Musica Para el Alma

viernes, 20 de diciembre de 2024

LAUDES Y VISPERAS DEL SABADO 21


 

*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*

 

Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén

 

*Laudes - 21 DE DICIEMBRE 2024*

 

El siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la liturgia de las horas para el día, sábado, 21 de diciembre de 2024.

 

*San Pedro Canisio, presbítero y doctor de la Iglesia* .

Nació el año 1521 en Nimega (Güeldres, actualmente Holanda). Estudió en Colonia y entró en la Compañía de Jesús. Fue ordenado sacerdote el año 1546. Destinado a Alemania, desarrolló una valiente labor de defensa de la fe católica con sus escritos y predicación. Publicó numerosas obras, entre las cuales destaca su Catecismo. Murió en Friburgo, de Suiza, el año 1597.

 

 

Invitatorio

 

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

 

Antifona: El Señor está cerca, venid, adorémosle.

 

Salmo 94

Invitación a la alabanza divina

Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)

 

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

(Se repite la antífona)

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

(Se repite la antífona)

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

(Se repite la antífona)

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

(Se repite la antífona)

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

(Se repite la antífona)

 

Laudes

 

Himno

 

Ya muy cercano, Emmanuel
hoy te presiente Israel,
que en triste exilio vive ahora
y redención de ti implora.

Ven ya, del cielo resplandor,
Sabiduría del Señor,
pues con tu luz, que el mundo ansía,
nos llegará nueva alegría.

Llegando estás, Dios y Señor,
del Sinaí legislador,
que la ley santa promulgaste
y tu poder allí mostraste.

Ven, Vara santa de Jesé,
contigo el pueblo a lo que fue
volver espera, pues aún gime
bajo el cruel yugo que lo oprime.

Ven, Llave de David, que al fin
el cielo abriste al hombre ruin
que hoy puede andar libre su vía,
con la esperanza del gran día.

Aurora tú eres que, al nacer,
nos trae nuevo amanecer,
y, con tu luz, viva esperanza
el corazón del hombre alcanza.

Rey de la gloria, tu poder
al enemigo ha de vencer,
y, al ayudar nuestra flaqueza,
se manifiesta tu grandeza. Amén.

 

Salmodia

 

Antífona 1: Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables.

 

Salmo 118, 145-152

XIX (Coph)

 

Te invoco de todo corazón:
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.

Mis ojos se adelantan a las vigilias,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.

Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.

 

Antífona 2: Mándame tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos.

 

Sb 9,1-6.9-11

Dame, Señor, la sabiduría

Os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente… ningún adversario vuestro. (Lc 21,15)

 

Dios de los padres y Señor de la misericordia,
que con tu palabra hiciste todas las cosas,
y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus criaturas,
y para regir el mundo con santidad y justicia,
y para administrar justicia con rectitud de corazón.

Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.

Pues, aunque uno sea perfecto
entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.

Contigo está la sabiduría, conocedora de tus obras,
que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.

Mándala de tus santos cielos,
y de tu trono de gloria envíala,
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.

Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.

 

Antífona 3: La fidelidad del Señor dura por siempre.

 

Salmo 116

Invitación universal a la alabanza divina

Los gentiles alaban a Dios por su misericordia (cf. Rm 15,9)

 

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

 

Lectura Breve

Is 7, 14b-15

 

Mirad: la Virgen ha concebido y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel:
«Dios—con—nosotros». Éste comerá requesón y miel, hasta que aprenda a rechazar el
mal y a escoger el bien.

 

Responsorio Breve

 

V. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Su gloria aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.

 

V. Señor, Dios nuestro, restáuranos.
R. Haz brillar tu rostro sobre nosotros y sálvanos.

 

Lecturas

 

Primera Lectura

Del libro del profeta Isaías 48, 12-21; 49, 9b-13

 

EL NUEVO ÉXODO

 

Esto dice el Señor:
«Escúchame, Jacob, Israel, a quien llamé: Yo soy, yo soy el primero y también soy el
último. Sí, es mi mano la que fundamentó la tierra y mi diestra la que extendió los cielos.
Yo los llamo y todos se presentan.
Reuníos todos y escuchad: ¿Quién de entre ellos anunció estas cosas? «Mi amigo
cumplirá mi deseo contra Babilonia y la raza de los caldeos.»
Yo mismo le he hablado, le he llamado, le he hecho que venga y triunfe en sus
empresas. Acercaos a mí y escuchad esto: Desde el principio no he hablado en oculto,
desde que sucedió estoy yo allí. Y ahora el Señor me envía con su espíritu.
Así dice el Señor, tu redentor, el Santo de Israel. Yo, el Señor, tu Dios, te instruyo en lo
que es provechoso y te marco el camino por donde debes ir. ¡Si hubieras atendido a mis
mandatos, tu dicha habría sido como un río y tu victoria como las olas del mar! ¡Tu raza
sería como la arena los salidos de ti como sus granos! ¡Nunca habría sido arrancado ni
borrado de mi presencia su nombre!
¡Salid de Babilonia! ¡Huid de los caldeos! ¡Anunciad con voz de júbilo, hacedlo saber,
proclamad hasta el extremo de la tierra, decid: el Señor ha rescatado a su siervo Jacob!
No padecieron sed en los sequedales a donde los llevó; hizo brotar para ellos agua de la
roca. Rompió la roca y corrieron las aguas.
Por los caminos pacerán y en todos los calveros tendrán pasto. No tendrán hambre ni
sed, ni les dará el bochorno ni el sol, pues el que tiene piedad de ellos los conducirá, y a
manantiales de agua los guiará. Convertiré todos mis montes en caminos, y mis calzadas
serán levantadas.
Mira: Estos vienen de lejos, esos otros del norte y del oeste, y aquéllos de la tierra de
Sinim. ¡Aclamad, cielos, y exulta, tierra! Prorrumpan los montes en gritos de alegría, pues
el Señor ha consolado a su pueblo, y de sus pobres se ha compadecido.

 

Responsorio Sal 95, 11; Is 49, 13; Sal 71, 7

 

R. Alégrese el cielo, goce la tierra, romped a cantar, montañas, porque el señor, nuestro
Dios, va a venir 
* y se compadecerá de los desamparados.
V. En sus días florecerá la justicia y abundará la paz.
R. Y se compadecerá de los desamparados.

 

 

Segunda Lectura

 

De la Exposición de san Ambrosio, obispo, sobre el evangelio de san Lucas (Libro 2,19. 22-23. 26-27: CCL 14, 39-42)

LA VISITACIÓN DE SANTA MARÍA VIRGEN

 

El ángel que anunciaba los misterios, para llevar a la fe mediante algún ejemplo,
anunció a la Virgen María la maternidad de una mujer estéril y ya entrada en años,
manifestando así que Dios puede hacer todo cuanto le place.
Desde que lo supo, María, no por falta de fe en la profecía, no por incertidumbre
respecto al anuncio, no por duda acerca del ejemplo indicado por el ángel, sino con el

regocijo de su deseo, como quien cumple un piadoso deber, presurosa por el gozo, se
dirigió a las montañas.
Llena de Dios de ahora en adelante, ¿cómo no iba a elevarse apresuradamente hacia
las alturas? La lentitud en el esfuerzo es extraña a la gracia del Espíritu. Bien pronto se
manifiestan los beneficios de la llegada de María y de la presencia del Señor; pues en el
momento mismo en que Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre, y
ella se llenó del Espíritu Santo.
Considera la precisión y exactitud de cada una de las palabras: Isabel fue la primera en
oír la voz, pero Juan fue el primero en experimentar la gracia, porque Isabel escuchó
según las facultades de la naturaleza, pero Juan, en cambio, se alegró a causa del
misterio. Isabel sintió la proximidad de María, Juan la del Señor; la mujer oyó la salutación
de la mujer, el hijo sintió la presencia del Hijo; ellas proclaman la gracia, ellos, viviéndola
interiormente, logran que sus madres se aprovechen de este don hasta tal punto que, con
un doble milagro, ambas empiezan a profetizar por inspiración de sus propios hijos.
El niño saltó de gozo y la madre fue llena del Espíritu Santo, pero no fue enriquecida la
madre antes que el hijo, sino que, después que fue repleto el hijo, quedó también
colmada la madre. Juan salta de gozo y María se alegra en su espíritu. En el momento que
Juan salta de gozo, Isabel se llena del Espíritu, pero, si observas bien, de María no se dice
que fuera llena del Espíritu, sino que se afirma únicamente que se alegró en su espíritu
(pues en ella actuaba ya el Espíritu de una manera incomprensible); en efecto: Isabel fue
llena del Espíritu después de concebir; María, en cambio, lo fue ya antes de concebir,
porque de ella se dice: ¡Dichosa tú que has creído!
Pero dichosos también vosotros, porque habéis oído y creído; pues toda alma creyente
concibe y engendra la Palabra de Dios y reconoce sus obras.
Que en todos resida el alma de María para glorificar al Señor; que en todos esté el
espíritu de María para alegrarse en Dios. Porque si corporalmente no hay más que una
madre de Cristo, en cambio, por la fe, Cristo es el fruto de todos; pues toda alma recibe la
Palabra de Dios, a condición de que, sin mancha y preservada de los vicios, guarde la
castidad con una pureza intachable.
Toda alma, pues, que llega a tal estado proclama la grandeza del Señor, igual que el
alma de María la ha proclamado, y su espíritu se ha alegrado en Dios Salvador.
El Señor, en efecto, es engrandecido, según puede leerse en otro lugar: Proclamad
conmigo la grandeza del Señor. No porque con la palabra humana pueda añadirse algo a
Dios, sino porque él queda engrandecido en nosotros. Pues Cristo es la imagen de Dios y,
por esto, el alma que obra justa y religiosamente engrandece esa imagen de Dios, a cuya
semejanza ha sido creada, y, al engrandecerla, también la misma alma queda
engrandecida por una mayor participación de la grandeza divina.

 

Responsorio Lc 1, 45. 46; Sal 65, 16

 

R. Dichosa tú que has creído porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. Y dijo María:
* «Proclama mi alma la grandeza del Señor.»
V. Venid a escuchar, os contaré lo que Dios ha hecho conmigo.
R. Proclama mi alma la grandeza del Señor.

 

Lecturas del Feria de Adviento (21 de diciembre)

21 Dic 2024

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,39-45):

 

En aquellos días, María se levantó y puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

 

Palabra del Señor

 

Canto Evangélico

 

Antifona: No temáis, dentro de cinco días vendrá a vosotros el Señor, nuestro Dios.

 

Benedictus Lc 1, 68-79

El Mesías y su precursor

 

+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

Preces

 

Oremos, hermanos, a nuestro Señor Jesucristo, que en su misericordia nos visita, y digámosle con insistencia:

 

Ven, Señor Jesús.

 

Tú que viniste del seno del Padre para revestirte de nuestra carne mortal, — libra de toda corrupción a nuestra naturaleza caída.

 

Tú que cuando vengas al final de los tiempos aparecerás glorioso ante tus elegidos, — al venir ahora muéstrate clemente y compasivo con los pecadores.

 

Nuestra gloria, oh Cristo, es alabarte, — visítanos, pues, con tu salvación.

 

Tú que por la fe nos has llevado a la luz, — haz que te agrademos también con nuestras obras.

 

Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.

 

Pidamos que el reino de Dios llegue a todos los hombres. Padre nuestro.

 

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.

 

Oremos:

 

Escucha, Señor, la oración de tu pueblo, alegre por la venida de tu Hijo en carne mortal, y
haz que cuando vuelva en su gloria, al final de los tiempos, podamos alegrarnos al
escuchar de sus labios la invitación a poseer el reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

 

Amén.

 

Conclusión

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

 

 

 

 

TIEMPO DE ADVIENTO
SÁBADO DE LA SEMANA III
I Vísperas del Domingo IV de Adviento

 

21 de diciembre

 

I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. 
Dios mío, ven en mi auxilioR. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: ESCUCHA, CASA DE DAVID
Escucha, casa de David:
La Virgen pura se halla encinta;
Dios la acaricia y la fecunda
y la hace Madre de la vida.

La Virgen grávida nos lleva
en el secreto de su dicha;
la Virgen fiel nos abre ruta
por su obediencia de discípula.

Espera en calma la agraciada,
con ella el mundo se arrodilla;
levanta el pobre la mirada,
con ella pide la venida.

Nacido en tiempos sin aurora,
el Hijo espera con María.
¡Oh Dios de amor, nuestra esperanza,
cambia tu espera en parusía!

¡A ti, Jesús, Hijo esperado,
aparecido en nuestros días,
con santo júbilo cantamos!
¡Ven en tu reino, ven de prisa! Amén.
SALMODIA

Ant 1. 
Mirad: vendrá el deseado de todos los pueblos y se llenará de gloria la casa del Señor. Aleluya.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mirad: vendrá el deseado de todos los pueblos y se llenará de gloria la casa del Señor. Aleluya.
Ant 2. Ven, Señor, y no tardes: perdona los pecados de tu pueblo, Israel.
Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ven, Señor, y no tardes: perdona los pecados de tu pueblo, Israel.
Ant 3. Mirad: se cumple ya el tiempo en el que Dios envía a su Hijo al mundo.
Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2, 6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mirad: se cumple ya el tiempo en el que Dios envía a su Hijo al mundo.
LECTURA BREVE 1Ts 5, 23-24
Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser -espíritu, alma y cuerpo- sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es a sus promesas el que os ha convocado; y él las cumplirá.
RESPONSORIO BREVE

V. 
Muéstranos, Señor, tu misericordia.R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Y danos tu salvación.R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. 
Oh sol que naces de lo alto, resplandor de la luz eterna, sol de justicia, ven a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Oh sol que naces de lo alto, resplandor de la luz eterna, sol de justicia, ven a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte.
PRECES
Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor, que nació de la Virgen María, y digámosle:

Ven, Señor Jesús.

Hijo unigénito de Dios, que has de venir al mundo como mensajero de la alianza,
haz que el mundo te reciba y te reconozca.

Tú que, engendrado en el seno del Padre, quisiste hacerte hombre en el seno de María,
líbranos de la corrupción de la carne.

Tú que, siendo la vida, quisiste experimentar la muerte,
concédenos superar la sentencia de la muerte.

Tú que, al venir al juicio, traerás contigo la recompensa,
haz que tu amor sea entonces nuestro premio.
Se pueden añadir algunas intenciones libres

Señor Jesucristo, tú que por tu muerte socorriste a los muertos,
escucha las súplicas que te dirigimos por nuestros difuntos.

Pidamos ahora a nuestro Padre que sea la ayuda de nuestra debilidad:
Padre nuestro...

ORACION
Señor, derrama tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del ángel la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN

V. 
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.