*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
MARTES DE LA SEMANA XXIV
Del Común de pastores para un santo obispo y del Común de doctores de la
Iglesia. Salterio IV
16 de septiembre
*SANTOS CORNELIO, Papa, y CIPRIANO, obispo,
mártires. (MEMORIA)*
Cornelio fue ordenado obispo de la Iglesia de Roma el año 251; se opuso al
cisma de los novacianos y, con la ayuda de Cipriano, pudo reafirmar su
autoridad. Fue desterrado por el emperador Galo, y murió en Civitavecchia el
año 253. Su Cuerpo fue trasladado a Roma y sepultado en el cementerio de
Calixto.
Cipriano nació en Cartago hacia el año 210, de familia pagana. Se convirtió a
la fe, fue ordenado presbítero y, el año 249, fue elegido obispo de su ciudad.
En tiempos muy difíciles gobernó sabiamente su Iglesia con sus obras y sus
escritos. En la persecución de Valeriano, primero fue desterrado y más tarde
sufrió el martirio, el día 14 de septiembre del año 258.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: TESTIGOS DE LA SANGRE.
Testigos de la sangre
con sangre rubricada,
frutos de amor cortados
al golpe de la espada.
Testigos del amor
en sumisión callada,
canto y cielo en los labios
al golpe de la espada.
Testigos del dolor
de vida enamorada;
diario placer de muerte
al golpe de la espada.
Testigos del cansancio
de una vida inmolada
a golpe de Evangelio
y al golpe de la espada.
Demos gracias al Padre
por la sangre sagrada;
pidamos ser sus mártires,
y a cada madrugada
poder morir la vida
al golpe de la espada. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, has sido bueno con tu tierra, has perdonado la culpa de tu
pueblo.
Salmo 84 - NUESTRA SALVACIÓN ESTA CERCA
Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo;
el Señor dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, has sido bueno con tu
tierra, has perdonado la culpa de tu pueblo.
Ant 2. Mi alma te ansía de noche, Señor;
mi espíritu madruga por ti.
Cántico: HIMNO DESPUÉS DE LA VICTORIA SOBRE EL
ENEMIGO Is 26, 1-4. 7-9. 12
Tenemos una ciudad fuerte,
ha puesto para salvarla murallas y baluartes:
Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,
que observa la lealtad;
su ánimo está firme y mantiene la paz,
porque confía en ti.
Confiad siempre en el Señor,
porque el Señor es la Roca perpetua:
La senda del justo es recta.
Tú allanas el sendero del justo;
en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos,
ansiando tu nombre y tu recuerdo.
Mi alma te ansía de noche,
mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden justicia los habitantes del orbe.
Señor, tú nos darás la paz,
porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi alma te ansía de noche, Señor;
mi espíritu madruga por ti.
Ant 3. Ilumina, Señor, tu rostro sobre
nosotros.
Salmo 66 - QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ilumina, Señor, tu rostro sobre
nosotros.
LECTURA BREVE 2Co 1, 3-5
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor
Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo; él nos consuela en
todas nuestras luchas, para poder nosotros consolar a los que están en toda
tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios.
Porque si es cierto que los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros,
también por Cristo rebosa nuestro consuelo.
RESPONSORIO BREVE
V. Los justos viven eternamente.
R. Los justos viven eternamente.
V. Reciben de Dios su recompensa.
R. Viven eternamente.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Los justos viven eternamente.
V. Voy a escuchar lo que dice el Señor.
R. Dios anuncia la paz a su pueblo.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Amós 9, 1-15
SALVACIÓN DE LOS JUSTOS
En aquellos días, vi al Señor de pie junto al
altar, y me dijo:
«¡Golpea los capiteles y que se desplomen los umbrales! Hazlos trizas sobre las
cabezas de todos, y a los que queden los mataré yo a espada; no escapará ni un
fugitivo, ni un evadido se salvará. Aunque perforen hasta el infierno, de allí
los sacará mi mano; aunque suban hasta el cielo, de allí los derribaré; aunque
se escondan en la cumbre del Carmelo, allí los descubriré y prenderé; aunque se
oculten de mis ojos en lo profundo del mar, allá enviaré la serpiente que los
muerda; aunque vayan prisioneros delante de sus enemigos, allá enviaré la
espada que los mate; volveré contra ellos mis ojos para mal, y no para bien.»
El Señor de los ejércitos toca la tierra y se derrite, y desfallecen sus
habitantes. La hace crecer como el Nilo, y menguar como el río de Egipto;
construye en el cielo su morada, cimienta sobre la tierra su bóveda; convoca
las aguas del mar, y las derrama sobre la superficie de la tierra. «El Señor»
es su nombre.
«¿No sois para mí como etíopes, hijos de Israel? —dice el Señor—. ¿No hice
subir a Israel del país de Egipto, como a los filisteos de Creta y a los sirios
de Quir? Mirad, los ojos del Señor se vuelven contra el reino pecador, lo
aniquilaré de la superficie de la tierra; pero no aniquilaré a la casa de Jacob
—oráculo del Señor—. Daré órdenes para que zarandeen a Israel entre las
naciones, como se zarandea una criba sin que caiga un grano a tierra. Los
pecadores de mi pueblo morirán a espada, los que dicen: "No se acerca, no
nos alcanza la desgracia."
Aquel día levantaré la tienda caída de David, taparé sus brechas, levantaré sus
ruinas como en otros tiempos. Para que posean las primicias de Edom y de todas
las naciones donde se invocó mi nombre —oráculo del Señor—.
Mirad que llegan días —oráculo del Señor— en que el que ara seguirá de cerca al
segador; el que pisa las uvas, al sembrador; los montes manarán vino, y fluirán
los collados. Haré volver los cautivos de Israel, reconstruirán las ciudades
destruidas y las habitarán, plantarán viñas y beberán de su vino, cultivarán
huertos y comerán de sus frutos. Los plantaré en su suelo, y no serán
arrancados de su tierra que yo les di —dice el Señor, tu Dios—.»
RESPONSORIO Cf. Hch 15, 16-17.
14
R. «Para que
busquen al Señor todos los hombres y todas las naciones que invocan mi
nombre, * volveré y reconstruiré la tienda de David que está caída»,
dice el Señor.
V. Dios intervino para procurarse entre los
gentiles un pueblo para su nombre, según lo dice la Escritura.
R. «Volveré y reconstruiré la tienda de David que
está caída», dice el Señor.
SEGUNDA LECTURA
De las Cartas de San Cipriano, obispo y mártir
(Carta 60, 1-2. 5: CSEL 3, 691-692. 694-695)
UNA FE GENEROSA Y FIRME
Cipriano a su hermano Cornelio:
Hemos tenido noticia, hermano muy amado, del testimonio glorioso que habéis
dado de vuestra fe y fortaleza; y hemos recibido con tanta alegría el honor de
vuestra confesión, que nos consideramos partícipes y socios de vuestros méritos
y alabanzas. En efecto, si formamos todos una misma Iglesia, si tenemos todos
una sola alma y un solo corazón, ¿qué sacerdote no se congratulará de las
alabanzas tributadas a un colega suyo, como si se tratara de las suyas propias?
¿O qué hermano no se alegrará siempre de las alegrías de sus otros hermanos?
No hay manera de expresar cuán grande ha sido aquí la alegría y el regocijo, al
enterarnos de vuestra victoria y vuestra fortaleza: de cómo tú has ido a la
cabeza de tus hermanos en la confesión del nombre de Cristo, y de cómo esta
confesión tuya, como cabeza de tu Iglesia, se ha visto a su vez robustecida por
la confesión de los hermanos; de este modo, precediéndolos en el camino hacia
la gloria, has hecho que fueran muchos los que te siguieran, y ha sido un
estímulo para que el pueblo confesara su fe el hecho de que te mostraras tú, el
primero, dispuesto a confesarla en nombre de todos; y, así, no sabemos qué es
lo más digno de alabanza en vosotros, si tu fe generosa y firme o la inseparable
caridad de los hermanos. Ha quedado públicamente comprobada la fortaleza del
obispo que está al frente de su pueblo y ha quedado de manifiesto la unión
entre los hermanos que han seguido sus huellas. Por el hecho de tener todos
vosotros un solo espíritu y una sola voz, toda la Iglesia de Roma ha tenido
parte en vuestra confesión.
Ha brillado en todo su fulgor, hermano muy amado, aquella fe vuestra, de la que
habló el Apóstol. Él preveía ya en espíritu, esta vuestra fortaleza y valentía,
tan digna de alabanza, y pregonaba lo que más tarde había de suceder,
atestiguando vuestros merecimientos, ya que, alabando a vuestros antecesores,
os incitaba a vosotros a imitarlos. Con vuestra unanimidad y fortaleza, habéis
dado a los demás hermanos un magnífico ejemplo de estas virtudes.
Y, teniendo en cuenta que la providencia del Señor nos advierte y pone en
guardia y que los saludables avisos de la misericordia divina nos previenen que
se acerca ya el día de nuestra lucha y combate, os exhortamos de corazón, en
cuanto podemos, hermano muy amado, por la mutua caridad que nos une, a que no
dejemos de insistir, junto con todo el pueblo, en los ayunos, vigilias y
oraciones. Porque éstas son nuestras armas celestiales, que nos harán mantener
firmes y perseverar con fortaleza; éstas son las defensas espirituales y los
dardos divinos que nos protegen.
Acordémonos siempre unos de otros, con grande concordia y unidad de espíritu,
encomendémonos siempre mutuamente en la oración y prestémonos ayuda con mutua
caridad cuando llegue el momento de la tribulación y de la angustia.
RESPONSORIO S. Cipriano, Carta
58
R. Dios nos
contempla, Cristo y sus ángeles nos miran, mientras luchamos por la fe. * Qué
dignidad tan grande, qué felicidad tan plena es luchar bajo la mirada de Dios y
ser coronados por Cristo.
V. Revistámonos de fuerza y preparémonos para la
lucha con un espíritu indoblegable, con una fe sincera, con una entrega total.
R. Qué dignidad tan grande, qué felicidad tan
plena es luchar bajo la mirada de Dios y ser coronados por Cristo.
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Lecturas
del Martes de la XXIV Semana del Tiempo Ordinario
16 Sep 2025
Evangelio
*Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (7,11-17)*
En aquel tiempo, se dirigía Jesús a
una población llamada Naín, acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Al
llegar a la entrada de la población, se encontró con que sacaban a enterrar a
un muerto, hijo único de una viuda, a la que acompañaba una gran muchedumbre.
Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: «No llores.»
Acercándose al ataúd, lo tocó y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces
dijo Jesús: «Joven, yo te lo mando: levántate.»
Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús se lo
entregó a su madre.
Al ver esto, todos se llenaron de temor y comenzaron a glorificar a Dios,
diciendo: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su
pueblo.»
La noticia de este hecho se divulgó por toda Judea y por las regiones
circunvecinas.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. ¡Oh cuán preciosa muerte, en la cual se adquiere la inmortalidad
al precio de la propia sangre!
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Oh cuán preciosa muerte, en la
cual se adquiere la inmortalidad al precio de la propia sangre!
PRECES
Celebremos, amados hermanos, a Jesús, el testigo fiel, y al
recordar hoy a los santos mártires sacrificados a causa de la palabra de Dios,
aclamémosle diciendo:
Nos has comprado, Señor, con tu sangre.
Por la intercesión de los santos mártires que entregaron libremente su vida
como testimonio de la fe,
concédenos, Señor, la verdadera libertad de espíritu.
Por la intercesión de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar
su sangre,
concédenos, Señor, la integridad y constancia de la fe.
Por la intercesión de los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus
pasos,
concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.
Por la intercesión de los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre
del Cordero,
concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que en los santos Cornelio y Cipriano diste a tu pueblo
pastores llenos de celo y mártires victoriosos, concédenos por su valiosa
intercesión, ser firmes e invencibles en la fe y trabajar con verdadero empeño
por lograr la unidad de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: ESPÍRITUS SUBLIMES.
Espíritus sublimes,
¡oh mártires gloriosos!,
felices moradores
de la inmortal Sión,
rogad por los que luchan
en las batallas recias,
que alcancen la victoria
y eterno galardón.
¡Oh mártires gloriosos
de rojas vestiduras,
que brillan con eternos
fulgores ante Dios!
Con vuestro riego crezca
de Cristo la semilla,
y el campo de las mieses
se cubra ya en sazón. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor rodea a su pueblo.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte
Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor rodea a su pueblo.
Ant 2. Si no volvéis a ser como niños, no
entraréis en el reino de los cielos.
Salmo 130 - COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN
LOS BRAZOS DE DIOS
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Si no volvéis a ser como niños, no
entraréis en el reino de los cielos.
Ant 3. Has hecho de nosotros, Señor, un
reino de sacerdotes para nuestro Dios.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10.
12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la
gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un
reino de sacerdotes para nuestro Dios.
LECTURA BREVE 1Pe 4, 13-14
Queridos hermanos: Estad alegres cuando compartís
los padecimientos de Cristo, para que, cuándo se manifieste su gloria, reboséis
de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros: porque el
Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. Alegraos, justos, y gozad con el Señor.
R. Alegraos, justos, y gozad con el Señor.
V. Aclamadlo, los rectos de corazón.
R. Y gozad con el Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Alegraos, justos, y gozad con el Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. ¡Oh Iglesia, madre nuestra, cuán dichosa eres, ennoblecida con la
sangre gloriosa de los mártires de Cristo!
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Oh Iglesia, madre nuestra, cuán
dichosa eres, ennoblecida con la sangre gloriosa de los mártires de Cristo!
PRECES
En esta hora en la que el Señor, cenando con sus discípulos,
presentó al Padre su propia vida que luego entregó en la cruz, aclamemos al Rey
de los mártires, diciendo:
Te glorificamos, Señor.
Te damos gracias, Señor, principio, ejemplo y rey de los mártires, porque nos
amaste hasta el extremo.
Te damos gracias, Señor, porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos
y les das parte en los premios de tu reino.
Te damos gracias, Señor, porque hoy hemos ofrecido, como sacrificio para el
perdón de los pecados, la sangre de la alianza nueva y eterna.
Te damos gracias, Señor, porque con tu gracia nos has dado perseverar en la fe
durante el día que ahora termina.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Te damos gracias, Señor, porque has asociado a nuestros hermanos difuntos a tu
muerte.
Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que en los santos Cornelio y Cipriano diste a tu pueblo
pastores llenos de celo y mártires victoriosos, concédenos por su valiosa
intercesión, ser firmes e invencibles en la fe y trabajar con verdadero empeño
por lograr la unidad de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.