*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*El Santísimo
Cuerpo y Sangre de Cristo, solemnidad*
Laudes
Inicio
(Se hace la
señal de la cruz sobre los labios mientras se dice:)
V/. -Señor,
Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
(En Laudes
puede omitirse el Salmo con su antífona)
Salmo 94:
Invitación a la alabanza divina
En el
rezo privado, puede decirse la antífona sólo al inicio y al fin
Ant: Venid,
adoremos a Cristo, el Señor, que es el pan de la vida.
Animaos los
unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la
antífona
Porque el
Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Venid,
adoremos a Cristo, el Señor, que es el pan de la vida.
Himno
Altar de
Dios: el centro de la vida
con el Señor en medio de su pueblo,
mesa del pan que a todos nos convida
a reunirnos en un mundo nuevo.
Altar de
Dios: la fuente de aguas vivas
para saciar la sed del universo:
"Que todos sean uno" en Jesucristo,
la oración del Señor, su testamento.
Pueblo de
Dios, escucha su palabra,
que está el Señor presente entre los hombres;
pueblo de Dios, camino de la patria,
convoca a la unidad a las naciones.
Venid a la
asamblea, de Dios es la llamada,
que nadie quede fuera, de todos es la casa.
Miembros de Cristo fieles, y de su amor testigos,
pueblo de Dios, de paz sediento y peregrino.
Pueblo de Dios, escucha su palabra,
que está el Señor presente entre los hombres;
pueblo de Dios, camino de la patria,
convoca a la unidad a las naciones.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.
Primer
Salmo
Salmo
62,2-9: El alma sedienta de Dios
Ant: Con
manjar de ángeles alimentaste a tu pueblo, proporcionándole pan desde el cielo.
Aleluya.
Madruga por
Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas
Oh Dios, tú
eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Con
manjar de ángeles alimentaste a tu pueblo, proporcionándole pan desde el cielo.
Aleluya.
Cántico
AT
Daniel
3,57-88.56: Toda la creación alabe al Señor
Ant: Sacerdotes
consagrados ofrecen a Dios incienso y pan. Aleluya.
Alabad al
Señor, sus siervos todos (Ap 19,5)
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del
Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Ant: Sacerdotes
consagrados ofrecen a Dios incienso y pan. Aleluya.
Segundo
Salmo
Salmo
149: Alegría de los santos
Ant: Al
que salga vencedor le daré maná escondido y un nombre nuevo. Aleluya.
Los hijos
de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor
(Hesiquio)
Cantad al
Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Al
que salga vencedor le daré maná escondido y un nombre nuevo. Aleluya.
Lectura
Bíblica
Ml 1,11
Del oriente
al poniente es grande entre las naciones mi nombre; en todo lugar ofrecerán
incienso y sacrificio a mi nombre, una ofrenda pura, porque es grande mi nombre
entre las naciones -dice el Señor de los ejércitos
V/. Sacas
pan de los campos. Aleluya, aleluya.
R/. Sacas
pan de los campos. Aleluya, aleluya.
V/. Y
vino que alegra el corazón del hombre.
R/. Aleluya,
aleluya.
V/. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Sacas
pan de los campos. Aleluya, aleluya.
Lectura
Bíblica
V/. La
sabiduría se ha construido su casa. Aleluya.
R/. Ha
mezclado el vino y puesto la mesa. Aleluya.
Vieron a Dios
y comieron y bebieron
Ex 24,1-11
En aquellos
días, el Señor dijo a Moisés:
«Sube a mí
con Aarón, Nadab y Abihú y los setenta ancianos de Israel, y prosternaos a
distancia. Después se acercará Moisés solo, no ellos; y el pueblo que no suba.»
Moisés bajó
y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el
pueblo contestó a una:
«Haremos
todo lo que dice el Señor.»
Moisés puso
por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un
altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y
mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos, y vacas como
sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la
otra mitad la derramó sobre el altar. Después, tomó el documento de alianza y
se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió:
«Haremos
todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.»
Tomó Moisés
la sangre y roció al pueblo, diciendo:«Ésta es la sangre de la alianza que hace
el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.»
Subieron
Moisés, Aarón, Nadab, Abihú y los setenta ancianos de Israel, y vieron al Dios
de Israel: bajo los pies tenía una especie de pavimento, brillante como el
mismo cielo. Dios no extendió la mano contra los notables de Israel, que
pudieron contemplar a Dios, y después comieron y bebieron.
R/. Yo
soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto del maná y
murieron: Éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no
muera.
V/. Yo
soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre.
R/. Éste
es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Lectura
Patrística
¡Oh banquete
precioso y admirable!
Santo
Tomás de Aquino, presbítero
Opúsculo
57, en la fiesta del Cuerpo de Cristo 1-4
El Hijo
único de Dios, queriendo hacernos partícipe de su divinidad, tomó nuestra
naturaleza, a fin de que hecho hombre, divinizase a los hombres.
Además,
entregó por nuestra salvación todo cuan tomó de nosotros. Porque, por nuestra
reconciliación ofreció, sobre el altar de la cruz, su cuerpo como víctima a
Dios, su Padre, y derramó su sangre como precio de nuestra libertad y como baño
sagrado que nos lava, para que fuésemos liberados de una miserable esclavitud y
purificados de todos nuestros pecados.
Pero, a fin
de que guardásemos por siempre jamás en nosotros la memoria de tan gran
beneficio, dejó a los fieles, bajo la apariencia de pan y de vino, su cuerpo,
para que fuese nuestro alimento, y su sangre, para que fuese nuestra bebida.
¡Oh
banquete precioso y admirable, banquete saludable y lleno de toda suavidad!
¿Qué puede haber, en efecto, más precioso que este banquete en el cual no se
nos ofrece, para comer, la carne de becerros o de machos cabríos, como se hacía
antiguamente, bajo la ley, sino al mismo Cristo, verdadero Dios?
No hay
ningún sacramento más saludable que éste, pues por él se borran los pecados, se
aumentan las virtudes y se nutre el alma con la abundancia de todos los dones
espirituales.
Se ofrece,
en la Iglesia, por los vivos y por los difuntos para que a todos aproveche, ya
que ha sido establecido para la salvación de todos.
Finalmente,
nadie es capaz de expresar la suavidad de este sacramento, en el cual gustamos
la suavidad espiritual en su misma fuente y celebramos la memoria del inmenso y
sublime amor que Cristo mostró en su pasión.
Por eso,
para que la inmensidad de este amor se imprimiese más profundamente en el
corazón de los fieles, en la última cena, cuando, después de celebrar la Pascua
con sus discípulos, iba a pasar de este mundo al Padre, Cristo instituyó este
sacramento como el memorial perenne de su pasión, como el cumplimiento de las
antiguas figuras y la más maravillosa de sus obras; y lo dejó a los suyos como
singular consuelo en las tristezas de su ausencia.
R/. Reconoced
en el pan lo que estuvo colgado en la cruz; en el cáliz, lo que manó del
costado. Tomad, pues, y comed el cuerpo de Cristo; tomad y bebed la sangre de
Cristo. Ya estáis hechos, vosotros, miembros de Cristo.
V/. Para
que no viváis separados, comed al que es vínculo de vuestra unión; para que no
os estiméis en poco, bebed vuestro precio.
R/. Ya
estáis hechos, vosotros, miembros de Cristo.
*Lecturas del Santísimo
Cuerpo y Sangre de Cristo - Ciclo A*
Jueves, 8
de junio de 2023
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan
(6,51-58)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del
cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi
carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del
hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne
y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Mi
carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne
y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo
vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan
que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y
murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»
Palabra del Señor
Cántico
Evangélico
Ant: Yo
soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para
siempre. Aleluya.
(Se hace la
señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Yo
soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para
siempre. Aleluya.
Imploremos,
hermanos, a Jesucristo, que es el pan de la vida, diciéndole jubilosos:
*Dichoso el
que coma en el banquete de tu reino, Señor*.
Cristo,
sacerdote de la alianza nueva y eterna, que en el ara de la cruz ofreciste al
Padre el sacrificio perfecto,
enséñanos a ofrecerlo junto contigo.
Cristo,
altísimo rey de paz y de justicia, que consagraste el pan y el vino como signo
de tu propia oblación,
haz que sepamos ofrecernos junto contigo.
Cristo,
verdadero adorador del Padre, cuya ofrenda pura ofrece la Iglesia del oriente
al poniente,
junta en la unidad de tu cuerpo a los que alimentas con un mismo pan.
Cristo,
maná bajado del cielo, que nutres a la Iglesia con tu cuerpo y sangre,
haz que caminemos con la fuerza de este alimento.
Cristo,
huésped invisible de nuestro convite, que estás a la puerta llamando,
ven a nosotros para que podamos comer juntos
Se pueden
añadir algunas intenciones libres.
Por Jesús
nos llamamos y somos hijos de Dios; por ello, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro que
estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase
tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos
dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Final
Oh Dios,
que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, te
pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y
de tu sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu
redención. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y
eres Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que
preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(Se hace la señal
de la cruz mientras se dice:)
V/. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
*El Santísimo
Cuerpo y Sangre de Cristo, solemnidad*
Vísperas
Inicio
†
(Se hace la
señal de la cruz mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
Cantemos al
Amor de los amores,
cantemos al Señor.
¡Dios está aquí! Venid, adoradores;
adoremos a Cristo Redentor.
¡Gloria a Cristo Jesús! Cielos y tierra,
bendecid al Señor.
¡Honor y gloria a ti, Rey de la gloria;
amor por siempre a ti, Dios del amor!
¡Oh Luz de nuestras almas!
¡Oh Rey de las victorias!
¡Oh Vida de la vida
y Amor de todo amor!
¡A ti, Señor cantamos,
oh Dios de nuestras glorias;
tu nombre bendecimos,
oh Cristo Redentor!
¿Quién como tú, Dios nuestro?
Tú reinas y tú imperas;
aquí te siente el alma;
la fe te adora aquí.
¡Señor de los ejércitos,
bendice tus banderas!
¡Amor de los que triunfan,
condúcelos a ti! Amén.
Primer
Salmo
Salmo
109,1-5.7: El Mesías, Rey y Sacerdote
Ant: Cristo,
el Señor, sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec, ofreció pan y vino.
Cristo
tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies (1Co
15,25)
Oráculo del
Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres
príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora».
El Señor lo
ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec».
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso, levantará la cabeza.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Cristo,
el Señor, sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec, ofreció pan y vino.
Segundo
Salmo
Salmo
115: Acción de gracias en el templo
Ant: Alzaré
la copa de la salvación y ofreceré un sacrificio de alabanza.
Por medio
de Jesús ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza (Hb 13,15)
Tenía fe,
aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los
hombres son unos mentirosos.»
¿Cómo
pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Alzaré
la copa de la salvación y ofreceré un sacrificio de alabanza.
Cántico
NT
Apocalipsis
19,1-7: Las bodas del Cordero
Ant: Señor,
tú eres el camino, la verdad y la vida del mundo.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
Aleluya.
Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
Aleluya.
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
Aleluya.
Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido.
Aleluya.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Señor,
tú eres el camino, la verdad y la vida del mundo.
Lectura
Bíblica
1Co 11,23-25
Yo he
recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:
que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y,
pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se
entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.» Lo mismo hizo con el cáliz,
después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi
sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.»
V/. Les
dio pan del cielo. Aleluya, aleluya.
R/. Les
dio pan del cielo. Aleluya, aleluya.
V/. El
hombre comió pan de ángeles.
R/. Aleluya,
aleluya.
V/. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Les
dio pan del cielo. Aleluya, aleluya.
Cántico Evangélico
Ant: ¡Oh
sagrado banquete, en que Cristo es nuestra comida, se celebra el memorial de su
pasión, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la gloria futura!
Aleluya.
†
(se hace la
señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: ¡Oh
sagrado banquete, en que Cristo es nuestra comida, se celebra el memorial de su
pasión, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la gloria futura!
Aleluya.
Preces
Cristo nos
invita a todos a su cena, en la cual entrega su cuerpo y su sangre para la vida
del mundo. Digámosle:
Cristo, pan
celestial, danos la vida eterna.
Cristo,
Hijo de Dios vivo, que mandaste celebrar la cena eucarística en memoria tuya,
enriquece a tu Iglesia con la constante celebración de tus misterios.
Cristo,
sacerdote único del Altísimo, que encomendaste a los sacerdotes ofrecer tu
sacramento,
haz que su vida sea fiel reflejo de lo que celebran sacramentalmente.
Cristo,
maná del cielo, que haces que formemos un solo cuerpo todos los que comemos del
mismo pan,
refuerza la paz y la armonía de todos los que creemos en ti.
Cristo,
médico celestial, que por medio de tu pan nos das un remedio de inmortalidad y
una prenda de resurrección,
devuelve la salud a los enfermos y la esperanza viva a los pecadores.
Cristo, rey
venidero, que mandaste celebrar tus misterios para proclamar tu muerte hasta
que vuelvas,
haz que participen de tu resurrección todos los que han muerto en ti.
Se pueden
añadir algunas intenciones libres.
Terminemos
nuestras preces con la oración que nos enseñó el Señor:
Padre
nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros
tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro
pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a
los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Final
Oh Dios,
que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, te
pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y
de tu sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu
redención. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y
eres Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside
no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(Se hace la
señal de la cruz mientras se dice:)
V/. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.