este es el Señor, nuestro Dios.»
Él nos guiará por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Grande es el Señor y muy digno de
alabanza en la ciudad de nuestro Dios.
LECTURA BREVE Is 66,1-2
Así dice el Señor: «El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies:
¿Qué templo podréis construirme?; ¿o qué lugar para mi descanso? Todo esto lo
hicieron mis manos, todo es mío —oráculo del Señor—. En ése pondré mis ojos: en
el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras.»
RESPONSORIO BREVE
V. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
V. Guardaré tus leyes.
R. Respóndeme, Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
V. Ábreme,
Señor, los ojos.
R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad.
PRIMERA LECTURA
Del libro de Nehemías 9, 22-37
ORACIÓN DE LOS LEVITAS
En aquellos días, los levitas continuaron la oración:
«Señor, tú entregaste a nuestros padres reinos y pueblos, repartiste a cada uno
su región. Se apoderaron del país de Sijón, rey de Jesbón, de la tierra de Og,
rey de Basán.
Multiplicaste sus hijos como las estrellas del cielo, los introdujiste en la
tierra que habías prometido a sus padres en posesión. Entraron los hijos para
ocuparla y derrotaste ante ellos a sus habitantes, los cananeos. Los pusiste en
sus manos, igual que a los reyes y a los pueblos del país, para que dispusieran
de ellos a placer.
Conquistaron fortalezas y una tierra fértil; poseyeron casas rebosantes de
riquezas, pozos excavados, viñas y olivares, y abundantes árboles frutales; comieron
hasta hartarse y engordaron y disfrutaron de tus dones generosos.
Pero, indóciles, se rebelaron contra ti, se echaron tu ley a las espaldas y
asesinaron a tus profetas, que los amonestaban a volver a ti, cometiendo
gravísimas ofensas.
Los entregaste en manos de sus enemigos, que los oprimieron. Pero, en su
angustia clamaron a ti, y tú los escuchaste desde el cielo; y, por tu gran
compasión, les enviaste salvadores que los salvaron de sus enemigos.
Pero, al sentirse tranquilos, hacían otra vez lo que repruebas; los abandonabas
en manos de sus enemigos, que los oprimían; clamaban de nuevo a ti, y tú los
escuchabas desde el cielo, librándolos muchas veces por tu gran compasión. Los
amonestaste para que volvieran a tu ley, pero ellos, altivos, no obedecieron
tus preceptos y pecaron contra tus normas, que dan la vida al hombre si las
cumple. Volvieron la espalda con rebeldía; tercamente, no quisieron escuchar.
Fuiste paciente con ellos durante muchos años, tu espíritu los amonestó por tus
profetas, pero no prestaron atención y los entregaste en manos de pueblos
paganos. Mas, por tu gran compasión, no los aniquilaste ni abandonaste, porque
eres un Dios clemente y compasivo.
Ahora, Dios nuestro, Dios grande, valiente y terrible, fiel a la alianza y leal,
no menosprecies las aflicciones que les han sobrevenido a nuestros reyes, a
nuestros príncipes, sacerdotes y profetas, a nuestros padres y a todo tu pueblo
desde el tiempo de los reyes asirios hasta hoy.
Eres inocente en todo lo que nos ha ocurrido, porque tú obraste con lealtad, y
nosotros somos culpables. Ciertamente, nuestros reyes, príncipes, sacerdotes y
padres no cumplieron tu ley ni prestaron atención a los preceptos y avisos con
que los amonestabas. Durante su reinado, a pesar de los grandes bienes que les
concediste y de la tierra espaciosa y fértil que les entregaste, no te
sirvieron ni se convirtieron de sus malas acciones.
Por eso, estamos ahora esclavizados, esclavos en la tierra que diste a nuestros
padres para que comiesen sus frutos excelentes. Y sus abundantes productos son
para los reyes a los que nos sometiste por nuestros pecados, y que ejercen su
dominio a su arbitrio sobre nuestras personas y ganados. Somos unos
desgraciados.»
RESPONSORIO Ne 9, 32. 33
R. Dios
nuestro, Dios grande, valiente y terrible, fiel a la alianza y leal, * no
menosprecies las aflicciones que nos han sobrevenido.
V. Eres inocente en todo lo que nos ha ocurrido,
porque tú obraste con lealtad, y nosotros somos culpables.
R. No menosprecies las aflicciones que nos han
sobrevenido.
SEGUNDA LECTURA
Homilía de san Jerónimo, presbítero, a los recién bautizados,
sobre el salmo cuarenta y uno.
(CCL 78, 542-544)
PASARÉ AL LUGAR DEL TABERNÁCULO ADMIRABLE
Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca
a ti, Dios mío. Como la cierva del salmo busca las corrientes de agua, así
también nuestros ciervos, que han salido de Egipto y del mundo, y han
aniquilado en las aguas del bautismo al Faraón con todo su ejército, después de
haber destruido el poder del diablo, buscan las fuentes de la Iglesia, que son
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Que el Padre sea fuente, lo hallamos escrito en el libro de Jeremías: Me han
abandonado a mí, la fuente de aguas vivas, para excavarse cisternas agrietadas,
incapaces de retener el agua. Acerca del Hijo, leemos en otro lugar: Han
abandonado la fuente de la sabiduría. Y del Espíritu Santo: El que beba del
agua que yo le dé, se convertirá en él en manantial, cuyas aguas brotan para
comunicar vida eterna, palabras cuyo significado nos explica luego el
evangelista, cuando nos dice que el Salvador se refería al Espíritu Santo. De
todo lo cual se deduce con toda claridad que la triple fuente de la Iglesia es
el misterio de la Trinidad.
Esta triple fuente es la que busca el alma del creyente, el alma del bautizado,
y por eso dice: Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. No es un tenue deseo
el que tiene de ver a Dios, sino que lo desea con un ardor parecido al de la
sed. Antes de recibir el bautismo, se decían entre sí: ¿Cuándo entraré a ver el
rostro de Dios? Ahora ya han conseguido lo que deseaban: han llegado a la
presencia de Dios y se han acercado al altar y tienen acceso al misterio de
salvación.
Admitidos en el cuerpo de Cristo y renacidos en la fuente de vida, dicen confiadamente:
Pasaré al lugar del tabernáculo admirable, hacia la casa de Dios. La casa de
Dios es la Iglesia, ella es el tabernáculo admirable, porque en él resuenan los
cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta.
Decid, pues, los que acabáis de revestiros de Cristo y, siguiendo nuestras
enseñanzas, habéis sido extraídos del mar de este mundo, como pececillos con el
anzuelo: «En nosotros, ha sido cambiado el orden natural de las cosas. En
efecto, los peces, al ser extraídos del mar, mueren; a nosotros, en cambio, los
apóstoles nos sacaron del mar de este mundo para que pasáramos de muerte a
vida. Mientras vivíamos sumergidos en el mundo, nuestros ojos estaban en el
abismo y nuestra vida se arrastraba por el cieno; mas, desde el momento en que fuimos
arrancados de las olas, hemos comenzado a ver el sol, hemos comenzado a
contemplar la luz verdadera, y por esto, llenos de alegría desbordante, le
decimos a nuestra alma: Espera en Dios, que volverás a alabarlo: "Salud de
mi rostro, Dios mío."»
RESPONSORIO Sal 26, 4
R. Una cosa
pido al Señor, eso buscaré: * Habitar
en la casa del Señor por los días de mi vida.
V. Gozar de la dulzura del Señor contemplando su
templo.
R. Habitar en la casa del Señor por los días de
mi vida.
Jueves, 2 de julio de 2020
Evangelio
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (9,1-8):
1 Subiendo a la barca, pasó a la otra
orilla y vino a su ciudad.
2 En esto le trajeron un paralítico postrado
en una camilla. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «¡Animo!,
hijo, tus pecados te son perdonados.»
3 Pero he aquí que algunos escribas dijeron
para sí: «Este está blasfemando.»
4 Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo:
«¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: "Tus
pecados te son perdonados", o decir:
5 "Levántate y anda"?
6 Pues para que sepáis que el Hijo del
hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados - dice entonces al
paralítico -: "Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".»
7 El se levantó y se fue a su casa.
8 Y al ver esto, la gente temió y glorificó
a Dios, que había dado tal poder a los hombres.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de
nuestros enemigos.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sirvamos al Señor con santidad y
nos librará de la mano de nuestros enemigos.
PRECES
Demos gracias a Cristo que nos ha dado la luz del día y
supliquémosle diciendo:
Bendícenos y santifícanos, Señor.
Tú que te entregaste como víctima por nuestros pecados,
acepta los deseos y las acciones de este día.
Tú que nos alegras con la claridad del nuevo día,
sé tú mismo el lucero brillante de nuestros corazones.
Haz que seamos bondadosos y comprensivos con los que nos rodean
para que logremos así ser imágenes de tu bondad.
En la mañana haznos escuchar tu gracia
y que tu gozo sea hoy nuestra fortaleza.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Fieles a la recomendación del salvador, digamos llenos de confianza filial:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, humildemente acudimos a ti, al empezar
el día, a media jornada y al atardecer, para pedirte que, alejando de nosotros
las tinieblas del pecado, nos hagas alcanzar la luz verdadera que es Cristo.
Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.