*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
VIERNES SEMANA III
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Himno: CREADOR SEMPITERNO DE LAS COSAS.
Creador sempiterno de las cosas,
que gobiernas las noches y los días,
y, alternando la luz y las tinieblas,
alivias el cansancio de la vida.
Pon tus ojos, Señor, en quien vacila,
que a todos corrija tu mirada:
con ella sostendrás a quien tropieza
y harás que pague su delito en lágrimas.
Alumbra con tu luz nuestros sentidos,
desvanece el sopor de nuestras mentes,
y sé el primero a quien, agradecidas,
se eleven nuestras voces cuando suenen.
Glorificado sea el Padre eterno,
así como su Hijo Jesucristo,
y así como el Espíritu Paráclito,
ahora y por los siglos de los siglos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Contra ti, contra ti solo pequé, Señor;
ten misericordia de mí.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR
ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Contra ti, contra ti solo pequé, Señor; ten misericordia de mí.
Ant 2. Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.
Cántico: LAMENTACIÓN DEL PUEBLO EN TIEMPO
DE HAMBRE Y DE GUERRA - Jr 14,17-21
Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.
Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.
¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por que nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.
Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.
Ant 3. El Señor es Dios y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Salmo 99 - ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL
TEMPLO.
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es Dios y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
LECTURA BREVE 2Co 12,
9b-10
Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de
Cristo. Por eso vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las
privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque
cuando soy débil, entonces soy fuerte.
RESPONSORIO BREVE
V. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
R. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
V. Indícame el camino que he de seguir.
R. Hazme escuchar tu gracia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En la mañana hazme escuchar tu gracia.
V. El Señor nos instruirá en sus caminos.
R. Y marcharemos por sus sendas.
PRIMERA LECTURA
Del libro
de la Sabiduría 16, 2b-13. 20-26
BENEFICIOS
QUE DIOS HACE A SU PUEBLO
Favoreciste
a tu pueblo y, para satisfacer su apetito, les proporcionaste codornices,
manjar desusado; así, mientras los egipcios, hambrientos, perdían el apetito
natural, asqueados por los bichos que les habías enviado, tus hijos, después de
pasar un poco de necesidad, se repartían un manjar desusado. Pues era justo que
a los opresores les sobreviniera una necesidad sin salida, y a aquéllos se les
mostrara sólo cómo eran torturados sus enemigos.
Pues cuando les sobrevino la terrible furia de las fieras y perecían mordidos
por serpientes tortuosas, tu ira no duró hasta el final; para que
escarmentaran, se les asustó un poco, pero tenían un emblema de salud como
recordatorio del mandato de tu ley; en efecto, el que se volvía hacia él sanaba
no en virtud de lo que veía, sino gracias a ti, Salvador de todos. Así
convenciste a nuestros enemigos de que eres tú quien libra de todo mal; a ellos
los mataron a picaduras alacranes y moscas, sin que hubiera remedio para sus
vidas, porque tenían merecido este castigo; a tus hijos, en cambio, ni los
dientes de culebras venenosas les pudieron, pues acudió a curarlos tu
misericordia.
Los aguijonazos les recordaban tus oráculos -y en seguida sanaban-, para que no
cayeran en profundo olvido y se quedaran sin experimentar tu acción benéfica.
Porque no los curó hierba ni emplasto, sino tu palabra, Señor, que lo sana
todo. Porque tú tienes poder sobre la vida y la muerte, llevas a las puertas
del infierno y haces regresar.
Alimentaste a tu pueblo con manjar de ángeles, les enviaste desde el cielo un
pan ya preparado, que podía brindar todas las delicias y satisfacer todos los
gustos; este sustento tuyo demostraba a tus hijos tu dulzura, pues servía al
deseo de quien lo tomaba y se convertía en lo que uno quería. Nieve y hielo
aguantaban el fuego sin derretirse, para que se supiera que el fuego -ardiendo
en medio de la granizada y centelleando entre los chubascos- aniquilaba los
frutos de los enemigos; pero el mismo, en otra ocasión, se olvidó de su propia
virtud, para que los justos se alimentaran.
Porque la creación, sirviéndote a ti, su hacedor, se tensa para castigar a los
malvados y se distiende para beneficiar a los que confían en ti. Por eso,
también entonces, tomando todas las formas, estaba al servicio de tu
generosidad, que da alimento a todos, a voluntad de los necesitados, para que
aprendieran tus hijos queridos, Señor, que no alimenta al hombre la variedad de
frutos, sino que es tu palabra quien mantiene a los que creen en ti.
RESPONSORIO
Sb 16, 20; Jn 6, 59
R. Alimentaste a tu pueblo con manjar de ángeles, les enviaste desde el
cielo un pan ya preparado, * pan que podía brindar todas las delicias y
satisfacer todos los gustos.
V. Este es el pan que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá
para siempre.
R. Pan que podía brindar todas las delicias y satisfacer todos los gustos.
SEGUNDA
LECTURA
De las
Disertaciones de san Gregorio de Nacianzo, obispo
(Disertación 7, en honor de su hermano Cesáreo, 23-24: PG 35, 786-787)
SANTA Y PIADOSA
ES LA IDEA DE ORAR EN FAVOR DE LOS DIFUNTOS
¿Qué es
el hombre, para que te acuerdes de él? Un gran misterio me envuelve y me
penetra. Pequeño soy y, al mismo tiempo, grande, exiguo y sublime, mortal e
inmortal, terreno y celeste. Con Cristo soy sepultado y con Cristo debo
resucitar; estoy llamado a ser coheredero de Cristo e hijo de Dios; llegaré
incluso a ser Dios mismo.
Esto es lo que significa nuestro gran misterio; esto lo que Dios nos ha
concedido, y para que nosotros lo alcancemos quiso hacerse hombre; quiso ser
pobre, para levantar así la carne postrada y dar la incolumidad al hombre que
él mismo había creado a su imagen; así todos nosotros lleguamos a ser uno en
Cristo, pues él ha querido que todos nosotros lleguemos a ser aquello mismo que
él es con toda perfección; así entre nosotros ya no hay judío ni gentil, no hay
esclavo ni libre, no hay varón ni mujer, es decir, no queda ya ningún residuo
ni discriminación de la carne, sino que brilla sólo en nosotros la imagen de
Dios, por quien y para quien hemos sido creados y a cuya semejanza estamos
plasmados y hechos, para que nos reconozcamos siempre como hechura suya.
¡Ojalá alcancemos un día aquello que esperamos de la gran munificencia y
benignidad de nuestro Dios! Él pide cosas insignificantes y promete en cambio
grandes dones, tanto en este mundo como en el futuro, a quienes lo aman
sinceramente. Sufrámoslo, pues, todo por él y aguantémoslo todo esperando en
él; démosle gracias por todo (él sabe ciertamente que con frecuencia nuestros
sufrimientos son un instrumento de salvación); encomendémosle nuestras vidas y
las de aquellos que, habiendo vivido en otro tiempo con nosotros, nos han
precedido ya en la morada eterna.
¡Señor y hacedor de todo y especialmente del ser humano! ¡Dios, Padre y guía de
los hombres que creaste! ¡Árbitro de la vida y de la muerte! ¡Guardián y
bienhechor de nuestras almas! ¡Tú que lo realizas todo en su momento oportuno
y, por tu Verbo, vas llevando a su fin todas las cosas según la sublimidad de
aquella sabiduría tuya que todo lo sabe y todo lo penetra! Te pedimos que
recibas ahora en tu reino a Cesáreo, que como primicia de nuestra comunidad ha
ido ya hacia ti.
Dígnate también, Señor, velar por nuestra vida, mientras moramos en este mundo,
y, cuando nos llegue el momento de dejarlo, haz que lleguemos a ti preparados
por el temor que tuvimos de ofenderte, aunque no ciertamente poseídos de
terror. No permitas, Señor, que en la hora de nuestra muerte, desesperados y
sin acordarnos de ti, nos sintamos como arrancados y expulsados de este mundo,
como suele acontecer con los hombres que viven entregados a los placeres de
esta vida, sino que, por el contrario, alegres y bien dispuestos, lleguemos a
la vida eterna y feliz, en Cristo Jesús Señor nuestro, a quien sea la gloria por
los siglos de los siglos. Amén.
RESPONSORIO
R. Te
rogamos, Señor Dios nuestro, que acojas benignamente a nuestros hermanos
difuntos, por quienes derramaste tu sangre; * recuerda que somos polvo, y que el
hombre es como el heno y como la flor del campo.
V. ¡Señor misericordioso, clemente y benigno!
R. Recuerda que somos polvo, y que el hombre es como el heno y como la flor
del campo.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san
Lucas (16,1-8):
1 Decía también a sus discípulos: «Era un hombre rico que
tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda;
2 le llamó y le
dijo: "¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya
no podrás seguir administrando."
3 Se dijo a sí mismo
el administrador: "¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración?
Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza.
4 Ya sé lo que voy a
hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus
casas."
5 «Y convocando uno
por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi
señor?"
6 Respondió:
"Cien medidas de aceite." El le dijo: "Toma tu recibo, siéntate
en seguida y escribe cincuenta."
7 Después dijo a
otro: "Tú, ¿cuánto debes?" Contestó: "Cien cargas de
trigo." Dícele: "Toma tu recibo y escribe ochenta."
8 «El señor alabó al
administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este
mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor ha visitado y redimido a su
pueblo.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor ha visitado y redimido a su pueblo.
PRECES
Invoquemos a Cristo, que nació, murió y
resucitó por su pueblo, diciendo:
Salva, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre.
Te bendecimos, Señor, a ti que por nosotros aceptaste el suplicio de la cruz:
mira con bondad a tu familia santa, redimida con tu sangre.
Tú que prometiste a los que en ti creyeran que manarían de su interior
torrentes de agua viva,
derrama tu Espíritu sobre todos los hombres.
Tú que enviaste a los discípulos a predicar el Evangelio,
haz que los cristianos anuncien tu palabra con fidelidad.
A los enfermos y a todos los que has asociado a los sufrimientos de tu pasión,
concédeles fortaleza y paciencia.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Llenos del Espíritu de Jesucristo, acudamos a nuestro Padre común, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Ilumina, Señor, nuestros corazones y
fortalece nuestras voluntades, para que sigamos siempre el camino de tus
mandatos, reconociéndote como nuestro guía y maestro. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: YO HE SENTIDO, SEÑOR, TU VOZ AMANTE
Yo he sentido, Señor, tu voz amante,
en el misterio de las noches bellas,
y en el suave temblor de las estrellas
la armonía gocé de tu semblante.
No me llegó tu acento amenazante
entre el fragor de trueno y de centellas;
al ánima llamaron tus querellas
como el tenue vagido de un infante.
¿Por qué no obedecí cuando te oía?
¿Quién me hizo abandonar tu franca vía
y hundirme en las tinieblas del vacío?
Haz, mi dulce Señor, que en la serena
noche vuelva a escuchar tu cantilena;
¡ya no seré cobarde, Padre mío! Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor es grande, nuestro dueño más
que todos los dioses.
Salmo 134 I - HIMNO A DIOS POR SUS
MARAVILLAS
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya.
Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos.
Hace subir las nubes desde el horizonte,
con los relámpagos desata la lluvia,
suelta a los vientos de sus silos.
Él hirió a los primogénitos de Egipto,
desde los hombres hasta los animales.
Envió signos y prodigios
-en medio de ti, Egipto-
contra el Faraón y sus ministros.
Hirió de muerte a pueblos numerosos,
mató a reyes poderosos:
a Sijón, rey de los amorreos;
a Hog, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
Y dio su tierra en heredad,
en heredad a Israel, su pueblo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses.
Ant 2. Casa de Israel, bendice al Señor; tañed para su nombre, que es amable.
Salmo 134 II.
Señor, tu nombre es eterno;
Señor, tu recuerdo de edad en edad.
Porque el Señor gobierna a su pueblo
y se compadece de sus siervos.
Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,
tienen orejas y no oyen,
no hay aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendecid al Señor.
Bendito en Sión el Señor,
que habita en Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Casa de Israel, bendice al Señor; tañed para su nombre, que es amable.
Ant 3. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15,
3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.
LECTURA BREVE St 1, 2-4
Hermanos míos, si estáis sometidos a tentaciones diversas, consideradlo como
una alegría, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce constancia. Pero
haced que la constancia dé un resultado perfecto, para que seáis perfectos e
íntegros, sin defectos en nada.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la
virtud de su sangre.
R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
V. Y ha hecho de nosotros reino y sacerdotes para el Dios y Padre suyo.
R. Por la virtud de su sangre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo nos ama y nos ha absuelto por la virtud de su sangre.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus
siervos, acordándose de su misericordia.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL
SEÑOR Lc 1, 46-55
+Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor nos auxilia a nosotros, sus siervos, acordándose de su
misericordia.
PRECES
Invoquemos al Hijo de Dios, a quien el
Padre entregó por nuestras faltas y lo resucitó para nuestra justificación,
diciendo:
Señor, ten piedad.
Escucha, Señor, nuestras súplicas, perdona los pecados de los que se confiesen
culpables
y en tu bondad otórganos el perdón y la paz.
Tú que, por medio del Apóstol nos has enseñado que donde se multiplicó el
pecado sobreabundó mucho más la gracia,
perdona con largueza nuestros muchos pecados.
Hemos pecado mucho, Señor, pero confiamos en tu misericordia infinita;
vuélvete a nosotros para que podamos convertirnos a ti.
Salva a tu pueblo de sus pecados, Señor,
y sé benévolo con nosotros.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Tú que abriste las puertas del paraíso al buen ladrón,
ábrelas también para nuestros hermanos difuntos.
Reconociendo que nuestra fuerza para no caer en la tentación se halla en Dios,
digamos confiadamente:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Padre santo, que quisiste que tu
Hijo fuese el precio de nuestro rescate, haz que vivamos de tal manera que,
tomando parte en los padecimientos de Cristo, nos gocemos también en la
revelación de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.